Actualmente, el modelo más usado es el llamado VaR (Value at Risk, por sus siglas en inglés) o Valor en Riesgo. El concepto de dicha metodología, proviene de la necesidad de cuantificar con determinado nivel de significancia o incertidumbre el monto o porcentaje de pérdida máxima que un portafolio enfrentará en un período predefinido de tiempo. El atractivo de esta medida es que puede expresar el riesgo como un solo número y en términos monetarios [1]. Es por ello que los administradores de riesgo de los bancos, generalmente, la usan como insumo básico para el reporte de riesgo al Directorio. Sin embargo, el VaR tiene varias limitaciones que deben tomarse en cuenta, siendo la principal la de no considerar la posibilidad de eventos extremos [2] y la de no medir el riesgo de liquidez, el cual es uno de los principales componentes de la actual crisis financiera.
Luego de lo ocurrido en los mercados financieros, pude decirse que la dependencia sobre un modelo matemático no es saludable. Por ello, se debe tomar dichos modelos solo como una herramienta complementaria al juicio profesional, la experiencia y el control de riesgo mediante el seguimiento diario de ganancias y pérdidas; además de una actualización de la metodología del VaR.
[1] Por ejemplo, si se tienen US$ 50 millones como resultado del cálculo del VaR semanal al 99% de confianza, significa que durante el transcurso de la siguiente semana, existe un 99% de probabilidad que dicho portafolio no perderá más de US$ 50 millones
[2] Por ejemplo, eventos incluidos en el 1% no considerado en el ejemplo anterior. Ver N. N. Taleb (2007) “The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable”