Día: 17 mayo, 2017
Por qué es casi imposible que Donald Trump sea destituido como presidente de Estados Unidos en un impeachment
Lo que días atrás era una cuestión de debate informal en redes sociales o cafés de Estados Unidos, se ha vuelto una pregunta abierta en los pasillos del poder de Washington: ¿podría el presidente Donald Trump ser sometido a un impeachment?
Los críticos de Trump están señalando de forma creciente esa opción de abrirle un juicio político en el Congreso para destituirlo, ante sospechas de que el presidente intentó obstruir la justicia.
Los impulsa una noticia publicada el martes por medios estadounidenses, según la cual Trump pidió en febrero al entonces director del Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés), James Comey, acabar con una indagatoria sobre los nexos entre su exconsejero de seguridad nacional y Rusia.
La Casa Blanca negó la información, que se basa en un memorando que Comey escribió sobre una charla que tuvo con el presidente, quien la semana pasada despidió abruptamente al director del FBI.
Y la oposición no tardó demasiado en agitar públicamente el fantasma del juicio político a Trump, quien el mismo lunes había desatado otra tormenta al saberse que había compartido información confidencial sobre Estado Islámico con funcionarios rusos.
“Me levanto hoy”, dijo el congresista demócrata Al Green este miércoles en plena Cámara de Representantes, “para pedir el impeachment del presidente de los Estados Unidos de América por obstrucción de justicia”.
En la acera de enfrente, el representante Justin Amash se convirtió este mismo miércoles en el primer miembro del Partido Republicano de Trump en indicar que habría motivos para un impeachment si fuera cierto lo del memorándum de Comey.
Sin embargo, la probabilidad de que Trump pierda su cargo por un juicio político en el Congreso es vista como remota por expertos.
“Para ponerlo simplemente, es muy, muy difícil someter a impeachment al presidente”, sostiene John Patty, un profesor de ciencia política en la Universidad de Chicago, consultado por BBC Mundo.
Y hay varias razones para esto.
Un camino complejo
Lo primero aquí es que, hasta ahora, Trump no fue acusado formalmente de cometer crimen alguno, un requisito clave para sacarlo del cargo.
Los apuntes de Comey o su despido pueden ser vistos como evidencias de esfuerzos del presidente para influir las investigaciones que el FBI abrió sobre posibles vínculos ocultos de sus colaboradores con Rusia, país que según el espionaje de EE.UU. buscó interferir en las elecciones que Trump ganó en 2016.
Sin embargo, para que prospere una acusación de obstrucción de justicia tendría que demostrarse que Trump actuó con intenciones corruptas, lo cual puede ser complejo.
Hay dos recorridos posibles para eso: la justicia penal, con un carácter estrictamente jurídico, o el impeachment, donde además suelen pesar consideraciones políticas de los congresistas.
Para que se abra el proceso de impeachment se requiere el voto de una mayoría de la Cámara de Representantes, mientras que para destituir al presidente son necesarios al menos dos tercios de los votos de los senadores condenándolo.
Y estas mayorías también parece improbable que se alcancen en contra Trump, ya que su Partido Republicano controla ambas cámaras del Congreso.
“No creo que haya suficientes republicanos que votarían para remover a Trump, aun cuando haya suficientes republicanos en la Cámara dispuestos a iniciar el proceso de impeachment”, señala Patty.
La cautela del Congreso
El Congreso estadounidense siempre ha manejado con cautela su potestad de impeachment. De hecho, hasta ahora nunca ha llegado al extremo de destituir a un presidente.
Los dos antecedentes más recientes de procesos de impeachment abiertos contra mandatarios de EE.UU. incluyeron cargos de obstrucción de la justicia: a Richard Nixon en 1974 y a Bill Clinton en 1998.
Sin embargo, ninguno de los dos procesos acabó con un voto de condena: Nixon renunció antes de que eso ocurriera, en medio del escándalo Watergate, y Clinton fue absuelto por el Senado de los cargos que enfrentó tras revelarse su relación extramatrimonial con Monica Lewinsky.
El otro antecedente es el juicio político a Andrew Johnson en 1868, por intentar sustituir a un miembro de su gabinete sin el aval del Senado, y también acabó con la absolución del presidente por apenas un voto de diferencia.
En el caso de Trump, quien este miércoles se quejó de que “ningún político en la historia” fue “tratado más injustamente” que él, hay claras señales de que aumenta la inquietud en el Congreso por las polémicas que lo rodean.
Dos comités del Senado pidieron este miércoles al FBI los registros de comunicaciones sobre Rusia que mantuvo con el gobierno su exdirector Comey, invitado a testificar en uno de esos paneles.
