“Médico de los pobres”, laico, primer santo de Venezuela

7:00 p.m. | 14 abr 25 (CX/TP).- José Gregorio Hernández era considerado santo en Venezuela mucho antes de su canonización. Su imagen se encuentra en hospitales, iglesias y hogares, y se le invoca con la esperanza de milagros. Para muchos, su santidad es reconocida tardíamente, pues desde su muerte en 1919, su devoción popular creció sin cesar. Médico destacado, humilde y comprometido con los más necesitados, se le atribuyen numerosos milagros, pero el caso de Yaxury Solórzano, quien sobrevivió a un disparo en la cabeza en 2017, fue clave para su beatificación.

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El anuncio del Vaticano de que el beato José Gregorio Hernández será canonizado fue recibido en Sudamérica -especialmente en su país natal, Venezuela- con una alegría sin precedentes. El médico y laico católico, innovador en su campo, no solo será el primer santo nacido en Venezuela, sino también la oficialización de una devoción que tiene profundas raíces sociales en la población venezolana.

“Siempre tuvo fama de santo y, apenas murió [en 1919], comenzó la devoción hacia él. Apenas 20 años después, ya era normal que al menos un niño en cada familia se llamara José Gregorio”, explicó al portal de información católica Crux, el sociólogo y teólogo Enrique Ali González, profesor de la Universidad Central de Venezuela.

Con el paso de las décadas, se convertiría en el principal intercesor de las personas que rezaban por cuestiones de salud y se convertiría en un patrón informal de la medicina en Venezuela y algunos países vecinos, especialmente Colombia, Panamá y Ecuador. Como gran santo popular, su importancia cultural superó ampliamente la esfera de influencia católica, y José Gregorio fue adoptado también por espiritistas y seguidores de la santería como una importante figura religiosa.

José Gregorio nació en 1864 en Isnotú, localidad situada en el estado andino de Trujillo. Desde niño destacó en los estudios, algo que llevó a un profesor a sugerir a su padre que José Gregorio fuera enviado a Caracas para continuar su educación. En 1882 terminó sus estudios de pregrado en Filosofía e ingresó en la Universidad Central de Venezuela para estudiar Medicina.

Se graduó en 1888 y decidió trabajar como médico general en su ciudad natal, recordando las palabras de su madre sobre las dificultades de los habitantes locales para encontrar tratamiento para sus enfermedades. Sin embargo, un año más tarde, un profesor lo recomendó al presidente venezolano y fue enviado a París para estudiar disciplinas experimentales que pudieran ayudarle a modernizar la medicina venezolana.

“Era admirado por los mejores médicos de París. Solían decir que era el mejor alumno que habían tenido”, explica a Crux el padre Francisco Javier Duplá, de origen español, experto en educación y autor de un libro sobre José Gregorio. Cuando regresó a Caracas, trajo consigo una serie de instrumentos y equipos para actualizar las técnicas de la medicina venezolana. Entre ellos estaba el microscopio, que terminó siendo el primero que se incorporó en los estudios médicos avanzados en Venezuela.

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“Como profesor universitario en Caracas, fue el fundador del curso de histología, entre otros”, señala Duplá. Combinando su carrera docente y su ejercicio como médico, José Gregorio fue construyendo poco a poco su fama de científico riguroso, innovador de la medicina venezolana y santo.

“No estipulaba un precio para cobrar sus consultas. Tenía un tarro de cristal en su mesa. Los ricos podían dar la cantidad que quisieran, y los pobres no debían pagar; de hecho, les daba dinero del tarro para que pudieran comprar medicinas”, explica González. Todos los días se llenaba el frasco de dinero y se volvía a vaciar”. También era habitual que José Gregorio visitara a los pacientes que no podían ir a su consulta por estar enfermos, sobre todo a los que eran pobres. Todas esas acciones impresionaban a sus colegas y pacientes.

“Su inteligencia también era impresionante. Era un hombre del Renacimiento, que hablaba siete idiomas, escribió un libro de Filosofía que aún se estudia y tocaba varios instrumentos”, afirma González.

