La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), publicó recientemente su “Estudio Económico y Social 2007”, donde se señala que la población con más de 80 años se quintuplicaría hacia el 2050; lo que significará, para los países, destinar el 1% del PIB anual a los sistemas de pensiones y salud. De otro lado, el envejecimiento de la población supondría la reducción del porcentaje de la población en edad laboral y la disminución de la fuerza de trabajo; situación que, de acuerdo al informe, ya estaría sucediendo en muchos países en desarrollo a un ritmo más rápido que el que se registró en los países desarrollados.
El sistema socio-económico de los países en general y el desarrollo demográfico (fertilidad, mortalidad, migración, envejecimiento, etc) supone grandes interrelaciones que suceden tanto en el sector real de la economía[1], en el sector financiero[2], como en el sector político, social y medioambiental[3]. Asimismo, el envejecimiento refleja el progreso humano, como resultado de una mayor longevidad y menor mortalidad, pero también supone desafíos tales como: i) una fuerza laboral más reducida que puede afectar el crecimiento económico, ii) la confrontación de los sistemas de pensiones de vejez y de cuidado de la salud, en un escenario de crecimiento del envejecimiento de la población, y iii) medidas para contrarestar el nuevo escenario demográfico.
A nivel regional, el envejecimiento será más rápido en los países en desarrollo; situación que puede agravar aun mas las desigualdades que ya afectan a las personas mayores tanto en la inseguridad de ingresos como en los servicios de salud principalmente. Por ello la importancia de planificar sistemas de salud y de pensiones de la vejez que garanticen un crecimiento económico sostenible. A nivel global, es poco probable que la migración internacional sea una solución a la reducción de la fuerza de trabajo en los países desarrollados porque no se prevé que ningún país admita la enorme cantidad de migrantes necesarios para llenar ese vacío[4]. De igual forma, la contratación externa de fuerza de trabajo en otros países puede compensar la escasez de fuerza de trabajo desplazando la producción hacia el exterior, sin embargo, no reduciría la presión sobre el sistema de pensiones de vejez porque no entraña la ampliación de la cantidad de contribuyentes necesaria en el propio país.
[1] El crecimiento económico puede ser influenciado por el tamaño de la fuerza laboral (la cual depende de la fertilidad y de la migración principalmente) y por la estructura de edad de la sociedad (vía productividad). Asimismo el crecimiento económico puede influir en la tendencia demográfica de los países vía el ingreso per cápita.
[2] La población afecta los mercados financieros vía la estructura de edad de la población, debido a los patrones de ahorro y a la propensión a inversión que puede configurar.
[3] El enlace lógico es que a mayor población, mayor será el consumo de los recursos limitados.
[4] La Unión Europea necesitaría una llegada neta constante de 13 millones de inmigrantes anuales en los próximos 50 años, mientras que el Japón y los Estados Unidos tendrían que absorber unos 10 millones de inmigrantes anuales.