Tras su recuperación, ¿cómo liderará Francisco la Iglesia?
5:00 p.m. | 3 abr 25 (CNN/AM).- Después de cinco semanas de hospitalización por neumonía, incluyendo momentos en los que estuvo al borde de la muerte, el papa Francisco ha regresado al Vaticano, donde continúa su proceso de recuperación. Ahora, la atención en la Santa Sede se centra en cómo el pontífice de 88 años liderará la Iglesia tras haber enfrentado la que ha sido su crisis de salud más grave. Comentarios de vaticanistas y personas cercanas a Francisco nos ofrecen algunas perspectivas sobre el futuro y detallan cómo ha superado los momentos más difíciles en el hospital.
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La rehabilitación de Francisco tendrá lugar en la Casa Santa Marta, concebida como residencia principalmente para los cardenales que participan en los cónclaves. Se alojó allí durante la elección papal de 2013 y decidió quedarse ahí en lugar del Palacio Apostólico. Esta casa de huéspedes es el telón de fondo de gran parte de Cónclave, la reciente película sobre el drama de la transición papal. Con el Papa de la vida real luchando por su vida mientras la película recién había sido candidata a numerosos premios de la Academia, muchos especularon que la realidad estaba a punto de imitar al arte.
El doctor Sergio Alfieri, jefe del equipo médico que atendió al pontífice en el hospital Gemelli de Roma, declaró en una entrevista al Corriere della Sera que Francisco estuvo tan cerca de la muerte que se plantearon interrumpir el tratamiento y “dejarle ir”. Los que rodeaban a Francisco, dijo, tenían “lágrimas en los ojos”. Y en un momento difícil, el Papa cogió la mano de Alfieri para consolarle. Pero Francisco -no por primera vez- sorprendió a la gente. Su equipo médico, utilizando todos los medicamentos y terapias posibles, le salvó la vida.
El domingo 23 de marzo, Francisco fue dado de alta del Hospital Gemelli e hizo su primera aparición pública desde que fue ingresado el 14 de febrero. Mientras salía en silla de ruedas al balcón del hospital, el Papa parecía feliz de volver a casa, saludando con el pulgar a la multitud. Sin embargo, la aparición puso de manifiesto su fragilidad. Incluso durante su breve aparición en el Gemelli, le costaba hablar y levantar el brazo para dar la bendición. También parecía tener dificultades para respirar. Mientras le llevaban de vuelta al Vaticano, llevaba puestos los tubos nasales que le habían estado suministrando oxígeno suplementario.
Los médicos le han ordenado una recuperación de dos meses y durante ese tiempo le han desaconsejado celebrar reuniones con grupos numerosos o con niños para minimizar el riesgo de infecciones. Se ha pospuesto la visita prevista del rey Carlos. Francisco tendrá que replantearse su otrora intensa agenda. No está claro si el Papa podrá dirigir o incluso asistir a alguno de los servicios del próximo mes durante la Semana Santa y el Domingo de Resurrección, el momento más importante del año litúrgico de la Iglesia, o hacer un viaje previsto a Turquía en mayo.
La Iglesia católica se encuentra también en pleno año jubilar, con grupos de peregrinos que acuden a Roma y esperan ver al Papa. Francisco debe resolver de la manera más equilibrada posible. Necesita tiempo para recuperarse y evitar recaídas. Sin embargo, las expectativas del papado y la forma en que ha ejercido su cargo como Papa visible y accesible requieren su presencia pública.
Altos cargos del Vaticano hablan ahora de una nueva fase del papado de Francisco, en la que el Papa ve su fragilidad física como un medio para mostrar su solidaridad con las comunidades más vulnerables del mundo. Aunque está enfermo físicamente, sigue mentalmente lúcido. “Francisco ha sido un Papa de grandes sorpresas, por lo que sería imprudente predecir sus próximas iniciativas”, dijo a CNN el cardenal Michael Czerny, que dirige la oficina vaticana para el desarrollo humano. “Siempre ha mostrado una solidaridad genuina con aquellos que son frágiles y sufren, excluidos y descartados, pero nunca se manifestó de mejor manera que cuando él mismo estaba tan enfermo y sufriendo y realmente en grave riesgo”.
Al igual que el Papa, Czerny es miembro de la orden jesuita y ha colaborado estrechamente con él en la defensa de los inmigrantes y refugiados. No cree que esos problemas de salud le impidan liderar. “Desde el principio, el papa Francisco ha enseñado con palabras y gestos. Allá donde iba, la gente anhelaba su abrazo, y él se lo daba incluso desde su silla de ruedas”, explicó Czerny, que subrayó que el tiempo que el pontífice pasó en el hospital demostró su “determinación para seguir sirviendo, su buen humor, su coraje y su fe”.
