Frassati y Acutis: Una invitación a no malgastar la vida

9:00 p.m. | 16 set 25 (AM/VTN).- Con la canonización de Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, la Iglesia celebró la santidad de dos jóvenes y la fuerza evangelizadora de una vida ordinaria vivida con extraordinaria fe. En una ceremonia, ante más de 80 mil fieles, el papa León XIV destacó cómo sus ejemplos interpelan a una generación en busca de autenticidad y sentido. Frassati, fallecido a los 24 años, dejó huella por su compromiso con los pobres y la acción política inspirada en el Evangelio. Acutis, el primer santo millennial, unió creatividad digital y devoción eucarística.

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León XIV y una celebración de devoción juvenil

Entre los aplausos de más de 80,000 personas —la gran mayoría jóvenes— reunidas en la Plaza de San Pedro, el papa León XIV declaró santos de la Iglesia católica a Pier Giorgio Frassati, un joven italiano del siglo XX que murió a los 24 años, y a Carlo Acutis, un adolescente italiano del siglo XXI. El papa Francisco había previsto declarar a Carlo Acutis (1991-2006) como el primer santo millennial el 27 de abril, durante el Jubileo de los Adolescentes, y a Pier Giorgio Frassati (1901-1925) en el Jubileo de la Juventud a finales de agosto; sin embargo, el pontífice argentino falleció el 21 de abril. Así, hoy, cuatro meses exactos después de su entrada en el cónclave que lo eligió papa, León XIV los canonizó juntos —y se convierten en los primeros santos de su pontificado.

El pontífice sorprendió a la multitud al salir a los escalones de la Basílica de San Pedro antes de la misa para saludarlos. Hablando espontáneamente, dijo: “Hoy es un día de gran alegría para toda Italia, para toda la Iglesia y para todo el mundo (…) Quería saludar especialmente a tantos jóvenes, chicos y chicas, que han venido a esta Santa Misa. Es verdaderamente una bendición del Señor encontrarnos ya que han venido de diferentes países. Es realmente un don de la fe que queremos compartir”.

Dio la bienvenida a la familia de Carlo Acutis, a los parientes de Pier Giorgio Frassati y a numerosos miembros de la Acción Católica —el movimiento al que perteneció Frassati—, así como al presidente de Italia, Sergio Mattarella, y a otras autoridades. Invitó a todos “a seguir su ejemplo y su amor por Cristo en la Eucaristía y en los pobres”.

Poco después, León regresó e inició la solemne celebración con la señal de la cruz. El Coro de la Capilla Sixtina entonó entonces el Veni Creator, himno al Espíritu Santo. El cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, presentó formalmente la petición de declarar santos a Frassati y Acutis, y leyó una breve biografía de cada uno. Tras el rito de canonización, el Coro de la Sixtina guió el canto de las Letanías de los Santos en latín.

Luego, en un acto que solo el Papa puede realizar con autoridad magisterial, León proclamó: “con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y la nuestra”, a Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis como santos, para ser venerados en toda la Iglesia. Decenas de miles de jóvenes respondieron con un aplauso entusiasta, mientras el coro entonaba el triple “Amén” y un jubiloso “Aleluya”. A continuación se proclamaron las lecturas bíblicas de la misa: Michele, hermano de Carlo Acutis, leyó la primera en inglés, y las demás se proclamaron en italiano, latín y griego.

En su homilía, el papa recordó cómo san Agustín y san Francisco de Asís renunciaron a la riqueza, la fama y el poder para seguir a Cristo: “A veces nosotros los representamos como grandes personajes, olvidando que para ellos todo comenzó cuando, aún jóvenes, respondieron ‘sí’ a Dios y se entregaron a Él plenamente, sin guardar nada para sí. A este respecto, san Agustín cuenta que, en el ‘nudo tortuosísimo y enredadísimo’ de su vida, una voz, en lo profundo, le decía: ‘Sólo a ti quiero’. Y, de esa manera, Dios le dio una nueva dirección, un nuevo camino, una nueva lógica, donde nada de su existencia estuvo perdido”.

