En general, el comunicado de Moody’s tiene un tono bastante positivo, sustentando su decisión en: i) la mayor capacidad de la economía peruana para absorber choques externos, resaltando el espacio con el que se contó para implementar políticas contracíclicas que han permitido un “aterrizaje suave” de la actividad, y ii) la reducción del riesgo cambiario asociado con la dolarización financiera: la elevada liquidez y capitalización de la banca, así como una adecuada regulación bancaria, han permitido limitar el riesgo cambiario presente en los balances de los bancos. Por el lado del sector público, el riesgo cambiario ha sido mitigado tanto por una evolución favorable del perfil de los vencimientos de su deuda, como por la preponderancia de tasas de interés fijas en la misma y la reducción de los ratios de endeudamiento público.
No obstante, se mencionan también algunos factores que, hacia adelante, podrían limitar mejoras en la calificación de la deuda soberana peruana en moneda extranjera, como son el riesgo político y un ingreso por habitante relativamente bajo en comparación con otros países de calificación similar. Sin embargo, con respecto al primer factor, Moody’s agrega que su importancia se viene reduciendo dada la estabilidad macroeconómica, perspectivas favorables de que el crecimiento de la actividad se reanude, y mejoras sostenidas en los indicadores sociales (reducción de la tasa de pobreza y de las desigualdades entre regiones).
Cabe mencionar que la medida estaba prevista por los mercados, por lo que no se esperan importantes descensos en los rendimientos exigidos para el endeudamiento externo peruano (deuda soberana y corporativa), asociados con ella.