La hoja de ruta de León XIV: Unidad y paz al centro
5:00 p.m. | 21 may 25 (AO/AM).- En su homilía inaugural, en su primer mensaje sobre política exterior y en su encuentro con líderes religiosos, León XIV ha trazado una visión común: una Iglesia que promueve la unidad, la justicia, la verdad y la paz. Sus intervenciones perfilan un liderazgo dispuesto a sanar divisiones y responder a los desafíos del mundo desde la fe, sin imponer, sino convocando. En continuidad con Francisco, el nuevo Papa propone una Iglesia que tiende puentes y cultiva el diálogo, tanto dentro como fuera de sus fronteras.
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“En estos últimos días, hemos vivido un tiempo particularmente intenso. La muerte del papa Francisco ha llenado de tristeza nuestros corazones”. Con estas palabras ha comenzado el papa León XIV su homilía durante la Misa de inicio de su pontificado. Una vez más, y tal y como hizo al asomarse por primera vez al balcón pontificio después de ser elegido en el cónclave, Prevost ha iniciado su intervención recordando a Francisco, lo cual ha arrancado los aplausos de los asistentes, y ha finalizado citando la encíclica Rerum novarum, de su predecesor León XIII.
Después de recibir las insignias episcopales petrinas, que son el palio y el anillo del Pescador, el Pontífice ha relatado cómo el colegio de cardenales se reunió “con historias personales y caminos diferentes” con la tarea de elegir un nuevo sucesor de Pedro. Una figura que él mismo ha definido como “un pastor capaz de custodiar el rico patrimonio de la fe cristiana y, al mismo tiempo, de mirar más allá, para saber afrontar los interrogantes, las inquietudes y los desafíos de hoy”, ha explicado.
“Fui elegido sin tener ningún mérito, con temor y trepidación. Vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia”.
Ante una plaza abarrotada, León XIV comienza así oficialmente su ministerio petrino. Un servicio marcado por el amor a los hermanos, “hasta ofrecer la vida por ellos”, ha señalado el Papa, que ha puntualizado que “no se trata nunca de atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder, sino que se trata siempre y solamente de amar como lo hizo Jesús”. En este sentido, el Pontífice ha insistido en “no ceder nunca a la tentación de ser un líder solitario o un jefe que está por encima de los demás”, y ha apelado a la unidad en “la Iglesia en comunión fraterna, armonía del Espíritu y convivencia de las diferencias”.
Ante más de 250 delegaciones internacionales y líderes mundiales, ha hecho hincapié en dos claves: amor y unidad. Dos dimensiones con las que ha animado a “no dejar de lanzar la red para sumergir la esperanza del Evangelio en las aguas del mundo”. Además, en su inicio de pontificado, el Santo Padre ha expresado su deseo de “una Iglesia unida que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”, ya que actualmente vemos a nuestro alrededor “demasiada discordia y violencia, y demasiadas heridas por el odio, los prejuicios, el miedo a lo diferente y por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres”.
En ese mundo y ante ese panorama, “nosotros queremos ser una pequeña levadura de unidad, comunión y fraternidad”, ha asegurado Prevost. “Queremos decirle al mundo, con humildad y alegría: ¡Miren a Cristo! ¡Acérquense a Él! Y escuchen su propuesta de amor”. Un camino que, lejos de recorrerlo solos, ha hecho extenso a las “Iglesias cristianas hermanas, a quienes transitan otros caminos religiosos y a aquellos que cultivan la inquietud de la búsqueda de Dios”.
En línea con la vida de Prevost, ha invitado en su homilía a vivir con “un espíritu misionero, sin encerrarnos en nuestro pequeño grupo ni sentirnos superiores al mundo”. Sin anular las diferencias y “valorando la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo”. “Construyamos una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia y se convierte en fermento de concordia para la humanidad”, ha pedido León XIV.
