Claves del primer mes (y del futuro cercano) de León XIV

9:00 p.m. | 16 jun 25 (CX/VTN).- Sus actividades, palabras y decisiones ya perfilan un pontificado marcado por el equilibrio, la humanidad cercana y una fe fortalecida en la comunidad eclesial. También destaca un impulso reiterado por la paz: frente a los conflictos armados, y en el modo de relacionarnos y construir Iglesia. Las comunicaciones de la Santa Sede y el análisis de vaticanistas identifican algunos rasgos y examinan sus próximas decisiones: signos de continuidad con Francisco, gestos inéditos, un estilo de liderazgo en formación y desafíos inmediatos en la Curia y el proceso sinodal.

——————————————————————————————–

León XIV, un mes de pontificado en nombre de la paz

León XIV ha invocado la paz desde los primeros instantes de su pontificado, cuando se asomó por primera vez desde la Logia central de la Basílica Vaticana. Su llamamiento a la reconciliación y al diálogo resonó en la Plaza de San Pedro y, desde allí, en todo el mundo. En los treinta días siguientes, esa misma invocación fue reiterada una y otra vez, en casi todos sus discursos públicos. Con firmeza, el domingo 11 de mayo se dirigió a los poderosos del mundo para subrayar, en su primer Regina Caeli, “¡Nunca más la guerra!“. Y con igual firmeza pidió que en los territorios heridos por conflictos y violencias (Ucrania y la Franja de Gaza) la paz sea “justa y duradera”.


Desarmar las palabras para desarmar la Tierra

La reconciliación invocada “con el corazón en la mano” por León XIV es aquella que tiene “dignidad” y que se basa en el encuentro, el diálogo y la negociación; aquella que deja atrás las disputas, erradicando toda voluntad de conquista; aquella que construye puentes dando la palabra a todos, incluso a los pobres, jóvenes y marginados. Es la paz que se alcanza con un alto el fuego no solo de las armas, sino también de las palabras: “Desarmemos las palabras y contribuiremos a desarmar la Tierra” –dijo el Pontífice– exhortando a decir no a la “guerra de las palabras y de las imágenes”, para crear “espacios de diálogo y de contraste” mediante una comunicación “no por la fuerza, sino capaz de escuchar”.

Este objetivo –recuerda el Papa– no solo concierne a los católicos, sino que representa un compromiso común tanto interreligioso como ecuménico, una responsabilidad libre de condicionamientos políticos e ideológicos. En un mundo azotado por la guerra, la unidad de los cristianos tiene un papel vital porque permite avanzar en la promesa de una paz verdadera y duradera, sanar las heridas del pasado y “construir un nuevo futuro a través del valor de amar“.


La no violencia y la unidad como método y estilo

Lo que León XIV hace, en esencia, es exhortar a la “no violencia como método y como estilo” que caracterice cada decisión, cada relación y cada acción. Sólo así –explica– se construye un “nosotros” capaz de traducirse a nivel institucional y solo así se puede estar “presente en la historia como levadura de unidad, comunión y fraternidad”.

Junto al fuerte tema de la paz, desde el primer mes del pontificado de Robert Francis Prevost, primer Papa agustiniano en la historia, surge también una imagen clara de la Iglesia que propone: la Iglesia de la unidad, ante todo, como se deduce del lema pontificio In Illo unum (En el único Cristo somos uno): Una cita de la Exposición sobre el Salmo 127 de San Agustín, para explicar que “aunque nosotros los cristianos somos muchos, en el único Cristo somos uno”.

Una Iglesia fundada en el amor de Dios, “signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”, es la que anhela León XIV; una Iglesia “misionera, que abra los brazos al mundo, que anuncie la Palabra, que se deje inquietar por la historia y que se convierta en levadura de concordia para la humanidad”. Además, una Iglesia que sea “cada vez más ciudad puesta sobre el monte, arca de salvación que navega a través de las mareas de la historia, faro que ilumina las noches del mundo”, iluminada a su vez por la belleza de sus tres dimensiones: el compromiso de conversión, el entusiasmo de la misión y el calor de la misericordia.

Una Iglesia conscientemente unida y que se perciba como “miembro del Cuerpo de Cristo” –subraya el obispo de Roma– es aquella que se abre naturalmente a la universalidad de su misión evangelizadora, superando los límites de parroquias, diócesis y naciones para “compartir con toda nación y pueblo la sobreabundante riqueza del conocimiento de Jesucristo”. Porque amor y unidad son las dos dimensiones de la misión confiada a Pedro por Jesús.


