INCERTIDUMBRE EN ELECCIONES DE ALEMANIA

El resultado de las elecciones parlamentarias en Alemania ha dejado una estela de incertidumbre total con respecto a quien será el próximo canciller, toda vez que la coalición de centro-derecha de Angela Merkel obtuvo el 35.2% de los votos, sólo 0.9% por arriba de los votos obtenidos por la coalición de centro-izquierda que representa el actual canciller, Gerhard Schröeder.
Lo que hace unos meses, en el anuncio del adelanto de las elecciones, parecía una victoria segura para Merkel, se tradujo en un final cerrado que seguirá definiéndose en los próximos días de acuerdo a las negociaciones que realicen cada una de las coaliciones por obtener una mayoría parlamentaria que asegure la elección del canciller.
Entre los hechos que desencadenaron este resultado electoral se pueden mencionar: las reformas iniciadas por Schröeder; el desastre electoral en una de las regiones más importantes del país; y la campaña de Merkel. En primer lugar, las reformas emprendidas por Schröeder en 2003, aunque algo tímidas para romper con la rigidez laboral y los excesivos beneficios sociales, le generaron rechazo incluso dentro de su misma coalición, lo que derivó en los resultados electorales desastrosos obtenidos en la región norteña de Rhin-Westfalia.

Por otro lado, las propuestas electorales de Merkel no fueron del agrado de los alemanes, y terminaron sirviendo a Schröeder (como la creación de un impuesto a la renta flat de 25%, o el incremento en 2% del impuesto al valor agregado, o el incremento de la capacidad negociadora de las empresas con menos de 20 trabajadores para determinar reducciones de salarios).

Alemania, en su condición de tercera economía del mundo, primera de Europa y mayor exportador a nivel mundial, aun no encuentra una senda que le permita crecer a mayores tasas, reducir el desempleo y que pueda servir de ejemplo para otras grandes economías de Europa que también son reacias a los cambios. Aunque se rumorea sobre una posible gran coalición entre Merkel y Schröeder, esto podría hacer más difícil el camino de las reformas laborales de lo que sería en un gobierno de centro-derecha.

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