A pesar de haber ocupado un espacio digno en la sociedad, a base de dedicación y esfuerzo, el peruano de rasgos indígenas y andinos parece que no es considerado como ciudadano en su propio país. Se le discrimina y reprocha su condición de nuevo participante en una sociedad transicional tal como lo es la limeña. Más aún, se lo asocia con estereotipos, como podría decir el sociólogo Gonzalo Portocarrero, de carácteres negativos y hasta hirientes. Sin embargo, el tema no es reciente. Para explicar lo que sucede debemos conocer que el racismo particularmente contribuyó en la formación de estereotipos, en la indiferencia del Estado hacia estos sectores relegados y en la persistencia de una discrminación que tuvo sus orígenes en las estructuras coloniales de dominación social.
Foto: Marco Gamarra Galindo.
Según Nelsón Manrique, catedrático de la PUCP, el racismo tiene mucha presencia en la sociedad actual. Esto se debe a que la República “nació sin el indio y contra el indio” (frase de José Carlos Mariátegui). La naciente República, explica Manrique, adoptó los criterios de dominación social propios de las estructuras coloniales. La nueva burguesía estuvo conformada por sectores criollos que estuvieron ajenos totalmente a la realidad indígena pero no solo ello, sino que contribuyeron en la consolidación de un discurso segregacionaista, cuya base de la sociedad estaba regida por la división de castas y estamentos, y hasta antiindigenista. Este discurso difundió estereotipos racistas vigentes hasta hoy “como los que asocian al indígena de pobre, infeliz, miserable”, comenta Gonzalo Portocarrero.
Foto: Marco Gamarra Galindo.
Con el paso de los años, a través de las migraciones, por ejemplo, el personaje de rasgos andinos se hizo partícipe principal de su dinámica económica, social y cultural propia. Su figura, el “cholo”, sufrió el embate de una sociedad racista, que ante los logros del migrante, terminó cediendo hasta brindarle la oportunidad de ocuparse de los asuntos más importantes del país como es el cargo de la presidencia.Desde el punto de vista de Gonzalo Portocarrero, el racismo todavía no se le ha podido erradicar porque es un tema tabú de la sociedad peruana. Es como si existiese “una conspiración del silencio”. De todos modos, la interinfluencia de culturas criollas e indígenas ha reducido ampliamente el racismo; sin embargo, necesitamos seguir buscando soluciones para su finalización.
Observamos claros casos donde la sociedad peruana contemporánea como consecuencia de un racismo proveniente de la colonia, manifiesta en contra de la figura del hombre y mujer de rasgos anginos. Los estereotipos, por ejmplo, atribuyen, como vemos en las citas que muestra Wilfredo Ardito, falta de educación, ineficiencia, suciedad hacia su persona, tal solo al observar sus rasgos fisicos. Estos criterios no permiten el libre desenvolvimiento de los integrantes de estos sectores rechazados por los prejuicios. Es así que no pueden asistir a discotecas de zonas residenciales opulentas, playas ubicadas en distritos de dinero propio de clases altas, ni alcanzar niveles aceptables de educación, etc.
En una de sus investigaciones, Gonzalo Portocarrero muestra un trabajo con alumnos de quinto de secundaria, donde trata de conocer la importancia que tienen los estereotipos en nuestra sociedad. Una de sus concluciones es que se refuerza todavía la idea del “indígena pobre y blanco millonario, del indígena torpe y del blanco hábil”, etc. Como manera de revertir ello es que el migrante tenga dinero, así “se blanquea”. El racismo, el cual está sumergido en un tema tabú debe ser comentado profundamente para su pronta desaparición de la sociedad peruana. El Estado, por su parte, se mantiene ajeno a estos temas, ya que un cambio en la sociedad involucraría otro cabio en la situación de los “soberanos y dueños del país”.
La formulación de prejuicios también evita que exista una integración con las comunidades campesinas y nativas del interior del país. De alguna forma no desea la aristocrácia que el “estatu quo” se quebrante, es decir, que el indio “se salga de su lugar de relegado”. Esto es explicado por Cecilia Méndez a través del contexto de la Confederación Perú-Boliviana sobre la figura de Santa Cruz, discriminado no por sus ideas sino por su apariciencia y costumbres.
El tema debe involucrarnos a todos porque somos miembros de una sociedad que todavía profesa el racismo, uno que viene desde épocas tan remotas y que se ha ido alimentando de conflictos culturales y de estereotipos raciales. Estos primeros -conflictos culturales- de dos culturas polarmente opuestas, de los “dominadores” y los “dominados”, de los criollos y los indígenas. Es valioso que nosotros comprendamos que somos una nación rica en culturas y que no por ello debemos mantenernos indiferentes respecto a la situación de los otros. Todos necesitamos igualdad de oportunidades para formar un país, cuyo consenso nacional, pueda removerlo de sus cimientos. Así como José Carlos Mariátegui, a través del socialismo como idea política integrador nacional, trató de formar un país unido. El Perú es de todos sus habitantes.