Ucrania: esfuerzos de la Iglesia, paz y cercanía con refugiados

10:00 p.m. | 9 mar 22 (CNS/CX).- Los cardenales Konrad Krajewski y Michael Czerny llegaron a Leópolis y Beregove, respectivamente, en Ucrania con una misión encomendada por el Papa: llevar alivio y esperanza. Ambos han apoyado la labor en puntos de encuentro de miles de migrantes. Y desde la Santa Sede, el cardenal Parolin, Secretario de Estado, insiste en su disponibilidad para cualquier mediación. Sumados a los esfuerzos pastorales y diplomáticos del Vaticano, diversas voces católicas desde la teología aportan al diálogo sobre la búsqueda de la paz y la respuesta ante agresiones como en el actual conflicto.

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Cardenales llegan a Ucrania en misión de esperanza

Dos cardenales llegaron a destinos distintos con una misión encomendada por el Papa: llevar alivio, esperanza y ánimo a los afligidos ucranianos. El cardenal polaco Konrad Krajewski, limosnero papal, llegó a la ciudad ucraniana occidental de Lviv el 8 de marzo y se reunió con el arzobispo de Kyiv-Halych, Sviatoslav Shevchuk, jefe de la Iglesia católica ucraniana, y con el arzobispo Mieczyslaw Mokrzycki, jefe de la archidiócesis de rito latino de Lviv. El padre Andriy Soletskyy, portavoz del arzobispo Shevchuk, dijo a Catholic News Service que el arzobispo viajó para ayudarle al cardenal a cumplir la misión que el Papa le había encomendado. Eso puede incluir llegar a Kiev “si es posible”. Sin embargo, dijo, por la seguridad tanto del cardenal como del arzobispo, la Iglesia no compartirá detalles de cómo o cuándo viajan.

Lviv no ha sido bombardeada, “gracias a Dios”, dijo el padre Soletskyy, pero la ciudad, en el oeste de Ucrania, se está viendo desbordada por las personas desplazadas que se reúnen allí para intentar conseguir a alguien que los lleve, trenes o autobuses a Polonia, Hungría o Rumanía. La gente está durmiendo en fila en la estación de tren y todas las iglesias se han abierto como refugio. Pero como la población de Lviv se ha duplicado en las últimas dos semanas, dijo, la capacidad de albergar y alimentar a todos se está volviendo crítica.

“Estoy en los alrededores de Leópolis, por razones de seguridad no diremos dónde”, dice el cardenal. “Aquí es donde llegan las grandes ayudas de la Comunidad Europea a través de Polonia. Todo se descarga en grandes depósitos y de aquí salen los camiones hacia Kiev, hacia Odessa, hacia el sur del país”. La buena noticia, dice Krajewski con satisfacción, es que “toda esta ayuda sigue llegando a su destino, a pesar de los bombardeos”. Y es en este sentido, que el apoyo del Papa ha sido especialmente práctico: “Aquí tienen dificultades para encontrar gasóleo y por eso, a través de la Limosinería, el Santo Padre ha pagado muchos viajes de los camiones, de los grandes camiones que traen la ayuda humanitaria a Ucrania”.

Según la Iglesia católica ucraniana, Krajewski iba a visitar varios centros de servicios sociales y hoy ha participado en un servicio de oración conjunto con “representantes del Consejo de Iglesias de Ucrania y organizaciones religiosas”. Antes de su llegada a Ucrania, Krajewski se reunió con voluntarios de Cáritas que ayudan a los refugiados en varias ciudades polacas cercanas a la frontera con Ucrania.

 

Por su parte, el cardenal Michael Czerny, presidente interino del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, llegó a Budapest, Hungría, el 8 de marzo y visitó la estación de tren de Keleti, donde se reunió con los voluntarios de Cáritas y les agradeció su trabajo. También se reunió con refugiados que huyeron de la violencia en Ucrania. “La Santa Sede, está dispuesta a todo, a ponerse al servicio de esta paz”, comentó Czerny el día que llegaba a Budapest. “Viajo para ver de primera mano cuál es la situación. Espero ser capaz de llevar algo de ayuda material, pero sobre todo voy para reunirme con la gente, para estar con ellos… estar cerca de su pueblo, de sus hijos que sufren, es la forma que Dios ha escogido para entrar en la historia del mundo”, agregó.

