¿Cambia o no cambia la Iglesia en cuestiones bioéticas?

3:00 p.m. | 26 ago 22 (VN).- ¿Cómo interpretar el reciente libro publicado por la Academia Pontificia para la Vida en el que se reabre el debate sobre la anticoncepción y la reproducción asistida? Vida Nueva entrevistó a Rodrigo Guerra, miembro ordinario de la Pontificia Academia para la Vida y de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, quien ofrece algunas claves para reflexionar sobre la cuestión. Días antes, Francisco en la conferencia de prensa en el avión de regreso de Canadá, planteaba que “la verdadera doctrina para avanzar, no debe ser tranquila” y respaldó el debate abierto por la Pontificia Academia para la Vida.

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-Hace unos días la Pontificia Academia para la Vida, de la cual usted es miembro ordinario, publicó un libro donde pareciera que se pide una revisión de aspectos fundamentales de la moral sexual de la Iglesia católica. ¿Es el pontificado del papa Francisco, una época de revisión total del pensamiento moral y bioético cristiano?

El pontificado del papa Francisco está siendo un enorme momento de gracia. Y como todo momento de gracia, lo es también de purificación y maduración. El Papa nos está ayudando a todos a vivir una nueva asimilación del Concilio Vaticano II y esto también, sin dudas, impacta en el ámbito de la moral cristiana. El volúmen recién publicado por la Pontificia Academia por la Vida es el fruto de un encuentro académico. No más. El Papa desea que inicie una discusión que sirva para que algún día exista una profundización magisterial y pastoral. En su reciente entrevista al regresar de Canadá, el Santo Padre, ha dicho lo esencial: “el dogma, la moral, está siempre en un camino de desarrollo, pero desarrollo en el mismo sentido”.

Así las cosas, el magisterio de la Iglesia no ha cambiado en sus fundamentos y en sus certezas esenciales. En mi opinión, lo que el Papa nos pide es que entendamos todos que la teología moral necesita reaprender a mirar con mayor atención la vida real de las personas y no sólo sus aspectos normativos y formales. Este “reaprender” no es para introducir de manera tácita o explícita un cierto relativismo, un cierto proporcionalismo, o una versión modificada de la moral de situación, sino para que la teología moral, recupere su momento experiencial y pastoral, que en ocasiones se ha perdido o desdibujado.

-¿Hay un cambio de paradigma en la teología moral de la Iglesia católica?

Si aceptamos las premisas fundamentales de la teoría de los paradigmas de Thomas Khun, una consecuencia inmediata aparece: no se puede declarar un “cambio de paradigma” con seriedad cuando este está sucediendo, sino sólo cuando existe una cierta distancia histórica que permite a su vez un mínimo de distancia crítica. Dentro de unos cien años, por decir algo, sabremos si en la actualidad existe un “cambio de paradigma” en la teología moral.

Lo que sí podemos intentar argumentar es cuál podría ser un “paradigma deseable” en fidelidad a la realidad de la persona, a la realidad de los cambios culturales contemporáneos, y a la realidad de la vocación eclesial del teólogo. En Veritatis gaudium el Papa nos invita a imaginar un nuevo paradigma que responda al “cambio de época”. Este “nuevo paradigma” en buena medida habrá de nacer de una fidelidad creativa a las intuiciones del Concilio Vaticano II. La teología moral requiere, por supuesto, una mayor y mejor fundamentación bíblica; una profundización y radicalización del personalismo relacional ontológicamente fundado y no-burgués; y un replanteamiento genético desde la experiencia moral y pastoral real con todos, en especial con los más pobres, marginados y periféricos.

-¿Qué significa “radicalizar” el personalismo ontológicamente fundado y no-burgués?

“Radicalizar el personalismo” significa ahondar en su fundamentación teológica, metafísica, y en su capacidad crítica, de cara a las colonizaciones ideológicas del presente. El personalismo nació con Mounier y sus amigos, como un compromiso militante y reflexivo a favor de las personas, en especial, de los más pobres. Luego, el personalismo maduró desde la experiencia vital y reflexiva de un huérfano, sumamente pobre, que le tocó la difícil tarea de ser Arzobispo de Cracovia y luego Sucesor de Pedro: san Juan Pablo II. Cuando Paul Ricoeur intentó declarar la “muerte del personalismo” rápidamente fue desmentido a través del magisterio del papa polaco.

Basta con leer su magisterio, por ejemplo, sobre los pueblos autóctonos, sobre la importancia de desarrollar una teología de la liberación no-ideológica, sobre la presencia real de Jesucristo en los más pobres, sobre la propiedad privada gravada con una hipoteca social, sobre el cuerpo y la sexualidad, para comenzar a presentir que el verdadero Juan Pablo II requiere ser redescubierto. Las lecciones de filosofía social que impartió antes de ser elegido Papa, también son una incómoda sorpresa para quienes desean verlo unilateralmente alineado a ciertas “derechas”, en el contexto de la guerra fría. Este tipo de personalismo, con una fuerte impronta social, no disminuye en su carácter profético, por su también honda fundamentación metafísica, porque la verdadera metafísica, no es la que de manera puramente formal juguetea con el concepto abstracto de “ser” sino la que inicia y termina pensando la estructura de lo concreto e histórico en cuanto tal.