La familia es signo de paz y de futuro

La unidad de la Iglesia-familia de Dios también es la unidad de las familias-Iglesia doméstica: León XIV lo reafirma, haciendo referencia a esa “unión universal” que es “signo de paz” y de “futuro de los pueblos“. Porque el mundo actual necesita de la alianza conyugal para “conocer y acoger el amor de Dios, y para superar, con su fuerza que une y reconcilia, las fuerzas que destruyen las relaciones y las sociedades”. La gracia sacramental del matrimonio debe ser testimoniada, exhorta el Papa, porque la vida cristiana es “la maravillosa experiencia del encuentro con Jesús“, no “un conjunto de preceptos que deben respetarse (…) ni una religión moralista, onerosa, poco atractiva y que, en cierto modo, que no puede realizarse en la concreción de la vida cotidiana”.


La compasión, cuestión de humanidad

Por último, pero no menos importante, está el tema de la compasión: desde el 8 de mayo hasta hoy, León XIV ha destacado que “antes que una cuestión religiosa, la compasión es una cuestión de humanidad” y ha recordado que “antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos“. Por ello, “la compasión se expresa a través de gestos concretos”, acercándose al prójimo. Si se quiere ayudar a alguien, dijo el Papa, “no se puede pensar en mantenerse a distancia; hay que implicarse, ensuciarse, quizás contaminarse (…) porque el otro no es un paquete que hay que entregar, sino alguien que hay que cuidar”. La compasión se aprende del corazón de Jesús, explicó León XIV, y también con ella se construye la paz.

LEER. Un mes de León XIV: Por la paz y la reconciliación, en diez frases

VIDEO. León XIV, un mes de pontificado en nombre de la paz

Primer mes de León XIV: Estilo único de continuidad y equilibrio

Ya pasado más de un mes después de la elección del papa León XIV, sigue vigente la “fase de luna de miel”, en la que la Iglesia y el mundo todavía están conociendo al nuevo pastor universal del catolicismo. La llamada “prueba de Rorschach” del papado, en la que la gente puede proyectar lo que quiera sobre el Papa en esta primera etapa en la que se está asentando, continúa y probablemente durará todavía algún tiempo, ya que León parece estar abriéndose camino en su pontificado.

Con poco más de cuatro semanas en el cargo, el papa León ha demostrado un sentido de calma y moderación, prefiriendo conocer el terreno y entender cómo funcionan las cosas antes de tomar grandes decisiones. Sin embargo, tampoco ha perdido tiempo en ponerse “manos a la obra” en ciertas cuestiones pendientes del papado de Francisco relacionadas con el personal y algunos asuntos de reforma. León también ha demostrado un cierto equilibrio, expresando una continuidad con su predecesor, al tiempo que ha esculpido sus propias prioridades y estilo personal.


Un pastor que busca unificar

A diferencia de sus predecesores inmediatos, León no encaja fácilmente en las categorías que muchos expertos se afanan en asignarle, como “reformador”, “tradicionalista”, “liberal” o “conservador”, aunque muchos en esta “etapa Rorschach” quieran reivindicarle como una u otra. Su vasta experiencia en América Latina e incluso sus estancias en Europa, así como su contacto con los diversos rincones del mundo como superior de su Orden agustiniana, han dado a León XIV una perspectiva muy redondeada que nunca se alineará con las ideologías adscritas a las nociones mayoritariamente occidentales de “izquierda” o “derecha”.

Más bien, León ya ha empezado a definirse como un unificador y un servidor que busca fomentar la comunión, algo que los cardenales subrayaron específicamente como una necesidad durante las reuniones previas al cónclave. Durante su primer saludo desde la logia de la basílica de San Pedro tras su elección el 8 de mayo, León instó a los creyentes a seguir a Cristo, diciendo: “El mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como puente para ser alcanzada por Dios y por su amor. Ayúdennos también ustedes, luego ayúdense unos a otros a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz“.

En la homilía de su misa inaugural, el 18 de mayo, dijo: “Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y trepidación, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría, caminando con ustedes por el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una única familia”. En aquella homilía, León XIV trazó una especie de hoja de ruta para sus prioridades pastorales como Papa: “Amor y unidad: estas son las dos dimensiones de la misión que Jesús confió a Pedro”.

En aquella ocasión, lamentó la “discordia” y las “demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres”. En este contexto, su mayor deseo para la Iglesia, dijo, es que sea “signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”, y “una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad dentro del mundo”.