José Gregorio siempre fue laico, pero intentó ingresar en una orden religiosa o ser sacerdote en dos ocasiones. En 1908 abandonó temporalmente la universidad e ingresó en un monasterio cartusiano. “Pasó unos meses en Lucca (Italia), pero tuvo que abandonar la orden por problemas de salud. Cuando regresó a Caracas, su peso correspondía a sólo 44 kilos”, dijo Duplá. En 1912 viajó a Roma con la intención de ingresar en un seminario. Sin embargo, una infección pulmonar le hizo renunciar de nuevo a su sueño y regresar a Venezuela.

Desde 1899 era miembro de la orden seglar franciscana. “El hecho de que fuera seglar es muy significativo. Mucha gente piensa que para ser santo hay que ser sacerdote, pero eso no es cierto”, dijo Duplá. En opinión de Enrique González, el laicado de José Gregorio es especialmente importante ahora que el papa Francisco viene destacando la relevancia de los católicos laicos para la Iglesia. “Y nos propone un modelo de laicado que es muy valioso. Es al mismo tiempo un modo universal de ser católico laico y el modo específico de un científico laico hacia la santidad”, añadió.

José Gregorio murió a los 54 años, atropellado por un automóvil en Caracas cuando iba a visitar a un paciente. Según Duplá, la gente de la ciudad siguió la procesión con su féretro durante varios kilómetros. “Querían llevarlo en carroza, pero la gente acabó cogiendo su ataúd y llevándolo hasta la tumba”, explicó.

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Extraoficialmente, José Gregorio es desde hace décadas patrón de médicos y personas con problemas de salud. En 1972, la Santa Sede lo reconoció siervo de Dios y en 1986 venerable. En 2021, el Papa aprobó un milagro ocurrido con su intercesión, la recuperación de una niña que recibió un disparo en la cabeza. Como ese milagro, son innumerables los casos de personas que creen que José Gregorio las curó a ellas o a un familiar cercano.

Ese fue el caso de Milagros Potentini, residente en la isla de Margarita, y su hijo Diomedes Rafael. En 2016, cuando tenía 20 años, Diomedes comenzó a sentir dolor de estómago con cierta frecuencia. Le hicieron unos exámenes y le detectaron una lesión en el estómago. “Luego viajamos a Caracas y le hicieron nuevos exámenes. Los médicos descubrieron que tenía un tumor canceroso de gran tamaño. En cuanto me enteré, mi cerebro se desconectó de mi realidad concreta y sólo recé a José Gregorio, suplicando que no hubiera cáncer”, recuerda Potentini.

En febrero de 2017, Diomedes fue finalmente llevado al quirófano. Pontentini había puesto una estampita de José Gregorio en la ropa de su hijo y rezaba por él sin interrupción. “Después de dos o tres horas, los médicos me llamaron para que subiera a la sala de operaciones. Cuando llegué, me dijeron: Hemos abierto y cerrado a su hijo. No había tumor, nada”, recuerda.

Potentini todavía no puede contener las lágrimas cuando recuerda aquel momento. Estaba tan agradecida a José Gregorio que reunió todos los documentos relativos al caso de su hijo y los envió a la Santa Sede. Desgraciadamente, el caso no fue aceptado por las autoridades vaticanas como parte del proceso de beatificación de José Gregorio. “No tengo ninguna duda de que fue un milagro. Todas las pruebas están aquí. Es un santo milagroso que estuvo con nosotros todo el tiempo”, afirmó.

Diomedes Rafael, que ahora tiene 28 años, se convirtió en un hombre extraordinariamente piadoso. “Estoy seguro de que muchas más personas tienen historias así con José Gregorio”, añadió Potentini.

Se espera que grandes masas se unan a las ceremonias de canonización, que aún no han sido programadas. Según González, la política del presidente Nicolás Maduro ha sido de respeto a la devoción popular por José Gregorio. “En su beatificación, las autoridades participaron en los actos y se mantuvieron discretas. Siento que hay algún tipo de sensibilidad en el régimen cuando se trata de José Gregorio”, dijo, añadiendo que “saben que es mucho más grande que ellos”.

