Oppenheimer: ¿Podrá aportar al desarme nuclear?
8:00 a.m. | 26 ago 23 (OSV/NCR).- La película biográfica “Oppenheimer” narra el desarrollo progresivo, el montaje, las pruebas y la detonación de la primera bomba atómica del mundo, que condujo al lanzamiento de dos bombas de este tipo sobre Japón en el ocaso de la Segunda Guerra Mundial. Activistas antinucleares han mostrado cierto optimismo, ya que podría reactivar la reflexión y acción de poblaciones que parecen haber olvidado la devastación de este armamento. Para los católicos, con mucha atención en la historia y en el pensamiento del protagonista (J. Robert Oppenheimer), nos da la oportunidad de difundir la injusticia de las armas nucleares.
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El Boletín de los Científicos Atómicos estima que los bombardeos nucleares estadounidenses sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente, mataron entre 110.000 y 210.000 personas. Ese amplio margen en la cifra se atribuye tanto al registro incompleto de las propias ciudades como a la magnitud de la destrucción.
En el retrato de la película “Oppenheimer” que interpreta el actor Cillian Murphy, el físico teórico J. Robert Oppenheimer -a menudo llamado “el padre de la bomba atómica”- describe la nueva arma como “una terrible revelación del poder divino”. De hecho, la película ofrece una oportunidad para que los expertos católicos en pacificación y la enseñanza moral de la Iglesia, comúnmente etiquetada como “doctrina de la guerra justa”, involucren al público ante los peligros físicos y espirituales actuales que plantea esta invención que nos puede llevar a la destrucción del mundo.
“El uso de armas nucleares sería casi siempre -especialmente si son armas estratégicas- desproporcionado e indiscriminado”, explicó monseñor Stuart Swetland, teólogo moral y presidente del Donnelly College de Kansas City, Kansas. Graduado en física por la Academia Naval de Estados Unidos, Swetland pasó los veranos como guardiamarina en patrullas de disuasión a bordo de submarinos nucleares con capacidad para portar armas nucleares. Su uso, dijo a OSV News, “sería imposible que pase el filtro de cualquier lectura de la teoría de la guerra justa, porque no sería proporcional al objetivo que se intenta alcanzar, de paz con justicia”.
Además, Swetland dijo que “sería indiscriminada, no discriminaría entre combatientes y no combatientes”. Por tanto, según ambos criterios de guerra justa en el análisis del jus in bello, el uso de armas nucleares estratégicas sería siempre inmoral”. Jus in bello -que en latín significa “(conducta) correcta en la guerra”- indica los límites morales de la conducta justificable durante un conflicto.
La justificación estratégica del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki -que evitó una costosa invasión terrestre que los planificadores militares estadounidenses estimaron en 800.000 muertos estadounidenses y entre 5 y 10 millones de japoneses- es filosóficamente errónea, según monseñor Swetland. “Es un pensamiento consecuencialista decir: ‘Tuvimos que hacer este gran mal de destruir ciudades y toda su población’ -que es un acto objetivamente malo- ‘para evitar que tuviéramos que hacer una invasión terrestre’. Sólo puedes justificar ese tipo de razonamiento moral si eres un utilitarista, no si eres un cristiano católico”.
Resulta que el U.S. Strategic Bombing Survey en su informe de junio de 1946, “Los efectos de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki”, concluyó que Japón se habría rendido antes del 31 de diciembre de 1945, sin los bombardeos atómicos o una invasión.
El Catecismo de la Iglesia católica esboza los parámetros morales de la “guerra justa” (ver aquí el número 2309), es decir, la “legítima defensa por la fuerza militar”, estipulando varias condiciones, entre ellas que el daño causado por un agresor debe ser “duradero, grave y cierto”; todas las demás formas de poner fin a un conflicto deben haber fracasado; las perspectivas de éxito “deben ser reales”; y “el uso de las armas no debe producir males y desórdenes más graves que el mal que se quiere eliminar”. El catecismo añade: “El poder de los medios modernos de destrucción pesa mucho a la hora de evaluar esta condición”.