“Su enfermedad parece haber hecho más poderosos y conmovedores sus incesantes llamamientos en favor de la paz, pues tantas personas sufren hoy la pandemia de las guerras”, añadió Czerny.
A lo largo de la enfermedad de Francisco, en el Vaticano se han hecho comparaciones con los últimos años de Juan Pablo II. El Papa polaco siguió al frente de la Iglesia a pesar de un largo periodo de enfermedad, incluida el Parkinson. Pero hay diferencias. Durante ese tiempo, los altos funcionarios del Vaticano tomaron el control de las decisiones clave, y su secretario privado, el ahora cardenal Stanisław Dziwisz, se convirtió en un poderoso guardián. Francisco, sin embargo, nunca ha permitido que surgiera una figura como “adjunto” y siempre ha sido un Papa pragmático.
Alberto Melloni, historiador de la Iglesia, afirma que el estilo de liderazgo de Francisco no permite delegar demasiado. Añade que la salud de Francisco ya era frágil antes de ingresar en el hospital, pero que ahora no podrá “compensarlo” con determinación. ¿Podría dimitir el Papa? Melloni subraya que se trata de una decisión muy personal del pontífice, pero que no se puede descartar. “Los que dicen que no renunciará, no pueden saberlo”, dijo a CNN. “Los que dicen que debe dimitir hablan de cosas que no son de su competencia”.
En Santa Marta, se ha informado de que se ha instalado una nueva cama ajustable con controles eléctricos para el Papa. Seguirá recibiendo oxígeno y atención médica las 24 horas del día si es necesario. El Papa tiene un enfermero personal, Massimiliano Strappetti, a quien Francisco atribuye haberle salvado la vida anteriormente, y un médico vaticano, el doctor Luigi Carbone. El Papa es conocido por su carácter decidido y obstinado, impulsado por un profundo sentido de la misión. Y, como han demostrado las últimas semanas, no hay que subestimar la capacidad de recuperación del pontífice argentino.
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Cardenal “Tucho” Fernández: “Francisco es un hombre de sorpresas”
El cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, muy cercano a Francisco, comentó en una conferencia de prensa “que ahora empieza un nuevo papado”. Antes de la presentación de un libro del sacerdote jesuita Antonio Spadaro, sobre el papa Francisco y la poesía, el cardenal dijo que Francisco “es un hombre de sorpresas y seguramente habrá aprendido muchas cosas” durante su estancia de más de un mes en el Hospital Gemelli, “¡y quién sabe lo que sacará de la chistera!”.
El cardenal Fernández dijo que el Papa está “físicamente muy bien” pero que aún “necesita rehabilitación”. Preguntado sobre si cree que el Papa dimitirá, el cardenal argentino descartó la idea: “No creo verdaderamente, eso no”. Al abordar de nuevo la cuestión de la dimisión una vez finalizada la presentación, el cardenal dijo: “Que yo sepa, la hipótesis de la dimisión nunca se ha considerado. Por el contrario, creo que este tiempo de dolor, cansancio y limitaciones es el inicio de una nueva fase que será fructífera y formará parte de este pontificado”.
Preguntado sobre si el Papa volverá al Vaticano para Pascua, el cardenal respondió con cautela: “Le gustaría volver, pero los médicos quieren estar seguros al cien por cien (antes de permitirlo) y prefieren esperar un poco, porque él tiene su forma de vivir. Quiere darlo todo”. Tras la presentación, el cardenal dijo, respecto a que el Papa pueda volver para Pascua: “No creo. No lo sé”.
El cardenal dijo que el Papa quiere utilizar el tiempo que le queda al servicio de la Iglesia. Además, cuando regrese al Vaticano, “no le será fácil seguir los consejos (de los médicos)”. Fernández dejó claro, sin embargo, que la situación de Francisco tras esta hospitalización no será la misma que antes. “Su vida seguramente tendrá que cambiar, pero no puedo dar detalles”, dijo el cardenal, indicando que comenzará una nueva etapa del papado.
