Antes del cónclave, Jorge Bergoglio ya planteaba una renovación en la Iglesia

Papa Francisco y una Iglesia por renovar

4.00 p m| 04 abr 13 (BUENA VOZ).- “Evangelización”, “Periferia existencial”, “Peligro de autorreferencialidad” y combate contra la “mundanidad espiritual”. En su intervención durante las congregaciones generales ante sus homólogos cardenales -que pocos días después lo eligieron Papa-, Jorge Bergoglio identificó esos cuatro puntos como las bases para una Iglesia renovada.

El Arzobispo de La Habana (Cuba), Cardenal Jaime Ortega, dio a conocer un discurso que el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio ofreció durante las congregaciones generales antes del Cónclave. Horas antes de ser elegido Papa, el Cardenal Bergoglio regaló al Cardenal Ortega el manuscrito del discurso que pronunció en las congregaciones generales. El texto fue leído por el Purpurado cubano el sábado pasado durante la Misa en la catedral local y fue publicado este martes en la revista del Arzobispado de La Habana, Palabra Nueva, todo con la autorización del Pontífice.

En la Congregación general del jueves 7 de marzo Jorge Mario Bergoglio tomó la palabra y habló tan solo por tres minutos y medio, sin llegar a usar los 5 minutos de tiempo establecidos para cada cardenal. Muchos de ellos comentaron que “habló con el corazón”. El discurso, que fue improvisado, fue el siguiente:

“Se hizo referencia a la evangelización. Es la razón de ser de la Iglesia. ‘La dulce y confortadora alegría de evangelizar’ (Pablo VI), es el mismo Jesucristo quien, desde dentro, nos impulsa:

1.- Evangelizar supone celo apostólico. Evangelizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria.

2.- Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma (cfr. La mujer encorvada sobre sí misma del Evangelio). Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones eclesiales tienen raíz de autorreferencialidad, una suerte de narcisismo teológico. En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere a que golpea desde fuera la puerta para entrar… Pero pienso en las veces en que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir. La Iglesia autorreferencial pretende a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir.

3.- La Iglesia, cuando es autorreferencial, sin darse cuenta, cree que tiene luz propia; deja de ser el mysterium lunae y da lugar a ese mal tan grave que es la mundanidad espiritual (Según De Lubac, el peor mal que puede sobrevenir a la Iglesia). Ese vivir para darse gloria los unos a otros. Simplificando; hay dos imágenes de Iglesia: la Iglesia evangelizadora que sale de sí; la Dei Verbum religiose audiens et fidenter proclamans, o la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para sí. Esto debe dar luz a los posibles cambios y reformas que haya que hacer para la salvación de las almas.

4.- Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de ‘la dulce y confortadora alegría de la evangelizar'”.

Ese discurso bien puede ser considerado como las pautas que definen el camino por el cual el nuevo pontífice dirigirá a su Iglesia. Sin embargo, sumado a los gestos realizados por Francisco desde que se sentó en el trono de Pedro, se ha transformado en un motivo de preocupación para aquellos que, dentro de la curia, se habían aferrado al poder, el lujo y las prebendas, así como para los representantes de las corrientes integristas.

“El cardenal Bergoglio quiere ser un pobre entre los pobres. Cultiva una humildad militante, que puede, sin embargo, mostrarse humillante para la Iglesia. Su aparición en el balcón de las bendiciones de San Pedro en simple sotana, sin otro atributo de Papa, es la perfecta ilustración”, declaró el abate Christian Bouchacourt, superior del distrito América del Sur de la ultraintegrista Comunidad San Pío X (Fsspx), fundada en Suiza por el desaparecido obispo cismático Marcel Lefebvre.

Pero la alarma no se limita a los integristas. También se extiende a los católicos conservadores, muchos de ellos residentes de la curia romana. En su discurso Bergoglio condenó la actitud de “autorreferencialidad”. Para él hay dos modelos de Iglesia: “La Iglesia evangelizadora, que sale al exterior, y la Iglesia mundana, que vive encerrada en sí misma, para ella misma y por ella misma”.

Bergoglio decía allí claramente que la institución necesitaba un Papa que, partiendo de la contemplación de Jesucristo, ayudara a la Iglesia a vivir ese proceso de apertura “para dirigirse hacia las periferias existenciales”. Y eso es exactamente lo que no ha dejado de hacer desde el día que sumió su pesada carga.

Esa actitud, que provoca el beneplácito de muchos hombres de Iglesia y la devoción incondicional de los fieles, no es del todo bien recibida por aquellos que nunca practicaron esa forma de humildad. “La persistente esencialidad y el estilo pobre del sucesor de Benedicto XVI se está transformando en una campana de alarma para aquellos que, en el Vaticano, se libraron a esa ‘mundanidad’ de consumo que Francisco no tolera”, escribió el especialista italiano Marco Politi. Mientras tanto, Francisco sigue su camino, predicando con el ejemplo bajo la mirada inquieta de quienes temen abrir las ventanas para que entre el aire fresco.


Fuente:

La Nación

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