Aporte de Fiducia supplicans y la bendición a parejas gays

6:00 p.m. | 8 may 24 (CM).- “Se puede enriquecer la doctrina a la luz de prioridades pastorales”, argumenta una reflexión que observa lo que ha permitido la declaración Fiducia supplicans, enfocada en la bendición de parejas en situaciones “irregulares”. El documento para la Iglesia es un avance más, no solo en el acercamiento a fieles que de alguna manera han sido marginados, sino en dar espacio a la pastoral y experiencia de vida en el necesario desarrollo de la enseñanza católica. La reflexión señala como desafío pendiente el no reducir las relaciones homosexuales al ámbito sexual, y recuerda que Dios también se manifiesta en la vida y el amor que comparten estas parejas.

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Han pasado casi cinco meses desde la publicación de la declaración Fiducia supplicans desde la Santa Sede, que trata la bendición de parejas del mismo sexo. Teniendo en cuenta la recepción de esta enseñanza y sus planteamientos, se puede hablar de un paso adelante esencial, aunque no sin reservas. Da a los católicos LGBTQ mucho que celebrar. Antes de la nueva declaración, ninguna pareja del mismo sexo podía ser bendecida por ningún clérigo de la Iglesia católica bajo ninguna circunstancia. Con este avance, ahora pueden recibir bendiciones con la aprobación de las más altas autoridades de la Iglesia. Este cambio no es un mero acto de tolerancia, sino de acogida, lo que supone un importante paso adelante.

En términos de doctrina, sin embargo, es un paso adelante delicado y repentino. Sin duda genera algunos sobresaltos en la Iglesia. Esto se debe, al menos en parte, a la incertidumbre entre los católicos sobre lo que ha cambiado y lo que no. Lo que no ha cambiado es la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la moralidad de los actos homosexuales. La propia declaración insiste en ello. El matrimonio es una unión exclusiva e indisoluble entre un hombre y una mujer y “solo en este contexto las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano”.

Explicar lo que ha cambiado es un poco más complicado. Para empezar, hay un cambio a nivel de método. No es sólo que la declaración llega a una conclusión diferente de las enseñanzas anteriores sobre las relaciones entre personas del mismo sexo. Aborda la cuestión de una manera distinta, con una serie de prioridades diferentes. Prueba de ello es la distinción que hace la declaración entre “algunos esquemas doctrinales o disciplinares” y “un enfoque mayormente pastoral”. Fiducia supplicans prioriza sin disimulos esta última. Considera que la práctica de bendecir a parejas del mismo sexo es válida, pero no principalmente por razones doctrinales o teológicas, sino más bien por razones pastorales.

Esta prioridad de la atención pastoral y el acompañamiento antes que la aplicación doctrinal es un sello distintivo del papado de Francisco. Tiene profundas raíces en su propia experiencia como sacerdote y obispo en América Latina. Al igual que su anterior exhortación apostólica Amoris laetitia, esta nueva declaración da cabida a la realidad de las personas que buscan el camino hacia la santidad, y rechaza que lo perfecto se convierta en enemigo de lo bueno.

Pero, junto a una nueva praxis, debe producirse un desarrollo adecuado de la doctrina. No se puede decir, en respuesta a la declaración, que “nada cambia” en la doctrina de la Iglesia. Al contrario, el desarrollo de la doctrina es un proceso natural e indispensable en la Iglesia, un punto que el propio papa Francisco ha afirmado claramente. Y, en efecto, se ha producido un cambio con Fiducia supplicans. La declaración es un intento explícito, aunque complejo, de desarrollar sabiamente la doctrina a la luz de las prioridades pastorales. Para entender lo que ha ocurrido en términos de doctrina, hay que remontarse a una declaración anterior del Vaticano sobre la bendición de parejas del mismo sexo y, quizá brevemente, a una intuición teológica del siglo XII.

En 2021, la oficina vaticana que entonces se llamaba Congregación para la Doctrina de la Fe emitió un Responsum ad dubium que descartaba categóricamente la posibilidad de bendecir a las parejas del mismo sexo. Lo hizo por dos razones, expuestas muy claramente en la nota explicativa. Ambas razones se basaban en la noción de que las bendiciones son una especie de “sacramental”.

En la tradición católica, un sacramental es una práctica -o un elemento asociado a una práctica- que se asemeja a los sacramentos y funciona, por tanto, como signo sagrado. Esto incluye bendiciones, ritos, oraciones y objetos devocionales. Los sacramentales se distinguen de los sacramentos en que manifiestan la gracia, pero no la causan. Según el gran teólogo escolástico Pedro Lombardo, los siete sacramentos se distinguen de otros signos sagrados en su poder de conferir la gracia. El principal de estos otros signos, que no son sacramentos en sí mismos, pero tienen carácter sacramental (disponen para recibir la gracia), es el acto de la bendición.

En este marco teológico, el Responsum ofrece sus dos argumentos que impiden la bendición de parejas del mismo sexo. En primer lugar, está el argumento sobre lo que se supone que significan las bendiciones. Puesto que el propósito de cualquier sacramental es simbolizar la gracia y disponernos a recibirla, una bendición sólo puede conferirse a aquello que está “ordenado a recibir y expresar la gracia”. Y puesto que las relaciones entre personas del mismo sexo implican un elemento objetivamente desordenado -sexo entre dos personas fuera del matrimonio-, no son susceptibles de recibir una bendición. En resumen, una bendición no puede ser signo de gracia cuando esta no está ahí. Este hecho, según el Responsum, no se ve afectado por la presencia de otros “elementos positivos” en la relación.

En segundo lugar, está el argumento sobre la imitación de los sacramentos. Dado que los sacramentales, por su naturaleza, están destinados a imitar y asemejarse a los sacramentos, hay que tener cuidado de no tergiversar el significado de los propios sacramentos. La bendición de una pareja del mismo sexo sería peligrosamente similar a la bendición nupcial impartida durante el sacramento del matrimonio. Por tanto, implicaría que las relaciones entre personas del mismo sexo son análogas al matrimonio. Para evitar tal escándalo, el Responsum insiste en que la Iglesia y sus ministros no pueden ofrecer tales bendiciones.

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Fuentes

Commonweal Magazine / Videos: Rome Reports / Foto: Felix von der Osten (The Washington Post)

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