Impulso vaticano para el diálogo con la cultura

7:00 p.m. | 4 nov 21 (VTN).- Es un dicasterio-puente entre la cristiandad y la secularidad, donde la cultura en su sentido más amplio es el camino que las une. Muchas veces también es el espacio del encuentro. Con casi 40 años de existencia -a los que se podría sumar otros 17 en una etapa previa como Secretariado para los no creyentes- el Pontificio Consejo de la Cultura ha conseguido con el tiempo una densa red de contactos y colaboraciones con instituciones internacionales. ¿Cómo se originó en plena Guerra Fría? ¿Cómo comparte iniciativas con las ciencias, el arte y otras creencias? ¿Cómo se financia? Su presidente responde a Vatican News.

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Se ha convertido así en una presencia constante en grandes eventos como exposiciones, bienales y salones del libro, o los ha promovido en persona, como el Patio de los Gentiles. Su misión está financiada con un presupuesto que forma parte de los 21 millones de euros asignados en total este año a una treintena de instituciones vaticanas. Pero también es una misión -explica su presidente, el cardenal Gianfranco Ravasi- que difiere de las misiones más tradicionales de los demás dicasterios.


-El Pontificio Consejo que usted preside, siguiendo los pasos del Secretariado para los no creyentes establecido por Pablo VI en 1965 para retomar el legado del Concilio Vaticano II, está comprometido en un diálogo abierto y creativo con el variado mundo de la cultura contemporánea. ¿Con qué estilo y con qué objetivos se realiza esto?

El Secretariado para los no creyentes completaba una serie de organismos vaticanos de diálogo con los que Pablo VI quería idealmente abarcar a toda la humanidad: las Iglesias y comunidades cristianas, los creyentes de otras religiones y, finalmente, todas las personas de buena voluntad que no se identifican con una religión concreta. Sin embargo, en el contexto de la Guerra Fría, el diálogo con los no creyentes estuvo a menudo fuertemente condicionado por la presencia de regímenes en los que prevalecía una concepción materialista. La Secretaría se vio así empujada a orientarse hacia la cultura como ámbito de diálogo con los no creyentes.

Juan Pablo II, elegido en 1978, trajo consigo su interés por la antropología y la cultura, y así fundó el Pontificio Consejo de la Cultura en 1982. Más tarde, tras la caída del Muro de Berlín, la Secretaría para los no creyentes fue absorbida por el Pontificio Consejo de la Cultura. El objetivo era proponer el mensaje evangélico a la cultura y a las culturas, y promover la inculturación del Evangelio en las sociedades de nuestro tiempo, incluso en las sociedades secularizadas, para que el mensaje cristiano, expresado de forma cualificada, fuera comprensible y tuviese sentido. El estilo era y es el del diálogo, representado por la imagen de un puente ideal que une las dos orillas diferentes, y permite que tanto la voz de la Iglesia y del cristianismo se escuche en los círculos culturales, como la voz del mundo contemporáneo en su heterogénea multiplicidad llegue al corazón de la Iglesia.


-El encuentro entre el Evangelio y las culturas fomenta relaciones de amistad y colaboración con representantes de la ciencia, la literatura, todas las artes y el deporte, acogidos como compañeros de viaje y auténticos buscadores de lo verdadero, lo bueno y lo bello. ¿Cuál es el significado de estas experiencias, en una época fuertemente marcada por el secularismo y la indiferencia religiosa?

A lo largo de estas décadas el Consejo ha conseguido tejer una red de contactos, principalmente con instituciones “laicas” y no católicas, que nos permite llevar a cabo numerosas iniciativas de distinto perfil. Esto es posible porque nuestra presencia no se impone como una realidad superior o separada. En cambio, es una especie de cercanía que tiene su propia identidad, pero que camina hombro con hombro con los hombres y mujeres contemporáneos, compartiendo sus preguntas y expectativas, sus alegrías y esperanzas, sus sufrimientos y angustias. Es una presencia discreta pero incisiva. Pensemos, por ejemplo, en lo que significa el pabellón de la Santa Sede dentro de una Expo, como la de Milán en 2015 o la de horticultura en Pekín en 2019, o ahora en Dubái: el pabellón de la Santa Sede siempre ha sido uno de los más visitados, a pesar de su pequeño tamaño y de que no se distribuyan gadgets o productos típicos.

