Hito en la Iglesia de América Latina: 15 años de Aparecida
7:00 p.m. | 19 may 22 (CL/RV).- Una Iglesia en salida, que va sin dudar donde está el necesitado, a las periferias. Una Iglesia que reconoce la necesidad de reformarse ante lo que se identificó como un cambio de época. Una Iglesia -todo el Pueblo de Dios- en misión permanente. Esas fueron tres demandas esenciales que se plasmaron en el documento de Aparecida (2007) que dejó la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, impulsada desde lo pastoral e impactada en gran medida por la realidad social, económica, y cultural de la región. Después de 15 años, lo que se generó en Aparecida es una pauta vigente en la Iglesia y con empuje gracias al magisterio de Francisco. Recordemos que en la Conferencia el cardenal Bergoglio tuvo un rol fundamental.
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La Iglesia conmemora el XV aniversario de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en Aparecida, a los pies de la Patrona de Brasil del 13 al 31 de mayo de 2007, con 266 participantes (160 obispos y el resto entre religiosos, religiosas, laicos, laicas y hasta participantes de otros credos que fueron como invitados). Estas conferencias, especialmente después de la de Medellín (1968), han marcado la vida de la Iglesia en el continente, y también han sido una referencia para la Iglesia universal.
La Conferencia de Aparecida y el Documento que recoge los debates que allí se produjeron, pueden considerarse un momento decisivo para entender la Iglesia del siglo XXI. La conversión pastoral, la Iglesia en salida, los discípulos misioneros, elementos que hoy forman parte de la vida cotidiana de la Iglesia, tomaron fuerza tras la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.
La novedad de Aparecida
La Asamblea General del Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM) reunida en el santuario de Aparecida, en Brasil, es un acontecimiento clave para comprender el programa del papa Francisco para la Iglesia hoy. En esta asamblea, celebrada en el año 2007, el cardenal Bergoglio fue nombrado presidente de la comisión que redactó el documento conclusivo. El camino de la reforma señalado por Bergoglio en Aparecida en 2007, será el que Francisco impulsa a través de la Evangelii Gaudium en 2013. Aparecida logra plasmar el cambio epocal que vivimos y la necesidad de una reforma de la Iglesia para poder responder a los nuevos signos de los tiempos, en especial a la realidad de los pueblos pobres. Así lo comentará Bergoglio al reflexionar sobre Aparecida a su presbiterado en Buenos Aires en el 2008:
“En Aparecida la Iglesia toma conciencia de lo que se venía anunciando desde hace varios años. Lo que estamos viviendo es un ‘cambio epocal’, lo que está aconteciendo es que cambia precisamente esa matriz. Los cambios ‘no se refieren a los múltiples sentidos parciales que cada uno puede encontrar en las acciones cotidianas que realiza, sino al sentido que da unidad a todo lo que existe’ (Aparecida 37). Lo propio del ‘cambio de época’ es que ya las cosas no están en su sitio. Lo que antes servía para explicar el mundo, las relaciones, el bien y el mal, ya parece que no funciona más. La manera de ubicarnos en la historia cambió. Cosas que pensamos que nunca iban a pasar, o que por lo menos no las íbamos a ver, las estamos viviendo y delante del futuro no nos animamos ni siquiera a pensar”.
En sintonía con Aparecida, Francisco entiende que, en la actual situación, no basta solo con hablar de una conversión personal, sino de la reforma de las estructuras y el cambio de los estilos de vida eclesial. Dos aspectos que ha ido impulsando a lo largo de su pontificado, porque solo así, la Iglesia puede ser signo de credibilidad para la sociedad global. Se trata de la necesidad de una “conversión pastoral”, como lo manda Aparecida. En el Encuentro con el Comité de Coordinación del Consejo Episcopal Latinoamericano, durante su Visita Apostólica a Río de Janeiro en el 2013, Francisco dijo que Aparecida es el camino que Dios quiere para la Iglesia hoy. Esta inspira a su hoja de ruta en este proceso de reformas de estructuras y mentalidades que tomará forma concreta, en el magisterio universal, a través de sus exhortaciones, dando a conocer así su visión programática para la Iglesia Universal.
