Afganistán: 3 años de gobierno talibán, agencias católicas piden apoyo

3:00 p.m. | 13 set 24 (CX/VTN).- A tres años de la toma del poder por los talibanes, Afganistán enfrenta una seria crisis humanitaria. CAFOD informa que más del 50% de la población demanda ayuda, mientras la UNESCO alerta que casi 2,5 millones de niñas están privadas de educación. Además, se denuncia un apartheid de género que afecta gravemente a las mujeres. Testimonios de dos afganas exponen el panorama desolador: las restricciones impuestas les han arrebatado derechos fundamentales, limitando su acceso a la educación, el trabajo y la movilidad. La comunidad internacional permanece indiferente.

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CAFOD, la agencia de ayuda internacional de la Iglesia católica de Inglaterra y Gales, afirma que se calcula que 23,7 millones de personas necesitan ayuda en Afganistán, en una población de unos 40 millones. CAFOD trabaja con organizaciones afganas locales, y afirmó que, ante las severas restricciones y el deterioro del panorama político, estas entidades se han centrado en capacitar a los pequeños agricultores, promover la iniciativa empresarial de las mujeres y hacer frente a los efectos del cambio climático mediante iniciativas como la reforestación y la prevención de inundaciones.

“El mundo no puede permitirse dar la espalda a Afganistán”, afirmó Grace How, Representante de CAFOD en Afganistán. “Nuestro compromiso con el pueblo afgano no ha flaqueado, y estamos con quienes siguen luchando por sus derechos y su dignidad. La resiliencia de la que somos testigos cada día en Afganistán es un testimonio del espíritu humano, y estamos decididos a apoyarlo, sin importar los desafíos”, añadió.

CAFOD trabaja en Afganistán desde finales de la década de 1980, centrándose en apoyar a las distintas iniciativas locales afganas dedicadas a mejorar la vida de las personas vulnerables y marginadas, ayudándolas a ganarse la vida. El mes pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) afirmó que al menos 1,4 millones de niñas se han visto privadas deliberadamente del acceso a la educación secundaria desde la toma del poder por los talibanes, lo que supone un aumento de 300 mil desde su anterior recuento de abril de 2023, y que cada año hay más niñas que alcanzan la edad límite de 12 años.

“Si añadimos las niñas que ya estaban fuera de la escuela antes de que se introdujeran las prohibiciones, ahora hay casi 2,5 millones de niñas en el país privadas de su derecho a la educación, lo que representa el 80% de las menores afganas en edad escolar”, dijo la UNESCO. Añadió que las autoridades talibanes “casi han aniquilado” dos décadas de progreso constante de la educación en Afganistán. “El futuro de toda una generación ahora está en peligro”, dijo la UNESCO.

“La UNESCO está alarmada por las nefastas consecuencias de esta tasa de abandono escolar cada vez más masiva, que podría conducir a un aumento del trabajo infantil y de los matrimonios precoces”, añadió.

En agosto, los talibanes celebraron su régimen -que ninguna otra nación reconoce como legítimo-. “El Emirato Islámico eliminó diferencias internas y amplió el alcance de la unidad y la cooperación en el país”, declaró el viceprimer ministro Maulvi Abdul Kabir. “No se permitirá que nadie interfiera en los asuntos internos, y el suelo afgano no se utilizará contra ningún país”, añadió.

CAFOD afirmó que el tercer aniversario de la toma del poder por los talibanes es un momento importante para reflexionar. “Mientras la comunidad internacional reflexiona sobre el tercer aniversario del resurgimiento de los talibanes, CAFOD hace un llamado para renovar los esfuerzos globales de apoyo a Afganistán”, dijo How. “La actual crisis humanitaria requiere atención urgente, y el pueblo afgano necesita algo más que palabras de solidaridad: necesita acciones concretas”, añadió.

VIDEO. ¿Cuál es la situación en Afganistán luego de tres años de régimen talibán?

Un apartheid de género

15 de agosto de 2021. El aeropuerto de Kabul es asaltado por cientos de miles de personas. En sus rostros y en sus ojos, desorientados y decepcionados, se lee la búsqueda de salvación y el deseo de escapar de un infierno anunciado. Tres años después, ni siquiera las predicciones más funestas habrían podido delinear las condiciones del país centroasiático, que ha retrocedido veinte años. Según Save the Children, el 41% de los niños menores de cinco años sufren desnutrición aguda, sumado a los millones mencionados que necesitan ayuda.

