¡Qué inolvidable viaje! le decía a amigo Manuel mientras mi hermana, a la vez, agradecía a mi madre por tales inolvidables días en medio de la Cordillera de los Andes.

Tarma, ubicada en el departamento de Junín, tierra milenaria y cuna de los Tarumas -de ahí el nombre- nos recibió de una manera muy grata y gentil. Nuestra travesía a tierras tarmeñas duró a penas cinco horas: el espectáculo de ciudades como San Mateo de Huanchor, Abra Anticona (Ticlio), La Oroya, Cochas Alto, y los paisajes que éstos encierran, nos mantuvieron en un “trance” del que no salimos hasta regresar a Ventanilla, Callao.

Nos levantamos en la madrugada, como solemos hacer para este tipo de viajes. Todavía en la oscuridad procedimos a llevar nuestras pertenencias al auto y enrrumbamos hacia la aventura. Como diría mi amigo: “el viaje empieza cuando abres la puerta del auto”. Así se había iniciado nuestra travesía a la sierra central de nuestro país.

Como mencioné anteriormente, el trayecto Lima-La Oroya-Tarma, que se hace por la carretera central, tarda cinco horas por lo que es obligado para todos desayunar, almorzar o cenar en alguna una parte del trayecto, para seguir de manera tranquila el tramo restante. En nuestro caso, ya amanecía y decidimos tomar un rico desayuno en el restaurante “Chez Victor”, que en verdad resultó, para mí, un delicioso almuerzo.

Cochas Alto, un pueblito camino a Tarma. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Después avanzamos hasta La Oroya. Pueblo irremediablemente condenado a desaparecer producto de la alta contaminación producto de la minería. En este sitio nos proveímos de lo necesario para continuar el viaje hacia Tarma también, para comprar algunas pastillas, para contrarrestar el mal de la altura. Felizmente no tuvimos problemas.

Tarma
Tarma, conocida como “La Perla de los Andes” por sus coloridas flores, clima primaveral y sus impresionantes paisajes nos dio la bienvenida luego de un satisfactorio trayecto por la serpenteante carretera central. Nos dirigimos a su Plaza de Armas para apreciar la catedral llamada Santa Ana, construida en la década de los años 50 del siglo XIX. En sus torres se conserva un histórico reloj obsequiado por el ex presidente Ramón Castilla. Luego fuimos al santuario del Señor de Muruhuay. Todo tarmeño afirma que los viajeros deben visitarlo pues, de no hacerlo, se arriesgan a sufrir un accidente. El santuario se ubica en la cima del cerro Shalacoto, en el distrito de Acobamba.

Una de las esquinas de la Plaza de Armas de Tarma, Junín. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Tras haber prendido unas velas en este lugar sagrado, nos invadió un profundo sueño. Nos hundimos en él.

Hacienda La Florida
Al día siguiente nos trasladamos a la Hacienda La Florida. Pasamos un par de días en medio de la naturaleza contemplando árboles gigantes, animales de granja e inimaginables paisajes. Allí se encuentra el eucalipto más alto de toda América y se dice que el escritor Juan Ramón Ribeyro se inspiró de este lugar para escribir su célebre relato “Silvio en el rosedal”. Tuvimos la oportunidad de reunirnos con los dueños de esta pintoresca hacienda junto con otros viajeros la cual se ubica a 6 km. de la ciudad de Tarma.

Eucalipto de gran tamaño en la Hacienda la Florida. Foto: Marco Gamarra Galindo.Gruta de Huagapo
Otro lugar que pudimos visitar fue la gruta de Huagapo, conocida como “la gruta más profunda de Sudamérica”, actualmente nombrada como Zona Espeleológica Nacional. Este lugar esconde una leyenda: dícese que en tiempos del Inca Pachacútec, el Imperio Incaico decidió conquistar parte del Chinchaysuyo -donde habitaban los Tarumas- y así expandir su vasto dominio. Un día Cápac Yupanqui, hermano del inca y su ejército se aproximaron a Tarmatambo para conquistarlos. El jefe de los Tarumas, Mayta Puma, decidió combatir, y dejar a los niños, esposas y ancianos en esta gruta para que esperasen a sus guerreros, pero ello no ocurrió, lo que ocasionó una terrible tristeza y llanto que hizo surgir el manantial que atraviesa esta gruta.

Profunda gruta de Huagapo, Junín. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Actualmente los niños, jóvenes y adultos, que conocen la gruta y sus alrededores, se prestan presurosos a brindarnos sus consejos y sugerencias, con la amabilidad que caracteriza a los pobladores de Palcamayo y, en general, a toda la gente de la provincia de Tarma.

Huasahuasi
Uno de los últimos sitios que visitamos fue Huasahuasi, lugar que recordé al escuchar a Marco Velásquez, expositor de una empresa dedicada al cultivo de papa en la última reunión de los corresponsales escolares, ya que Huasahuasi es conocido por producir las mejores semillas de papa del Perú. Cabe señalar que alcanza el 95% de la siembra de papa y es reconocida como “La Capital Semillera del Peru”. Además sus paisajes, cataratas y lagunas pintan la ciudad de un verde y azul, que de seguro garantizan días de júbilo y dicha. Resaltan, además, las lagunas de Tinyahuarco, Chinicocha, Verdecocha; los sitios arqueológicos, como Shipiniscanchaj, Chupas, Purunmarca y su plaza de toros llamada “Andrés Amarillo”. Por cierto, Huasahuasi se encuentra a media hora al norte del distrito de Tarma.

Huasahuasi, capital semillera del Perú. Foto: Marco Gamarra Galindo.

San Pedro de Cajas
Finalmente, y no por ser menos, visitamos a la bellísima ciudad de San Pedro de Cajas, que alberga a tejedores cuya maestría es bien reconocida en todo el departamento. Sus trabajos a mano son bien solicitados. El nombre de la ciudad significa “peñas” y tiene el Puchero y el Jaka Locro como sus platos representativos. Además, se pueden apreciar algunas alpacas a las afueras de este sitio como si estuviésemos yendo a las Pampas de Junín.

Plaza de Armas de San Pedro de Cajas, Junín. Foto: Marco Gamarra Galindo.

Estos son, a vuelo de pájaro, algunos lugares de los muchos que hay para visitar en Tarma. Una sugerencia: si se anima a visitarla con ocasión de la semana santa, no se olvide de reservar hospedaje con la debida anticipación. En esos días, la ciudad está a full.

Los invito a visitar Tarma. Una experiencia enriquecedora para el alma.