Claves de la vida de Francisco en su autobiografía

1:00 p.m. | 19 feb 25 (NCR/NPR).- En la primera autobiografía de un Papa en funciones, Francisco revela episodios personales de su vida, desde sus raíces migrantes y el hogar en que creció, hasta su rol de liderazgo en Argentina y la Santa Sede. A través de sus vivencias, hace un balance de su vida y deja un mensaje a los católicos. Además, bajo la impronta de la Esperanza —título de su libro en sintonía con el Jubileo de este año—, también aborda temas actuales como la guerra, las migraciones, la crisis ambiental, la política social, la sexualidad y el futuro de la Iglesia.

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Para ofrecer detalles sobre la autobiografía del Papa, resultado de más de seis años de trabajo en colaboración con el periodista Carlos Musso, hemos recurrido a dos artículos (de NCR y de NPR) que destacan diez momentos clave y poco conocidos de la vida de Jorge Mario Bergoglio. Además, presentamos extractos de otras reseñas de medios católicos que aportan más información del libro sobre su vida, temas de interés para los católicos, y el impacto de su pontificado.

Cabe señalar que, aunque la autobiografía originalmente debía publicarse tras la muerte de Francisco, él mismo decidió adelantarla. El Papa consideró que sería propicio compartir su relato al inicio de este importante año jubilar, convocado bajo el lema de la esperanza, con el fin de inspirar a los fieles.

10 momentos que definen la vida de Francisco

1. Estuvo a punto de no nacer

Las memorias del Papa comienzan con un dramático naufragio. “Muchos pasajeros cayeron o se arrojaron al mar, ahogándose”, escribe. “Algunos, se decía, fueron vencidos por la desesperación. A otros, como informaron los periódicos locales, se los comieron vivos los tiburones”. Casi 300 personas perecieron al hundirse el transatlántico frente a las costas de Brasil, un naufragio que llegó a conocerse como el “Titanic italiano” (1927).

De pequeño, Francisco oyó muchas historias sobre aquel barco. Y con razón. Sus abuelos y su único hijo, Mario, habían reservado pasajes en él. Pero no pudieron vender sus pertenencias en Italia a tiempo para hacer el viaje a Argentina. Obligados a retrasarlo, cambiaron sus pasajes para una fecha posterior. “Por eso estoy aquí ahora”, escribe Francisco. “No te puedes imaginar cuántas veces me he encontrado dando gracias a la Divina Providencia”.


2. Su padre murió tras sufrir un infarto en un partido de fútbol

El Papa es un gran aficionado al fútbol. Tiene especial afinidad con San Lorenzo, el club de su barrio de Buenos Aires. Pero la tragedia golpeó a la familia de Francisco durante un partido de fútbol de San Lorenzo. Su padre, Mario, sufrió un infarto mientras celebraba un gol. Lo llevaron a casa y recibió asistencia médica, pero murió de dolencias cardíacas a los 20 días, el 24 de septiembre de 1961. Sólo tenía 53 años. Al ser el mayor de los cinco hijos de sus padres, el futuro Papa tuvo que madurar rápidamente y cuidar de sus hermanos.


3. Hizo un voto de no ver televisión y no hace trampa

Los periodistas que cubren el Vaticano han oído durante años que Francisco no ve televisión, pero la razón detrás de este hábito era un tanto misteriosa. En Esperanza, Francisco revela que hizo un voto a la Virgen María el 15 de julio de 1990. Esa noche, escribe, estaba viendo la televisión con su comunidad jesuita en Buenos Aires cuando “apareció en la pantalla una escena sórdida, que me ofendió profundamente”.

“Fue como si Dios me hubiera dicho que la televisión no era para mí, que no me hacía bien”, escribe Francisco. Y desde entonces ha hecho raras excepciones: el 11 de septiembre de 2001, por ejemplo. Pero en la mayoría de los casos, ha mantenido su voto, aunque eso signifique perderse los partidos de fútbol de San Lorenzo. Los guardias suizos le mantienen informado: dejan notas con los últimos resultados y clasificaciones en su escritorio.