-Pero, ¿radicalizar el personalismo no implica abordar nuevos temas?

“Radicalizar el personalismo” implica entender algo que está más allá de la “teoría de los paradigmas” y que está más cerca de Imre Lakatos: la maduración del pensamiento cristiano se realiza cuando existe un esfuerzo inter-generacional, de una comunidad de personas, que aprenden a realizar un “programa de investigación” a largo plazo. Trabajar intelectualmente de manera solitaria nunca es bueno. Lo mejor es cultivar el diálogo, el encuentro y la interdisciplina. Con un ambiente comunitario así, es posible afrontar nuevos temas y expandir el horizonte, sin traicionar lo esencial.

-¿Es posible ir más allá de la Humanae vitae en estos tiempos?

En marzo de 2018, monseñor Vincenzo Paglia y monseñor Pierangelo Sequeri visitaron el Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV), en México. Juntos ofrecimos un curso intensivo sobre Amoris laetitia, afrontando todas las dudas y objeciones. Al final, recuerdo una conversación que mantuvimos justamente sobre la necesidad de “volver a escribir la Humanae vitae”. No para negar sus fundamentos y afirmaciones esenciales, sino para profundizar en sus aplicaciones y enfoque pastoral, por ejemplo, a la luz de Amoris laetitia. La Humanae vitae de Paulo VI, en cierto sentido, fue una denuncia profética que se visibilizó en toda su verdad, sólo muchos años después de ser publicada. Siempre recuerdo con admiración como Max Horkheimer, uno de los padres de la escuela crítica de Frankfurt, defendió este documento pontificio por su aguda denuncia de la racionalidad instrumental que habita en la mentalidad anticonceptiva y abortista.

Hoy sería muy bueno, volverla a escribir tomando en cuenta las nuevas investigaciones, por ejemplo, sobre métodos naturales, el avance de las legislaciones a favor del aborto, y las dificultades que poseen las personas reales al momento de llevar a la práctica la enseñanza moral de la Iglesia. Con una visión complexiva, seguramente la Iglesia daría un nuevo impulso a la verdad y a la belleza sobre el uso de métodos naturales, pero insistiendo en lo decisivo, que es una pedagogía adecuada para los mismos. Así mismo, con una visión más complexiva y actualizada, seguramente, se podrían ofrecer criterios renovados para los confesores, para que sin claudicar a la verdad, siempre la anuncien con caridad, paciencia y misericordia, particularmente en el arduo tema de la anticoncepción o de la atención médica a parejas infértiles.

-¿Qué opinión le merece el “texto base” a partir del cual la Academia para la vida organizó la discusión en el seminario sobre ética teológica de la vida?

Como todo esfuerzo académico realizado a muchas manos, el llamado “texto base”, es un escrito heterogéneo, con algunas virtudes y numerosos límites. El equipo que lo preparó fue integrado por algunos amigos altamente cualificados de acuerdo a los estándares académicos, pero todos pertenecientes al primer mundo europeo, cosa que se nota por los cuatro costados (Casalone, Chiodi, Dell’Oro, Guenzi, Pelletier, Sequeri, Thiel, Thomasset). Es muy común, por otro lado, este fenómeno. En Europa frecuentemente se parte de la premisa que el pensamiento y la reflexión profundas en materia teológica se realizan en universidades e institutos europeos.

La teología realizada desde la experiencia pastoral latinoamericana, desde la inmersión en el camino del pueblo que defiende la vida, y desde la opción voluntaria por la vida en pobreza, es vista como si fuera una realidad “menor”. La bioética personalista, con fuerte sentido social, cultivada en la UCA de Argentina, en la PUC chilena, en el CISAV de México, y en tantos otros lugares de América Latina, muchas veces ni se atiende ni se entiende en las atmósferas europeas. Recuerdo cómo hace años tuve la experiencia de dialogar con algunos “especialistas” en “teología moral” europeos que interpretaban la alegría de muchos de los matrimonios y las familias pobres latinoamericanos a vivir su sexualidad conforme a la enseñanza de la Iglesia, como un signo de subdesarrollo y falta de “ilustración”. Su servidor está convencido que hay muchas cosas que mejorar en la enseñanza de la Iglesia, sin embargo, la “mejora” supone abrazar el tesoro recibido y reproponerlo en lo que posee de verdadero, en el nuevo contexto cultural contemporáneo.