VIDEO. Así fue la canonización de Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati

 

Pier Giorgio y su alegría de vivir y de ser cristiano en la oración

Del mismo modo, dijo, “contemplamos hoy a san Pier Giorgio Frassati y a san Carlo Acutis: un joven de principios del siglo XX y un adolescente de nuestros días, ambos enamorados de Jesús y dispuestos a dar todo por Él”. Recordó que “Pier Giorgio encontró al Señor por medio de la escuela y los grupos eclesiales —la Acción Católica, las Conferencias de San Vicente de Paúl, la FUCI (Federación Universitaria Católica Italiana), la Orden Tercera de Santo Domingo— y dio testimonio de ello a través de su alegría de vivir y de ser cristiano en la oración, en la amistad y en la caridad”.

El Papa añadió que era tan evidente que, “al verlo recorrer las calles de Turín con carritos repletos de ayuda para los pobres, sus amigos lo llamaban Frassati Empresa de Transportes“. Hoy, subrayó, “la vida de Pier Giorgio representa una luz para la espiritualidad laical. Para él la fe no fue una devoción privada; impulsado por la fuerza del Evangelio y la pertenencia a asociaciones eclesiales, se comprometió generosamente en la sociedad, dio su contribución en la vida política, se desgastó con ardor al servicio de los pobres”.

Luego recordó que “Carlo, por su parte, encontró a Jesús en su familia, gracias a sus padres, Andrés y Antonia —presentes en la ceremonia con sus dos hermanos, Francesca y Michele— y después en la escuela, también él, y sobre todo en los sacramentos, celebrados en la comunidad parroquial. De ese modo, creció integrando naturalmente en sus jornadas de niño y de adolescente”.


Cultivaron el amor a Dios a través de medios sencillos

Ante la multitud reunida y los millones que seguían la misa por televisión o redes sociales, León afirmó: “Ambos, Pier Giorgio y Carlo, cultivaron el amor a Dios y a los hermanos a través de medios sencillos, al alcance de todos: la Santa Misa diaria, la oración, y especialmente la adoración eucarística“. Recordó que Acutis solía decir: “Cuando nos ponemos frente al sol, nos bronceamos. Cuando nos ponemos ante Jesús en la Eucaristía, nos convertimos en santos”. Y también: “La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos”.

La confesión frecuente fue otra práctica compartida por ambos, señaló el Papa. Acutis escribía: “A lo único que debemos temer realmente es al pecado”, y se sorprendía de que —en sus palabras— “los hombres se preocupan mucho por la belleza del propio cuerpo y no se preocupan, en cambio, por la belleza de su propia alma”.

El pontífice destacó que ambos santos “tenían una gran devoción por los santos y por la Virgen María, y practicaban generosamente la caridad”. Citó a Frassati: “Alrededor de los pobres y los enfermos veo una luz que nosotros no tenemos”, y recordó cómo llamaba a la caridad “el fundamento de nuestra religión”. Como Acutis, “la ejercitaba sobre todo por medio de pequeños gestos concretos, a menudo escondidos, viviendo lo que el papa Francisco ha llamado ‘la santidad de la puerta de al lado’ (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 7)”.

VIDEO. Ceremonia completa de canonización

 

La enfermedad no les impidió amar a Dios

Refiriéndose al hecho de que ambos murieron jóvenes —Frassati a los 24 años por poliomielitis y Acutis a los 15 por leucemia—, León subrayó: “Ni siquiera eso los detuvo ni les impidió amar, ofrecerse a Dios, bendecirlo y pedirle por ellos y por todos”. Recordó que Frassati decía: “El día de mi muerte será el día más bello de mi vida”, y que en su última foto, escalando una montaña en el Val di Lanzo con el rostro vuelto hacia la cima, escribió: “Hacia lo alto”. Y luego añadió, “Carlo, siendo aún más joven, le gustaba decir que el cielo nos espera desde siempre, y que amar el mañana es dar hoy nuestro mejor fruto”.

En su homilía, pronunciada en italiano, exhortó: “Los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, sobre todo para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra”. Y concluyó: “Nos animan con sus palabras: ‘No yo, sino Dios’, decía Carlo. Y Pier Giorgio: ‘Si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces llegarás hasta el final’. Esta es la fórmula, sencilla pero segura, de su santidad. Y es también el testimonio que estamos llamados a imitar para disfrutar la vida al máximo e ir al encuentro del Señor en la fiesta del cielo”.