“Estamos llamados a ofrecer el amor de Dios a todos, para que se realice esa unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo”, afirmó.


Continuidad y singularidad

Desde el principio, León XIV también ha demostrado una clara continuidad con su predecesor, el papa Francisco, pidiendo en sus primeras declaraciones “una Iglesia sinodal”, utilizando el lenguaje de Francisco de “tender puentes” de diálogo y fraternidad, y ha visitado la tumba de Francisco en la Basílica de Santa María la Mayor. También ha citado repetidamente a su predecesor en sus discursos y homilías, incluida su homilía inaugural del 18 de mayo, y se ha hecho eco de los llamamientos de Francisco a cuidar del medioambiente, a los pobres, a los migrantes y a un mayor sentido de fraternidad global.

Sin embargo, León también ha dejado claro que él es su propio hombre, desde su elección del atuendo papal, recuperando la mozzetta, o capa roja tradicionalmente usada por los Papas, hasta sus devociones personales, incluyendo sus propias expresiones de piedad popular. Mientras que el papa argentino visitaba a menudo el famoso icono Maria Salus Popoli en Santa María la Mayor, amado por los romanos e históricamente por los jesuitas, León en su primera semana como pontífice hizo una visita al Santuario de la Madre del Buen Consejo de Genazzano, regentado por los agustinos, para rezar ante el icono mariano que lleva este título.

Francisco llamó la atención al principio de su pontificado por sus gestos espontáneos, como ir a pagar su propia factura de hotel, cruzar la frontera entre el Vaticano e Italia para saludar a un amigo mientras visitaba la parroquia vaticana de Santa Ana, e insistir obstinadamente en ir a la isla italiana de Lampedusa, principal punto de destino de inmigrantes, amenazando con comprar un billete e ir por su cuenta cuando sus ayudantes le desaconsejaron la visita. León, en cambio, se ha mostrado espontáneo a su manera, realizando visitas sorpresa a la sede de los agustinos en Roma, donde almorzaba casi a diario como cardenal, para estar con su comunidad y celebrar el cumpleaños de su amigo Alejandro Moral, prior general de los agustinos.

Hasta ahora, internamente, León ha demostrado que no se precipita en ninguna decisión, sino que se toma su tiempo para conocer el terreno y entender el estado de las cosas y su funcionamiento antes de hacer grandes cambios en cuanto a estructura, o personal, decidiendo dejar de momento a todos los prefectos de dicasterios en sus respectivos puestos.

Sin embargo, ha comenzado a tomar algunas decisiones, realizando los primeros movimientos para abordar algunos asuntos inconclusos de la era de Francisco, como reuniones potencialmente delicadas con el cardenal estadounidense Sean O’Malley, presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, para discutir asuntos de abuso sexual, y reunirse con los líderes del Opus Dei para discutir una reforma de la prelatura ya trabajada pero nunca completada bajo Francisco. León también se ha reunido con el cardenal italiano Angelo Becciu, cuya condena en el “juicio del siglo” del Vaticano por delitos financieros sigue siendo uno de los asuntos más controvertidos de la última etapa del papado de Francisco, y cuya exclusión del reciente cónclave también generó controversia.

Algunos de los primeros movimientos de personal realizados por León fueron probablemente puestos en marcha por el papa Francisco antes de su muerte, y por lo tanto pueden ser vistos como actos de continuidad, como el nombramiento de la Hermana Franciscana de los Pobres Tiziana Merletti como secretaria del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

También sustituyó al arzobispo Vincenzo Paglia como presidente de la Pontificia Academia para la Vida y como canciller del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para el Matrimonio y las Ciencias de la Familia, ya que había cumplido 80 años, nombrando al cardenal Baldassarre Reina, vicario de la diócesis de Roma, canciller del instituto, y a monseñor Renzo Pegoraro, canciller de la academia, como su presidente —nombramientos vistos en gran medida en continuidad con la agenda de Francisco—.

Pronto, sin embargo, el papa León XIV tendrá que empezar a hacer nombramientos significativos que serán enteramente suyos, como el de su propio sucesor en el Dicasterio para los Obispos, y el nombramiento de nuevos prefectos para las Causas de los Santos, el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el Desarrollo Humano Integral, y los Laicos, la Familia y la Vida, ya que todos ellos están más allá de la edad típica de jubilación de 75 años.