En 2022, el Papa condenó tanto el uso como la posesión de armas nucleares como inmorales. Y aunque en los últimos tiempos hay un creciente tendencia a posicionar la noción de paz justa y no violencia como la alternativa para los cristianos (en lugar de la guerra justa), a la que Francisco se ha comprometido, también ha afirmado la importancia del “derecho a defenderse”, pero sugirió una reevaluación de cómo se utiliza el concepto de guerra justa en favor del diálogo constructivo para resolver conflictos.
“Creo que ha ido evolucionando en esta dirección -a través de la Era Atómica desde Pablo VI en adelante- que la Iglesia ve exactamente esta ominosa realidad de las armas nucleares, y que son, por su propia naturaleza, instrumentos indiscriminados de aniquilación masiva”, dijo a OSV News David Cortright, profesor emérito del Instituto de Estudios para la Paz Internacional de la U. de Notre Dame. “No hay forma de que puedan encajar dentro de las categorías de la enseñanza de la guerra justa”.
La Iglesia católica tiene un amplio historial de enseñanzas sobre la guerra y las armas nucleares, incluyendo la encíclica papal de San Juan XXIII de 1963, Pacem in Terris; la Constitución Pastoral del Concilio Vaticano II de 1965 sobre la Iglesia en el Mundo Moderno (Gaudium et Spes); la carta pastoral de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. de 1983 “El Desafío de la Paz: La promesa de Dios y nuestra respuesta”; y docenas de otros pronunciamientos oficiales. Más recientemente, el Arzobispo John C. Wester de Santa Fe, Nuevo México, que está realizando una Peregrinación de Paz a Japón del 31 de julio al 12 de agosto con el Arzobispo Paul D. Etienne de Seattle, escribió una carta pastoral en 2022, “Vivir a la luz de la paz de Cristo: Una conversación hacia el desarme nuclear”.
“Se nos dijo -y esto es parte de lo que Oppenheimer creía- que las armas nucleares harían obsoleta la guerra; que reduciría la guerra entre las grandes potencias y en el mundo”, dijo Cortright. “Pero es evidente que no ha tenido ese efecto. Y en muchos aspectos, se convierte en un escudo que permite a un Estado -como Rusia, con muchas armas nucleares- amenazar”, dijo. “Pase lo que pase con la guerra (Rusia-Ucrania), debe haber algún escrutinio sobre el papel de las armas nucleares en las relaciones internacionales”.
El informe “2023 Estimated Global Nuclear Warhead Inventories” de la Asociación para el Control de Armas informa de que “los estados con armas nucleares del mundo poseen un total combinado de más de 12.500 cabezas nucleares, 9.600 ojivas están en servicio militar, y el resto a la espera de ser desmanteladas”. Cerca del 90% pertenecen a Rusia y Estados Unidos. Estados Unidos tiene 5.244 misiles nucleares; Rusia, 5.889; China, 410; Francia, 290; Reino Unido, 225; Pakistán, 170; India, 164; Israel, 90 (aunque este país nunca ha confirmado su capacidad nuclear); y Corea del Norte, 30.
El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares -el primer acuerdo internacional jurídicamente vinculante para prohibir y finalmente eliminar las armas nucleares- entró en vigor el 22 de enero de 2021. Pero sólo 92 países de los 193 miembros de la ONU lo han firmado. Ni Estados Unidos ni Rusia son signatarios. Monseñor Swetland observó que, aunque en las últimas décadas se han realizado progresos encomiables en materia de desarme, “seguimos basando nuestra seguridad -que en mi opinión es una cuasi paz, en el mejor de los casos- en una estructura de pecado muy, muy inmoral”.
“Es inmoral amenazar con hacer lo que sabes que es inmoral hacer”, explicó. “Por eso la teoría de la disuasión -tal como se practica actualmente- se basa en una estructura de pecado”. También se desvía una enorme cantidad de recursos del desarrollo humano al mantenimiento de los arsenales nucleares. “Parte del problema es económico, porque con la guerra se venden armas, lo que genera beneficios”, afirma Johnny Zokovitch, director ejecutivo de Pax Christi USA, el movimiento católico internacional por la paz fundado tras la Segunda Guerra Mundial.
