Fuente: Blog de los Corresponsales Escolares de El Comercio
Era otoño del año 70 y nuestra selección de fútbol había clasificado de manera categórica al mundial de México. La algarabía y la esperanza por este logro reinaban en todas las familias peruanas ya que el Perú desde hacía 40 años no clasificaba a uno y de qué manera la alcanzaba: eliminando a la mismísima selección argentina en la Bombonera.
Todos estaban preparándose para la primera semana de Junio, fecha en la cual debutaría la selección encabezada por Teófilo Cubillas y el “cholo” Hugo Sotil. Pero, como una estocada final a dicha efervescencia y fanatismo que desprendía una de las mejores selecciones de nuestro país y por qué no del mundo, ocurrió uno de los hechos más catastróficos: el terremoto y aluvión de 1970 en la ciudad ancashina de Yungay.
Nevado Huascarán. Foto: Marco Gamarra Galindo.
Si bien el terremoto del 31 de mayo se sintió en Huánuco, La Libertad, Lima y Áncash, fue éste último el que recibió la descomunal ira de la naturaleza. El desprendimiento de un bloque de nieve y hielo del pico oriental del nevado Huascarán, junto con grandes pedazos de roca, enterraron y desaparecieron a los pueblos de Yungay y Ranrahirca. Mientras que Huaraz, capital de Áncash, se destruyó en un 97%, dejando un total de 80.000 muertos y 20.000 desaparecidos.
El ingeniero geofísico Mateo Casaverde, uno de los sobrevivientes, comentó: “El lodo de aproximadamente 60 metros de alto paso muy cerca de nuestros pies, se oscureció el cielo por la gran cantidad de polvo, posiblemente originado de las casas destruidas en Yungay. Al voltear la mirada vimos que había desaparecido”.
Al igual que Mateo, varias personas sobrevivieron porque pudieron correr y refugiarse en el cementerio de la ciudad (antigua fortaleza preinca). Otros que se salvaron fueron los que asistieron al circo “Verolina” y al estadio.
A raíz de este hecho, la ayuda local e internacional no se hizo esperar a pesar de la destrucción de las vías de comunicación de la zona y la falta de planeamiento. Otro hecho lamentable fue el accidente que sufrió una aeronave argentina que llegaba para socorrer a los heridos. Fue por la ayuda de varios países que a la nueva Yungay se le conoce como “Capital de la Solidaridad Internacional”.
En cuanto al fútbol, el Perú jugó en honor a los caidos y pudo remontar un 2-0 a Bulgaria, encaminando una serie de triunfos inolvidables que no pararían hasta 1980.