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Arzobispo de Caracas: José Gregorio, un santo para nuestro tiempo

Tras conocerse la noticia sobre la habilitación de la canonización de José Gregorio Hernández, el arzobispo de Caracas, Monseñor Raúl Biord Castillo, celebró este homenaje “a la vida ejemplar y a las virtudes heroicas de un hombre que dedicó su existencia a aliviar el sufrimiento humano y a transmitir un mensaje de amor y esperanza”.

Para Biord Castillo, la vida y obra de Hernández son un ejemplo de amor al prójimo, de entrega a los demás y de fe en Dios. “Su legado perdura en el corazón de quienes lo veneran y de quienes han recibido los milagros de Dios bajo su intercesión. José Gregorio Hernández es un santo para nuestro tiempo, un modelo de laico cristiano que nos invita a vivir la fe con alegría y compromiso, y a poner al servicio de los demás nuestros talentos y capacidades”.

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Más detalles de la vida del primer santo venezolano

El camino de la medicina y su pueblo

1) Su padre era un hombre de negocios que hizo una pequeña fortuna tras la Guerra Federal, una guerra civil que mató a un tercio de la población venezolana y que terminó un año antes del nacimiento de José Gregorio.

2) A los 13 años, le dijo a su padre que quería estudiar Derecho, pero este le convenció para que estudiara Medicina. Unos meses más tarde, en 1878, se trasladó a Caracas, la capital, para continuar sus estudios de bachillerato. José Gregorio destacó rápidamente por su inteligencia, tanto en el bachillerato como en medicina: Cuando se graduó como médico en 1888, hablaba inglés, francés, portugués, alemán e italiano. También tenía conocimientos de latín y hebreo, tocaba el piano y había escrito ensayos filosóficos y teológicos.

3) Desde su juventud, era conocido por ser un devoto católico. De hecho, su fe le convirtió en blanco de burla cuando comenzó sus estudios de medicina. La mayoría de los estudiantes, influidos por el positivismo francés, ridiculizaban la religión creyendo que era cosa del pasado.

4) En el tercer año de sus estudios de medicina enfermó de tifus, y tanto él como sus médicos pensaron que su vida corría peligro. Recibió la extremaunción y escribió entonces en su diario que “las enfermedades son la verdadera prueba en que se manifiesta nuestra pequeñez. Pero ahora me entrego a la voluntad de Dios”. Pero tras permanecer un mes postrado en cama se recuperó y reanudó sus estudios.

5) Tras su graduación, el rector de la Universidad Central de Venezuela y amigo personal, el Dr. Santos Dominici, le ofreció ayuda financiera para abrir un consultorio en Caracas, ya que veía un gran potencial en el joven médico. En una carta a Dominici, José Gregorio decía: “¡Cuánto aprecio su amabilidad, Dr. Dominici! Pero debo decirle que mi lugar no está aquí. Debo ir a mi pueblo. En Isnotú no hay médicos, y mi lugar está allá, donde mi propia madre me pidió que volviera para aliviar los dolores de los humildes de nuestra tierra. Ahora que soy médico, me doy cuenta de que mi lugar está allí, entre los míos”. Durante su estancia en la cordillera de los Andes, Hernández era conocido por visitar comunidades lejanas a caballo, cruzando ríos, recorriendo caminos improvisados y atravesando montañas para ver a sus pacientes.

6) José Gregorio pensaba quedarse más tiempo en la zona andina de Venezuela, pero en el verano de 1889 recibió una carta de uno de sus antiguos profesores en la que le decía que había recomendado al entonces presidente de Venezuela, Juan Pablo Rojas Paúl, que enviara a José Gregorio a París para continuar sus estudios y contribuir así a la modernización de la medicina venezolana.

7) Luego, viajó a París en noviembre de 1889 para estudiar fisiología, microbiología, bacteriología y embriología con Isidor Strauss, discípulo de Émile Roux, uno de los fundadores de la bacteriología y discípulo de Louis Pasteur. Después continuó sus estudios en Berlín, donde siguió cursos de bacteriología, histología y anatomía patológica.