Al trágico contexto humanitario se suma un dramático panorama socioeconómico, especialmente la incapacidad de ayudar al país a recuperarse. “En Afganistán -explica a los medios vaticanos Simona Lanzoni, vicepresidenta de la Fundación Pangea- se vive una situación de estancamiento total, la población tiene cada día más dificultades, y esto se debe principalmente a que el gobierno de facto de los talibanes bloquea cualquier operación que vaya más allá de la asistencia humanitaria básica”.

Aunque los problemas del país han afectado a todos los grupos sociales, las mujeres son las principales víctimas, perseguidas por el apartheid de género establecido por los talibanes, que prácticamente las ha privado de todos los derechos. Desde su llegada al poder -continúa Lanzoni-, el gobierno de facto ha creado un sinfín de prohibiciones para regular la vida pública, casi todas las cuales afectan exclusivamente a las mujeres.

Hoy, una mujer no puede caminar sola por la calle, no puede trabajar salvo en casos limitados y no puede recibir educación después de los 11 años. Una segregación que no permite a las mujeres afganas participar en la vida pública en pie de igualdad con los hombres. Como Fundación Pangea, hemos ayudado a la activista Metra Meheran, una de las portavoces del movimiento feminista afgano, a proseguir su lucha para que se reconozca el apartheid de género como un crimen contra la humanidad, al mismo nivel que el apartheid étnico de Sudáfrica.

VIDEO. Un apartheid de género tras tres años de régimen talibán en Afganistán

 

Crisis en la indiferencia

En medio de esta tragedia sin precedentes hay un ruido que llena el espacio sobre Afganistán más que ningún otro: el silencio de la comunidad internacional. “Desde la rendición de 2021, apenas se ha oído hablar del país. Aunque existe un clima de indiferencia generalizada“, lamenta la vicepresidente de Pangea, “desgraciadamente sabemos que las guerras más recientes aplastan a las anteriores”.

“Hoy todas las miradas están puestas en la situación palestino-israelí y en la guerra ruso-ucraniana, pero eso es sólo una parte de lo que está ocurriendo. El régimen talibán ha levantado un muro de goma, fingiendo negociar con la comunidad internacional y posponiendo las decisiones para resolver la situación humanitaria y aflojar su control sobre las mujeres. Hasta la fecha, nada de lo que se ha pedido ha recibido una respuesta positiva y, desgraciadamente, la situación está desmoralizando y desanimando a muchos, hasta el punto de plantearse incluso reconocer al régimen talibán para buscar el diálogo. Esto nos alarma, supondría un giro de 180 grados en lo que a derechos humanos se refiere. Y no hablamos sólo de los derechos de la mujer, también porque el analfabetismo de las mujeres recae sobre el conjunto de la sociedad afgana, dando un pésimo ejemplo a otros países”.

Los bruscos cambios que se han producido en los últimos años no han impedido que la Fundación Pangea siga presente en Afganistán, llevando a cabo la lucha contra la represión de las ONG con la determinación de quien es consciente de su misión: ayudar al prójimo. “Trabajar en una asociación no gubernamental -explica Lanzoni -significa construir nuevos caminos para los niños, para las mujeres, para los jóvenes, significa crear posibilidades donde no las hay”. Pangea lleva trabajando en Afganistán desde 2003, donde ha conseguido reactivar programas de desarrollo de pequeños negocios para familias, recrear espacios para ayudar a niños sordomudos. “Con los métodos adecuados- concluye- podemos hacer posible lo que a todos nos parecía imposible. Es la única manera de traer la paz, una palabra que parece pasada de moda, pero que sigue siendo la única que da esperanza para el futuro”.

VIDEO. Tres años después del regreso de los talibanes, Afganistán está sumido en la pobreza

Hablan las afganas: “Los talibanes nos han enjaulado”

Dos universitarias que han visto truncado su futuro con los talibanes detallan a la revista católica Alfa y Omega el infierno que están sufriendo. Amal aceptó entre lágrimas la asfixia talibán: “Sabía que podían llegar en cualquier momento, pero me aferraba a la idea de poder seguir con mi vida normal”. Era el 15 de agosto del 2021. Como cada mañana, daba un paseo hacia la facultad de Ingeniería Informática de Kabul, donde estudiaba el penúltimo curso, cuando empezó a escuchar los gritos desesperados que anunciaban la irrupción de los fundamentalistas. Las milicias integristas se hicieron con el control de la capital, envalentonados por el abandono precipitado por parte de las tropas occidentales.

