En la década de los noventas, el impulsor exclusivo de la economía mundial era Estados Unidos; sin embargo, con el surgimiento de nuevos jugadores importantes, como China e India, el panorama económico mundial ha cambiado y de estos cambios han emergido nuevos escenarios que deben ser identificados por las economías latinoamericanas con la finalidad de transformar una efímera bonanza económica en una senda de crecimiento sostenido.
Entre los factores recientes a considerar destaca los efectos que tienen el aumento del precio de las materias primas, del petróleo y de los alimentos, en particular, en la aceleración de la inflación en todo el mundo, lo cual resulta en políticas monetarias restrictivas que afectan el crecimiento mundial. En una perspectiva a más largo plazo, es relevante considerar factores como la desaceleración del crecimiento de la productividad en Estados Unidos, no obstante, dicho escenario otorga la oportunidad de lograr una recomposición que sostuviera el crecimiento mundial de la productividad, incluso con un menor aporte de Estados Unidos en los próximos años[1].
Otro factor de mediano plazo se relaciona con el incremento de los costos de producción que puedan surgir producto de las restricciones de recursos energéticos y mayores controles medioambientales, aunque seguramente estos incrementos evitarían los costos a largo plazo aún más altos que tendría la inacción.
En suma, más allá de los riesgos a corto plazo, que cada día suscitan mayor preocupación en la economía mundial, es relevante considerar los factores de mediano plazo que surgirán producto de la recomposición de la economía mundial. En este contexto, son las economías latinoamericanas las que tendrán las mejores oportunidades para aprovechar este nuevo escenario, producto de sus riquezas naturales.
[1] “La Transformación Productiva, 20 años después”. CEPAL.Junio de 2008.