VIDEO. Homilía del papa León XIV en su misa de inicio de pontificado (con traducción)
Una liturgia impresionante
La ceremonia litúrgica comenzó en la Basílica de San Pedro a las 10 de la mañana, cuando León XIV, con capa y mitra blancas, y portando la cruz pastoral de Pablo VI, que también utilizaron Juan Pablo II y Francisco, recorrió el pasillo central, en medio de los 200 cardenales que se alineaban a ambos lados. A continuación, acompañado por los Patriarcas de las Iglesias orientales católicas, descendió hasta la Confesión de San Pedro, donde está enterrado el apóstol, y permaneció allí en oración silenciosa durante unos instantes. A continuación, los diáconos tomaron el palio, el anillo del pescador y el Libro de los Evangelios que habían sido colocados allí el día anterior, y los llevaron en procesión ante el Papa mientras subía la escalinata. A continuación, el papa León siguió a los cardenales en procesión hasta el altar de la escalinata que da a la plaza de San Pedro, mientras el coro de la Sixtina entonaba las letanías de los santos.
El papa León XIV concelebró la solemne Misa cantada, en latín, con 200 cardenales de unos 96 países y 750 obispos y sacerdotes de todos los continentes. Las lecturas de las Escrituras se hicieron en español, inglés y latín, mientras que las oraciones se rezaron en portugués, francés, árabe, polaco y chino.
Tras la lectura del Evangelio en latín y griego, el nuevo Obispo de Roma recibió las insignias litúrgicas del Romano Pontífice: el palio y el anillo del Pescador, una insignia que se remonta al primer milenio. El cardenal Mario Zenari, en representación de Europa, le colocó el palio sobre los hombros, el cardenal Fridolin Ambongo Besungu, en representación de África, leyó la oración, y el cardenal Luis Antonio Tagle, en representación de Asia, le colocó el anillo en el dedo. A continuación, el Papa bendijo al pueblo con el Libro de los Evangelios y todos los presentes aplaudieron al recién investido Obispo de Roma.
A continuación, 10 representantes del pueblo de Dios, y en su nombre, se acercaron a él y prometieron obediencia al nuevo sucesor de Pedro, entre ellos tres cardenales, un obispo de Perú -el obispo del Callao, monseñor Luis Alberto Barrera Pacheco-, dos representantes de dos uniones internacionales de superiores religiosos -la religiosa Oona O’Shea y el padre Arturo Sosa S.J.-, un matrimonio y dos jóvenes.
Al final de la Misa, en el Regina Caeli, el papa León agradeció a los miles de peregrinos que habían venido de todos los continentes para el Jubileo de las Cofradías de este fin de semana; los elogió por “¡mantener vivo el gran patrimonio de la piedad popular!”. Dijo a su audiencia mundial que “durante la Misa sentí fuertemente la presencia espiritual del papa Francisco, que desde el cielo nos acompaña”. Sus palabras provocaron un fuerte aplauso de todos los presentes.
El papa León XIV, al igual que su predecesor, hizo un llamamiento en favor de los pueblos desgarrados por la guerra de Gaza, Ucrania y Myanmar. Dijo: “No podemos olvidarnos de los hermanos y hermanas que sufren a causa de las guerras. En Gaza, los niños, las familias y los ancianos supervivientes están pasando hambre”. Sus palabras fueron especialmente impactantes, ya que el presidente de Israel, Isaac Herzog, estaba cerca mientras hablaba. También habló de Myanmar, donde, dijo, “las nuevas hostilidades han destruido vidas inocentes”. Por último, dirigió su atención a la “atormentada Ucrania” que, dijo, “espera por fin negociaciones para una paz justa y duradera”.
Antes de dar su bendición, León XIV encomendó su servicio como Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal a Nuestra Señora del Buen Consejo e imploró “por su intercesión el don de la paz, el auxilio y el consuelo para los que sufren y, para todos nosotros, la gracia de ser testigos del Señor Resucitado”.
LEER. Homilía completa del papa León XIV en su misa inaugural
VIDEO. Imposición del palio, entrega del anillo del Pescador
VIDEO. León XIV expone su programa: Unidad pero sin anular ni sentirse superiores
Paz, justicia y verdad: Pilares de la política exterior de León XIV
El propósito de la diplomacia vaticana no es buscar privilegios, sino fortalecer su misión evangélica al servicio de la humanidad, dijo el papa León XIV a los diplomáticos en su primer gran discurso sobre política exterior. La paz, la justicia y la verdad serán los pilares de la actividad misionera de la Iglesia católica y la finalidad de la diplomacia de la Santa Sede en su papado, afirmó.