“Fue el peor día de mi vida”, recuerda esta joven. La gente “corría de un lado para otro y nuestros soldados se estaban yendo. Llamé a mi padre porque tenía miedo de volver sola a casa y encontrármelos”. Completó sus estudios bajo el yugo de las restricciones talibanes. La primera, enfilarse una cárcel de tela: “Tuve que cubrirme con un burka para acceder al edificio. Después solo permitieron que nos enseñaran mujeres, aunque no había tantas profesoras en el claustro”.

Esta universitaria de 24 años, que oculta su verdadera identidad, logró graduarse, aunque le fue imposible terminar el proyecto de final de curso. “Los talibanes tratan de borrar a la mujer de la sociedad”, insiste. En los últimos 36 meses, su vida ha ido sumando prohibiciones absurdas: no puede realizar deporte ni mirar a los ojos a cualquier hombre que no sea su pariente; tampoco salir de su domicilio sin que le acompañe uno que la vigile. Amal se inflama de rabia cuando lo explica al otro lado de la pantalla: “Puedo ir hasta las puertas de mi antigua universidad, pero no se me permite entrar. Y sigue funcionando con normalidad para los hombres”.

El Ministerio de Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio ha degradado una vez más la vida de las afganas con una nueva política de opresión publicada el 23 de agosto. Su compañera de facultad, Nicafor, que también prefiere usar un nombre falso, explica desesperada que no pueden “ni siquiera hablar en voz alta en público”. Luego explica: “Cuando escucho mi propia voz me pongo a temblar y pienso: ¿qué pasará ahora?”. Su destino ha quedado en manos de unos “incultos con poder” que también impiden que puedan trabajar con normalidad. Ella, por ejemplo, es profesora en una escuela privada para niñas de 6 a 12 años. El chófer que solía utilizar “se niega a llevarme ahora”.

VIDEO. Talibanes cercenan aún más los derechos de las mujeres afganas

 

“Las nuevas prohibiciones impiden que pueda coger sola un taxi”, explica. Dice que prefiere estar “en total soledad” delante del único medio que la conecta con el mundo exterior: su ordenador. Lo mismo le sucede a Amal, que actualmente trabaja como responsable de divulgación en una ONG: “Mi trabajo consiste en hablar con la gente. Pero ahora no puedo. Esto es lo peor a lo que me he enfrentado. Me crea mucha ansiedad”. La exclusión sistemática de las afganas no solo vulnera sus derechos, sino que también deteriora su salud mental: “Es como si estuviera en arresto domiciliario. Los talibanes nos han enjaulado”.

La ex vicepresidenta de la Asamblea Nacional de Afganistán, Fawzia Koofi, ha consagrado su vida a defender los derechos pisoteados de las mujeres de su país. Los talibanes han intentado matarla por ello en dos ocasiones. Según explica, las nuevas prohibiciones son solo “una muestra más del odio talibán hacia las mujeres”.

“Solo les falta pedirnos que dejemos de respirar. Prácticamente se nos impide hacer cualquier cosa”, asegura. Esto es también un obstáculo para “la supervivencia diaria” porque ni siquiera pueden salir a comprar comida. “No se puede hablar con los dueños de las tiendas, ni tampoco con un médico varón, lo que en la práctica anula las posibilidades de recibir asistencia sanitaria”. “Las mujeres no pueden hacer nada; solo estar recluidas en casa. Es aberrante”, denuncia.

En semanas anteriores, mujeres afganas han usado las redes sociales para desafiar a los talibanes cantando. Una protesta que podrían pagar con su vida. “Ha llegado un momento en el que dicen: Ya no tenemos nada más que perder”.

VIDEO. Mujeres alzan la voz en redes sociales por prohibición de talibanes

Información adicional
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Fuentes

Crux Now / Revista Alfa y Omega / Vatican News / Videos: El Mundo – DW Español – AFP – France24 / Foto: Alessio Romenzi (UNICEF)

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