LEER. Un mes de León XIV: qué ha hecho, y qué hará el nuevo Papa

VIDEO. Un mes con León XIV: Así han sido sus primeros pasos de papa

 

Convertirse en defensor

El primer mes del papa León XIV en el cargo se ha caracterizado por una sensación de calma; sin embargo, también ha entrado en acción en medio del ajetreado calendario jubilar de la Iglesia y ha empezado, tímidamente, a utilizar su voz, que lleva consigo el peso del oficio papal. No solo ha hecho repetidos llamamientos a la paz en Ucrania y Gaza, pidiendo la devolución de los rehenes y el acceso a la ayuda, y el alto el fuego, sino que ha mantenido conversaciones tanto con el Presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, como con el Presidente ruso, Vladimir Putin, demostrando un vivo deseo de dar prioridad al establecimiento de la paz.

Sin embargo, también ha empezado a pronunciarse sobre cuestiones más delicadas y potencialmente incendiarias desde el punto de vista político, condenando el feminicidio y el nacionalismo político en una homilía pronunciada el 8 de junio durante la Misa del Jubileo de los Movimientos, Asociaciones y Nuevas Comunidades, celebrada el domingo de Pentecostés. En esa homilía, León habló del papel del Espíritu Santo en la “apertura de fronteras” en la relación con los demás, diciendo que el Espíritu Santo “transforma también aquellos peligros más ocultos que contaminan nuestras relaciones, como los malentendidos, los prejuicios, las instrumentalizaciones”.

“Pienso también —con mucho dolor— en los casos en que una relación se intoxica por la voluntad de dominar al otro, una actitud que frecuentemente desemboca en violencia, como desgraciadamente demuestran los numerosos y recientes casos de feminicidio”, afirmó. La referencia al feminicidio resonó en todos los círculos sociales y políticos de Italia, que desde hace tiempo se ve azotada por elevados índices de violencia doméstica y homicidios de mujeres, hasta el punto de que el gobierno italiano está estudiando un proyecto de ley sobre el feminicidio que condenaría a cadena perpetua a los culpables.

El papa León también habló del papel del Espíritu Santo en la apertura de “fronteras entre los pueblos”, afirmando que el Espíritu Santo “rompe las fronteras y abate los muros de la indiferencia y del odio” y, en su lugar, fomenta un amor que no deja lugar “a los prejuicios” ni a “la lógica de la exclusión que vemos surgir desgraciadamente también en los nacionalismos políticos”.

La voz de León como defensor está emergiendo lentamente, haciéndose eco de algunas de las preocupaciones de su predecesor, ya que Francisco también condenó el femicidio y la ola de populismo nacionalista que recorre gran parte del mundo, incluidos Europa y Estados Unidos, pero lo está haciendo con su propio estilo y tono.

Es su inclinación por el equilibrio y la calma, por pensar antes de actuar, por mover la aguja de forma casi silenciosa, lo que ha caracterizado su primer mes. Sin embargo, una vez que se adentre de verdad en el proceso de gobernar, y cuanto más tome forma su defensa, más probable será que la fase de luna de miel de su papado decaiga, pero hasta ahora León ha demostrado una temprana habilidad para tomar decisiones y hacer declaraciones sin causar demasiado revuelo.

LEER. León XIV inicia su pontificado priorizando la escucha

VIDEO. Las expectativas sobre el papa León XIV

Lo que el discernimiento fue para Francisco, la comunidad lo es para León

Desde el inicio del pontificado de Francisco, el “discernimiento” fue una de sus principales referencias. Como jesuita, incorporó este concepto ignaciano —central en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio— como pilar de su magisterio y criterio pastoral. Su papado no puede entenderse sin este marco espiritual.

Del mismo modo, para el papa León XIV el sentido agustiniano de “comunidad” se perfila como un rasgo definitorio de su vida y ministerio. Así como Francisco visitó la curia general de los jesuitas poco después de su elección, León XIV hizo lo propio con su familia espiritual: celebró misa y almorzó con los agustinos en Roma, como hacía casi a diario siendo cardenal. El 16 de mayo recibió en audiencia al Prior General de los Agustinos, Alejandro Moral, a cuyo cumpleaños asistió semanas después, compartiendo con los frailes una jornada festiva en el Colegio Internacional Santa Mónica.

Si el discernimiento es el eje de la espiritualidad ignaciana, la vida en comunidad lo es para los agustinos. La Regla de san Agustín, escrita hacia el año 400, es la más antigua de las reglas monásticas aún vigentes. Su foco no está en normas externas, sino en vivir unidos por el Evangelio. El principio que la guía aparece desde el primer capítulo: “El objetivo principal por el que se han reunido es vivir en armonía en su casa, atentos a Dios, con un solo corazón y una sola alma”.