El cardenal Robert Prevost no ha sido un diplomático experimentado como el cardenal Pietro Parolin, el secretario de Estado vaticano que fue considerado el favorito en el período previo al cónclave papal que eligió a Prevost. Pero el papa Francisco tampoco era un diplomático entrenado y, sin embargo, le fue muy bien en la escena mundial. Por otra parte, León XIV está lejos de ignorar el detalle de lo que ocurre el mundo. Es la persona que más ha viajado antes de ser elegido pontífice, habiendo visitado 47 países mientras era prior general de la orden religiosa de los agustinos. Francisco apenas viajó fuera de Argentina antes de convertirse en Papa.
Ahora, como líder de una de las entidades más antiguas e influyentes del mundo de la diplomacia, el nuevo pontífice tendrá que ponerse al día lo más rápido posible en los últimos desarrollos de los problemas internacionales a los que se enfrenta el mundo. Todos están pendiente de él para ver si está a la altura. Para asistirle en los asuntos internacionales, cuenta con un cuerpo diplomático altamente profesional en la Secretaría de Estado del Vaticano, con nunciaturas (embajadas) en casi todos los países.
En su discurso sobre política exterior, León XIV no se apartó de la anterior postura vaticana, pero le dio su propio toque personal. Afirmó que él y la Iglesia aspiran a “alcanzar y abrazar a cada pueblo y a cada persona de esta tierra, deseosa y necesitada de verdad, de justicia y de paz”. Su propia experiencia de vida, dijo, “pone de manifiesto esta aspiración de traspasar los confines para encontrarse con personas y culturas diferentes”. Aunque nació en Estados Unidos, pasó 20 años de ministerio en Perú.
Señaló la intención de seguir el camino de su “predecesor, siempre atento al clamor de los pobres, los necesitados y los marginados”. También señaló su interés por los retos contemporáneos, desde la protección de la creación hasta la inteligencia artificial. Se comprometió a reforzar el entendimiento y el diálogo con los países de los diplomáticos.
Y el núcleo de su mensaje se centró en las tres palabras que considera el objetivo de la diplomacia vaticana: paz, justicia y verdad. La paz, insistió, no es simplemente la ausencia de guerra, sino un don de Cristo. Exige “en primer lugar un trabajo sobre uno mismo. La paz se construye en el corazón y a partir del corazón, arrancando el orgullo y las reivindicaciones, y midiendo el lenguaje”.
En su opinión, “es fundamental el aporte que las religiones y el diálogo interreligioso pueden brindar para favorecer contextos de paz“, al igual que el papa Francisco. Pero, argumentó, “eso, naturalmente, exige el pleno respeto de la libertad religiosa en cada país, porque la experiencia religiosa es una dimensión fundamental de la persona humana, sin la cual es difícil —si no imposible— realizar esa purificación del corazón necesaria para construir relaciones de paz”.
A continuación, hizo un enérgico llamamiento para revitalizar la diplomacia multilateral y comprometer a las instituciones internacionales, en contraposición al enfoque de “cada uno por su lado”, tan popular hoy en día. También reiteró el mensaje de Francisco de que “la paz tampoco es posible sin un verdadero desarme“. Francisco no quería que la exigencia de que una nación provea a su propia defensa se convierta en una carrera hacia el rearme.
La segunda palabra en la que se centró León es justicia, sin la cual la paz es imposible. Dijo que cree que, al igual que su predecesor, León XIII, vivimos en una época de cambios epocales. “La Santa Sede no puede eximirse de hacer sentir su propia voz ante los numerosos desequilibrios y las injusticias que conducen, entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas”, afirmó. Para ello es necesario “esforzarse por remediar las desigualdades globales, que trazan surcos profundos de opulencia e indigencia entre continentes, países e, incluso, dentro de las mismas sociedades”.
Dijo que los líderes de los gobiernos deben “aplicarse para construir sociedades civiles armónicas y pacíficas” invirtiendo en familias de parejas heterosexuales y respetando la dignidad de cada persona, “especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desocupado, sean estos ciudadanos o inmigrantes”. El primer Papa de Estados Unidos señaló que él mismo era “un ciudadano, descendiente de inmigrantes, que a su vez ha emigrado”.
Por último, se refirió a la verdad, necesaria para unas relaciones pacíficas. “Allí donde las palabras asumen connotaciones ambiguas y ambivalentes, y el mundo virtual, con su percepción distorsionada de la realidad, prevalece sin control -advirtió-, es difícil construir relaciones auténticas, porque decaen las premisas objetivas y reales de la comunicación”.
Indicó que la Iglesia no se andará con rodeos a la hora de decir la verdad sobre la humanidad y el mundo, incluso “recurriendo a lo que sea necesario, incluso a un lenguaje franco, que inicialmente puede suscitar alguna incomprensión”. En papados anteriores, los medios de comunicación han tendido a prestar más atención a las palabras contundentes del papado sobre el aborto y el género que sobre la justicia y la paz.
Pero “la verdad”, dijo, “no se separa nunca de la caridad, que siempre tiene radicada la preocupación por la vida y el bien de cada hombre y mujer”. Así, mientras seguirá insistiendo en que la familia se funda en la unión estable entre un hombre y una mujer, exigirá que todos sean tratados con amor y respeto. “La verdad”, considera, “no nos aleja; por el contrario, nos permite afrontar con mayor vigor los desafíos de nuestro tiempo, como las migraciones, el uso ético de la inteligencia artificial y la protección de nuestra amada tierra”.
Concluyó con una nota a la esperanza. Cree que podemos construir “un mundo en el que cada uno de nosotros pueda realizar la propia humanidad en la verdad, en la justicia y en la paz (…) espero que esto pueda suceder en todos los contextos, empezando por los más que más sufren, como Ucrania y Tierra Santa”. En su primera aparición en el escenario de la diplomacia internacional, el Papa León demostró estar a la altura de las circunstancias.
LEER. Discurso de León XIV – Audiencia al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede
VIDEO. Audiencia a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede
Continuar el compromiso de Francisco por el carácter sinodal de la Iglesia
Tratar de restablecer “la comunión plena y visible entre todos los que profesan la misma fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”, proseguir el diálogo teológico con los judíos, “tender puentes” entre las comunidades cristiana y musulmana, contribuir a la paz junto con las distintas tradiciones religiosas: éstas son las prioridades que León XIV ha manifestado en su encuentro con los representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales y de otras religiones que han participado en la celebración inaugural de su “ministerio como Obispo de Roma y Sucesor de Pedro”.
Al inicio de su discurso, el Pontífice saludó a todos los participantes en la audiencia y dedicó un pensamiento especial al Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé, al Patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén Teófilo III y al Patriarca Catholicos de la Iglesia Asiria de Oriente Mar Awa III a quienes expresó su “afecto fraterno”. A continuación, dirigiéndose a los representantes de otras tradiciones religiosas, el Papa expresó su “gratitud” por su contribución a la paz.
“En un mundo herido por la violencia y los conflictos, cada una de las comunidades aquí representadas aporta su propia contribución de sabiduría, compasión y compromiso por el bien de la humanidad y la preservación de la casa común. Estoy convencido que si estamos de acuerdo y libres de condicionamientos ideológicos y políticos, podemos ser eficaces para decir ‘no’ a la guerra y ‘sí’ a la paz, ‘no’ a la carrera armamentista y ‘sí’ al desarme, ‘no’ a una economía que empobrece a los pueblos y a la Tierra y ‘sí’ al desarrollo integral”.
El camino hacia la fraternidad universal
León XIV habló en primer lugar de la “fraternidad universal”, y recordó “las aperturas e iniciativas ya emprendidas por Pontífices anteriores, especialmente a partir de San Juan XXIII”, y también “el camino ecuménico” y el “diálogo interreligioso” promovidos por el papa Francisco, “cultivando especialmente las relaciones interpersonales” y valorizando “el aspecto humano del encuentro”. A continuación, recordó la conmemoración este año del “1700 aniversario del Primer Concilio Ecuménico de Nicea (…) una etapa fundamental en la elaboración del Credo compartido por todas las Iglesias y Comunidades Eclesiales”.
