El Banco Central decidió mantener su tasa de interés de referencia en 3% anual para las operaciones interbancarias. Con esta decisión, el BCRP suma su séptimo mes consecutivo sin variar la tasa de referencia, la cual viene sustentada en un crecimiento de la economía durante los últimos meses y con perspectivas a mantener esa tendencia en el mediano plazo; así como, en un nivel anual acumulado de inflación de 1,1% (deflación en setiembre de -0,09%) que ubicaría a este indicador a fin de año alrededor del rango inferior de la meta (1,5%).
Las consecuencias de esta medida pueden apreciarse en diferentes frentes. Por un lado, el tipo de cambio de las últimas semanas podría mantenerse sin presiones, puesto que ni se restringe (con una subida de la tasa de referencia) ni se incrementa (con una bajada de la tasa de referencia) la demanda por nuevos soles.
Cabe agregar que al igual que el año pasado, el BCRP usará las herramientas disponibles de política cambiaria para que la tasa de inflación se ubique dentro del rango permitido. El año pasado la meta era no superar el rango superior de inflación (a través de intervenciones en el mercado cambiario que tuvo como consecuencia una tendencia depreciatoria del dólar), mientras que este año la intervención del BCRP disminuirá para evitar que la inflación quede por debajo del rango inferior permitido. Sin embargo, a diferencia del año pasado, la situación económica internacional era diferente.
Actualmente, los constantes incrementos de las tasas de interés de fondos federales de la Reserva Federal de los EEUU estarían limitando la discrecionalidad en el uso por parte del BCRP de la tasa de interés referencial como una herramienta que limite la demanda por nuevos soles.
Por otro lado, el mercado de capitales suele ser un lugar común que se ve afectado por las decisiones sobre la tasa de interés de referencia. Sin embargo, contra esto juegan -entre otros- dos factores principales: la excesiva liquidez y la concentración en manos de grandes inversionistas institucionales locales. La corrección a este problema involucra la mayor profundidad que pueda tener el mercado de capitales en la economía (mayores emisiones), acompañado de una relajación en la regulación de inversiones para que los inversionistas institucionales puedan desconcentrar sus recursos en otras alternativas internas o externas.