4. Presuntos asesinos tuvieron como objetivo al Papa durante su visita a Irak

Todos sus asesores le dijeron que era demasiado peligroso visitar Irak en 2021, dijo el Papa. De hecho, Francisco fue un blanco durante el viaje. Los servicios secretos británicos informaron a la seguridad del Vaticano de que una mujer que portaba explosivos -“una joven kamikaze”, en palabras del Papa- “viajaba a Mosul para inmolarse durante la visita papal”. Y un camión había partido a gran velocidad con la misma intención”. El Papa preguntó a la seguridad vaticana qué había ocurrido con los posibles asesinos. “El comandante respondió escuetamente: Ya no están allí”. La policía iraquí los había “interceptado y hecho estallar”, escribe Francisco. “Esto también me conmocionó profundamente”.


5. Ha planeado cuidadosamente su funeral

El Papa reveló en 2023 que no quiere ser enterrado en la Basílica de San Pedro, el lugar de descanso final de muchos expontífices. En su lugar, ha elegido su iglesia favorita de Roma, Santa Maria Maggiore, un lugar al que suele acudir para rezar antes de momentos importantes. “El Vaticano es el hogar de mi último servicio, no mi hogar eterno”, escribe Francisco.

El Papa tampoco quiere un funeral pomposo. De hecho, ha pedido al maestro de ceremonias que simplifique radicalmente la liturgia tradicional para un funeral papal. “Con dignidad, pero como cualquier cristiano, porque el obispo de Roma es un pastor y un discípulo, no un personaje poderoso de este mundo”, escribe.


6. Francisco se siente afligido por las vergüenzas del pasado

“La melancolía siempre ha sido una compañera en mi vida”, escribe el Papa en el texto. Pero no se trata sólo de melancolía: El libro está salpicado de historias de arrepentimiento y humillación desde la infancia de Jorge Mario Bergoglio. Muchos de los incidentes son aparentemente menores: desatender la visita de una empleada doméstica que había cuidado de su familia cuando era más joven; evitar hacerse una foto con su padre moribundo; evitar visitar a un sacerdote moribundo con quien tenía una amistad muy cercana.

“Si considero cuál es el mayor don que deseo del Señor, y que he experimentado, es el don de la vergüenza”, admite. Desde los primeros días de su papado, Francisco ha insistido con frecuencia en que “Dios nunca se cansa de perdonar”. Después de leer sus memorias, uno intuye que el propio Papa es tan destinatario de ese mensaje como cualquier otra persona.


7. Le conmueve profundamente la devastación de la guerra

Durante una visita a la Plaza de España de Roma en 2022, Francisco lloró al hablar del sufrimiento de los ucranianos tras la invasión rusa. Y casi todos los incidentes relatados en estas memorias en los que el Papa se emociona hasta las lágrimas implican un momento en el que se le recuerdan los horrores de la guerra: su visita en 2014 al cementerio militar de Redipuglia para conmemorar a los caídos en la Primera Guerra Mundial, una visita en 2017 al cementerio estadounidense de Nettuno, Italia, y un encuentro en 2023 con víctimas de la prolongada guerra en la región oriental de la República Democrática del Congo.

“¡La guerra es una locura!”, se lamenta el Papa al recordar las lágrimas que ha derramado por la guerra. “No existe el dios de la guerra: Quien hace la guerra es el mal. Dios es paz”.


8. Francisco ya se ocupaba de las periferias antes de su pontificado

El Papa no ha ocultado sus reuniones periódicas con transexuales en el Vaticano ni sus frecuentes encuentros con pobres y personas sin hogar. E incluso cuando le molesta la idea de ser calificado de sacerdote de la calle -y sugiere que no es digno de ese título-, la atención de Francisco a los más marginados de la sociedad brilla en este libro, incluso desde sus primeros días como ministro.