“Así que existe este poderoso motor económico detrás de nuestra fabricación de armas, especialmente aquí en Estados Unidos. Nuestra exportación número uno son las armas de guerra”, dijo Zokovitch a OSV News. “Tenemos tal cantidad de dinero invertido en el paradigma actual de la disuasión nuclear y las armas nucleares que está impulsado por la cuestión económica”. Sin desarme ni vigilancia, el riesgo obviamente persiste.
“Oppenheimer” plantea cuestiones sobre armas nucleares
Tras haber hecho esfuerzos durante décadas para arrojar más luz sobre el aterrador poder y las catastróficas repercusiones de las armas nucleares, algunos activistas ven en la película una oportunidad sin precedentes. Nunca antes se habían presentado seriamente en una película cuestiones relacionadas con las armas nucleares ante un público mundial. El presupuesto de “Oppenheimer” se estima entre 100 y 135 millones de dólares. Esto la convierte en una de las películas biográficas más caras jamás realizadas.
Pero el cauto optimismo de que la película pueda despertar una sensibilidad parece frágil. Se enfrenta a formidables intereses financieros y políticos. Sin embargo, el mayor reto quizás sea superar la indiferencia generalizada, la complacencia y la ignorancia voluntaria. Al público estadounidense parece no importarle -o, al menos, no importarle lo suficiente como para obligar a sus líderes a cambiar de rumbo- incluso cuando el panorama actual aumenta los riesgos de una guerra nuclear global.
La complacencia actual hacia las armas nucleares, incluida su continua creación y almacenamiento, es fácilmente explotable. Esto es especialmente cierto cuando gran parte de la información es de naturaleza científica. ¿Qué sabe realmente el público sobre la fuerza explosiva de la fisión nuclear? ¿O las complejidades de mantener en condiciones de seguridad los arsenales de armas nucleares cuando los componentes se mantienen en estado de alerta? ¿O los efectos letales de la radiación atmosférica persistente tras un intercambio de armas nucleares? ¿O la relación entre la radiación global y el invierno nuclear? La lista podría continuar.
Los intereses creados funcionan para perpetuar la carrera armamentística nuclear. Miles de millones de dólares están en juego. Mientras tanto, los medios de comunicación masiva rara vez hablan del presupuesto militar de Estados Unidos. Si todo va según lo previsto, Estados Unidos gastará 634.000 millones de dólares en nuevas armas nucleares y sistemas de despliegue para finales de esta década, una media de más de 60.000 millones de dólares anuales, según la Oficina Presupuestaria del Congreso.
Hace cuarenta años, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos publicó una carta pastoral sobre la guerra y la paz titulada “El desafío de la paz: La promesa de Dios y nuestra respuesta”. En la carta, los obispos ofrecían lo que llamaban “una aceptación moral estrictamente condicionada en favor de la disuasión”, pero sólo como un “paso en el camino hacia un desarme progresivo”. Unos 60.000 millones de dólares anuales no se parecen mucho a un desarme progresivo. El papa Francisco ha sido más directo. Ha condenado el uso e incluso la posesión de armas nucleares. “Si también tenemos en cuenta el riesgo de una detonación accidental como resultado de un error de cualquier tipo, la amenaza de su uso, así como su posesión misma, debe ser firmemente condenada”, dijo en una reunión en el Vaticano en diciembre de 2017.
Algunos activistas por la paz han expresado su decepción porque la película “Oppenheimer” no trata adecuadamente el sufrimiento y la muerte que las bombas atómicas de agosto de 1945 causaron en Hiroshima y Nagasaki. Otros han expresado su preocupación por que el hecho de que la película se centre en los logros científicos pueda eclipsar el verdadero horror de las armas nucleares. Sin embargo, se sienten animados por el impresionante y convincente retrato que hace la película de la ciencia que hay detrás de la bomba y de las cuestiones morales que planteó su creación.
VIDEO. Francisco y la guerra justa
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Fuentes
OSV News / National Catholic Reporter / Videos: IGN Latinoamérica – Canal Once / Imagen: El Tiempo Latino