“Mientras estamos en camino de restablecer la plena comunión entre todos los cristianos, reconocemos que esta unidad sólo puede ser unidad en la fe. Como Obispo de Roma, considero uno de mis deberes prioritarios la búsqueda del restablecimiento de la comunión plena y visible entre todos los que profesan la misma fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Converger en el Señor Jesucristo
El Papa subraya que “la unidad” ha sido siempre una de sus “preocupaciones constantes, como atestigua el lema” que “eligió para el ministerio episcopal: In Illo uno unum”, expresión con la que San Agustín de Hipona recuerda que “nosotros, aunque somos muchos, en aquel uno -que es Cristo- somos uno”. Por eso, señala el Pontífice, la comunión se realiza si “convergemos en el Señor Jesucristo”. Porque “cuanto más fieles y obedientes somos a Él, más unidos estamos entre nosotros”, y por eso los cristianos están “todos llamados a rezar y a trabajar juntos para alcanzar paso a paso esta meta, que es y sigue siendo obra del Espíritu Santo”.
Construir puentes
Para León XIV, “sinodalidad y ecumenismo están estrechamente vinculados“, de ahí la intención de “continuar el compromiso del papa Francisco en la promoción del carácter sinodal de la Iglesia católica y en el desarrollo de formas nuevas y concretas para una sinodalidad cada vez más intensa en el ámbito ecuménico”, y la invitación a entender el “camino común” también “en sentido amplio, implicando a todos, en el espíritu de la fraternidad humana”.
“Hoy es tiempo de dialogar y construir puentes. Por eso estoy contento y agradecido por la presencia de representantes de otras tradiciones religiosas, que comparten la búsqueda de Dios y de su voluntad, que es siempre y sólo voluntad de amor y de vida para los hombres y para todas las criaturas”.
El Pontífice hace hincapié en la necesidad del diálogo interreligioso, recordando los “esfuerzos realizados por el papa Francisco”. Con sus palabras y sus acciones “ha abierto nuevas perspectivas de encuentro, para promover la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento mutuo como método y criterio”, alentados en el Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común de Abu Dabi. A este respecto, León XIV agradece también “al Dicasterio para el Diálogo Interreligioso el papel esencial que desempeña en esta paciente labor de favorecer encuentros e intercambios concretos encaminados a construir relaciones basadas en la fraternidad humana”.
Que continúe el diálogo con judíos, musulmanes
En su discurso, el Papa se detuvo después en la “relación especial con el judaísmo” de todos los cristianos, “por las raíces judías del cristianismo”, e hizo un llamamiento a continuar el diálogo. El diálogo teológico entre cristianos y judíos sigue siendo siempre importante y está muy cerca de mi corazón. Incluso en estos tiempos difíciles, marcados por conflictos y malentendidos, es necesario continuar con ímpetu este precioso diálogo nuestro.
En cuanto a las “relaciones entre la Iglesia católica y los musulmanes”, el Pontífice constató el “creciente compromiso por el diálogo y la fraternidad, favorecido por la estima hacia estos hermanos y hermanas que adoran al único Dios, vivo y subsistente, misericordioso y todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, que ha hablado a los hombres”, y precisó que este “acercamiento, fundado en el respeto mutuo y en la libertad de conciencia, representa una base sólida para construir puentes entre nuestras comunidades”.
Por último, un último deseo de León XIV: que el testimonio de fraternidad entre las religiones contribuya “a construir un mundo más pacífico, como desean en su corazón todos los hombres y mujeres de buena voluntad”.
LEER. Discurso a las delegaciones ecuménicas e interreligiosas
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Fuentes
Revista Alfa y Omega / America Magazine / Religion News Service / Vatican News / Videos: Vatican News – Rome Reports / Foto: Yara Nardi (Reuters)