El escándalo que acabó con la carrera política de Richard Nixon
El ‘caso Watergate’, iniciado en la campaña de 1972, provocó la dimisión del presidente.
MADRID.- El escándalo que acabó obligando al republicano Richard Nixon a dimitir el 8 de agosto de 1974 salió a la luz en plena campaña presidencial, en la noche del 17 de junio de 1972, con la detención de cinco hombres en las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata, situado en el complejo Watergate de Washington D.C.
Los intrusos (James W. McCord, Bernard L. Barker, Frank A. Sturgis, Eugenio R. Martínez yVirgilio R. González), provistos de guantes de goma, equipo fotográfico, micrófonos y otros mecanismos para escuchas, habían entrado ya el 27 de mayo en estos bloques de apartamentos y oficinas, situados junto al río Potomac.
Su penetración en el complejo Watergate tenía como fin obtener archivos de los demócratas sobre las relaciones comerciales de Donald Nixon, hermano del presidente, con el millonario Howard Hughes.
Poco después, los cinco fueron acusados de haber entrado en la oficina para robar documentos, pinchar teléfonos e instalar escuchas electrónicas. En apariencia se trataba de ‘fontaneros’, como se les llamó entonces, excepto en el caso de McCord, ex agente de la CIA y funcionario de seguridad del Comité para la Reelección de Nixon.
Además, fueron citados E. Howard Hunt Jr., también ex agente de la CIA y consejero de seguridad de la Casa Blanca, y G. Gordon Liddy, consejero general en la sección de finanzas del Comité para la Reelección.
El 23 de marzo de 1973, todos fueron acusados de conspiración para interceptar conversaciones orales y telefónicas y Liddy, que se negó a colaborar, recibió una sentencia firme de un mínimo de seis años y ocho meses y un máximo de 20.
Unos meses después, el 9 de noviembre, Barker, Sturgis, Martínez y González fueron sentenciados a entre uno y cuatro años de cárcel; McCord, a entre uno y cinco, y Hunt, a entre dos y medio y ocho.
El escándalo ‘mancha’ al entorno de Nixon
Sin embargo, estos implicados no eran más que el principio de una larga historia que acabó salpicando a las más altas esferas de la Administración.
En otoño de 1972, la prensa empezó a hablar de que personal de la Casa Blanca estaba implicado en el ‘asalto’ al cuartel general de la campaña presidencial del Partido Demócrata.
En marzo del año siguiente, Nixon invocó la doctrina del “privilegio del Ejecutivo”, a la que recurrió por primera vez el presidente George Washington, para tratar de evitar los ataques y justificar las negativas de sus colaboradores a declarar ante el Comité de Investigación del Senado o el Jurado Acusador, creados ambos en febrero de 1973.
El presidente de dicho Comité, el senador demócrata Sam Ervin, insinuó en abril que si Nixon impedía a sus colaboradores testificar, los ciudadanos podrían intuir que el presidente tenía algo que ocultar. Dos semanas después, Nixon anunció que los miembros de la Casa Blanca comparecerían.
Ese mismo mes comenzaron las dimisiones en cadena de los colaboradores más directos del presidente, integrantes de lo que algunos conocían como ‘Muro de Berlín’: Jeb Magruder, Harry Robbins ‘Bob’ Haldeman, John Ehrlichman, Charles Colson, John Dean, Richard Kleindienst…
Comparecencias ante las cámaras
La toma de testimonios se inició el 17 de mayo, en público y ante las cámaras de televisión, y durante las 11 semanas siguientes desfilaron por el Comité del Senado casi todos los hombres cercanos a Nixon —incluidos el ex fiscal general John N. Mitchell, el abogado personal del presidente, Herbert W. Kalmbach, y los directores de la CIA Richard M. Helms y M.L. Patrick Gray—, además de los directamente implicados en la entrada en el edificio Watergate.
Dean, consejero de Nixon, fue el primero en revelar que el presidente estaba personalmente implicado en el caso. Lo hizo el 25 de junio, y días después otro testigo, Alexander P. Butterfield, sacó a la luz la existencia de cintas magnetofónicas que contenían la mayoría de las conversaciones que tuvieron lugar en la oficina presidencial desde principios de 1971.
Las grabaciones jugaron un papel clave en el proceso. Ante el rechazo de Nixon a comparecer y a permitir el acceso del Senado a sus archivos, expresada por carta el 7 de julio, el Comité y el fiscal especial, Archibald Cox, le enviaron un requerimiento para que entregara las cintas grabadas entre el 20 de junio de 1972 y el 15 de abril de 1973. El presidente se negó.
La batalla legal posterior concluyó el 13 de septiembre con una solución de compromiso ante el Tribunal de Apelaciones de EEUU, consistente en la entrega voluntaria de partes de las cintas por el presidente a Cox y a Charles Wright, representante de la Casa Blanca, para que las examinaran y decidieran qué fragmentos serían entregados al Jurado Acusador.
El 19 de octubre, Nixon ofreció entregar un resumen y, al día siguiente, destituyó a Cox y eliminó la Oficina del fiscal especial, ante lo cual el fiscal general, Elliot Richardson, presentó su dimisión.
Presión del Congreso
La amenaza de ‘impeachment’, el proceso de incapacitación para ejercer la Presidencia por el que años después tuvo que pasar Bill Clinton, llevaron a que Nixon entregara al juez las cintas, aunque con cuentagotas, a partir del 23 de octubre.
En el juicio final, celebrado entre el 1 de octubre de 1974 y el 1 de enero de 1975, siete ex colaboradores de Nixon resultaron condenados por conspiración para obstruir el curso de la Justicia, obstrucción a la Justicia y perjurio.
Con el pretexto de su tratamiento por flebitis en la pierna izquierda, Nixon no presentó prueba alguna ni testificó, pese a había sido encausado por el Jurado Acusador por encubrimiento de los hechos.
En julio de 1974, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes votó tres artículos del proceso de ‘impeachment’ en los que, entre otras cosas, se acusaba a Nixon de haberse “embarcado personalmente o a través de sus subordinados o agentes en un rumbo de conducta o plan dirigido a retrasar, impedir y obstruir la investigación” sobre el ‘caso Watergate’.
Adiós a la Casa Blanca
El 4 de agosto, Nixon reconoció haber participado en los esfuerzos por encubrir los hechos relacionados con la entrada en la oficina demócrata. Además, el ocupante del Despacho Oval había participado, utilizando a la CIA, en los intentos de desviar la atención del FBI, que apuntaba por entonces hacia la Casa Blanca.
Esta revelación minó los escasos apoyos con los que aún contaba el presidente en el Partido Republicano y, unida a todo lo que había dado a conocer anteriormente, acabó provocando sudimisión en la tarde del 8 de agosto.
Nixon fue sustituido al día siguiente por el vicepresidente, Gerald R. Ford, evitó así la incapacitación y, el 8 de septiembre, obtuvo de su sucesor el perdón total.
“Nos vamos con grandes esperanzas… y también con gran humildad”, afirmó en su despedida.
En: elmundo.es
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