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El médico de los pobres

8) José Gregorio regresó a su país en 1891 y empezó a enseñar histología patológica, fisiología experimental y bacteriología -los primeros cursos de este tipo en América Latina- en la facultad de medicina de la UCV, y fundó el laboratorio de fisiología experimental de Caracas con el equipo que trajo de Europa.

9) Como profesor era conocido por su buen humor, su dedicación a sus alumnos y, sobre todo, por ser un profesor muy exigente. Uno de sus alumnos recordó más tarde un caso en el que un estudiante que estaba siendo interrogado por José Gregorio falló varias preguntas seguidas. El futuro santo preguntó a su pupilo: “Señor, ¿cuál es su profesión?”, a lo que el alumno respondió: “Soy estudiante”. Según se cuenta, José Gregorio dijo con una sonrisa: “bueno, ¿por qué no ejerces tu profesión, entonces?”.

10) Fiel a su famoso estilo de vida frugal vivía en su consulta y recibía tanto a pacientes como a personas que acudían en busca de consejo personal, profesional o espiritual. A pesar de su frugalidad, sus contemporáneos consideraban que siempre vestía con estilo. Su presencia en los actos sociales de Caracas era siempre solicitada, ya que era un excelente pianista y un hábil bailarín.

11) Con todo, se mantuvo en la cima de su campo académico: Fue el primer médico que publicó un libro de bacteriología en Venezuela, sus investigaciones sobre la angina de pecho descubrieron dos nuevas variedades y fue uno de los 35 miembros fundadores de la Academia Venezolana de Medicina en 1904.

12) En total, escribió 11 libros de medicina -dos de ellos póstumos-, pero sus inquietudes intelectuales y espirituales le llevaron también a escribir Elementos de Filosofía, una introducción a la filosofía y una serie de artículos breves, ensayos y relatos, como Los Maitines, que describe un día de su vida en un monasterio cartujo, o La verdadera enfermedad de Santa Teresa de Jesús, en el que defiende a la santa del siglo XVI Teresa de Ávila de las acusaciones de histeria vertidas por uno de sus ex profesores y amigos.

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El Hermano Marcelo

13) José Gregorio interrumpió brevemente su carrera académica en julio de 1908 cuando, a la edad de 43 años, intentó una vocación como monje cartujo en Italia. Después de un breve apostolado, fue admitido como novicio con el nombre religioso de “Marcelo”. Sin embargo, la experiencia en la vida religiosa duró apenas unos meses.

14) Hernández describió más tarde su estancia en el monasterio en una carta al Dr. Dominici diciendo que “va más allá de cualquier descripción. Allí vi la santidad en grado heroico y puedo asegurarle que después de ver este espectáculo, todo en la tierra es simplemente barro… Pero sucedió lo que tenía que suceder: Estaba cegado por la presunción y apoyado en la vanidad… No tenía fuerzas físicas para resistir el frío, el ayuno, el trabajo físico… ¡El superior general me demostró una gran caridad soportándome durante nueve meses a pesar de ver mis limitaciones!”.

15) En 1913, intentó de nuevo hacerse sacerdote, trasladándose al Pontificio Colegio Pío Latinoamericano de Roma. Pero los pulmones le fallaron a los pocos meses, lo que motivó su regreso a Venezuela, donde se entrevistó con el arzobispo de Caracas, Juan Bautista Castro, amigo personal. Viendo que su ansiedad vocacional no había remitido, el arzobispo le dijo que “pusiera su vocación en un lado de la balanza y las necesidades de Venezuela en el otro (…) ¿Cuál requiere hoy, más que nunca, hombres ejemplares como tú?”, le preguntó el arzobispo. “Observa la voluntad de Dios, y síguela a donde te lleve”. Después de aquello, José Gregorio se dedicó por entero a sus pacientes y a su labor como catedrático e investigador.

