La tasa de crecimiento de la economía india, a setiembre de 2006 (últimas cifras disponibles), fue 9,2%; cifra cercana a la de China, pero con la diferencia de que la economía india ha empezado a dar señales serias de sobrecalentamiento. Cuando la demanda sobrepasa la oferta usualmente se observan dos efectos: los precios empiezan a elevarse o las importaciones se incrementan considerablemente. La inflación en India no ha explotado; la variación de precios a mayoristas está alrededor de 6%, apenas por encima del límite de 5,5% fijado por el Banco de Reserva de India (BRI). Sin embargo, el déficit de balanza comercial sí es preocupante; a setiembre de 2006, el déficit bordeaba el 3% del PBI, un gran contraste luego de haber mostrado un superávit de 4% en la primera mitad de 2004. Si se deja de lado las remesas (que no reflejan oferta ni demanda local, sino un influjo de capital), el déficit se expande a cerca de 5% del PBI.
Enfriar la demanda (por ejemplo elevando las tasas de interés o mediante políticas fiscales contractivas), implicaría un alto costo político, pues a los ojos del público el alto crecimiento es justamente lo que India necesita para crear puestos de trabajo y reducir la pobreza. No obstante, sin intervención adecuada, la demanda seguirá ejerciendo presión sobre la cuenta corriente, hasta que el déficit sea demasiado grande, los capitales de corto plazo sean retirados, dejando a India vulnerable a incrementos en las tasas de interés.
Para poder mantener tasas de crecimiento como la actual, la oferta tiene que ser estimulada adecuadamente. Para ello, el gobierno necesita invertir en infraestructura (carreteras, puertos) y mejorar el abastecimiento de electricidad, la legislación laboral y la provisión de servicios públicos, especialmente salud, educación y provisión de agua; todo esto es posible, pero sólo en el largo plazo.