Según el gobierno local, todos los días desde hace dos semanas, la estación de tren de Budapest recibe entre 2.000 y 2.500 nuevos refugiados. La mayoría de ellos son acogidos por Cáritas Hungría, la Orden de Malta y otras organizaciones caritativas relacionadas de alguna manera con la Iglesia católica u otras religiones. El gobierno ha ofrecido a los que huyen de la guerra manutención durante al menos tres meses, pero los refugiados no quieren permanecer demasiado tiempo en Hungría: Polonia, Italia y, sobre todo, Alemania son los destinos más buscados, por las oportunidades de trabajo o porque allí viven familiares.

“Lo que llama la atención es que las grandes dificultades que tenía la gente, sobre todo en términos de inseguridad, estaban todas dentro de Ucrania, por la violencia, los bombardeos, las carreteras atestadas y la falta de combustible”, dijo Czerny. “Todas las dificultades asociadas a la huida para salvar la vida. Luego las largas esperas en la frontera, a veces de días, por el tiempo que tarda cada persona, cada familia que intenta salir”. Sin embargo, una vez que la gente llega a Hungría, “tengo la impresión de que la respuesta ha sido bien organizada, y que hay una buena cooperación entre la iglesia y sus organizaciones, y el Estado, es decir, las instalaciones o los medios que el Estado ofrece”

El miércoles 9, Czerny cruzó la frontera, acompañado de dos sacerdotes dedicados a la atención pastoral de los migrantes, y llegó a Beregove, un pueblo de Transcarpacia que se salvó de las bombas, pero que se ha convertido en uno de los principales puntos de encuentro de los refugiados. Los presentes pidieron que agradeciera al Papa su visita y por “haber hecho sonar la campana de la pequeña Ucrania en el Vaticano”. Czerny explicó que hay dos personas que llegaron al país sitiado: él y el cardenal Krajewski. “Es una doble respuesta, una de caridad inmediata y otra de desarrollo humano integral a largo plazo”, sostuvo.

“Sería triste responder a la emergencia y luego volver a la vida pobre y desarticulada que tantos viven y sufren en este mundo”, añadió el cardenal, “después de esta pesadilla no queremos volver a lo de antes, sino salir mejor como seres humanos”. A continuación, el jefe del Dicasterio fue presentado con algunos de los refugiados acogidos. Esto en un internado de nombre largo y complejo, pero bien podría haberse llamado Fratelli tutti (“Hermanos todos”), ya que reúne los esfuerzos de católicos, greco-católicos, católicos romanos, protestantes y reformados.

ENLACE. Secretario de Estado Vaticano insiste en su disponibilidad para cualquier tipo de mediación

Teólogos católicos dialogan sobre la paz y la respuesta a las agresiones

Los teólogos morales católicos condenan unánimemente la invasión rusa de Ucrania. “La guerra en Ucrania es una catástrofe espiritual, humana y ecológica”, dijo Eli S. McCarthy, un activista por la paz en los Estudios de Justicia y Paz de la Universidad de Georgetown. Esta opinión la comparten tanto los pacifistas católicos como los seguidores de la teoría de la guerra justa. Coinciden en que no hay justificación para la invasión. Los combates deberían detenerse y las tropas rusas deberían volver a casa. Donde los moralistas católicos comienzan a discrepar es en los medios apropiados para responder a la invasión. Los defensores de la paz, como McCarthy, creen que una respuesta violenta empeorará las cosas. Lamenta el hecho de que “no hemos formado adecuadamente a la gente en el conflicto no violento, la resistencia y la defensa con participación civil”. Pero ve signos de esperanza. Escribió:

“Se están activando una serie de formas de resistencia creativas, valientes y no violentas que podrían ser ampliadas por los ucranianos y otros: bloqueo de convoyes y tanques… fraternización con los soldados rusos para bajar la moral y estimular las deserciones, ayuda humanitaria y atención a los refugiados, evacuaciones, declaraciones públicas de los principales líderes políticos, reducción del flujo de dinero al agresor (por ejemplo, a través de los bancos, los medios de comunicación, el comercio, los combustibles fósiles, etc.), apoyando a los manifestantes contra la guerra en Rusia, interrumpiendo los sistemas tecnológicos del agresor, frenando la desinformación, creando coaliciones, activando a los principales líderes de la sociedad civil (religiosos, deportistas, empresarios), por ejemplo, 100.000 rusos de diversos sectores han firmado peticiones para poner fin a la guerra, rusos cercanos al ejército y al Ministerio de Asuntos Exteriores, en la industria petrolera rusa y multimillonarios, se han pronunciado contra la guerra”.

