Cine: Lenguaje de paz, que aborde las heridas del mundo
3:00 p.m. | 25 nov 25 (VTN/CM).- Ante más de 160 figuras del cine reunidas en el Vaticano, el Papa agradeció la fuerza narrativa capaz de “poner en movimiento la esperanza”, de promover “la dignidad humana”, y los instó: “No teman abordar las heridas del mundo”. El encuentro, que incluyó un saludo protocolar con actores y directores, dejó impresiones significativas. En la previa, el pontífice había revelado sus cuatro películas favoritas como pista de su sensibilidad artística.
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En un renovado gesto de acercamiento a la cultura popular, el papa León XIV recibió en la Sala Clementina a decenas de directores, actores y profesionales del cine, a quienes agradeció por “poner en movimiento la esperanza” y promover “la dignidad humana” sin explotar el dolor, sino acompañándolo. El encuentro, enmarcado en las celebraciones del Año Santo y en la línea de las audiencias especiales que el Pontífice ha impulsado desde el inicio de su pontificado —incluida una reciente reunión privada con Robert De Niro— busca profundizar el diálogo de la Iglesia con las expresiones culturales contemporáneas y explorar “las posibilidades que la creatividad artística ofrece a la misión de la Iglesia y a la promoción de los valores humanos”.
Un gran “gracias” al buen cine —al que “pone en movimiento la esperanza”, “promueve la dignidad humana”, no “explota el dolor” sino que lo acompaña, lo investiga, lo mira de frente y narra “la aventura espiritual del ser humano”. Con estas palabras, el papa León XIV se dirigió a más de 160 representantes del mundo cinematográfico reunidos en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, invitando al séptimo arte, que cumple 130 años, a seguir siendo “lugar de encuentro”, “hogar para quienes buscan sentido” y “lenguaje de paz”, capaz de seguir sorprendiendo y “mostrando aunque solo sea un fragmento del misterio de Dios”.
El cine ayuda a mirar con nuevos ojos las experiencias
El Papa, que había recordado en un vídeo su amor por películas como La vida es bella, subraya que este arte “joven, soñador y un poco inquieto” no es solo “un juego de luces y sombras para divertir e impresionar”, como podía parecer en la época de los hermanos Lumière, sino que se ha convertido en “expresión de la voluntad de contemplar y comprender la vida, de contar su grandeza y fragilidad, de interpretar su nostalgia de infinito”.
Agradeció al cine por ser “un arte popular en el sentido más noble, que nace para todos y habla a todos”, capaz de unir entretenimiento con la narración profunda del espíritu humano. La “linterna mágica”, dijo, “no es solo imágenes en movimiento: es poner en movimiento la esperanza”. Una de sus contribuciones más valiosas —añadió— es la capacidad de ayudar al espectador a “volver a sí mismo”, a mirar de nuevo la complejidad de su propia existencia, a redescubrir “una parte de esa esperanza sin la cual nuestra vida no está plena”.
Las instituciones deben defender el valor de las salas de cine
El Papa recordó a los directores y actores que con sus obras dialogan “con quienes buscan ligereza, pero también con quienes llevan en su corazón una inquietud, una búsqueda de sentido, de justicia, de belleza”. Y para quienes, como todos nosotros, vivimos “con las pantallas digitales siempre encendidas”, el cine es “mucho más que una simple pantalla: es una encrucijada de deseos, recuerdos y preguntas”. Esto convierte a los cines y teatros en “corazones palpitantes de nuestros territorios”, espacios culturales que contribuyen a su humanización.
Sin embargo, advirtió que estos espacios están en riesgo debido al cierre de muchas salas. Llamó a las instituciones a defender su valor social y cultural, una petición recibida con un caluroso aplauso. Y frente a la “lógica del algoritmo”, pidió al cine preservar “la lentitud cuando es necesaria, el silencio cuando habla, la diferencia cuando provoca”. La belleza —recordó— “no es solo evasión, sino invocación”: un cine auténtico “no solo consuela, interpela (…) llama por su nombre a las preguntas que habitan en nosotros y, a veces, también a las lágrimas que no sabíamos que teníamos que expresar”.
Una peregrinación al misterio de la experiencia humana
En el año del Jubileo de la esperanza, continúa León, los directores, actores y trabajadores del cine están en camino como peregrinos de la imaginación, buscadores de sentido, narradores de esperanza, mensajeros de humanidad: “Es una peregrinación por el misterio de la experiencia humana que atraviesan con una mirada penetrante, capaz de reconocer la belleza incluso en los pliegues del dolor, la esperanza en las tragedias de la violencia y las guerras”.
El Papa recuerda también que la Iglesia mira con estima el mundo del cine, con las palabras de San Pablo VI, quien aseguraba que quienes aman el verdadero arte son “amigos” de la Iglesia, subrayando que el mundo necesita belleza “para no hundirse en la desesperación”. El Papa renovó esa amistad: “el cine es un laboratorio de esperanza”. Inspirándose en el gran director y productor estadounidense David W. Griffith —”al cine moderno le falta la belleza, la belleza del viento que mueve los árboles”— evocó las palabras del Evangelio de Juan: “El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va: así es todo aquel que ha nacido del Espíritu”. Con ello invitó a hacer “del cine un arte del Espíritu”.
No teman enfrentarse a las heridas del mundo
En una época que “necesita testigos de esperanza, de belleza, de verdad —continúa el Pontífice—, ustedes, con su trabajo artístico, pueden serlo”. Explica que “recuperar la autenticidad de la imagen para salvaguardar y promover la dignidad humana está en el poder del buen cine y de quienes lo crean y protagonizan”. Los exhortó: “No teman enfrentarse a las heridas del mundo”.
Heridas como la violencia, la pobreza, el exilio, la soledad, las adicciones, las guerras olvidadas, “piden ser vistas y contadas. El gran cine no explota el dolor: lo acompaña, lo investiga”. Como han hecho los grandes directores, dando voz, con amor, “a los sentimientos complejos, contradictorios, a veces oscuros, que habitan el corazón del ser humano (…) el arte no debe huir del misterio de la fragilidad, debe escucharlo, debe saber detenerse ante él. El cine, sin ser didáctico, tiene en sí mismo, en sus formas auténticamente artísticas, la posibilidad de educar la mirada”, reflexionó el pontífice.
Por último, León XIV recordó que una película es un “acto comunitario” y una “obra coral” y que, por lo tanto, sería imposible sin la “dedicación silenciosa” de cientos de otros profesionales, desde los asistentes hasta los sonidistas, desde los maquilladores hasta los directores de fotografía y los compositores. Estas palabras también fueron recibidas con un largo aplauso. “Que el cine siga siendo siempre un lugar de encuentro, un hogar para quienes buscan sentido, un lenguaje de paz. Que nunca pierda la capacidad de sorprender, siguiéndonos mostrando aunque sea un solo fragmento del misterio de Dios”.
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“Esta es la historia…” es a menudo lo que se escucha de los narradores al explicar su trabajo. Y en una sala llena de artistas creativos y cineastas, siempre hay una historia que contar. Después de escuchar el discurso de León XIV sobre la belleza y la importancia del cine y la responsabilidad de quienes están involucrados en este mundo, actores y cineastas de renombre internacional llenaron los pasillos del Palacio Apostólico, cada uno relatando historias de su propio encuentro papal.
En el corazón de la comunidad
Con la creciente presencia de las aplicaciones de streaming, la asistencia al cine en todo el mundo cayó un 8,8% en 2024, vendiendo 500 millones menos que en 2023. El Papa alertó el peligro de este declive, ya que “los cines y teatros son los corazones palpitantes de nuestras comunidades”. También afirmó su valor cultural y social y la importancia de salvaguardarlos.
La actriz estadounidense Leslie Mann se ha tomado este desafío muy en serio. Dijo que, como actriz, está tratando de que la gente vuelva a ver películas en teatros y cines, “para experimentar películas juntos en lugar de en casa” en el sofá. Mann está eligiendo seguir el llamado del pontífice de mirar al futuro con un sentido de optimismo: “Estamos muy esperanzados y muy emocionados por el futuro del cine”, explicó. A pesar de que las palabras del Papa fueron en italiano, Mann compartió con Vatican News lo impactante que fue la audiencia. “Fue increíble”, señalando que volverá a casa y leerá la traducción al inglés.
Iglesia y cine
Este sentimiento de esperanza continuó con Kenneth Lonergan, dramaturgo, guionista y director de cine estadounidense. Acotó que aunque no es cristiano, católico ni religioso, la Iglesia católica ha “sido una de las grandes promotoras del arte durante muchos cientos de años”. Lonergan elogió el interés del Santo Padre en incorporar el cine a esa tradición del arte. Argumentó que un mundo sin arte, cine, pintura, música “sería un mundo bastante triste”.
En el mundo actual, lleno de conflictos y tensiones sociales, el arte, el cine en particular, puede ser una vía de esperanza. “Tan pronto como la gente tiene la oportunidad de tener esperanza”, puntualizó Lonergan, “la aprovechan”. Reconoció que “es un gran privilegio” participar en la realización y en el detrás de escena de las películas, que pueden ser testimonios de belleza, verdad y esperanza para las personas que buscan tanto entretenimiento como significado.
Al final del discurso del Obispo de Roma, los diversos artistas pudieron saludarlo individualmente y, si lo deseaban, entregarle un regalo al Santo Padre. Un regalo especial tenía raíces ocultas en los días universitarios de León XIV en los Estados Unidos. El cineasta estadounidense Spike Lee, radicado en Brooklyn, Nueva York, lo saludó con una camiseta de baloncesto personalizada de los New York Knicks. “Esta es la historia”, comenzó Lee, “El Papa fue a Villanova… y los Knicks tenían tres jugadores de Villanova”. La camiseta de edición de la ciudad tiene escrito “Pope Leo” y el número 14, como un recordatorio de su conexión con su alma mater.
El cine da voz a los que no tienen voz
La actriz y productora de cine australiana Cate Blanchett también aprovechó la oportunidad para regalarle a Prevost una pequeña pulsera azul con un hermoso significado detrás. “Trabajo con ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados”, explicó Blanchett, y la pulsera es una que ella “usa en solidaridad con las personas desplazadas”. A principios de este año, Blanchett lanzó el Displacement Film Fund (Fondo Cinematográfico para los Desplazados) como Embajadora de Buena Voluntad de ACNUR.
La iniciativa se dedica a defender y financiar “el trabajo de cineastas desplazados, o cineastas con una trayectoria comprobada en la creación de narrativas auténticas sobre las experiencias de las personas desplazadas”. Junto con la directora del Festival Internacional de Cine de Róterdam, Vanja Kaludjercic, Blanchett señaló que las voces de estos cineastas refugiados “a menudo quedan marginadas del mainstream”. Por ello, tanto Blanchett como Kaludjercic destacaron la importancia de compartir el trabajo de este Fondo con el Santo Padre.
“Es de tremenda importancia que Su Santidad esté abriendo este espacio para el diálogo y señalando lo importante que es crear espacio para las historias de aquellos que a menudo no son escuchados y las personas que no tienen tantas oportunidades, como los cineastas desplazados”, enfatizó Kaludjercic. Esto, argumentó, revela valores compartidos entre el Fondo para refugiados y el Vaticano, ya que promueven los derechos humanos básicos y la dignidad de cada persona.
El desplazamiento forzado es un importante problema humanitario al que se enfrenta nuestro mundo hoy. ACNUR informó que, a finales de junio de 2025, unos 117 millones de personas en todo el mundo habían sido desplazadas forzosamente de sus hogares como resultado de la persecución, el conflicto, la violencia, las violaciones de los derechos humanos o “eventos que perturban gravemente el orden público”.
Es una crisis que no podemos ni debemos evitar. El Papa enfatizó que quienes están involucrados en el mundo del cine no deben tener miedo de “afrontar las heridas del mundo”. Blanchett se fue del discurso del Papa con este mensaje firmemente en mente. “Estaba hablando de las lágrimas que a menudo la gente no puede derramar en su vida diaria, lo que a menudo sucede en el cine”. Sintió la exhortación del Sucesor de Pedro a volver a “nuestros trabajos diarios e inspirar y crear esos espacios” de diálogo, que pueden comenzar a través de historias de esperanza encontradas en el cine.