Ninguna anécdota lo capta mejor que el recuerdo de dos prostitutas “de clase alta” a las que conocía desde hacía años. Al convertirse en obispo auxiliar de Buenos Aires, una de ellas le pidió que escuchara confesiones y celebrara misa para un grupo de amigas. El futuro Papa accedió y ambos mantuvieron el contacto hasta que ella murió. “Le tenía mucho cariño”, escribe. “Incluso ahora, no me olvido de rezar por ella el día de su muerte”.


9. Habla con firmeza sobre los abusos, los católicos LGBTQ y los ministerios de la mujer

Las memorias del Papa evitan entrar en detalles sobre algunos de los temas controvertidos que han surgido con frecuencia durante su papado, pero cuando se atreve a hacerlo, no tiene pelos en la lengua. Sobre los abusos sexuales del clero, el Papa menciona brevemente la saga del ex cardenal Theodore McCarrick, ex arzobispo de Washington, D.C., que fue revelado como un abusador en serie. “En la ira justificada de la gente, la Iglesia ve el reflejo de la ira de Dios, traicionado y mancillado por estos sacerdotes deshonestos”, escribe. “Las víctimas deben saber que el Papa está de su parte. Y en esto no dará ni un paso atrás”.

En cuanto a las cuestiones LGBTQ, el Papa condena la criminalización de la homosexualidad en unos 60 países de todo el mundo. “La homosexualidad no es un delito, es un hecho humano, y la Iglesia y los cristianos no pueden permanecer indiferentes ante esta injusticia criminal, ni responder con pusilanimidad”, afirma el Papa. En cuanto a los ministerios femeninos, el Papa reitera la declaración del Sínodo de que el acceso al diaconado femenino sigue abierto a ulteriores estudios y que las mujeres deben participar en la formación de los futuros sacerdotes de la Iglesia.


10. Francisco se abstiene de valorar la resistencia a sus reformas

Al final de las memorias, el Papa menciona una gran caja blanca que le regaló Benedicto XVI poco después de convertirse en Papa. Dentro de la caja había detalles de la corrupción y los abusos en el Vaticano. Aunque Francisco reconoce que la Curia Romana, la administración central del Vaticano, es reacia al cambio, se revela poco sobre cómo ha intentado reformar la recalcitrante institución. Se insinúan indicios sobre las vergonzosas inversiones financieras del Vaticano en una fallida operación inmobiliaria en Londres o sobre las represalias que ha recibido por elevar a las mujeres a puestos de poder en el Vaticano.

Aunque Esperanza es rico en memorias de su infancia, que dieron forma al futuro Papa, es ligero en revelaciones sobre el propio pontificado. A pesar de su avanzada edad y su movilidad limitada, Francisco insiste en que su salud general es buena y que tiene la intención de seguir adelante. “La realidad es, sencillamente, que soy viejo”, escribe Francisco, antes de añadir: “La Iglesia se gobierna con la cabeza y el corazón, no con las piernas”.

VIDEO. Francisco publica su autobiografía

Reseña: Esperanza, autobiografía del papa Francisco

Quien busque polémicas o grandes revelaciones no las encontrará en este volumen. Pero entre sus páginas hay muchas perlas. Por ejemplo, ayuda a conocer el hogar en el que Jorge Mario Bergoglio creció y donde se forjó su carácter. Recuerda por ejemplo que su padre “estuvo muy enamorado de mi madre, le llevaba flores, le compraba pequeños regalos, detalles. Era un hombre casi siempre alegre. Fijaba las normas, era la autoridad de la casa, pero sin atisbo de machismo”. También dice que de sus padres aprendió a mirar a las personas sin juzgarlas. “Mi madre, pero sobre todo mi padre, también por sus relaciones de trabajo, tenían trato con todo el mundo”, asegura.