Pero los líderes republicanos argumentan que hasta ahora no ha surgido evidencia irrefutable de que Trump haya quebrado la ley. Si esto cambia, tal vez cambie su postura.
No obstante, antes que por un impeachment, la presión que enfrentan de los demócratas es para que acepten nombrar un consejo especial que supervise de forma independiente la investigación de Rusia.
Ross Douthat, un columnista conservador en el diario The New York Times, indicó que dada la improbabilidad de que los republicanos actúen contra Trump, una alternativa al impeachment podría ser removerlo usando la 25ª enmienda de la Constitución.
Se trata de un mecanismo que permite a una mayoría del gabinete advertir al Congreso que el presidente es “incapaz de cumplir con los poderes y deberes de su cargo”.
Pero en caso de que el presidente impugnara esa acusación, se requerirían dos tercios de votos de ambas cámaras del Congreso para deponerlo.
Lo cual, por cierto, sería aún más difícil de lograr que el impeachment.
En: bbc
The President Is Not the Commander in Chief of the United States, Nor Its CEO
The U.S. ambassador to the United Nations, Nikki R. Haley, told George Stephanopoulos on ABC’s “This Week” yesterday that “the president is the CEO of the country,” and thus “he can hire and fire whoever he wants. That’s his right.” Leaving aside the question of whether the president can fire everyone in the federal government, she is wrong on her main point. The president is not the CEO of the country. He can reasonably be described as the CEO of the federal government. The Constitution provides that in the new government it establishes, “The executive Power shall be vested in a President of the United States of America.”
Meanwhile, too many people keep calling the president—this president and previous presidents—”my commander in chief” or something similar. Again it’s important for our understanding of a constitutional republic to be clear on these points. The president is the chief executive of the federal government. He is the commander in chief of the armed forces, not of the entire government and definitely not of 320 million U.S. citizens. Article II, Section 2 of the Constitution provides:
The President shall be Commander in Chief of the Army and Navy of the United States, and of the Militia of the several States, when called into the actual Service of the United States.
Too many people who should know better keep getting this wrong. The highly experienced former first lady, senator, secretary of state, and presidential nominee Hillary Clinton for instance, who declared last year on the campaign trail, “Donald Trump simply doesn’t have the temperament to be president and commander in chief of the United States.” (She had also used the term a year earlier, and in her previous campaign she expressed a determination to be the “commander in chief of our economy,” so this wasn’t just a slip of the tongue.)
And also third-generation Navy man, senator, and presidential nominee John McCain who declared his support for President George W. Bush in 2007, saying, the Washington Post reported: “There’s only one commander in chief of the United States, and that’s George W. Bush.”
Now Donald Trump is getting the same treatment. Perhaps it’s no surprise that the Daily Mail, a popular newspaper in a country still headed by a monarch, would write
President Donald Trump sent a message to ex-FBI director James Comey and his detractors as he told Liberty University graduates that ‘nothing is more pathetic than being a critic’ during his first commencement address as the commander-in-chief of the United States.
But how about Democratic strategist Maria Cardona, writing in a Capitol Hill newspaper to mock President Trump’s historical ignorance:
How apropos that this famous and very fitting quote was likely used by the Abraham Lincoln, the president who actually was the commander-in-chief of the United States when the Civil War happened.
Oops.
And here also Tim Weiner, a Pulitzer Prize-winning reporter and author of “Legacy of Ashes: The History of the CIA”: “Our commander-in-chief has made a serious miscalculation.”
The Military Times should know better than to write, “Business mogul Donald Trump was sworn as the nation’s 45th commander in chief on Friday, promising to return government to the people and return American might to the international stage.”
Even Joy-Ann Reid, who hates Trump, gives him a title he doesn’t possess, declaring that Trump’s “greed and neediness and vaingloriousness have made our commander in chief a national security threat.”
In this time when we worry about threats to the Constitution and our liberal republican order, we need to remember the basics.
This is a constitutional republic, and we don’t have a commander in chief.
That’s an important distinction, and it’s disturbing that even candidates for the presidency miss it. Hillary Clinton may well have wanted to be commander in chief of the whole country, of you and me, and to direct us and our economic activities the way the president directs the officers and soldiers of the armed forces. But if so, she would have needed to propose an amendment to the Constitution—an amendment that would effectively make the rest of the Constitution irrelevant, since it was designed as a Constitution for a limited government of a free people.
Donald Trump is not my commander in chief. Neither was Barack Obama. Each was elected president, charged with leading the executive branch of the federal government.
In: catoinstitute