Me asomo por el bus. Estoy en Pachacútec, mi destino. Una intensa brisa acaricia mi rostro. Observo el paisaje y entiendo por qué la pobreza no es la mejor opción para vivir. Claro, uno suele decir que no es pobre y que por lo tanto no vive en la pobreza, pero sin darnos cuenta, vivimos entre la pobreza, entre lugares como Pachacútec.
Pachacútec, ubicado al norte de Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.
Muchos niños caminan descalzos por las arenosas calles que aún desconocen lo que es el pavimento; las casas forman parte de ese escenario incipiente, gris, de los grandes asentamientos humanos de la capital. Ellas parecen tener autoridad propia, reglas en común que sus habitantes imponen y que el Estado acepta con una indiferencia que va creciendo. Se levantan si ven algo injusto, se juntan por los ideales que buscan. Son más que parientes. No solo los une la forma de vida. Sus vidas también son dignas de elogio, de superioridad provinciana. Son muestras de que en el lugar más remoto se pueden realizar nuestros sueños, aquellos que nos han asesiado en más de una noche y que son la prueba de que aspiramos siempre a algo mejor. Varios grandes comerciantes, empresarios provienen de estos lugares. La realidad es muy extrema en el caso Pachacútec. Sin embargo, personajes como Gastón Acurio vienen apostando e impulsando un desarrollo profesional importante en estas zonas.
Transcurso en Pachacútec. Foto: Marco Gamarra Galindo. Leer más