El Papa pone letra a las memorias de su niñez que transcurrieron “en el número 531 de la calle Membrillar” del barrio argentino de Flores en “una casa de una sola planta, con tres dormitorios, el de mis padres y los dos que compartíamos los hermanos, un baño, una cocina con comedor, un comedor más formal, una terraza”. Sus raíces también se forjaron a partir de las amistades que nacieron en ese contexto incluso con una prostituta conocida como la Parota quien decidió cambiar de vida y abandonar la calle para atender a ancianos.

En sus memorias, el primer pontífice latinoamericano recuerda su infancia en Buenos Aires al abrigo de una comunidad “alegre, variada y muy unida, con personas de diferentes credos” pero un lugar donde también vio el “lado más oscuro y difícil de la existencia”, como el “mundo carcelario” y la prostitución.

Francisco también desvela lo que considera errores o equivocaciones pasadas, como cuando de joven tuvo una fuerte discusión con un compañero de estudios que incluso llegó a las manos e insiste en que todavía hoy comete “errores y pecados”. “Siento que tengo una reputación que no merezco, una estima pública de la que no soy digno”, escribe Francisco.


La alegría y el buen humor, esenciales en la vida cristiana

En el libro, Francisco también reflexiona sobre el valor de la alegría y el buen humor, elementos que considera esenciales en la vida cristiana. Citando el Evangelio, recuerda la exhortación a “volver a ser como niños” para alcanzar la salvación, destacando la capacidad de los más pequeños para sonreír con frecuencia. Según menciona, estudios psicológicos han demostrado que los niños sonríen más de diez veces que los adultos, un dato que utiliza para subrayar la importancia de recuperar esa espontaneidad y optimismo en la vida cotidiana.

Este enfoque en la alegría no es nuevo en el mensaje del Papa, quien a lo largo de su pontificado ha insistido en la necesidad de vivir la fe con esperanza y entusiasmo. En Esperanza, esta idea se entrelaza con sus experiencias personales, mostrando cómo el humor y la risa fueron un refugio para su familia en tiempos difíciles.


La docencia y su cercanía con Jorge Luis Borges

En su etapa como docente, el Papa tuvo la oportunidad de enseñar literatura y psicología en el Colegio de la Inmaculada Concepción en Santa Fe. Durante este tiempo, organizó un curso de escritura creativa para sus estudiantes y decidió enviar dos de los relatos escritos por ellos a Jorge Luis Borges, quien, a pesar de su ceguera y su estatus como uno de los autores más reconocidos del siglo XX, los leyó y expresó su aprecio por ellos.

El pontífice también invitó a Borges a impartir clases sobre los gauchos en la literatura, y el escritor aceptó, viajando en autobús durante ocho horas desde Buenos Aires hasta Santa Fe. Borges, a pesar de su agnosticismo, mantenía una espiritualidad que se reflejaba en su vida y obra, lo que dejó una profunda impresión en el joven docente.


Una nueva pauta en el pontificado

Ya elegido como santo padre, Francisco explica que prefirió vivir en la residencia Casa Santa Marta en el Vaticano porque “no puede vivir sin gente a mi alrededor” y revela que los encargados del protocolo del Vaticano le convinieron que se pusiera pantalones blancos, en lugar de negros, para llevar debajo de su nueva sotana papal blanca. “Me hicieron reír. No quiero ser vendedor de helados, dije. Y me quedé con los míos”, escribe el Papa.

El Papa también se refiere al escándalo de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica y dice que se ha sentido “llamado a asumir la responsabilidad de todo el mal cometido por algunos sacerdotes”. Así explica cuando arrancó su pontificado en 2013, el entonces Papa emérito le entregó una gran caja blanca llena de documentos “relativos a las situaciones más difíciles y dolorosas: casos de abusos, corrupción, manejos oscuros, malas acciones”. Benedicto XVI le dijo entonces “aquí está todo” y “ahora te toca a ti” ocuparte de ello.

