Ha transcurrido un año desde que vi al Señor de los Milagros muy cerca, sereno, como nunca. Formé parte, entre fieles, zaumadoras y seguidores del Cristo de Pachacamilla, de ese cálido ambiente de costumbre y alegría, de hábito morado y rico turrón, de octubre. La tradición que acompaña los pasos del santo verenado son seguidos por las diversas cuadrillas que se han erigido en su remembranza. La bruma de la mañana se desdibuja para dar escenario a esta procesión, de religiosos y ciudadanos, innumerables por cierto y de todas partes. Ellos son parte de nuestra historia y muestra clara de cómo ésta se mantiene al pasar de los años.
Procesión del Señor de los Milagros: tradición que lleva historia. Foto: Marco Gamarra Galindo.
Recuerdo muy bien cuando -días antes a la salida del Señor de los Milagros- había acordado con mi estimado compañero de mañanas interminables, de cafes y noticias en el diario El Comercio, Nicolás Rodríguez, para tomar la cobertura de esta festividad de octubre. Era el 2009 y nuestro segundo año en la Corresponsalía Escolar de El Comercio, sin embargo, nuestra primera vez que asumimos este compromiso que Aurora Escárate y Lisset Córdova, encargadas del programa, asintieron con gusto.
Era octubre y no solo la avenida Tacna hervía de gente. Todos los alrededores de Lima estaban pendientes por la salida del Cristo Moreno. En el edificio de El Comercio ya estabamos listos. Ese día, tres de octubre, habíamos llegado temprano, a pesar de que nuestro taxi había tenido que dar prácticamente saltos y volteretas para pasar por varias calles que habían sido habilitadas para la procesión. Con el paso de las horas llegaron algunos corresponsales quienes, al igual que Aurora y Lisset, no dudaron en desearnos lo mejor de las suertes en la cobertura.
Sin embargo, ninguno podía ocultar cierta nostalgia en el aire al vernos salir de la oficina, nos adentraríamos a la procesión para ser parte de la tradición. Pronto me enteré que este reportaje significó un gran progreso para el programa. En los interiores de nuestras mochilas, que se movian inquietas al compás de nuestros pasos, nuestras cámaras y cuadernillos esperaban, ansiosos, el trajín de la tarde.
Era tres de octubre, la primera salida del Señor de los Milagros, su regreso para bendecir nuestra patria; asumir una cobertura como aquella implicaba compromiso y buen trabajo. Eso lo supimos a la perfección, desde el comienzo.
En el primer recorrido (…) del Cristo de Pachacamilla o Señor de los Milagros, Marco Gamarra Galindo y Nicolás Rodríguez López estuvieron este sábado y domingo por las calles céntricas calles de Lima por donde la imagen del Cristo Moreno hizo su recorrido.
Caminamos con cierto apuro por el Jr. Huancavelica, desembocamos en la Av. Tacna y nos dirigimos a la iglesia de las Nazarenas. El ambiente era nuevo para nosotros. Nicolás observaba curioso a una abuelita de hábito morado mientras yo empezaba a tomar las primeras fotos y grabaciones. La gente venía por acá y por allá. No se detenían. Recordaba haber visto minutos antes cómo un considerable grupo de fieles se abría paso en el puente Trujillo para adentrarse en la procesión. Para cuando volví a la realidad, frente a mi, había un policía que miraba con cierto cansancio mañanero el sinparar de las personas. Era momento de comenzar. Nos dimos un minuto para convidar unos turrones y conversar sobre cómo ibamos a hacer el video. Todo estuvo en orden. La hora había llegado. Era el Señor de los Milagros, una de la tarde -empezaba diciendo Nicolás con fuerza en su voz-. Estaba cargado por varios fieles y rodeado de casonas de peculiares aromas y colores. Entramos en acción.
Fieles en la procesión del Señor de los Milagros. Foto: Marco Gamarra Galindo.
Soltamos unos permisos y nos abrimos en el mar de gente. Avanzamos. La cámara sujetada con mucho cuidado. Toda comunicación inmediata con Nicolás es impedida por la profunda oración de los fieles. En esos momentos unas miradas bastan para decir lo suficiente. Aqui grabamos. Desde los balcones de cajón se arrojan flores rojas y blancas que combinan con las cuatro que cargan los fieles. Se respira tradición. El Señor de los Milagros está en sus corazones, sin duda. Poco a poco la imagen del Señor se aleja para dejar una sensación de que debemos seguirlo, pero esta vez más de cerca. De eso estamos seguros.
Nos contactamos con Mauricio Vivanco, Corresponsal Escolar, al igual que nosotros. Nos encontramos en la iglesia de Santa Rosa. Lo vemos. -Doctor, ya era hora- alcanzo a decir. Vestido de hábito nos estrecha la mano. Es devoto desde los diez años. Después de unos intercambios de palabras le pregunto si nos puede conducir a la procesión. -Claro que sí, de eso no duden, los llevo donde están mis compañeros de la cuadrilla- dijo alegre… y minutos después ya estábamos en los interiores, dentro de los cordones.
Jirón Callao. 3:00 pm. Vamos con Mauricio a tomar unas Coca Colas.
-Por cierto, Mauricio… serías buena entrevista para el video: jóvenes devotos como tú merecen aparecer en el video.
Ahí estaba Mauricio, impaciente. Como queriendo salir en el video pero con temor de decirlo.
-Vamos Maureco, anímese… dijo Nicolás y esbozó una sonrisa, sin dejar de sujetar la Coca Cola.
Mauricio y hasta se atrevió a dar detalles; era sus quince segundos de fama. Asintió.
-Verdad… una foto no vendría nada mal para recordar este día.
– Va… dicen ambos al mismo tiempo.
Foto para el recuerdo. Marco Gamarra, Nicolás Rodríguez y Mauricio Vivanco.
Mauricio -antes de ingresar a los cordones- nos pidió ser prudentes y guardar nuestras mochilas por debajo de nuestras casacas. -Uno no sabe cuando puede suceder- vociferó como si fuese un adulto entrado en años. Entramos. Lo logramos. Algunos fieles nos miran de reojo, curiosos. No utilizábamos hábito, mas solo una cámara y cuadernillos. Son periodistas, más de uno habrá dicho para sí. Y sí, nos sentíamos periodistas, atrás las épocas de escolares. Pensamos en lo grandioso de la carrera, de las muchas comisiones, de los viajes. Nos ilusionábamos. Carajo, vamos a ser los mejores periodistas que haya visto el mundo.