Archivo de la etiqueta: Ricardo Palma

05/11/10: Tradiciones Peruanas: la leyenda de la Peña Horadada

He transcrito la tradición ‘La Peña Horadada’ que dedicó Ricardo Palma a esta leyenda urbana propia de nuestra Lima antigua, cuyo partícipe, por cierto, sigue intacto a pesar del embate de los años. Como recuerdan, conocí la Piedra en el 2009 en uno de mis paseos urbanos a los suburbios del Centro Histórico de Lima. “Si solo Lima quisiese ser más turística

Durante mi segunda visita a la Piedra Horadada, Barrios Altos. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Ricardo Palma sobre la Piedra Horadada

Unas cuantas palabras sobre el origen de mis dos calles predilectas. Cuéntase que el diablo allá por los tiempos oscuros coloniales, paseándose un día por la primera a sus anchas y con su habitual insolencia, se encontró de manos a boca, cuando menos lo esperaba, con el santísimo que, salido de Santa Ana, iba en sentido contrario al suyo, acompañado de muchos fieles y que, espantado con la divina visión, no supo cómo esconderse para no ser visto. Volteó la cara a todas partes, sin esperanza de escapatoria, y retrocediendo a trancos largos, hecho un infierno en llamas tropezó con enorme peña que, a modo de pared, le impedía proseguir su fuga vertiginosa, no teniendo entonces otro remedio que horadarla, abriéndole tamaño hueco por el cual logró escabullirse y pasar a la calle colindante por la izquierda dicha, donde al verse seguro y libre de los campanillazos celestiales que tanto lo amartillaban, lanzó a pulmón abierto un suspiro fenomenal que la ciudad escuchó atónita (¿no sería mejor decir bufido?). Los testigos quedaron asombrados de la diabólica escena, reflejando en sus rostros la indignación producida por la huida del maligno rabudo, y desde esa fecha, dice la tradición, las dos calles del cuento quedaron bautizadas con los pintorescos nombres de Peña Horadada una, y Suspiro, la otra. Viven aun en esos barrios gentes benditas convencidas de que un trozo de piedra existente en la primera, corresponde a la auténtica agujereada en hora maldita y que en algunas noches lóbregas, a la hora que cantan los gallos, suelen escucharse en la segunda unos suspiros, sin pizca de amorosos por cierto, capaces de hacer temblar a las piedras y de poner los pelos de punta al más valiente.. ¡Caracóles!

El video que realicé para los Corresponsales Escolares de El Comercio sobre la Peña Horadada.

20150427-conocia_antes_de_haber_leido_este_articulo_la_leyenda_de_la_piedra_horadada.jpg

Leer más »

17/02/10: El misterio de la Peña Horadada de los Barrios Altos

Fuente: Blog de los Corresponales Escolares de El Comercio

En el otro lado de la Lima que hoy conocemos, en una más desconocida y oscura, abundan aquellos relatos que han reflejado en más de una ocasión, una mirada de estupor, miedo y asombro en sus oyentes. Una de estas anécdotas es la que guarda en una esquina de los Barrios Altos, la Piedra de la Horadada, la cual cuenta Ricardo Palma, fue usada por el mismísimo diablo para huir de las procesiones del Señor de los Milagros y la Virgen del Carmen allá por la Lima colonial.

¿Se imagina usted cuán importante ha de haber sido la Ciudad de los Reyes que el mismo diablo andaba por sus calles? En la esquina de los jirones Junín y Cangallo, muy cerca del callejón de “El Buque”, se halla la misteriosa Piedra de la Horadada o simplemente Peña Horadada que está encajada en una de las veredas, como no queriendo salir de su recinto perpetuo.

La historia que encierra la susodicha ha sido comentada por cientos de limeños de antaño, y mucho menos pasó desapercibida por los oídos del reconocido Ricardo Palma, quien la añadió en su libro de “Las tradiciones peruanas”. Es gracias a este espacio que le da el “bibliotecario mendigo” que la Piedra de la Horadada sigue viva y vigente como uno de los lugares más misteriosos y curiosos del Centro Histórico de Lima.


Foto: Marco Gamarra Galindo

La Peña Horadada obtuvo su nombre por la perforación completa en forma de círculo que posee. Aquella que sucedió el hecho, cuenta Ricardo Palma en castellano de la época, fue una jornada en el que Lucifer “allá por los tiempos oscuros coloniales, paseándose un día por la primera, a sus anchas y con su habitual insolencia, se encontró de manos a boca, cuando menos lo esperaba con el Santísimo que salido de Santa Ana, iba en sentido contrario al suyo, acompañado de muchos fieles y que, espantado con la divina visión, no supo como esconderse para no ser visto..”.

Encuentra la Tradición completa aquí.