Después del canto del Credo en latín, las oraciones de los fieles se proclamaron primero en español, a cargo de Valeria Vargas Valverde, la joven costarricense cuya curación milagrosa por intercesión de Carlo Acutis permitió su canonización. Luego siguieron oraciones en francés, coreano y portugués. La ofrenda fue presentada al Papa por familiares de los nuevos santos, incluidos los padres y hermanos de Acutis. León concelebró la misa con unos 40 cardenales, 250 obispos y 2,000 sacerdotes, que concluyó poco antes del mediodía.

Antes del rezo del Ángelus, agradeció la presencia de todos e invitó a elevar “una oración incesante por la paz en Tierra Santa y en Ucrania, así como en tantas otras partes del mundo”. Llamó a los responsables políticos de esas naciones a “escuchar la voz de la conciencia”, abandonar el odio y negociar. Con voz firme y solemne proclamó: “¡Dios no quiere la guerra! ¡Dios quiere la paz!”, lo que arrancó una fuerte ovación. Luego recorrió la plaza en el papamóvil entre los fieles, muchos de ellos jóvenes que coreaban “¡Viva el papa León!” y celebraban mientras bendecía a bebés y niños.

La canonización de Frassati atrajo a un gran número de jóvenes italianos, especialmente de la Acción Católica, que fue el movimiento juvenil más fuerte de Italia durante el fascismo, la Segunda Guerra Mundial y la reconstrucción. La de Acutis congregó no solo a jóvenes italianos, sino también a numerosos procedentes de Estados Unidos y otros países, que se sienten cercanos a él por su edad, su dominio de los medios digitales y su capacidad de encontrar a Cristo y a los pobres a través de la computadora y de Internet.


“Un regalo para los jóvenes de hoy, que están desesperados por encontrar sentido”

Entre los muchos centenares de peregrinos que habían viajado para la canonización de Acutis, está la familia Galli: Charlotte, su esposo Juan y su hijo Jasper. Al preguntarles por qué Carlo Acutis significaba tanto para ellos, Charlotte tuvo mucho que decir, y acá está su respuesta:

“Carlo es importante para mí por muchas razones. Mencionaré tres. La primera es la forma en que murió, totalmente en paz a los 15 años. Eso es algo que la mayoría de la gente ni siquiera puede imaginar. Pero Carlo sabía que la esperanza —tema de este año jubilar— es real, y que el cielo, objeto de nuestra esperanza, es real. Todos estamos invitados a pasar la eternidad allí. Por supuesto, tenemos que aceptar la invitación, pero si lo hacemos, todo cambia. La paz de Carlo ante la muerte es fruto de esa esperanza.

La segunda razón, totalmente vinculada, es la Eucaristía. En Estados Unidos acabamos de concluir un avivamiento eucarístico de tres años para despertar a la gente ante este don increíble que Jesús nos ofrece cada día en la Misa: el don de sí mismo. Desde muy pequeño, Carlo estuvo despierto a ese don, y lo compartió con el mundo a través del sitio web que creó. Si uno quiere comprender la aceptación serena de Carlo —incluso, diría, su alegría— frente a la muerte, hay que comenzar por la Eucaristía, que él llamaba la ‘autopista al cielo’.

Carlo conocía a Dios en la Eucaristía; cuando lo recibía, no se reservaba nada. La mayoría de nosotros ponemos obstáculos al amor de Dios, aunque no lo sepamos. Carlo no. Dios da más a personas así, no porque las ame más, sino porque ellas no levantan barreras, no tienen miedo de ser amadas. Y ese amor te transforma. Ya no tienes miedo de morir. Porque sabes que vas a casa, a la fuente del amor, al amor mismo. Carlo es importante para mí porque lo es para mi hijo. Es un regalo para los jóvenes de hoy, que están desesperados por encontrar sentido, propósito y esperanza. Mi hijo quiso estar aquí, así que yo también”.

VIDEO. P. Diego Olivera comenta canonización de Acutis y Frassati

Cardenal Semeraro: Frassati y Acutis, jóvenes santos de la calle

Dos santos “llenos de vitalidad, con el corazón encendido por el amor a Cristo, que vivieron en el mundo sin dejarse atrapar por él”: así describe el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, a Pier Giorgio Frassati (1901-1925) y Carlo Acutis (1991-2006). “En los santos siempre hay algo sorprendente —afirma el purpurado—. Muchos de ellos se parecen entre sí y, por otra parte, el ejercicio de las virtudes cristianas nunca es aislado: siempre está acompañado del ejercicio de muchas otras virtudes”. Más que una sinfonía, añade, la santidad es como el “poliedro” con el que Francisco definió a la Iglesia en Christus vivit: “Ella puede atraer a los jóvenes precisamente porque no es una unidad monolítica, sino una red de múltiples dones que el Espíritu derrama incesantemente en su interior, haciéndola siempre nueva a pesar de sus miserias”.


Frassati: con Cristo hacia los pobres

“Pier Giorgio Frassati encarna el modelo de laico ofrecido por el Concilio Vaticano II“, explica Semeraro. “Es aquel que, plenamente comprometido con la vida, experimenta diversas realidades del mundo; eso que el Concilio llama la índole secular del fiel laico, vivida en plena sintonía con el Evangelio e integrada en cada aspecto de la existencia”. El cardenal, autor de Pier Giorgio Frassati, alpinista del espíritu (Edizioni Messaggero Padova, 2025), recuerda su discreción, evocando a san Ignacio de Antioquía: “Es mejor ser cristianos en silencio que proclamarlo y no serlo”. Esa actitud se manifestó en su funeral, al que acudieron multitudes de pobres y marginados, sorprendiendo incluso a su familia. “Su muerte fue una epifanía”, afirma Semeraro, porque “Frassati se acercó a los pobres porque antes se había encontrado con Cristo”.


Acutis: la santidad adolescente

En el funeral de Carlo Acutis ocurrió algo semejante: “Acutis fue también una sorpresa para sus padres; hizo lo que hizo con las posibilidades propias de un adolescente, con los medios de un joven”, comenta el prefecto. Carlo es la expresión de “la santidad de un muchacho, abierto a la vida y con la Eucaristía como punto de referencia: su autopista hacia el cielo”. Luego añade que “estas santidades distintas deberían invitarnos a reflexionar sobre el sentido de las etapas de la vida”, citando a Romano Guardini y su obra Las edades de la vida. “Frassati nos muestra una etapa concreta de la vida; Acutis, la del mundo adolescente, que hoy quizá sea la más crítica”.

En definitiva, son “jóvenes comunes” que reflejan lo que Francisco llamaba una santidad “de la puerta de al lado”. León XIV los ha propuesto como modelos para las nuevas generaciones durante el Jubileo de los Jóvenes. “Existen santos —explica Semeraro— que, como decía la mística Madeleine Delbrêl, crecen en viveros, dentro de institutos religiosos o comunidades consagradas. Pero hay otros, como Acutis y Frassati, que vivieron en medio del mundo: son los santos de la calle”.

VIDEO. ¿Cómo se convirtieron en santos Acutis y Frassati? Cardenal Semeraro lo explica

Acutis y Frassati: santos de la “normalidad”

En el Meeting de Rímini se celebró un panel dedicado a los nuevos santos, con la participación de Paolo Asolan, teólogo y decano en la Universidad Pontificia Lateranense; Marco Cesare Giorgio, presidente del Centro Cultural Pier Giorgio Frassati; Antonia Salzano, madre de Carlo Acutis; y monseñor Domenico Sorrentino, obispo italiano. El diálogo fue moderado por Bernhard Scholz, presidente del Encuentro para la Amistad entre los Pueblos.


Frassati, decidido entre indecisos

“Pier Giorgio había comprendido cómo ser feliz en las circunstancias ordinarias de la vida”, afirmó Cesare Giorgio, recordando que, como señalaron Luigi Giussani y Benedicto XVI, el santo “no es aquel que tiene superpoderes, sino aquel que se adhiere al ideal para el que ha sido creado”. Luego se preguntó: “¿Pero qué hizo Piergiorgio tan extraordinario (…) vivió todo de manera integral y unida”. Entre su herencia, destacó “el papel del laicado” y la vocación universal a la santidad.

Asolan, por su parte, subrayó que Frassati dejaba “fluir en su vida la vida de Cristo”, un “encanto” perceptible desde el primer encuentro. Para ilustrarlo, citó tres testimonios. El primero, del político italiano Filippo Turati: “Lo que se lee sobre él es tan nuevo e inusual que llena de reverente asombro incluso a quienes no compartían su fe”. El segundo, un grito del propio Frassati tras una agresión política: “Vuestra violencia no puede superar la fuerza de nuestra fe, porque Cristo no muere”. El tercero, de un amigo suyo: “Una multitud de indecisos, y él decidido. Un enjambre de desorientados, y él orientado. Una fila interminable de decepcionados, y él contento”.


Acutis, lo extraordinario en lo ordinario

Conectada por videoconferencia, Antonia Salzano contó cómo la exposición dedicada a su hijo fue “la más visitada de todo el Encuentro” y mostró “el camino espiritual” de Carlo, un camino “que puede ser imitado por todos”, porque “los santos son personas como nosotros”. Comentó que su hijo solía decir que “el tiempo es una criatura”, y por ello “cada vida debe maximizarse y no desperdiciarse”. Recordó además su capacidad de humor: “Lo más parecido a la gracia es el humor”, decía el papa Francisco, y Carlo “sabía reír y hacer reír mucho”, incluso tras el diagnóstico de leucemia: “¡El Señor ha enviado el despertador!”. En cuanto a su canonización, Salzano confesó sentirse profundamente conmovida, “no solo por mí misma, sino por todos los devotos de Carlo repartidos por el mundo”.


Una sociedad de santos

El arzobispo Sorrentino recurrió a las palabras del beato Giuseppe Toniolo: “Quien salvará definitivamente a la sociedad no será un diplomático, un erudito, un héroe, sino un santo o, mejor dicho, una sociedad de santos (…) Carlo, al igual que Piergiorgio, se inscribe en esta lógica”, afirmó, vinculando la figura del joven con el amor de san Francisco de Asís por la “belleza de la vida”. Y concluyó con una reflexión: “¿No será una pequeña y hermosa sociedad de santos? Yo lo creo y lo espero”.

VIDEO. Las historias de Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis

Carlo Acutis y la amistad que conduce a Jesús

La figura de Carlo Acutis ha inspirado peregrinaciones a Asís y un renovado interés juvenil en la amistad con Jesús. Su vida breve, cercana y su testimonio digital lo han convertido en un referente de fe mundial. En Asís, donde reposan sus restos en el Santuario de la Expoliación, se vive una experiencia eclesial palpable: peregrinos de todos los continentes confluyen, entrelazando lenguas, generaciones y rostros diversos. Muchos se acercan movidos por la amistad que Carlo cultivó con Jesús, otros por gratitud o porque, en un recodo inesperado de Internet, encontraron su nombre y lo sintieron como un compañero que los guía hacia Cristo.

Pero es en México donde se ha convertido en un ejemplo vivo de lo que Carlo suscita allí donde es acogido. Jóvenes y familias lo describen como un amigo cercano que los impulsa a redescubrir la fe. “La santidad no es una fantasía lejana: ser católico no es tradición heredada, sino una elección que compromete la vida”, repiten las pastorales juveniles al preparar su canonización.

Las iniciativas se multiplican: en Monterrey, el campamento “Santos con mochila” invita a caminar y rezar bajo las estrellas; en Acapulco, “Una noche con Carlo” reúne comunidades en torno a la música y la adoración; en Ciudad de México, la propuesta “¿Cómo ganarnos el cielo?” culmina en la catedral de Iztapalapa con el lema: “El cielo se gana caminando con los santos”; en Guadalajara, el “Carlo Fest” transforma la Basílica de Zapopan en una fiesta juvenil de eucaristía y canto. De norte a sur, lo llaman ya un “fenómeno nacional”.

