Archivo por meses: diciembre 2010

06/12/10: El monorriel del Cerro San Cristóbal

El cerro San Cristóbal puede asegurar que se sabe todas las de Lima. Desde las alturas, imponente, ha observado el desarrollo de la capital, sus peripecias y sus años mozos. En tiempos prehispánicos fue el “apu” del valle del Rímac.

Monorriel al cerro San Cristóbal funcionó tres años.

Desde siempre, subir a su cumbre significaba un esfuerzo casi sobrehumano, por el pesado y agitado escalamiento que entendía subir una pendiente de más de 400 metros. No fueron pocos los que sugirieron buscar un medio más fácil para ascender a la cima.

A inicios del siglo XX se elaboró el proyecto de la instalación de un monorriel. Fue en 1912, durante la gestión como alcalde de Guillermo Billinghurst. Los planos fueron aprobados por el gobierno y se construyó la obra entre el Paseo de Aguas y la cima del cerro. Un extenso cable jalaba las faldas del cerro un portasillas de fierro, en donde cabrían unas seis personas cómodamente sentadas.

Lamentablemente, el mantenimiento y el alto costo de su construcción resultaron perjudiciales para su administración, ya que poca gente lo utilizaba. Estuvo activo solo unos tres años, quedando de recuerdo algunas fotos donde se pueden apreciar dosmodelos del sistema y el coche levadizo. Ver fotos de Courret de 1912.

El monorriel al cerro San Cristóbal tenía como punto de partida el Paseo de Aguas para luego terminar en la cima del “silencioso testigo de nuestra historia”. Leer más »

05/12/10: Retrofoto: el Palacio Municipal de Lima

Inauguramos esta sección “Retrofoto” del blog con la foto del Palacio Municipal de Lima en las primeras décadas del XX. La retrofoto nos permite apreciar cómo se vería en nuestros días el Palacio Municipal (en la colonia conocido como el Cabildo de Lima) si hubiese mantenido aquella fachada hasta hoy.

Retrofoto

Fachada del Palacio Municipal de Lima, de finales del XIX hasta 1923, insertada junto a los edificios actuales de la Plaza Mayor. Retrofoto: Alex Cruz.

Hoy

Actual fachada del Palacio Municipal de Lima (ahora Municipalidad Metropolitana de Lima), en el Jirón de la Unión, Centro Histórico de Lima. Foto: Blog Lima la Única.

¿Por qué cambio de fachada?
La fachada del Palacio Municipal de Lima que observamos en la retrofoto permaneció en Lima hasta 1923, cuando un incendió quebrantó la pasividad de sus instalaciones. Sin embargo, por suerte, el archivo no sufrió mayores pérdidas. Por ejemplo, se salvaron valiosos documentos como el Acta de Fundación de la Ciudad, el reparto de solares que el hizo el Conquistador don Francisco Pizarro y el Acta de Independencia. Este incendio dio lugar a la construcción del moderno edificio que se conoce hoy.

Este siniestro provocó el traslado de sus oficinas al local del Palacio de la Exposición (actual Museo de Arte de Lima), ubicado en el Paseo Colón, hasta que en 1939, siendo Alcalde de Lima Eduardo Dibós Dammert, el Presidente de la República General de División EP Óscar R. Benavides dispuso la construcción del palacio municipal actual. Encargado el Ministerio de Fomento de la obra, se convocó a un concurso de arquitectos y obtuvo el primer premio el proyecto presentado por los arquitectos Emilio Harth Terré y José Álvarez Calderón, pero el proyecto ganador sería modificado al momento de su ejecución (Wikipedia 2010).

Fachada antigua del Palacio Municipal antes del incendio del 3 de noviembre de 1923.

Aunque el Palacio Municipal de antaño sea de muy majestuosa arquitectura, asegura Alex Cruz, “no siempre lo antiguo fue mejor, (…) lo mismo se puede decir del Palacio de Gobierno actual. Esta recreación es solo para tener una idea de cómo fue y no trata de afirmar si el actual es mejor o no”. Alex , el autor de esta retrofoto, no duda en mostrar sus preferencias al añadir que “el nuevo Palacio Municipal me gusta mucho más”. Leer más »

01/12/10: Tacora y la historia del mercado de La Victoria

Sigue allí, imbatible, desafiando al tiempo y a las autoridades. Muchas veces trató de ser eliminado y el actual municipio (a cargo de Castañeda) estuvo a punto de lograrlo.