El cardenal confirmó que ha “estado en contacto” con el Papa, pero no dijo cuándo. “Estuve en contacto y estoy contento porque sabía que su organismo reaccionaría de una manera u otra y, al final, acerté porque realemente está muy bien físicamente”, dijo. “Ahora necesita rehabilitación porque mucho tiempo (recibiendo) oxigenación de alto flujo te seca y casi tienes que aprender a hablar de nuevo. Tiene poca fuerza en la voz, y por eso necesita terapia, tiempo para recuperar la fuerza de la voz, también la musculatura, porque ha estado demasiado tiempo sin moverse (…) y esa es la etapa que viene ahora”. Dijo, sin embargo, que “el cuadro general de su organismo es como antes” de ingresar en el hospital.
Preguntado sobre cómo se encuentra emocionalmente Francisco tras un mes en el hospital, el cardenal dijo: “Imaginate para una persona como él, que no quería ir al hospital, lo convencieron algunos amigos muy cercanos, que no sé qué malas palabras usaron. ‘Tenés que ir, si no cortamos esta relación’, así lo convencieron”, contó el Tucho, al destacar que para alguien cómo él es “pesado” estar encerrado tanto tiempo en un hospital. “Pero él es de esas personas de otros tiempos, que tienen una fuerza inmensa, una capacidad de sacrificio, de darle un sentido a estos momentos oscuros”, agregó el cardenal, el único alto prelado argentino y de su confianza que en sus 13 años de pontificado trajo a la curia romana.
“Puedo decir que sin duda ha sido un tiempo muy duro para él, este mes, para él que ama entregarse por entero, estar ahí en la cama del hospital sin poder ayudar a los demás, dar una palabra de consuelo a otras personas”, dijo el cardenal Fernández. “Pero tiene una gran capacidad para aprender de la vida, de lo que venga, para captar la belleza incluso en los momentos oscuros. Por eso, estoy seguro de que de esta experiencia saldrá algo muy hermoso -no sabemos lo que será, serán las sorpresas del papa Francisco”.
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Un Papa frágil ejerce el poder y reescribe la narrativa sobre la autoridad
Durante su primer viaje al extranjero en 2013, el papa Francisco saltó a los titulares cuando llevaba su propio maletín de cuero negro al embarcar en el chárter de Alitalia con destino a Brasil, ya que los papas nunca llevan maletas y hasta los años setenta ellos mismos eran transportados en tronos. Cuando se le preguntó qué llevaba en el maletín, Francisco bromeó diciendo que “no eran los códigos de una bomba atómica”. Pero parecía desconcertado de que algo tan normal como que un pasajero de avión llevara un maletín pudiera crear tal alboroto. “Siempre llevo una maleta cuando viajo, es normal”, dijo en su primera rueda de prensa como Papa. “Debemos acostumbrarnos a ser normales. A la normalidad de la vida”.
A lo largo de 12 años, Francisco ha tratado de imponer una especie de normalidad en el papado con su estilo informal y su desdén por la pompa, al tiempo que se asegura de seguir ejerciendo el impresionante poder que ostentan el vicario de Cristo en la Tierra y el último monarca absoluto de Europa.
La forma en que Francisco ha gestionado su hospitalización de cinco semanas por neumonía ha seguido ese mismo libreto, y el 22 de marzo permitió a sus médicos anunciar la muy normal noticia de que el Papa de 88 años sería dado de alta al día siguiente. En una conferencia de prensa, los médicos dijeron que Francisco necesitaría dos meses de descanso y convalecencia en el Vaticano, pero que finalmente podría reanudar toda su actividad normal al frente de la Iglesia católica, que cuenta con 1.300 millones de fieles.
Francisco ha mantenido el control, a distancia
Pero nunca se había detenido. Entre crisis respiratorias, oraciones y fisioterapia, Francisco nombró a más de una docena de obispos, aprobó un puñado de nuevos santos, autorizó una prórroga de tres años de su emblemático proceso de reforma y envió mensajes públicos y privados. Cardenales vaticanos le sustituyeron en actos que requerían su presencia. No es un ejercicio de equilibro tan fácil como parece, ya que hay pocos cargos de poder que sean tan absolutos como el papado y, en tiempos de enfermedad, tan aparentemente frágiles: según el derecho canónico de la Iglesia, el Papa posee “la potestad ordinaria suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia”. No responde ante nadie más que ante Dios, y sus decisiones son inapelables.
Y aunque los papas no están sujetos a campañas de reelección o votos de censura, esencialmente deben sus puestos a los 120 hombres que los eligieron. Aunque esos mismos cardenales juran obediencia al Papa, también acabarán eligiendo a su sucesor entre sus propias filas. No es de extrañar, por tanto, que desde que Francisco ingresó en el hospital Gemelli el 14 de febrero se hable constantemente en Roma de cónclaves, de aspirantes al papado y de los retos a los que se enfrenta el futuro Papa.
