Políticos y técnicos

Se tiene la imagen del político que ordena a algún técnico que pertenece a su staff que le prepare un proyecto de ley para presentarlo ante el pleno del Congreso para su debate y posible aprobación como Ley.

El técnico, generalmente bien preparado, con un CV que indica que acabó su carrera profesional de economista, abogado, administrador, ingeniero, etc en una buena universidad, con una maestría o posiblemente un doctorado, se quema las pestañas, pone a trabajar sus neuronas y pone en práctica toda su experiencia para presentar un proyecto decente al congresista y lo logra.

Sin embargo, muchos políticos, ególatras como ellos mismos, solo “revisan” el resumen del proyecto y deciden colocarle algo de su “propia cosecha”, generalmente detalles que, o desvirtúan el proyecto original o va completamente en contra de el mismo.

Así, un buen trabajo, serio y profesional, se puede ir al tacho por cuestiones políticas (modificarlo para devolver un favor a alguien por ahí, algún familiar o conocido que podría entrar en el supuesto de hecho del proyecto a presentarse, o por el simple orgullo del político de indicar descaradamente: “yo lo hice”, etc).

De esa manera muchos políticos, inflados por su megalomanía presentan verdaderos fiascos como proyectos de ley. El técnico se fajó para ofrecer un buen producto, pero, desgraciadamente, la mano del político es la que tiene la decisión sobre qué hacer con dicho proyecto o cómo interpretarlo.

Se trata de ese anhelo casi imposible de conseguir: Un político que sea técnico, un político que haga su tarea, que estudie, que analice, desde la presidencia, Congreso, corte judicial, alcaldía o posición que ostente en la administración pública. En suma, un político que piense en frío, sin intereses y con la perspectiva del bienestar general y no el beneficio propio. En definitiva, un político peruano imposible.

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