Tacora, ubicada en las cuadras iniciales de la avenida Aviación (Urbanización Manzanilla, La Victoria), es un populoso y peligroso mercado que cuenta con más de cincuenta años de antiguedad, donde se comercia con objetos “ajenos”. Andar por estos lares es una prueba a la valentía y salir intacto, una oda al arrojo. “Cuando uno camina por sus calles se siente perseguido, que desde la puerta del callejón que acabas de pasar ya te están chequeando. Parecen francotiradores hambrientos. Uno así camina paranoico y hasta se olvida del fétido olor que emana de aquellos peculiares personajes, “los Cachineros” de La Victoria” (Carlos Narciso 2007).

Tacora, zona de venta de artículos de dudosa procedencia, está ubicada en las primeras cuadras de la avenida Aviación, La Victoria. Durante la alcaldía de Alberto Andrade existieron siete bandas de “cogoteros” extendidas por la mencionada avenida. Foto: Energía Limpia.

La historia del mercado de la Urbanización Manzanilla, Tacora, es la historia del asentamiento de sectores populares en la capital, de procedencia provinciana, quienes, ante la necesidad de insertarte en el mercado nacional, recurren a la informalidad que ofrece la venta de productos “negros”, sin procedencia conocida. Se trata, pues, de la presencia de la cultura “chicha” (llamada así por el género musical de ritmo tropical y andino). A pesar de que no se pueda justificar estos actos, el Estado, como ente mayor, ha fracazado en la integración de estos sectores de pequeña empresa -pujante y con admiración por triunfar- en el proyecto de unidad economía nacional.

Por Tacora no es difícil escuchar narraciones como la siguiente: “(…) el burdo mercadillo de Manzanilla, más conocido como Tacora se ha disipado para dar paso, como cada tarde, inexorablemente, a los individuos más respetados de este barrio de pesadilla: los hampones. Los resignados “cachineros” (ladinos mercaderes recicladores) empujan sus triciclos o carretillas con la rapidez de quien transporta su mayor tesoro. Y los asiduos compradores huyen espantados de estas peligrosas hordas que llegan con el ocaso” (César Jesús 2007).

“Un cojudo me robó mi celular que él nunca hubiera podido comprar se corrió el hijo de p… al siguiente día lo encontré y le saqué su miércoles cojudos maricones…. aprendan a pelear …. vallan (vayan) a trabajar que a parte de inútiles lacras sociales dan una aimagen (imagen) asquerosa al país” (tildes han sido añadidas). Anónimo.

“Yo la verdad no culpo a los pirañitas, ya que lo hacen sin querer. Será por el hecho que no tenga para comer. Lo que falta es educación. Si hay más educación y trabajo no pasaría eso” (tildes han sido añadidas). Anónimo.

¿Por qué Tacora?
A esta zona se la conoce como Tacora porque antes funcionaba un emporio de autopartes robadas (“Tacora Motors”, como se la apodaba en los setentas), y ya desde ese momento era un lugar peligroso para circular. Tacora se originó cuando uno que otro comerciante se estableció allí para vender cosas usadas.

Poco a poco fue creciendo, hasta que en la década del sesenta se convirtió en un verdadero “mercado persa”, donde se ofrecía de todo: baratijas, repuestos viejos, zapatos y vestidos usados, juguetes, artículos deportivos, todo de dudosa procedencia. La atracción de ese congestionado mercado eran los precios sumamente bajos y la seguridad de que allí, en ese vasto escenario, se encontraría lo que las tiendas de Lima no ofrecían.

En la actualidad, todavía se trabaja con todo tipo de material, se pone en venta cualquier artefacto, se comercializa hasta con el alma. “Hombres y mujeres, la mayoría gente humilde, empobrecida al máximo, venden de todo: zapatos viejos, revistas pasadas, bicicletas en desuso, vestidos estropeados, fierros y maderas desechadas, repuestos, piezas de vehículos, puertas de casas derrumbadas, ventanas, lámparas, cubiertos, muñecas antiguas y maltratadas, objetos pornográficos amarillentos y pasados de moda, trajes de novia, etc.” (La República 2002). Tacora, lugar por excelente donde todo se consigue y adquiere, pero no de procedencia del todo honesta.