Francisco es muy consciente de que cada vez que se pone enfermo se intensifican las conspiraciones para la elección del próximo Papa, lo que contribuye a un cierto estatus de mandatario en funciones. “Algunos me querían muerto”, dijo tras su hospitalización de 2021, cuando se enteró de que ya se habían celebrado reuniones secretas para planificar el cónclave. Sabe también que, incluso antes de su actual hospitalización, un cardenal anónimo había hecho circular un memorando de siete puntos en el que se enumeraban las prioridades del próximo Papa para corregir la “confusión, división y conflicto” sembrados por Francisco.
Pero no oculta su debilidad
Y, sin embargo, Francisco nunca ha tenido reparos para mostrar sus debilidades, edad o enfermedades de una forma que parece impensable para figuras públicas para las que cualquier signo de fragilidad puede amenazar su autoridad y socavar su agenda. A los pocos meses de salir elegido, por ejemplo, contactó con un médico y periodista argentino, el doctor Nelson Castro, y le sugirió que escribiese un libro sobre la salud de los papas, incluida la suya.
“Mi hipótesis es que quería, ante todo, mostrarse como un ser humano”, dijo Castro en una entrevista. “Tendemos a ver a los papas como santos, pero la forma en que habló sobre sus enfermedades me mostró: soy como tú, expuesto a enfermedades”. Francisco había leído y apreciado el libro anterior de Castro, Enfermos de poder, sobre las dolencias que han afligido a los líderes argentinos y cómo les había afectado el poder. Invitó a Castro a investigar y escribir sobre los pontífices anteriores y su propio caso desde una óptica similar.
La salud de los papas se publicó en 2021. Castro afirmó que lo que más le impresionó fue que Francisco reveló no solo sus dolencias físicas, sino también sus problemas de salud mental: contó que había acudido a un psiquiatra cuando era provincial jesuita durante la dictadura militar en Argentina, en la década de 1970, para ayudarlo a lidiar con el miedo y la ansiedad. “El papa Francisco es un hombre poderoso”, señaló Castro. “Solo un hombre poderoso, que se siente bastante seguro de sí mismo, se atrevería a hablar de sus enfermedades tan abiertamente”.
El equilibrio entre fuerza y debilidad es algo muy jesuita
Para John Cecero, quien fue provincial jesuita del noreste de EE.UU. entre 2014 y 2020, la disposición del papa a mostrar sus debilidades mientras ejerce una autoridad suprema es coherente con su formación jesuita y con la enseñanza bíblica de San Pablo de que “cuando soy débil, entonces soy fuerte”.
“Una de las principales virtudes de los que ejercen la autoridad jesuita es la humildad”, dijo Cecero en una entrevista. “En el jesuita como individuo (eso significa) pensar más allá de mi propio interés personal hacia el bien común”. Añadió que sabía que es algo “que impulsa a Francisco: que se tenga esa misma humildad”.
Pero sus críticos se quejan a menudo de que es autoritario, toma decisiones en un vacío y sin respetar la ley y ejerce el poder como un “Papa dictador”, el título de un libro escrito por un crítico tradicionalista al inicio de mandato del argentino. Muchos recitan un chiste sobre la forma en la que los superiores jesuitas ejercen el poder, que se supone que es un proceso de discernimiento conjunto entre el superior y el subordinado, pero, según la broma, puede ser cualquier cosa menos eso: “Yo discierno, tú disciernes, nosotros discernimos… yo decido”.
Esos mismos críticos conservadores, por supuesto, han estado siguiendo atentamente la hospitalización de Francisco y preguntándose si el final de su papado está cerca. Pero aunque esté ausente, e incluso si tiene que reducir su actividad pública en el futuro, el pontífice sigue en el poder y dirigiendo la Iglesia, afirmó Kurt Martens, abogado canónico en la Universidad Católica de América en Washington D.C.
“Estamos acostumbrados a ver a un papa que está en todas partes todo el tiempo”, señaló. “Pero no olvidemos que en el pasado, no hace tanto tiempo, los papas aparecían (en público) muy pocas veces”.
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Fuentes
CNN en Español / National Catholic Reporter / America Magazine / Videos: Rome Reports – El Espectador – Canal Orbe 21 / Foto: Ettore Ferrari (EFE-EPA)