Compartir los bienes, sostenerse mutuamente en la oración, corregirse con caridad, pedir perdón: la vida común no es solo estructura, sino el alma del carisma agustiniano. Así lo expresan ellos mismos, al describir su vocación como una búsqueda conjunta de Dios, vivida en unidad, al estilo de la primera comunidad apostólica. Ese estilo parece resonar en los gestos y prioridades de León XIV. Su cercanía cotidiana con los agustinos, las visitas tras su elección, la naturalidad con la que se une a sus celebraciones, sugieren que el ideal de la comunidad no es para él un principio abstracto, sino una forma concreta de vivir la fe.

Durante las reuniones previas al cónclave, los cardenales insistieron en dos palabras clave: comunión y unidad. En una Iglesia marcada por divisiones internas y tensiones pastorales, la elección de un agustino parece responder a ese deseo de reconciliación. La formación de León XIV en una vida armoniosa “en común” puede ser una herramienta poderosa para encarnar esa búsqueda.

Francisco, con su acento en el discernimiento, alentó a los fieles a buscar la voluntad de Dios en cada circunstancia, incluso las más complejas. Al subrayar la importancia de la comunidad, si no con palabras, con acciones, incluso inconscientemente, el papa León XIV está invitando a los fieles a recorrer juntos este camino, en armonía y no en división, y lo está haciendo con el corazón de un agustino.

¿Cómo serán los próximos meses del papa León XIV?

El liderazgo del nuevo pontífice

El Papa lleva muchos sombreros. Es, ante todo, el pastor universal, por lo que su manera de predicar el Evangelio y guiar al rebaño se filtra a los obispos y, a través de ellos, al clero y a los laicos. De hecho, en la era de las redes sociales y de los viajes papales por todo el mundo, hay menos filtros que antes, y un modelo de conducta más inmediato por parte del Papa. Ya vemos al papa León besando bebés, algo que no formaba parte de su trabajo como cardenal-prefecto en el Dicasterio para los Obispos.

También es la máxima autoridad de la curia vaticana. El predecesor de León, el papa Francisco, hizo una crítica mordaz de la curia en sus primeros años y en su mayor parte trabajó al margen de ella, confiando en su propia red de fuentes de información. El papa Juan Pablo II también trabajó en gran medida rodeando a la curia. ¿Qué hará León? El nuevo Papa se dirigió a la Curia el 24 de mayo en un tono colaborador y alentador. “Los Papas, pasan; la Curia, permanece (…) La Curia es una institución que custodia y trasmite la memoria histórica de una Iglesia, del ministerio de sus obispos. Y esto es muy importante”, dijo León XIV.

Aún son pocos los nombramientos que ha realizado en la Curia. El primero, de gran relevancia, fue el de sor Tiziana Merletti como secretaria del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. En Estados Unidos, tres de los cuatro obispos nombrados por León son inmigrantes: el obispo Michael Pham, de San Diego, nacido en Vietnam; el obispo auxiliar electo Pedro Chau, de Newark, nacido en Nicaragua; y el obispo designado Simon Engurait, de Houma-Thibodaux, Luisiana, nacido en Uganda. Todos estos nombramientos ya estaban en preparación antes del fallecimiento de Francisco.


Los desafíos pendientes en la Curia

El nombramiento más importante que el Papa no puede evitar es la elección de alguien que le suceda en el Dicasterio para los Obispos. Se trata de un puesto de gran envergadura y debe cubrirlo con alguien en quien confíe plenamente y que pueda soportar la enorme carga de trabajo. Hay algunos puestos en el Vaticano que se pueden amagar, pero el de prefecto del Dicasterio para los Obispos no es uno de ellos.

Otros funcionarios clave del Vaticano han alcanzado la edad de jubilación obligatoria, pero Francisco los ha mantenido en sus puestos por el buen trabajo que han realizado. Uno, en particular, podría resultar vital para el papa León: El cardenal Kevin Farrell tiene 77 años, dos años después de la edad de jubilación. Farrell ha conducido con éxito la fusión de dos oficinas (el Pontificio Consejo para los Laicos y el Pontificio Consejo para la Familia), encargado en el 2016 por Francisco, para formar el Dicasterio para la Familia, los Laicos y la Vida, y ha servido como prefecto desde 2015.