Para Francisco, la realidad global que vivimos, y los cambios que se exigen a la Iglesia, se enmarcan en un nuevo reto: el de repensar el lugar sociocultural de la Iglesia desde las periferias (Aparecida 550), desde donde están los excluidos de todo orden, incluso los de orden eclesial. Para lograr esto y en continuidad con el magisterio y la teología latinoamericana, Aparecida sostendrá que los procesos evangelizadores deben incorporar tres elementos que les son esenciales: a) la opción preferencial por los pobres, b) la promoción humana integral, y c) la auténtica liberación cristiana (Aparecida 146). En este sentido, el ímpetu de una nueva evangelización no puede estar en la recuperación de espacios perdidos, sino en generar procesos socioculturales de transformación, porque “todo proceso evangelizador implica la promoción humana y la auténtica liberación sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad” (Aparecida 399).
Tal cambio entiende a la Iglesia desde un modelo convivial que relaciona de un modo connatural la fe con la vida cotidiana de las personas. Algo que debemos aprender todos, pues permite, por un lado, superar las visiones elitistas o cerradas que puedan existir en la pastoral eclesial y, por otra, ayuda a frenar los intentos de manipulación ideológica que se hagan del hecho religioso. El espíritu de Aparecida expresa ese camino de la Iglesia Latinoamericana que hoy llega a dar frutos en el magisterio universal y nos invita a hermanarnos, a vivir incluyendo a los otros en nuestras vidas, y a vivir la fe, pero no desde ritos que nos alejan de la cotidianidad, sino compartida en donde cobra sentido, con los excluidos de nuestra época.
El encuentro y los trabajos (Arz. José Luis Azuaje Ayala)
Una experiencia de comunión y participación reunir 266 personas miembros del Pueblo de Dios para hacer un ejercicio de diálogo, reflexión, discernimiento y toma de decisiones en torno a la realidad pastoral latinoamericana y caribeña, no era fácil. Al inicio de la Conferencia General se hizo un profundo discernimiento para clarificar lo que se quería desde dos ámbitos o propuestas:
1. La primera propuesta pedía que se hiciese una profunda reflexión pastoral sobre la realidad de la región teniendo en cuenta el punto de enlace: “Ser discípulos misioneros”. Esta reflexión daría origen a una serie de proposiciones pastorales, pero no necesariamente a la elaboración de un documento. Estas proposiciones se publicarían como resultado de la Asamblea Episcopal, pero no como un documento elaborado.
2. La segunda propuesta expresaba que se haría una reflexión con un núcleo dado por el discipulado y la misión, y se llegaría a la elaboración de un texto que sería de toda la Asamblea. Para ello se seguiría un esquema gestado y aprobado por la propia Asamblea y diseñado por una comisión de redacción.
Esta segunda proposición fue aprobada y se procedió a los trabajos de grupos y posteriormente de comisiones y subcomisiones. Fue un interesante ejercicio de comunión sinodal porque tanto los grupos, comisiones y subcomisiones estaban integrados por Cardenales, Obispos, Sacerdotes, Diáconos, Laicos, Religiosos y Religiosas, y hermanos cristianos de otras confesiones religiosas. Hubo un clima muy abierto para hacer propuestas y crear una metodología adecuada al grupo y sus intereses.
Es necesario decir que al inicio se empezó la reflexión sin un texto guía; es decir, en las primeras reuniones grupales, aunque los 22 presidentes de Conferencias Episcopales habían hablado sobre la realidad de su país e Iglesia, así como los representantes de los dicasterios de la Santa Sede y algunos otros invitados, los grupos se sintieron en plena libertad de proponer diversas temáticas y aspectos de la realidad de sus países e Iglesias particulares en dos ámbitos: 1.-La interpelación a los discípulos misioneros en torno a la realidad socio-político-económico-cultural; 2.-la actuación de estos discípulos misioneros en la Iglesia.
De estas dos reflexiones brotaron los temas que irían a las comisiones que eran integradas libremente por los asambleístas. La participación en las comisiones y subcomisiones se realizó con mucha libertad, no hubo presiones, a no ser del tiempo, pero la direccionalidad de las reflexiones estuvo siempre dada por la comisión misma. Como relator de una subcomisión puedo dar testimonio de esto. Hubo un gran respeto a lo propuesto por los miembros de las comisiones. En ellas interactuamos todos acorde a la petición de la palabra y se exigía que las propuestas fueran sistematizadas por escrito para que el relator pudiera realizar su trabajo con fidelidad a lo propuesto.
