09/01/11: Un pintoresco día recorriendo Lurín

Visité Lurín, una alegre ciudad que por momentos se asemeja a una campiña. Hice mi recorrido por este distrito de Lima con la finalidad de realizar una obra social. Sin embargo, sus atractivos turísticos coparon también mi atención. Lurín me hizo recordar mi viaje a Piura, por los algarrobos y arboledas que adornan el camino, además del sofocante sol que acompaña y u gente atenta al visitante.

Paisajes de Lurín, Lima. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Árboles añejos y casas de barro acompañan nuestro trayecto. Lo irregular de la trocha obliga a cada uno de nosotros a cuidar con mayor atención los regalos que amenazan con caerse. En el colegio, niños como Jennifer y Marco están esperando entusiasmados sus respectivos presentes. Un letrero, de pronto, aparece y nos indica que nos hallamos en La Rinconada, urbanización rústica que habitan dedicados agricultores. Sus hijos estudian en el colegio de educación pública 6012 y presencian, curiosos, nuestra llegada. Las pequeñas de la Casa Hogar Caritas Felices no tardan en hacer lo mismo.

Camino al colegio La Rinconada, Lurín. Foto: Marco Gamarra Galindo.

El profesor Alejandro García se dispone a poner orden entre sus alumnos, quienes juegan en un campo de fútbol que todos los días se improvisa como patio de formación. Una vez impuesto el orden, empieza el show que CUCARES ha organizado. Cada uno de estos infantes tendrá una tarde diferente, llena de color y diversión plena. Una serie de juegos y bailes pintan la mañana de un tono alegre y divertido, que cada niño goza.

Marco Obispo eligió ser el hombre araña y combatir el crimen. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Después de regalar sonrisas y agotados por la voluntad de cambiar, para los pequeños estudiantes, el tono del día, nos dispusimos a almorzar. ¿Qué hay en Lurín? Hay, pues, muchos platos, aunque caros, deliciosos. Ese día, mientras me disponía a retratar para la posteridad algunas estampas de Lurin y su gente, me moría por un ‘seco de cabrito’ o por un ‘arroz con pato’. Al final de la tarde, terminé saboreando un apatitoso chicharrón con tamalitos en un hermoso club campestre, de los muchos que hay en Lurín, maravilla gastronómica y paisajística.

En el club campestre El Alamo, en Lurín. Foto: Marco Gamarra Galindo,

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