El testimonio de la familia Jiménez Albarrán da cuenta de ello: “Desde que recibimos la reliquia el 1 de marzo de 2024, algo en nuestro corazón cambió”. Con esa reliquia, Carlo comenzó a recorrer parroquias, escuelas y hospitales de México. “Allí donde llega, los rostros se iluminan: jóvenes que nunca habían pisado una iglesia preguntan por Cristo, otros regresan a la confesión tras años de ausencia, familias enteras vuelven a reunirse para orar. Carlo va delante, abriendo puertas, mostrando que la santidad no es para unos pocos, sino para todos los que aman sin medida”.

Juan Carlos y Jeanine, junto a sus hijas, han acompañado esta misión llevando la reliquia por distintas diócesis. “A través de Carlo, la gente encuentra a Jesús en la Eucaristía, y ese sacramento vuelve a ocupar el centro de la vida”, afirman. La reliquia ha recorrido Ciudad de México, Puebla, Guerrero, Cuernavaca, Guanajuato, Veracruz, Baja California y más. Los frutos pastorales se multiplican: confirmaciones, congresos de familia, peregrinaciones multitudinarias —como la del Cubilete, con 40.000 jóvenes—, horas santas semanales y celebraciones en escuelas y conventos. En hospitales, la reliquia ha despertado esperanza en enfermos y niños.

Así, México se ha convertido en un espejo vivo de lo que significa la canonización de Carlo Acutis: un país movilizado por la certeza de que la santidad no se queda en la historia, sino que sigue transformando a la Iglesia y a la sociedad de hoy.

VIDEO. Entrevista a la madre de Valeria, la joven que recibió el milagro de San Acutis

Pier Giorgio Frassati, un joven laico: ¿el “San Francisco” de Turín?

El 7 de septiembre de 2025 será elevado a los altares Pier Giorgio Frassati, nacido en Turín en 1901 y fallecido prematuramente a los 24 años por una poliomielitis fulminante. Su vida mostró que la santidad no era exclusiva del claustro o de los ministerios ordenados, sino que podía florecer en la existencia cotidiana de un laico comprometido con el Evangelio y con la sociedad. Por eso se le ha llamado el “San Francisco de Turín”. El político socialista Filippo Turati lo describió con asombro: “Era, ante todo, un cristiano, y traducía sus opiniones místicas en vivas obras de bondad humana”. En él se transparentaba una fe que no se conformaba con lo privado, sino que se expresaba en acción social, política y cultural.


Infancia, formación y despertar espiritual

Hijo de Alfredo Frassati, agnóstico y director del influyente diario La Stampa, y de Adelaide Ametis, católica formalista y pintora de talento, Pier Giorgio creció en un hogar económicamente acomodado pero lleno de tensiones. Tras algunos tropiezos escolares, fue inscrito en el Instituto Social de los jesuitas, donde encontró un ambiente que marcó decisivamente su camino: la Congregación Mariana, la Conferencia de San Vicente y el Apostolado de la Oración. Allí descubrió su atracción por los santos y por los textos bíblicos, en especial los Evangelios y la Primera carta a los Corintios, con su célebre “Himno al amor”. Su director espiritual, el jesuita Pietro Lombardi, lo condujo a una vida eucarística diaria y a una devoción mariana profunda. Desde la adolescencia unía oración, servicio y estudio, apasionándose por autores como san Agustín, santa Catalina de Siena y santo Tomás de Aquino.


Compromiso social, político y asociativo

Tras concluir el liceo, se matriculó en Ingeniería de minas en el Politécnico de Turín, convencido de que esa profesión le permitiría estar cerca de los obreros. Su sensibilidad social lo llevó a militar en la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI) y poco después en el Partido Popular fundado por Luigi Sturzo. Admiraba a Sturzo y a Giuseppe Donati, y desde una postura de izquierda cristiana se opuso frontalmente al fascismo. Participó en congresos donde denunció la violencia del régimen y defendió la democracia. Su compromiso le costó amenazas y hasta una expedición punitiva de camisas negras que irrumpió en su casa familiar. También se inscribió en la Juventud Católica Italiana, convencido de que su vocación era vivir como laico obediente, pero libre, en la Iglesia. Cuando ingresó a la Tercera Orden dominicana adoptó el nombre de “fray Girolamo”, en homenaje a Savonarola, testimoniando su deseo de radicalidad evangélica.