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Las cuatro películas favoritas del papa León XIV
El papa León XIV no dudó cuando se le pidió que nombrara sus cuatro películas favoritas. La pregunta surgió previo a su encuentro con actores y cineastas, organizado por el Dicasterio para la Cultura y la Educación en colaboración con el Dicasterio para la Comunicación y los Museos Vaticanos. El predecesor de León, el papa Francisco, había respondido a la misma pregunta algunos años antes: sus favoritas eran La Strada de Fellini, El festín de Babette de Axel, Rapsodia en agosto de Kurosawa y Roma, ciudad abierta de Rossellini.
León dio a conocer sus propias favoritas en un breve video, trazando un hilo invisible entre ¡Qué bello es vivir! (1946), La novicia rebelde (1965), Gente corriente (1980) y La vida es bella (1997). Es un hilo que recorre medio siglo de cine occidental, conectando la fábula navideña de Frank Capra, el musical impecable de Robert Wise, el drama íntimo de Robert Redford y el cuento trágico de Roberto Benigni.
Cuando George Bailey (James Stewart) se inclina sobre el puente, listo para arrojarse al río, ¡Qué bello es vivir! (It’s a Wonderful Life) se asoma a la versión más oscura del sueño americano. Capra pone en escena el agotamiento moral de un hombre aplastado por un mundo regido por el dinero. Aunque estrenada en 1946, la película anticipa la ansiedad de la América de posguerra, donde el bienestar económico amenazaba con asfixiar la solidaridad. El ángel Clarence salva a George mostrándole cómo sería el mundo sin él.
Es un acto de imaginación: la humanidad revelada a través de la posibilidad de su propia desaparición. Capra hacía un cine discretamente teológico. El ángel no es un adorno sentimental, sino una revelación del tejido invisible que une a los seres humanos. ¡Qué bello es vivir! es, en esencia, una película sobre el poder ético de la empatía. Su mensaje —”ningún hombre es un fracasado si tiene amigos”— sigue siendo una de las frases más radicales jamás pronunciadas en una película estadounidense, y una que León aprecia profundamente.
Veinte años después, La novicia rebelde (The Sound of Music) podría parecer a primera vista puro escapismo. Sin embargo, bajo su dulzura, Robert Wise escenifica una forma de resistencia civil y espiritual. María (Julie Andrews) no es solo una institutriz que canta; es una mujer que elige la alegría como acto de desafío. Ambientada en una Austria que se dobla bajo el peso del Anschluss, la película opone el canto a las órdenes de marcha, la melodía a la disciplina marcial. Sus números musicales no son ornamento: son actos de libertad colectiva, gestos de una educación emocional que devuelve humanidad a quienes la han perdido.
En la escena final, la familia Von Trapp asciende por las montañas huyendo del nazismo, imagen que refleja —a la inversa— el ascenso de George Bailey desde la desesperación hacia la vida. Como Capra, Wise cree en la fuerza moral de la bondad, pero la traduce en canto. Su arte es el de la gracia: la bondad no como deber, sino como armonía que desarma la violencia. En medio de las tensiones de la Guerra Fría y del auge de la cultura de consumo, La novicia rebelde ofrece una nostálgica añoranza por un mundo donde cantar juntos aún podía cambiar algo.
Con Gente corriente (Ordinary people), Robert Redford quiebra aquella confianza: la bondad ya no basta. Esta es la América post-Vietnam y post-Watergate, una época de resaca cultural, psicoterapia y alienación doméstica. Los Jarrett, una acomodada familia suburbana, están destrozados por la muerte de su hijo mayor y por una culpa de supervivencia insoportable. Redford dirige la película con una austeridad casi bergmaniana. Gente corriente, basada en la novela homónima de 1976 de Judith Guest, trata sobre la fragilidad del amor en un mundo que ha olvidado cómo perdonar.
Si Wise celebra el poder liberador del canto, Redford se concentra en el silencio, en las pausas entre las personas. La madre (Mary Tyler Moore) no puede llorar; el padre (Donald Sutherland) no puede comprender; el hijo (Timothy Hutton) no puede vivir. Las “personas corrientes” del título son la imagen invertida de la “vida maravillosa” de Capra: el sueño americano implosionando sobre sí mismo. Y sin embargo, en medio de esa desolación, Redford conserva un tenue destello de redención —no un milagro, sino una palabra pronunciada al fin—. Cuando el padre finalmente abraza a su hijo, el silencio se rompe.