McCarthy cita al Papa Francisco, que en la Jornada Mundial de la Paz de 2017 dijo: “La violencia no es la cura para nuestro mundo fracturado. Responder a la violencia con más violencia conduce, en el mejor de los casos, a migraciones forzadas y a un enorme sufrimiento, porque se desvían enormes cantidades de recursos hacia fines militares y se alejan de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos y de la gran mayoría de las personas de nuestro mundo. En el peor de los casos, puede conducir a la muerte, física y espiritual, de muchas personas, si no de todas”.

Pero los pacifistas no son los únicos que cuestionan una respuesta armada a la invasión rusa. La teoría de la guerra justa no respalda la respuesta violenta a una guerra, ni siquiera la defensiva, si no hay posibilidad de ganarla. “Dada la enorme fuerza del ejército ruso, parece inevitable que Rusia acabe tomando el control militar de Ucrania”, argumenta John Sniegocki, director de Estudios de Paz y Justicia de la Universidad Xavier de Cincinnati. “El uso de la violencia puede retrasar ligeramente la toma de posesión rusa”, añadió, “pero no la evitará. Costará muchas vidas en el proceso, tanto las vidas de los ucranianos, que podrían haber desempeñado potencialmente un papel importante en la posterior resistencia civil masiva no violenta, como las vidas de los soldados rusos, la mayoría de los cuales son reclutas, no quieren estar allí y son ellos mismos víctimas de esta situación injusta”.

Armar a los civiles en una lucha a muerte, coinciden los defensores de la guerra justa, no puede justificarse moralmente, ya que muchos morirán sin muchas esperanzas de éxito. “Creo que la alternativa de la defensa/resistencia civil, combinada con serias sanciones económicas, debe ser considerada como una opción realista y ética”, dijo Ron Pagnucco, autoproclamado defensor de la guerra justa y profesor de estudios sobre la paz en la Universidad de St. Benedict. “Los controles se pueden imponer por medios no violentos, lo que dificulta el dominio ruso”.

Otros, como David DeCosse, del Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Santa Clara, está “conmovido por los ejemplos de no violencia que se dan ahora en Ucrania y persuadido por la sabiduría y la promesa del marco de la paz justa”. Pero DeCosse vacila en decir “hasta dónde llevamos la suposición de que la violencia engendra más violencia”. Cree que “suele ser así. Pero también me pregunto si hay algunas situaciones en las que la única forma de salir del ciclo de la violencia es la violencia en aras de la justicia”.

Gerald Beyer, profesor asociado de ética cristiana en la Universidad de Villanova, coincidió en que la resistencia no violenta ha sido notable, que las sanciones económicas son cruciales y que la acción militar “conllevará una horrible pérdida de vidas”. “Pero si Rusia logra sus objetivos -y creo que lo haría sino fuera por la resistencia militar junto con otras medidas- toda una nación desaparecerá del corazón de Europa (una vez más)”. Cita a expertos rusos que anticipan que el presidente ruso Vladimir Putin probablemente no se detendrá en Ucrania. Beyer pide “más ayuda militar de la OTAN y la UE (que ya están avanzando) para ayudar a los valientes y decididos ucranianos”.

Incluso los que predican la no violencia reconocen que los peligros a los que se enfrentan los ucranianos no ofrecen a muchos de ellos una opción. “Me doy cuenta de que quienes se enfrentan a esta horrenda situación pueden sentir que la violencia es su única opción, y no les juzgaría por ello”, dijo Sniegocki. “Sin embargo, creo que es importante que se aborden estas cuestiones más amplias, y que se reflexione tanto sobre el poder de la acción no violenta como sobre la centralidad de la no violencia en las enseñanzas de Jesús”.

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Fuentes

Catholic News Service / Religion News Service / Crux / Vatican News (2) / Videos: Rome Reports / Foto: Aleteia

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