Juventud, hobbies y fraternidad

Lejos de ser un asceta ensimismado, Pier Giorgio fue un joven alegre y entusiasta. Jugaba al fútbol, montaba a caballo, remaba, esquiaba y sobre todo amaba la montaña, donde unía el deporte con la contemplación de Dios y la fraternidad. Fundó la “Compañía de los Tipos Oscuros”, un grupo de amigos unidos por la fe, la amistad y el humor. Le gustaba el arte, tenía sensibilidad estética y disfrutaba de la música y la pintura, pero siempre subordinaba sus aficiones al Evangelio. La montaña, decía, era para él una “ascensión interior” y también un espacio de comunión cristiana. Su vitalidad juvenil no estaba desligada de la caridad: encontraba en la alegría compartida un modo de evangelizar.

VIDEO. Juventud, fe y compromiso: dos nuevos santos de la Iglesia

 

Gestos de caridad y solidaridad

Desde niño se distinguió por gestos concretos de solidaridad. Acompañó a un pequeño marginado en un asilo comiendo con su misma cuchara, y en otra ocasión entregó sus zapatos a un niño descalzo que pidió limosna en su casa. A lo largo de su juventud recorrió barrios miserables de Turín buscando a “nuestros señores, los pobres”, como los llamaba. Conseguía medicinas, camas de hospital, comida y consuelo. No lo hacía por protagonismo, sino en silencio: “El verdadero bien debe hacerse inadvertidamente”, repetía. Para él, la Eucaristía era el motor de la caridad: “Jesús me visita en la comunión cada mañana, y yo le devuelvo la visita visitando a los pobres”. Este estilo evangélico se reflejaba en cada detalle, hasta en renunciar a su abrigo en un invierno alemán para dárselo a un necesitado.


Amistades y horizontes europeos

La misión diplomática de su padre en Berlín le abrió horizontes internacionales. Allí conoció al sacerdote Carl Sonnenschein, apodado el “san Francisco de Berlín”, con quien entabló una amistad que lo confirmó en la vocación laical de servicio. Gracias a Sonnenschein entró en contacto con la familia Rahner, y conoció al joven Karl, futuro teólogo de renombre. Karl Rahner recordaría a Frassati como “un cristiano puro, alegre, abierto a lo bello y atento a los problemas sociales”, alguien cuya fe parecía natural y espontánea, sin rigideces pero con firmeza apostólica. Estas amistades enriquecieron su visión de una Iglesia abierta, comprometida con estudiantes, obreros y pobres, y lo impulsaron a querer unir las distintas juventudes católicas de Italia. Como fucino, participó activamente en congresos y defendió con valentía la bandera católica frente a la represión policial, rechazando privilegios aun cuando lo quisieron liberar solo a él por ser “hijo de embajador”.


Muerte, funeral y causa de canonización

La poliomielitis fulminante lo sorprendió en 1925, cuando apenas comenzaba a asumir mayores responsabilidades familiares. Sus últimos escritos fueron para pedir ayuda para los pobres, testimonio conmovedor de dónde estaba su corazón. Murió el 4 de julio de ese año, dejando desconsolados a familiares y amigos. En su funeral ocurrió algo revelador: una multitud de pobres, ancianos, obreros y marginados acudió espontáneamente a despedirlo, revelando a la ciudad un rostro oculto de Pier Giorgio que ni su propia familia conocía. Aquella procesión fue la mejor predicación de su vida.

Su causa de canonización, interrumpida durante años por dudas infundadas, fue reanudada y culminó con su beatificación por Juan Pablo II en 1990. Los testimonios posteriores confirmaron su pureza, su coherencia y su grandeza interior. Papas como Pablo VI, Benedicto XVI y Francisco lo han señalado como modelo de laicado comprometido y alegre, capaz de vivir la radicalidad del Evangelio en la vida ordinaria. Su santidad, tejida en lo cotidiano, sigue invitando a los jóvenes a “vivir y no ir tirando”.

LEER. Perfil completo de Pier Giorgio Frassati, publicado en La Civiltà Cattolica

VIDEO. San Pier Giorgio Frassati, joven laico italiana


VIDEO. Entrevista a postuladora de la causa de Frassati

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