Por último, La vida es bella (La vita è bella): el retorno de la bondad en un siglo de mal. Benigni se atreve a lo impensable: contar el Holocausto como una fábula. No niega el sufrimiento, pero rescata lo humano dentro de él. Guido Orefice, un padre judío deportado junto con su hijo, inventa un juego para proteger al niño del horror. La ironía se convierte en el último refugio del amor. La película fue acusada por algunos críticos de sentimentalismo. Pero su fuerza reside en su paradoja. Benigni fusiona al payaso y al mártir, al inocente y al testigo.
Como Capra y Wise, cree en la bondad como subversión; pero, como Redford, sabe que la bondad por sí sola no siempre salva. A veces, lo que salva es simplemente la capacidad de dar sentido al dolor, de convertirlo en un lenguaje compartido. La vida es bella es, en su núcleo, una película sobre la creación artística como supervivencia: la imaginación como el último acto de humanidad dentro de un sistema deshumanizador.
Estas cuatro películas, tan distintas en tiempo y tono, forman lo que podría llamarse una tetralogía de la gracia. En cada una, la bondad aparece frágil, ingenua, casi fuera de lugar… y precisamente por eso, revolucionaria. George Bailey, María von Trapp, Conrad Jarrett y Guido Orefice encarnan lo que el papa Francisco llamó en su día “la clase media de la santidad”: personas comunes que, contra toda evidencia, siguen creyendo en la posibilidad de la bondad. En estos relatos, el propio cine se convierte en una forma de resistencia espiritual. Capra lo hace a través de la comunidad; Wise, mediante el canto; Redford, a través de la vulnerabilidad; Benigni, mediante la imaginación. Todos, sin embargo, hablan del mismo milagro: la decisión de seguir siendo buenos en un mundo que no lo es.
León XIV ve en estas películas una lección que, en una época de cinismo sistémico e ironía defensiva, resulta casi subversiva. Tal vez sea momento de volver a verlas —una tras otra— y redescubrir con George Bailey, en su noche oscura del alma, que la vida es realmente hermosa. No porque esté exenta de dolor, sino porque, a pesar de todo, hay quienes todavía eligen ser humanos.
VIDEO. El mismo León XIV enumera sus películas favoritas
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Los Papas y el cine, la belleza que salva
Nacido en 1895 para documentar el mundo y las actividades del hombre, el cine ha creado un nuevo modo de comunicar. Las imágenes en movimiento se han convertido en uno de los rasgos distintivos de la sociedad contemporánea, incluso en esta era digital. La reciente audiencia del Papa con una representación del “séptimo arte” se enmarcó en el cauce de esta historia y en la secuencia de encuentros de los Pontífices con el mundo del cine. Recorriendo algunas de estas reflexiones, se puede construir una suerte de paradigma sobre lo que, según los Papas, este potente lenguaje, nacido a finales del siglo XIX, puede generar en las mentes y, sobre todo, en los corazones de los hombres.
Generar belleza
El cine, subraya el papa Francisco el 20 de febrero de 2023 en la audiencia a los miembros de la Fundación Instituto del Espectáculo, es una forma de arte capaz de generar belleza, de “despertar el asombro”:
“Me gusta el trabajo que hacen, el trabajo del cine, el trabajo del arte, el trabajo de la belleza como gran expresión de Dios, que siempre se ha dejado de lado, o al menos en un rincón. Los libros de teología hablan mucho del verum, de la verdad; hablan del bonum; de la belleza, no tanto: la belleza es como la “ancila”. Parecía que reflexionar sobre la belleza no tenía nada que ver con la reflexión teológico-pastoral. Esa belleza que nos salvará, como decía alguien; esa belleza que es armonía, obra del Espíritu Santo”.