Lo mismo puede decirse de los pabellones de la Santa Sede en la Bienal de Venecia, tanto de Arte como de Arquitectura, con un resultado extraordinariamente eficaz, incluso a nivel popular, como fue el caso de las diez capillas de famosos arquitectos de diferentes naciones, estilos y credos, en la isla de San Jorge. La investigación llevada a cabo en el campo de la tecnología, la ciencia y la cultura digital es también de gran impacto. Por tanto, incluso en entornos muy secularizados es posible abrir una ventana a lo trascendente a través del arte, la ciencia y la reflexión. Este enfoque no sustituye a la evangelización directa, sino que desarrolla un terreno fértil para el diálogo y la confrontación pacífica, sin asperezas ni enfrentamientos preconcebidos y radicales.


-Desarrollo cultural y administración económica parecen ser dos esferas aparentemente distantes, si no irreconciliables. ¿Cuáles son los criterios utilizados para gestionar las actividades del dicasterio y cómo consiguen ir de la mano el presupuesto y la “declaración de misión”?

A diferencia de otros dicasterios de la Santa Sede, cuyas tareas son puramente pastorales, administrativas y legislativas, y cuya actividad está orientada al ámbito eclesial interno, el Consejo es uno de esos organismos que miran ad extra, hacia el exterior. Su actividad se desarrolla en numerosas iniciativas, en su mayoría en colaboración con otros organismos e instituciones, a menudo de origen “laico”. La creatividad desplegada por nuestro dicasterio va, pues, acompañada de la movilización en la búsqueda de socios y patrocinadores, incluso en el mundo económico-financiero, siempre con rigor, transparencia y sobriedad.

Gracias a estas colaboraciones el Dicasterio puede llevar a cabo numerosas iniciativas, en la mayoría de los casos sin coste alguno para la administración de la Santa Sede. En este sentido, es muy significativa la apuesta dedicada a la cultura digital y sus aplicaciones, así como a determinados temas científicos como la genética, la neurociencia y la inteligencia artificial, con congresos internacionales cuyo apoyo organizativo y económico corre a menudo a cargo de instituciones externas que colaboran con el dicasterio.


-El “Patio de los Gentiles”, promovido por el Pontificio Consejo para favorecer el encuentro y el diálogo entre creyentes y no creyentes, cumple diez años. ¿Qué resultados se han obtenido hasta ahora y cuáles son las perspectivas de futuro en relación con los principales temas que interesan a la sociedad contemporánea?

La idea del Patio de los Gentiles fue propuesta por Benedicto XVI en un famoso discurso de Navidad a la Curia Romana en 2009. Esta intuición del papa Benedicto fue acogida como una indicación para nuestro Dicasterio, que -como se ha dicho- ya tenía la tarea del diálogo con los no creyentes, dándole un nuevo impulso. Desde entonces, el “Patio” se ha transformado en una Fundación que mantiene vivo su espíritu a través de innumerables iniciativas de diálogo. Ya se han celebrado o se están planificando decenas y decenas de “Patios”, en los que se entrelazan diálogos, eventos y trabajos sobre los grandes temas de la existencia humana, o sobre aspectos culturales concretos, desde la economía a la política, desde la diplomacia a la ciencia, desde las cárceles a la justicia, desde la moda al periodismo, etc.

Algunos eventos son de alto nivel, especialmente en el ámbito científico y filosófico, otros son más populares y se han celebrado en muchas capitales de varios continentes. Esta estructura del dicasterio es, con mucho, la que más contacto establece con un horizonte “lejano” y lo hace con una creatividad incesante y un compromiso múltiple. También se vale de un Consejo Científico que incluye personalidades de alto nivel en los diversos campos de la ciencia y la tecnología, con una impresionante producción de eventos y textos de análisis e investigación sociocultural.


-Su dicasterio ha optado por contar con la colaboración de un Consejo de Mujeres, la Consulta Femenil, formado por personalidades de alto nivel -no sólo católicas- y también de una Consulta Juvenil. ¿Qué “intercambios” se producen con estas dos realidades vivas?

La Consulta Femenil se estableció en primer lugar y nació de la constatación de que en nuestro Dicasterio, y en general en la Curia Romana, no hay muchas voces femeninas cualificadas que puedan ofrecer su punto de vista sobre las cuestiones que son objeto de nuestro compromiso. No se trata, por tanto, de una estructura dedicada a las cuestiones femeninas, sino de la búsqueda de un punto de vista femenino en todo nuestro trabajo. La más reciente, la Consulta Juvenil, ofrecen su punto de vista, aunque imperfecto o en proceso de formación, pero creativo y original, sobre las grandes cuestiones de la existencia.

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Fuentes

Artículo tomado de Vatican News / Foto: Visit Vatican

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