La deflación es el fenómeno económico caracterizado por la caída constante del nivel general de precios de una economía, producto de una reducción del crédito y una caída en la demanda agregada. Para Perú estos resultados mensuales no significan deflación. Al observar el IPC anualizado observamos que el IPC se sitúa por encima del 3%. Así mismo, se observa crecimiento en el nivel de crédito al sector privado (alrededor de 13%) y, la demanda interna desestacionalizada muestra un crecimiento de 1.4% en abril [1].
La caída de precios constante puede significar algo bueno para el consumidor, pero al deberse a una contracción en la demanda, ésta se encuentra acompañada de incremento en desempleo, caída en salarios y una caída generalizada del valor de los activos (casas, portafolio de acciones, etc.). Los empresarios en un intento por reducir sus inventarios, reducen aún más sus precios a fin de obtener ventas que les permitan cubrir sus costos fijos y variables. De este modo, al continuar cayendo los precios, la demanda se contrae más debido a que el consumidor evita consumir hoy ya que el precio será menor mañana.
Los gobiernos pueden aplicar políticas monetarias y fiscales expansivas. El fondo de ambas es reactivar la demanda agregada y la economía. Para el primer caso, una reducción de la tasa de interés, promueve el gasto e inversión del consumidor y la empresa por medio de endeudamiento. Del mismo modo, ante tasas reducidas, el ahorro es costoso y es preferible invertirlo en empresas o gastarlo. Para el segundo caso, la política fiscal es usada a fin de reducir la brecha entre oferta y demanda a través de gasto del gobierno, reducción de impuestos y mayores transferencias [2].
[1] BCRP. Nota Semanal Nro 25-2009.
[2] Ante un contexto de tasas de interés reducidas se puede caer en la llamada trampa de liquidez; la coordinación con la política fiscal es importante a fin de evitar esto.