No hay galerías como en Mesa Redonda o en Gamarra, ni locales comerciales, ni talleres, ni tiendas levantadas improvisadamente. Se trata de un gran espacio abierto, de tres cuadras muy amplias, donde los comerciantes exponen sus productos extrañamente conseguidos, productos sin mayor valor (ibíd). El riesgo de que suceda un incendio que arrase con todo es menor, pero sí existe una amenaza latente: “puede desatarse una epidemia por la suciedad y la promiscuidad existentes, pueden y de hecho ocurren hechos delictuosos, un sismo puede producir el terror colectivo y una mortandad” (ibíd).

Alrededores de Tacora. Foto: César Panizo.

La delincuencia es evidente. Toda la muchachada bravía de los Barrios Altos, La Victoria, Rímac, etc. se juntan diariamente alrededor de las tres cuadras de Tacora para hacer de las suyas. Se ha visto en los noticieros en más de una vez cómo cogotean a los transeúntes. Sin embargo, esa actividad ha dejado de ser constante. Con el paso del tiempo, la Municipalidad ha posicionado a sus trabajadores a nuevos centros comerciales y a los amigos de lo ajeno, por otro lado, a lugares donde puedan estudiar y trabajar decentemente. Según la Policía, Tacora ya no es tan peligrosa como hace “una treintena de años”. En el 2005 más de 300 agentes impiden que cientos de comerciantes se instalen en la vía pública. Desalojados vendedores desafían a las autoridades y toman calles aledañas. Dos años después la tristemente célebre Tacora empieza a cambiar de rostro por obras de comuna limeña.

Se han impulsado normas nuevas que incentivan la formalización de estos ciudadanos. La reciente ley General de Recicladores (2009), 29419 “da la oportunidad para que los que trabajan de recicladores de manera informal, se formalicen, se agrupen, aprovechen los beneficios de la economía de escala, negocien mejores precios a los productos reciclados que venden y además constituyan PYMES y entidades registradas como cualquier otro pequeño empresario del mercado” (Energias Limpias 2010). En abril del 2010 los recicladores de Tacora se reunieron para empezar a formalizarse. Buena iniciativa.

De cuando los ricos iban a Tacora
Yo estuve en trabajando en Tacora mucho tiempo, desde el 54. Yo hacía canastillas de triciclo, tiraba bastante esa vaina. Pero como incendiaron a Tacora por el 55 ó 57, cuando entró a la alcaldía B…, en su primer período, hizo toda esa huevada, metió candela a todo. Por eso ahora que busque un voto de un ambulante a ver si le dan, está difícil, ¿sí o no? (…) Volviendo a mi trabajo, en ese tiempo yo ganaba una miseria, me pagaban veinticinco cheques diarios. De ahí tenía que salir el desayuno, el almuerzo y el tranvía.

Tacora décadas atrás, 70’s. En la actualidad sus polos laborales son La Parada y Gamarra.

En esa época, cuando robaban no respetaban a nadie, a esas paisanitas que iban los domingos con sus carteritas, juac, lo robaban, daba cólera hasta agarrar un fierro y darles. A todas las paisanitas les robaban y también a los ricos. Pero los ricos que se iban a comprar piezas antiguas para coleccionar, que en esa época había mucho, o repuestos, escasos, para carros, contrataban a un muchacho que le decían Perro; éste era protector de ricos, para eso le pagaban. El Perro, bien armado, les acompañaba desde la entrada hasta que terminen de comprar. Como el Perro sabía pelear con todas las armas, los choros le tenían miedo y no los atacaban. Era difícil que alguien se atreviera. De eso vivía el Perro. Un día se asó un tal Julián, ¿qué le decían a este?, ah, le decian Bruto, era un cuerpudo y le atacó por la espalda y mató al Perro. Desde esa época los ricos ya no pisan Tacora, ahora ya no van o sino mandan a sus choferes o empleados. Pero antes no era así. Leer más »