Cada mañana se deliberaba sobre las reflexiones y conclusiones del día anterior y se aprobaba todo lo que iría a la Comisión Central redactora presidida por el Cardenal Bergoglio. Se utilizó la metodología de redes, donde cada subcomisión hacia una exposición detallada de sus reflexiones a las otras subcomisiones, esto enriqueció las propuestas. Hubo un ambiente de mucho respeto y cordialidad; respeto a las propuestas dadas que eran analizadas por la comisión, y cordialidad en el trato, nunca se condenó ninguna propuesta, antes bien se buscaba enriquecerla y que hubiese un consenso hacia ella, de esa manera tendría más fuerza para ser presentada.
Aparecida sigue vigente
Ciertamente que la V Conferencia del Episcopado con su documento sigue vigente a 15 años de su realización. Aún no se ha desarrollado del todo lo propuesto en sus capítulos y numerales. Esto se puede corroborar por el hecho vivido en la Asamblea del CELAM en Tegucigalpa en Mayo del 2019, donde se pidió presentar al papa Francisco la propuesta de la realización de una VI Conferencia General del Episcopado y, ante tal propuesta, manifestó que era mejor realizar una Asamblea Eclesial de toda América Latina y El Caribe para profundizar algunos aspectos propuesto por el Documento de Aparecida que aún no se han desarrollado. Esta Asamblea Eclesial, no solo episcopal, se realizó en el año 2021, con una preparación muy organizada, puesto que debido a la Pandemia tendría dos modalidades, la presencial y la virtual, donde durante varios meses se realizó un tiempo de escucha y de discernimiento del Pueblo de Dios; fue una experiencia de sinodalidad y participación muy importante, dando como resultado una nueva forma de encuentro entre los miembros del Pueblo de Dios, en forma sinodal, además de la formulación de 41 desafíos que están siendo integrados a la labor evangelizadora de la Iglesia en la región.
Notoria ha sido también la reforma y reestructuración del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) que surge de la necesidad de una puesta al día de la estructura de servicio que mire y se sustente desde la opción evangelizadora, con una organización más flexible, inteligente y que aglutine a todos los miembros del Pueblo de Dios en los consejos pastorales que cada Centro pastoral posee. No deja de ser episcopal o al servicio de las Conferencias Episcopales, pero se abre también a todos los miembros de la Iglesia, con un trabajo en redes, en articulación con las experiencias pastorales existentes, pero a la vez, con un discernimiento decidido para escrutar los signos de los tiempos. Esto ha sido concebido desde la fuerza de Aparecida en su renovación y enfoque discipular misionero, pero además desde la novedad del magisterio del papa Francisco, quien ha asumido muchos aspectos de Aparecida para sus propuestas pastorales como lo ha dicho en algunas reuniones y claramente se percibe en su documento programático, la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.
Aparecida sigue iluminando, incluso en este momento de preparación del Sínodo de la Sinodalidad, porque ha sido un testimonio de participación de todo el Pueblo de Dios. Debemos enfocarnos en una nueva manera de relacionarnos, más horizontal y con un profundo sentido de fraternidad. El sensus fidei debe orientar el encuentro entre los miembros del Pueblo, para seguir construyendo con “parresia” lo que empezó en Señor con humildad y sencillez de vida. Nadie debe sentirse excluido y menos aún erigirse como protagonista único en esta labor, sino por el contrario, las puertas siempre están abiertas para la participación, el diálogo, el discernimiento y la toma de decisiones consensuadas que busquen desarrollar la opción misionera, el bien común y el desarrollo humano integral, en el cuidado de la casa común y la dignificación de la persona humana.
ENLACE. Documento conclusivo. Conferencia Aparecida (PDF)
Celebraciones y reflexiones por los 15 años de Aparecida
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Fuentes
CELAM / Radio Vaticana / Videos: CELAM TV – Asamblea Eclesial / Foto: Sebastiao Moreira – EFE