Revivir páginas de la historia
El cine puede generar belleza y también puede revivir páginas de la historia, de la vida. Benedicto XVI en 2005, con ocasión de la proyección de la película Juan Pablo II, recuerda en particular la reconstrucción histórico-biográfica, a través del lenguaje de la película, de algunos momentos del pontificado del papa Wojtyla.
“El guión de la película parte del atentado en la plaza de San Pedro y, después de una amplia retrospectiva sobre los años en Polonia, prosigue con el largo pontificado. Esto me ha hecho pensar en lo que Juan Pablo II escribió en su testamento a propósito del atentado del 13 de mayo de 1981: ‘La divina Providencia me salvó milagrosamente de la muerte. Aquel que es el único Señor de la vida y de la muerte me prolongó esta vida; en cierto sentido, me la dio de nuevo. A partir de ese momento le pertenece aún más a él’ (Testamento del Santo Padre Juan Pablo II, 17 de marzo de 2000, 2: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de abril de 2005, p. 6). La visión de esta película ha renovado en mí, y pienso en cuantos han tenido el don de conocerlo, el sentido de profunda gratitud a Dios por haber dado a la Iglesia y al mundo un Papa de tan elevada talla humana y espiritual”.
Promover el humanismo ligado al Evangelio
Juan Pablo II, al encontrarse con los participantes en un congreso sobre el cine el 2 de diciembre de 1999, subraya que esta forma de arte puede promover un humanismo ligado a los valores del Evangelio valiéndose de una rica variedad de lenguajes.
“El cine goza de una riqueza de lenguajes, de una multiplicidad de estilos y de una variedad de formas narrativas verdaderamente grande: realismo, fábula, historia, ciencia ficción, aventura, tragedia, comedia, crónica, dibujos animados, documentales… Por eso, ofrece un tesoro incomparable de medios expresivos para representar los diversos campos en que se sitúa el ser humano, y para interpretar su imprescindible vocación a lo bello, lo universal y lo absoluto. Así, el cine puede contribuir a acercar a personas distantes, reconciliar a enemigos, y favorecer un diálogo más respetuoso y fecundo entre culturas diversas, señalando el camino de una solidaridad creíble y duradera, presupuesto indispensable para un mundo de paz. ¡Sabemos cuánta necesidad de paz tiene el hombre para ser verdadero artista y realizar un verdadero cine!”.
Transmitir pasiones e ideas
La audiencia general del 15 de diciembre de 1965 es “inusual, extraordinaria”. Así la define el papa Pablo VI, añadiendo que “merecería grandes comentarios, invitaría a grandes pensamientos” porque a este encuentro, en la Basílica Vaticana, participan artistas de teatro y cine, y profesionales del espectáculo. A ellos, el pontífice les recuerda la responsabilidad de una “incomparable misión artística”.
“Ustedes son el cauce encantador de sentimientos, de pasiones, de experiencias, de fantasías y de ideas, que vierten en quienes los observan; cosa estupenda, cosa tremenda; ciertamente lo piensan; y esto es lo que añade un mérito, una grandeza muy particular a su arte, si de verdad saben hacerla corresponsable de la vida de su público: no veneno, sino bálsamo; no vértigo, sino visión. Una palabra nos viene espontánea a los labios: ¡coraje! Den a su arte las alas del genio, de la belleza, de la energía espiritual; ¡coraje!, pues el pueblo al que se dirigen necesita de su carisma artístico, y no solo para su solaz recreativo, sino para su conciencia de heredero y candidato de una incomparable misión artística en la historia de la civilización humana y cristiana”.
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Fuentes
- Di Bussolo, A. (2025, noviembre 15). El Papa: El cine lenguaje de paz, no tema enfrentarse a las heridas del mundo. Vatican News.
- Gussie, K. (2025, noviembre 15). De Hollywood al Vaticano: Cate Blanchett y Spike Lee se reúnen con el Papa. Vatican News.
- Lomonaco, A. (2025, noviembre 15). Los Papas y el cine, la belleza que salva. Vatican News.
- Spadaro, A. (2025, 12 de noviembre). Ordinary Goodness. Pope Leo XIV’s four favorite films. Commonweal Magazine.
- El País. (2025, 12 de noviembre). León XIV revela sus cuatro películas favoritas antes de reunirse con delegación de estrellas de Hollywood.

