Día: 23 agosto, 2016
El escándalo que acabó con la carrera política de Richard Nixon
El ‘caso Watergate’, iniciado en la campaña de 1972, provocó la dimisión del presidente.
MADRID.- El escándalo que acabó obligando al republicano Richard Nixon a dimitir el 8 de agosto de 1974 salió a la luz en plena campaña presidencial, en la noche del 17 de junio de 1972, con la detención de cinco hombres en las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata, situado en el complejo Watergate de Washington D.C.
Los intrusos (James W. McCord, Bernard L. Barker, Frank A. Sturgis, Eugenio R. Martínez yVirgilio R. González), provistos de guantes de goma, equipo fotográfico, micrófonos y otros mecanismos para escuchas, habían entrado ya el 27 de mayo en estos bloques de apartamentos y oficinas, situados junto al río Potomac.
Su penetración en el complejo Watergate tenía como fin obtener archivos de los demócratas sobre las relaciones comerciales de Donald Nixon, hermano del presidente, con el millonario Howard Hughes.
Poco después, los cinco fueron acusados de haber entrado en la oficina para robar documentos, pinchar teléfonos e instalar escuchas electrónicas. En apariencia se trataba de ‘fontaneros’, como se les llamó entonces, excepto en el caso de McCord, ex agente de la CIA y funcionario de seguridad del Comité para la Reelección de Nixon.
Además, fueron citados E. Howard Hunt Jr., también ex agente de la CIA y consejero de seguridad de la Casa Blanca, y G. Gordon Liddy, consejero general en la sección de finanzas del Comité para la Reelección.
El 23 de marzo de 1973, todos fueron acusados de conspiración para interceptar conversaciones orales y telefónicas y Liddy, que se negó a colaborar, recibió una sentencia firme de un mínimo de seis años y ocho meses y un máximo de 20.
Unos meses después, el 9 de noviembre, Barker, Sturgis, Martínez y González fueron sentenciados a entre uno y cuatro años de cárcel; McCord, a entre uno y cinco, y Hunt, a entre dos y medio y ocho.
El escándalo ‘mancha’ al entorno de Nixon
Sin embargo, estos implicados no eran más que el principio de una larga historia que acabó salpicando a las más altas esferas de la Administración.
En otoño de 1972, la prensa empezó a hablar de que personal de la Casa Blanca estaba implicado en el ‘asalto’ al cuartel general de la campaña presidencial del Partido Demócrata.
En marzo del año siguiente, Nixon invocó la doctrina del “privilegio del Ejecutivo”, a la que recurrió por primera vez el presidente George Washington, para tratar de evitar los ataques y justificar las negativas de sus colaboradores a declarar ante el Comité de Investigación del Senado o el Jurado Acusador, creados ambos en febrero de 1973.
El presidente de dicho Comité, el senador demócrata Sam Ervin, insinuó en abril que si Nixon impedía a sus colaboradores testificar, los ciudadanos podrían intuir que el presidente tenía algo que ocultar. Dos semanas después, Nixon anunció que los miembros de la Casa Blanca comparecerían.
Ese mismo mes comenzaron las dimisiones en cadena de los colaboradores más directos del presidente, integrantes de lo que algunos conocían como ‘Muro de Berlín’: Jeb Magruder, Harry Robbins ‘Bob’ Haldeman, John Ehrlichman, Charles Colson, John Dean, Richard Kleindienst…
Comparecencias ante las cámaras
La toma de testimonios se inició el 17 de mayo, en público y ante las cámaras de televisión, y durante las 11 semanas siguientes desfilaron por el Comité del Senado casi todos los hombres cercanos a Nixon —incluidos el ex fiscal general John N. Mitchell, el abogado personal del presidente, Herbert W. Kalmbach, y los directores de la CIA Richard M. Helms y M.L. Patrick Gray—, además de los directamente implicados en la entrada en el edificio Watergate.
Dean, consejero de Nixon, fue el primero en revelar que el presidente estaba personalmente implicado en el caso. Lo hizo el 25 de junio, y días después otro testigo, Alexander P. Butterfield, sacó a la luz la existencia de cintas magnetofónicas que contenían la mayoría de las conversaciones que tuvieron lugar en la oficina presidencial desde principios de 1971.
Las grabaciones jugaron un papel clave en el proceso. Ante el rechazo de Nixon a comparecer y a permitir el acceso del Senado a sus archivos, expresada por carta el 7 de julio, el Comité y el fiscal especial, Archibald Cox, le enviaron un requerimiento para que entregara las cintas grabadas entre el 20 de junio de 1972 y el 15 de abril de 1973. El presidente se negó.
La batalla legal posterior concluyó el 13 de septiembre con una solución de compromiso ante el Tribunal de Apelaciones de EEUU, consistente en la entrega voluntaria de partes de las cintas por el presidente a Cox y a Charles Wright, representante de la Casa Blanca, para que las examinaran y decidieran qué fragmentos serían entregados al Jurado Acusador.
El 19 de octubre, Nixon ofreció entregar un resumen y, al día siguiente, destituyó a Cox y eliminó la Oficina del fiscal especial, ante lo cual el fiscal general, Elliot Richardson, presentó su dimisión.
Presión del Congreso
La amenaza de ‘impeachment’, el proceso de incapacitación para ejercer la Presidencia por el que años después tuvo que pasar Bill Clinton, llevaron a que Nixon entregara al juez las cintas, aunque con cuentagotas, a partir del 23 de octubre.
En el juicio final, celebrado entre el 1 de octubre de 1974 y el 1 de enero de 1975, siete ex colaboradores de Nixon resultaron condenados por conspiración para obstruir el curso de la Justicia, obstrucción a la Justicia y perjurio.
