De silenciosa figura, pétrea rigidez y curiosa mirada -pienso que me estuvo mirando al detalle tanto como yo a él-, el oso panda, ente urbano con vida propia que observé con inmutable curiosidad en mis caminatas a los suburbios de Lima, tiene autor. El nombre calle de este graffer limeño es Poet. Su obra encierra el más profundo significado de la vida urbana de Lima, un modo de expresión donde la calle habla, se manifiesta y cuenta los más oscuros secretos de su problemática.

“Mírame a los ojos y verás lo que soy”. Foto: Mutandourbano.

Poet, antes de haber creado a su máximo representante del arte que pregona -el oso panda, de múltiple personalidad-, se dedicó a escribir, a puño limpio, versos que expresaran sus sentimientos más recónditos en las diversas cuadras de los Barrios Altos y de otras entrañas de Lima. Uno de ellos, quizá el más inspirado, dice: “Sueños e ilusiones / son mis únicas pasiones / de aventura y peligro / que dan forma a mi delirio”. Pronto, con la indiferencia habitual hacia el graffer por parte de la sociedad capitalina, tuvo que cambiar de estrategia, de modo que su herramienta de voz se amplie y abrigar, con ello, la esperanza de que parte de su personalidad, su arte, sea aceptada por la sociedad. Era el momento del oso panda, inspiración del peluche que regaló alguna vez a su pequeña hija.

El oso panda en acción. Foto: Poet.

En un primer instante pensé, a causa de la notable cantidad de “apariciones” del oso panda ante mí -por cierto, en distintos puntos de Lima (Barrios Altos, Centro de Lima, Miraflores, Barranco, etc), que era obra de un grupo de graffers -posiblemente de vándalos- cuya finalidad era prevenir a otros adolescentes de que este y tal barrio, plaza o calle eran suyos, y que no debían adentrarse en ellos, que desistieran de su intento de dar un paso más; el oso, por lo tanto, era en mi opinión símbolo de que la “calle está tomada”, de que los lugares por donde el oso deambulaba, eran sitios donde “colleras” habían establecido su punto de reuniones, de donde saldrían, probablemente, sus futuras maniobras.

La calle es su lugar. El oso en una pared de las entrañas de Lima. Foto: Richard Hirano, El Comercio.

El caso del oso multifacético, sin embargo, forma parte de la voz urbana y no es propia de una banda callejera delictiva. Esto prueba que no necesariamente los graffers son delincuentes o personas que, supuestamente por no tener educación, hacen cualquier cosa sin sentido. Así como Poet, muchos tratan de manifestarse de manera distinta. Poet utiliza la voz que le proporciona la ciudad, una que surge de esta interacción del hombre con la urbe, muchas veces de su descontento hacia la sociedad que lo rodea; en otras, como en el caso de este graffer anónimo, como una herramienta para brindar felicidad: aquella que particularmente embarga a su hija cada vez que se encuentra con el oso en alguna pared y lo toma como suyo.

“Cualquier lugar es bueno para pintar”, explicó Poet en una entrevista del 2008 para el diario El Comercio.

En la única entrevista concedida para un medio de prensa local, Poet admitió que sale a pintar al menos dos veces por semana y solo de noche, que ha recorrido toda Lima, siempre a pie, siempre buscando. “Algunos los han ido borrando, pero el graffiti cumple su función cuando es expuesto, aunque sea unas horas: de ahí su condición de efímero”, escribe El Comercio. Sin duda que ha logrado hacerse de muchos espacios. Como no olvidar el rostro del oso en la inexpugnable Casona El Buque -más aún en el tercer piso de esa decadente quinta-, durante mi recorrido en los Barrios Altos.

El oso presente en la Casona el Buque, Barrios Altos. Foto: Marco Gamarra Galindo.

El Comercio en edición de febrero del 2008 sobre Poet: “La calidad de un graffiti se mide en función del tiempo que permanece expuesto en la mayor cantidad de puntos visuales de una ciudad. Este es el resultado del seguimiento a las obras de un exponente limeño de este arte. Es un resumen del trabajo de Poet”.

El oso panda de Poet no conoce límites.