Francisco también nombró a Farrell en 2020 para dirigir la ominosamente titulada “Comisión de Asuntos Confidenciales“. Desde entonces, ha intentado controlar las finanzas del Vaticano. Será clave que León lo mantenga en ese puesto: el presupuesto está en números rojos y las finanzas siguen siendo fuente frecuente de escándalos. Farrell parece ser el perfil más adecuado tanto para enfrentar la corrupción como para equilibrar las cuentas. Lograr el control financiero es una tarea enorme y parte fundamental de la reforma de la Curia, intentada sin éxito desde el Concilio Vaticano II. La internacionalización tampoco ha funcionado del todo: los funcionarios extranjeros vienen y van, pero los italianos permanecen. Mientras no se limiten efectivamente esos mandatos, el cambio seguirá siendo difícil.

Un cardenal comentó sobre el intento del papa argentino de reformar la Curia, plasmado en su constitución apostólica Predicate Evangelium de 2022. “Son palabras en una hoja hasta que se pongan en práctica”, dijo, con un tufillo de nostalgia en la voz.


Sinodalidad, corresponsabilidad y la huella agustiniana

Por último, está el proyecto de la sinodalidad. ¿Cómo podemos superar la polarización que aflige a la Iglesia si no aprendemos a escucharnos y, en definitiva, a amarnos los unos a los otros? Como hemos oído en la oración sacerdotal de Jesús, proclamada en los Evangelios de las últimas semanas, el amor que compartimos está enraizado en el amor que comparten el Padre y el Hijo. Está claro que algo se ha perdido en la interpretación. Espero que nadie confunda la hostilidad de nuestras divisiones actuales con el amor que existe en la Trinidad.

La clave no es simplemente que escuchar nos haga trascender la imagen superficial que hacemos de los demás. Es que estemos atentos a la voz del Espíritu Santo al escucharnos unos a otros. Y, como León ha dejado claro en varias charlas, la insistencia agustiniana en la prioridad de la gracia es la única manera de superar nuestras divisiones humanas.

La sinodalidad invita también a la corresponsabilidad y a la disminución del clericalismo. Esto requerirá que los laicos estén a la altura de las circunstancias, y reconozcan la carga que tal responsabilidad conlleva. Que la corresponsabilidad no es un medio para obtener resultados particulares, sino para fortalecer a la Iglesia en la fe, la esperanza y la caridad. Si ese fortalecimiento se produce, es suficiente. Si no es suficiente para algunas personas, se exponen como lobos con piel de cordero, personas que no aceptan la responsabilidad de la Iglesia en términos eclesiales, sino que tratan de ejercer presión política para conseguir sus propios fines. También entre los laicos hay clericalismo.

El papa León es miembro de una orden religiosa, por lo que la toma de decisiones sinodales es algo natural. Queda por ver cómo su agustinismo influye en su toma de decisiones de manera similar o diferente a las influencias ignacianas de Francisco.

Creo que todos nos centraremos en estos aspectos en los próximos meses, a medida que sepamos más sobre León y, de hecho, a medida que él mismo se adapte a su nuevo y difícil papel. Por ejemplo, el momento comentado por el P. Tony Pizzo da una enorme esperanza. Un Papa que puede, a los pocos días de su elección, preguntar a un sacerdote que celebra su aniversario de ordenación si le gustaría presidir la misa en la tumba de San Pedro, es un Papa cuya humanidad permanece viva para sí mismo. El protocolo del cargo puede desgastar a una persona, las reverencias y los rasguños, la adulación de la multitud en la plaza y el arte de valor incalculable del cargo. León parece sorprendentemente imperturbable por su elección, consciente de la magnitud del cambio que está viviendo, pero en absoluto abrumado por él.

LEER. ¿Hacia dónde conducirá el papa León a la Iglesia?

VIDEO. Papa León XIV, a un mes de su elección


VIDEO. Unidad y sinodalidad: un mes del León XIV

Información adicional
Publicaciones relacionadas en Buena Voz Católica
Fuentes
Puntuación: 0 / Votos: 0

Buena Voz

Buena Voz es un Servicio de Información y Documentación religiosa y de la Iglesia que llega a personas interesadas de nuestra comunidad universitaria. Este servicio ayuda a afianzar nuestra identidad como católicos, y es un punto de partida para conversar sobre los temas tratados en las informaciones o documentos enviados. No se trata de un vocero oficial, ni un organismo formal, sino la iniciativa libre y espontánea de un grupo de interesados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *