¿HACIA DONDE VA EL DÓLAR?

El nuevo sol ha sufrido una caída significativa en el tercer trimestre del presente año a consecuencia de la salida de capitales de varios países emergentes y por la incertidumbre económica a nivel global. Como consecuencia, el Banco Central se ha visto en la necesidad de vender dólares alcanzando un nivel histórico en el mes de setiembre (más de US$ 2 000 millones) para satisfacer la demanda de inversionistas y de residentes que prefieren incrementar sus posiciones en dólares vía depósitos bancarios.

A corto plazo, lo más probable es que el dólar siga fortaleciéndose a causa de la incertidumbre, y como consecuencia de esto pueda generarse un déficit de balanza de pagos, difícil de financiar dada la mayor percepción de riesgo de países emergentes. En este contexto, se torna difícil hacer política monetaria por cuanto permitir una mayor devaluación si bien puede solucionar el problema de balanza de pagos, tendría un efecto negativo en las expectativas inflacionarias y en la posición deudora de los agentes (efecto de hoja de balance).

En una perspectiva de mediano y largo plazo, no se vislumbra que el dólar pueda perder su categoría de moneda refugio, principalmente por lo desarrollados que son los mercados de capitales y de deuda pública de EE.UU. y por los bajos costos que significa transar en dólares en la mayoría de países del mundo. Sin embargo, esta crisis podría marcar una diferencia con las anteriores puesto que lo que está en juego es la confianza global en las instituciones financieras y regulatorias de los EE.UU., la cual de salir muy debilitada podría dar lugar a una nueva arquitectura financiera internacional más equitativa y probablemente con más alternativas de diversificación para todos los países.

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