La auténtica “fidelidad creativa” es continuidad, profundización y ampliación, sin ruptura, respecto del magisterio anterior. Para “mejorar” los contenidos de la enseñanza de la Iglesia en materia de bioética, más que buscar ser “trendy” es necesario ser fiel. Fiel a la verdad natural y revelada; fiel al rigor teológico-filosófico-científico; fiel al camino del pueblo en el que he aprendido la fe; fiel a la Iglesia real que me precede, me rebasa y me sorprende, cuando la vivo como comunión y sinodalidad efectivas; fiel al testimonio de los santos que me ayudan a interpretar el significado teológico del actual momento histórico.

-¿Qué cosas positivas aporta el “texto base”?

El “texto base” señala un conjunto de problemas verdaderos. Por ejemplo, la necesidad de mejorar las argumentaciones de la “ley natural”, que en ocasiones caen ya sea en un biologicismo, ya sea en un racionalismo formalista. Tu servidor escribió hace años un libro sobre la necesidad de avanzar hacia un “iuspersonalismo” que supere planteamientos inadecuados sobre lo que ha de entenderse por “natural” en la “ley natural” (R. Guerra, “Afirmar a la persona por sí misma”, CNDH, México 2003). Lamentablemente, la discusión sobre estos asuntos, ha caído, en mi opinión, en un cierto “impasse” postmoderno. La superficialidad y el “bluff” académico abundan. Los “influencers” ultraconservadores siembran rigorismo desde un pensamiento débil, y estimulan reacciones liberales, sumamente apasionadas, muchas veces grotescas, pero igualmente “light”.

Otra cuestión importante, es la necesidad de tener una comprensión más acertada de la dimensión histórica de la condición humana. Este tema me es muy querido. El aporte cristiano para el descubrimiento de la “Historia” en su sentido fuerte no ha sido suficientemente reivindicado. La Historia nos fue expropiada por el pensamiento hegeliano y sus derivaciones. El pensamiento cristiano, tanto filosófico como teológico, tiene que recuperar la Historia para sí. Pero esta recuperación, nuevamente, no puede realizarse desde un pensamiento ontológicamente debilitado que declara a priori que el último horizonte de comprensión es el contexto. Eso es claudicar. Eso significa inmanentizar nuevamente la Historia. La presencia de lo Absoluto en lo relativo, de lo Eterno en lo temporal, del Todo en el fragmento, no sólo es parte del mejor patrimonio intelectual cristiano sino la clave fundamental para valorar positivamente la Historia de la Iglesia latinoamericana, su peculiar ser-barroco, y su aporte a la Iglesia universal.

LEER. Entrevista completa a Rodrigo Guerra

 

Francisco: “El dogma, la moral, está siempre en vías de desarrollo”

En el vuelo de regreso de Canadá, Francisco plantea que “la verdadera doctrina para avanzar, no debe ser tranquila” y respalda el debate abierto por la Pontificia Academia para la Vida. No se cierra a posibles cambios al magisterio vinculado al uso de los anticonceptivos. “Se trata de algo muy puntual. Pero sabed que el dogma, la moral, está siempre en vías de desarrollo, pero en un desarrollo en el mismo sentido”, expuso Francisco al ser preguntado si está abierto a una reevaluación de la doctrina en esta materia. “Para el desarrollo teológico de una cuestión moral o dogmática, hay una regla que es muy clara y esclarecedora”, dijo a continuación.

Al ahondar en la cuestión, se remitió al monje francés de Vicente de Lerins, que mantenía que “la verdadera doctrina para avanzar, para desarrollarse, no debe ser tranquila, se desarrolla y se consolida con el tiempo, se expande y se consolida y se hace más firme pero siempre progresando”. De esta manera, Francisco avaló un reciente congreso vaticano promovido por la Pontificia Academia sobre la Vida en el que se debatió sobre la anticoncepción. “Han cumplido con su deber, porque han tratado de avanzar en la doctrina, pero en sentido eclesial, no fuera, como dije con aquella regla de San Vicente de Lerins”. “Entonces el Magisterio dirá, sí es bueno o no es bueno”, dejó en abierto.

Al hilo de esta cuestión, compartió que “una Iglesia que no desarrolla su pensamiento en sentido eclesial es una Iglesia que va hacia atrás, y este es el problema hoy”. Fue en este punto cuando lanzó un dardo para los “tradicionalistas” a los que rebautizó como “indietristas”, a los que definió como aquellos que “van hacia atrás, sin raíces: siempre se ha hecho así, en el siglo pasado se hizo así”. “Y el indietrismo es un pecado porque no va con la Iglesia”, subrayó, acusándoles de estar siempre “cerrados”: “Si concibes la tradición cerrada, esa no es la tradición cristiana”.

LEER. Releer la ética teológica de la vida

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Fuentes

Extracto de entrevista publicada en la revista Vida Nueva (2) / Foto: Eric Thayer (Getty Images)

Puntuación: 5 / Votos: 3

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