La casona Rospigliosi, ubicada en el malecón Pardo, a pasos de la Plaza de Armas de La Punta, y que podría merecer fácilmente el título de castillo o palacio, constituye un rincón único en el Callao, caracterizado por el gusto al arte, al atardecer imponente y a la arquitectura de otros aires.
Casona Rospigliosi, imponente por lo colosal de su edificación y vistosa por el ingenioso estilo arquitectónico. La pareja une el entorno tradicional y aristocrático del palacio. Foto: Cecilia Gómez Palacios.
Por las calles del barrio chalaco de La Punta descansan muchas añejas historias. Las más emblemáticas, quizás, son las que han acompañado el compás de una ola recién descargada, sin sucumbir jamás al pasar de los años, o las que han adornado sus parajes de puerto pintoresco con las más vistosas figuras y formas arquitectónicas que uno podría imaginar. Cada parte de una anécdota, curiosidad o relato han construido una pared, un ventanal, un balcón, los cimientos de un lugar especial y, a la vez, inédito.
La casona Rospigliosi, una de las más llamativas de La Punta durante los años 20’s, época de oro del balneario chalaco. Foto: Humberto Currarino.
Uno de los rincones más tradicionales de La Punta es, pues, la casona Rospigliosi, palacio que lleva dicho nombre en honor a la familia que cobijó a principios del siglo XX. El atardecer yace inexpugnable por encima de las cúpulas rojas que coronan su fachada. El sol, que había servido como puente en el horizonte entre San Lorenzo y El Frontón, renace en el reflejo que sus ventanas de arco de herradura, construidas al más puro estilo morisco, dejan avizorar. ¿Será que aún no hemos culminado la época de oro que vivió alguna vez la casona?
Interiores de la casona Rospigliosi. Su belleza sobreresalta en las costas de La Punta. Foto: DodiMiraflorino.
El palacio Rospigliosi, sin embargo, desde hace muchas décadas, ha dejado de ser la casona exclusiva o residencial de sus primeros años. En los últimos años ha sido sede de múltiples oficinas, empresas, instituciones y hasta de una morgue. Su mantenimiento, a pesar de ello, ha sido siempre un deber para los propietarios o inquilinos, como observamos durante nuestra visita en diciembre del 2010. Leer más