A menos de 18 meses de constituida la Comunidad Sudamericana de Naciones (intento de convergencia entre la CAN, Mercosur y Chile en una zona de libre comercio), la integración de la subregión está al borde de la fractura política y económica. Por un lado, Venezuela renunció a la CAN, por su desacuerdo con que los países andinos firmen acuerdos comerciales bilaterales con los EE.UU. y la Unión Europea. Por otro, el Mercosur enfrenta problemas de cohesión. Uruguay y Argentina están enfrascados en un proceso judicial ante la Corte Internacional de La Haya por haber permitido Uruguay la instalación de dos plantas de celulosa en la frontera de ambos países. Mientras que Uruguay y Paraguay, preocupados por los beneficios del comercio y la toma de decisiones al interior del bloque económico, evalúan la posibilidad de firmar TLC bilaterales con EE.UU. y China.
Venezuela juega un rol determinante en este proceso de fragmentación ya que pretende la integración regional bajo los principios de la “autocracia competitiva” [1] del presidente Chávez; para quien la fractura regional es requisito de un posterior ordenamiento claramente anti-norteamericano y anti-occidental. Según Jack Child y Phillip Kelly [2], geopolíticamente, el cono sur (tradicionalmente articulado por el eje Brasil-Argentina) ha sido siempre el espacio geográfico de mayor riqueza y cohesión en la subregión. La renuncia de Venezuela a la CAN; la firma del Tratado de Libre Comercio de los Pueblos entre Cuba, Bolivia y Venezuela; la influencia ideológica, política y económica del presidente Chávez en la gestión boliviana de nacionalización [3] y la pronta adhesión de Venezuela al Mercosur, parecen ser pasos que, según principios geopolíticos, viene dando el gobierno de Chávez para influenciar sobre el núcleo de cohesión o heartland sudamericano (Charcas).
El posicionamiento geopolítico de Venezuela desafía principios vitales del Perú: democracia representativa, economía de mercado y regionalismo abierto. Asumiendo que el próximo gobierno peruano respetará estos principios, la postura de confrontación boliviana -apoyada por Venezuela y fortalecida por sus reservas de gas-, genera incertidumbre respecto de la relación bilateral con Bolivia. Ante la necesidad de una contraofensiva, el Perú deberá concertar con Estados con los que todavía comparte una misma visión de integración, como pueden ser: Colombia, Chile y Ecuador.
[1] CORRALES Javier, “Hugo Boss: how Chávez is refashioning dictatorship for a democratic age”. En: Foreign Policy. January/February 2006. Según Corrales, la “autocracia competitiva” es el estilo de dictadura de Chávez: bajo una semblanza de democracia, antagoniza y divide a la oposición, en vez de prohibir. Fuente: www.foreignpolicy.com/story/cms.php?story_id=3332
[2] CHILD, Jack y Phillip Kelly. “Geopolítica del Cono Sur y la Antártica”. Editorial Pleamar. 1990.
[3] Mientras que Petrobras es seriamente afectada por la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia, la empresa pública venezolana PDVSA ha ofrecido a Evo Morales –quien seguramente dará su consentimiento- una inversión de US$ 1 500 millones en Bolivia para exploración y producción de gas , lo cual cuestiona claramente la influencia brasileña.