Destaca además la reforma cultural que emprendió desde el minuto cero, asegura que considera “medieval que alguien se arrodille delante de ti y te bese la mano” y habla de sus colaboradores en tono muy elogioso. “A pesar de las diferencias de carácter, he encontrado (en la Curia vaticana) una gran generosidad y sabiduría que han permitido superar cuestiones que al principio dudaba que se pudieran resolver”.


Perspectiva política

El Pontífice de 88 años —que se describe en el libro como una persona “políticamente inquieta”— condena la crueldad de la guerra y relaciona el actual auge del populismo con el de los años treinta y la Alemania de Hitler. Los jóvenes, escribe, necesitan saber “cómo nace y crece un populismo distorsionado” y recuerda las “elecciones federales alemanas de 1932-33 y a Adolf Hitler, el exsoldado de infantería obsesionado por la derrota de la Primera Guerra Mundial y por la ‘pureza racial’, que había prometido el crecimiento de Alemania tras un gobierno que había fracasado”.


Un hombre imperfecto, como todos, con errores y perdonado

Sobre sus defectos, confiesa que “uno de los problemas que suelo tener es la impaciencia. A menudo mis tropiezos han sido fruto de una incapacidad para esperar que ciertos procesos siguieran su curso natural, que los frutos estuvieran maduros”. De sus predecesores, publica una foto con Juan Pablo II hecha en Buenos Aires en 1987 y recuerda a Benedicto XVI como “un padre y un hermano”. Insiste en que mantuvieron “una relación auténtica y profunda”, y que guarda “gratitud al Señor por habérnoslo ofrecido a mí y a la Iglesia”.

Lo que convierte este libro en un texto de gran interés es que el Papa comenzó a escribirlo en 2019 con la intención de que se publicara después de su muerte. Por eso, la riqueza del volumen es el balance que hace de su vida y de su pontificado y el mensaje que deja para la Iglesia y para los católicos en los últimos capítulos. “Me siento ingrato, pues frente a tantos beneficios recibidos he cometido muchos errores, muchas negligencias”, confiesa.

“Soy un hombre perdonado siempre. A lo largo de la vida tuve también momentos de crisis, de vacío, de pecado, etapas de mundanidad. Y luego el Señor consiguió librarme de ellos”, escribe más adelante. “Siento que gozo de una fama que no me corresponde, de un reconocimiento por parte de la gente que no me corresponde. Es, sin duda, el sentimiento más fuerte”, añade después.


La Iglesia hacia el futuro

Como escribe el editor italiano Carlo Musso, quien firma el libro junto a Francisco, el Papa es “un hombre nacido en 1936 que solo mira hacia atrás para impulsar su mirada aún más hacia adelante“. Es un resumen perfecto de Esperanza. Por eso, impresiona el último capítulo, en el que Francisco imagina el futuro de la Iglesia, que “seguirá adelante, pues no soy sino un paso”.

“Sueño con un papado que sea cada vez más servicial y comunitario”, escribe. Profetiza, entre otras cosas, que la Iglesia “será cada vez más universal y su futuro y su fortaleza llegarán también de Latinoamérica, de Asia, de la India, de África, y eso ya puede apreciarse en la riqueza de las vocaciones”. Y propone a la Iglesia y a los católicos que crezcan “en creatividad, en comprensión de los retos de la contemporaneidad, abrirse al diálogo y no encerrarse en el miedo”.

El título cobra sentido especialmente en las últimas líneas. Casi como si fuera una expresión de su legado, recuerda que “la Iglesia siempre tiene futuro, pues arraiga sus raíces en el pasado, en Cristo vivo, vivo durante su época, en su Resurrección y en el futuro, en la promesa de que Cristo se quedará con nosotros hasta el fin de los siglos”, que “la Iglesia nos necesita a todos, a cada hombre y a cada mujer”, y que “basta un solo hombre o una sola mujer para que la esperanza renazca y ese hombre o esa mujer podrías ser tú”.

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Fuentes

National Catholic Reporter / National Public Radio / Revista Alfa y Omega (2) / Infobae / Videos: Rome Reports – Google – W Radio Colombia  / Foto: EFE

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