16) Cuando la pandemia de gripe española azotó Venezuela en octubre de 1918, murieron más de 80.000 personas. Como el médico más conocido del país, José Gregorio encabezó los esfuerzos para combatir la pandemia, y el gobierno formó la Junta Nacional de Auxilio y lo nombró miembro de la misma.

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La muerte de José Gregorio

17) El 29 de junio de 1919, José Gregorio se dirigía a casa de una de sus pacientes tras comprarle medicamentos. Fue atropellado por uno de los pocos coches que circulaban por la ciudad de Caracas, cayendo de espaldas y golpeándose la cabeza contra la acera, lo que le produjo una fractura craneal. El Dr. Luis Razetti, amigo íntimo pero no creyente declarado, firmó el certificado de defunción. Razetti dijo en un testimonio posterior que “el Dr. José Gregorio Hernández creía que la medicina era un sacerdocio del sufrimiento humano”.

18) Cuando las autoridades intentaban subir su féretro a una carroza fúnebre para que partiera hacia la misa funeral en la catedral, la multitud de miles de personas empezó a gritar “El doctor Hernández es nuestro” y “El doctor Hernández no irá a la catedral en carroza”; en su lugar, cogieron el féretro en brazos para llevar su cuerpo a la catedral y, posteriormente, al cementerio.

 

La causa de beatificación

19) La causa de beatificación se abrió en 1949, y el papa Juan Pablo II lo declaró venerable en 1986, poco después de que el Papa visitara Venezuela. Sin embargo, entre 1949 y 1986, la causa de José Gregorio estuvo llena de dificultades. Debido a su popularidad entre la gente, tras su muerte se convirtió en una figura invocada en las creencias populares locales, como la santería, con curanderos y médiums que afirmaban utilizar su espíritu para curar enfermedades. Esto llevó a muchos católicos locales a creer que la causa no avanzaba, e incluso se detuvo en algún momento, debido a estas conexiones.

20) Pero un sacerdote cercano a la causa dijo al medio católico The Pillar que “eso nunca fue un problema, ya que nunca fue algo que José Gregorio promoviera de ninguna manera, es algo que simplemente surgió de las creencias sincréticas en Venezuela, que son muy comunes”. Luego explicó que, “el problema siempre fue que la gente no tenía archivos completos de los milagros [atribuidos a su intercesión], que eran muchos. Así que mucha gente nos enviaba historias sobre milagros, pero nunca tenían los expedientes médicos, por lo que no se podía demostrar nada”, explicó.

21) En el caso del milagro a Yaxury Solórzano, la niña de 10 años que recibió un disparo en la cabeza, el personal del hospital que la atendió se dio cuenta de que había perdido mucha sangre y masa encefálica. El hospital no contaba con un neurocirujano en plantilla, así que tuvieron que esperar 48 horas hasta que llegó un médico de Caracas para operarla. Sin embargo, el médico advirtió que, aunque la niña sobreviviera a la operación, lo más probable era que desarrollara graves deficiencias motoras y cognitivas. Cuatro días después de la operación, la niña reaccionó bien a todas las pruebas neurológicas y salió del hospital caminando sola, y hablando y viendo con normalidad.

22) “La herida era mortal desde el principio. En estos casos existe lo que llamamos ‘hora de oro’, es decir, que hay que empezar la atención médica en los primeros 60 minutos tras la lesión para evitar reacciones secundarias. Recibió atención siete horas después”, dijo su médico, Alexander Krinitzky, en una entrevista. “No tener déficit neurológico y recuperarse totalmente en 10 días es absolutamente inexplicable. Como científico, lo digo: es un milagro”, añadió.

23) Con motivo de su beatificación, el papa Francisco envió un video en el que dijo “Debo confesar que nunca encontré un venezolano en el Vaticano, ya sea en la Plaza [de San Pedro] o en una audiencia privada, que en medio de la conversación no me preguntara: ¿Y para cuándo será la canonización de José Gregorio?”.

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VIDEO. El milagro detrás de la beatificación de José Gregorio

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Fuentes

Crux Now / The Pillar / Vatican News / Videos: Venevisión – Noticias Caracol – NTN24 – BluRadio / Foto: Ariana Cubillos (AP)

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