Con el pretexto de su tratamiento por flebitis en la pierna izquierda, Nixon no presentó prueba alguna ni testificó, pese a había sido encausado por el Jurado Acusador por encubrimiento de los hechos.
En julio de 1974, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes votó tres artículos del proceso de ‘impeachment’ en los que, entre otras cosas, se acusaba a Nixon de haberse “embarcado personalmente o a través de sus subordinados o agentes en un rumbo de conducta o plan dirigido a retrasar, impedir y obstruir la investigación” sobre el ‘caso Watergate’.
Adiós a la Casa Blanca
El 4 de agosto, Nixon reconoció haber participado en los esfuerzos por encubrir los hechos relacionados con la entrada en la oficina demócrata. Además, el ocupante del Despacho Oval había participado, utilizando a la CIA, en los intentos de desviar la atención del FBI, que apuntaba por entonces hacia la Casa Blanca.
Esta revelación minó los escasos apoyos con los que aún contaba el presidente en el Partido Republicano y, unida a todo lo que había dado a conocer anteriormente, acabó provocando sudimisión en la tarde del 8 de agosto.
Nixon fue sustituido al día siguiente por el vicepresidente, Gerald R. Ford, evitó así la incapacitación y, el 8 de septiembre, obtuvo de su sucesor el perdón total.
“Nos vamos con grandes esperanzas… y también con gran humildad”, afirmó en su despedida.
En: elmundo.es
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Altiero Spinelli: un federalista incansable
El político italiano Altiero Spinelli fue uno de los padres fundadores de la Unión Europea, principal responsable de la propuesta del Parlamento Europeo de un Tratado sobre una Unión Europea federal, el llamado «Plan Spinelli». La propuesta fue aprobada en 1984 en el Parlamento por amplia mayoría y fue una importante fuente de inspiración para la consolidación de los Tratados de la UE en los años ochenta y noventa. A los 17 años, Spinelli ingresó en el Partido Comunista, y a raíz de ello fue encarcelado por el régimen fascista italiano entre 1927 y 1943. Al final de la Segunda Guerra Mundial fundó el Movimiento Federalista en Italia. En su función de consejero de personalidades como De Gasperi, Spaak y Monnet, hizo mucho por la unificación europea. Jurista de formación, también fomentó la causa europea en el mundo académico y fundó el Instituto de Asuntos Internacionales en Roma. De 1970 a 1976 fue Comisario europeo encargado de política interior. Durante tres años fue diputado del Parlamento italiano por el Partido Comunista, antes de ser elegido diputado al Parlamento Europeo en 1979.
Primeros años
Altiero Spinelli nació en Roma el 31 de agosto de 1907 en el seno de una familia socialista. Empezó a participar activamente en la política a una edad muy temprana en el Partido Comunista italiano. En 1926, a consecuencia de sus actividades en el Partido Comunista, fue arrestado y condenado por el Tribunal especial fascista de Mussolini a 16 años y 8 meses de prisión. Finalmente pasó diez años en la cárcel y otros seis desterrado. Durante todo ese tiempo se negó a renunciar a sus ideales y a arrepentirse, aunque ello le hubiera permitido obtener un indulto. Mientras estaba en prisión, se dedicó en cuerpo y alma a estudiar y se convirtió en un acérrimo defensor de la integración supranacional. Criticó algunas de las posturas políticas del Partido Comunista. Su decepción con el Partido y los conocimientos que adquirió durante sus estudios le llevaron a abandonar a los comunistas y a unirse a la causa federalista. Fue durante el período que pasó en cautividad en la pequeña isla de Ventotene cuando sus ideas federalistas empezaron a tomar forma. Cada vez estaba más convencido de que un movimiento paneuropeo hacia el federalismo haría de contrapeso a la fuerza destructiva del nacionalismo.
El Manifiesto de Ventotene
Durante el tiempo que pasó en Ventotene, Spinelli leyó las obras de varios teóricos federalistas. Inspirado por sus pensamientos e ideas, redactó junto con otros presos políticos el Manifiesto de Ventotene, donde presentó las bases de su visión federalista y sobre el futuro de Europa. Este Manifiesto es uno de los primeros documentos que abogan por una constitución europea. Titulado inicialmente «Hacia una Europa libre y unida», el manifiesto declara que cualquier victoria sobre los fascistas resultaría inútil si tan solo conducía al establecimiento de otra versión del antiguo sistema europeo de Estados nacionales soberanos, aunque asociados en alianzas distintas. Esto solo acabaría provocando otra guerra mundial. El manifiesto proponía la formación de una federación supranacional europea, cuyo principal objetivo consistiría en unir a los Estados europeos hasta el punto de imposibilitar una nueva guerra.
El Movimiento federalista
Cuando se puso fin a su destierro en 1943, sus escritos sirvieron de programa al Movimento Federalista Europeo (Movimiento Federalista Europeo) que se creó ese mismo año. Durante el resto de los años cuarenta y la década de 1950, Spinelli se convirtió en un firme defensor de la causa federalista para una Europa unida. En este periodo criticó la falta de progreso en los esfuerzos por alcanzar la integración europea. Creía que la cooperación intergubernamental con plena soberanía nacional en organizaciones como la OCDE y el Consejo de Europa no bastaba. Por ello defendía a ultranza una mayor integración. Por ejemplo, como asesor político del entonces Primer Ministro italiano Alcide de Gasperi, convenció a este para que impulsara la creación de una Comunidad Europea de Defensa, aunque el proyecto acabaría fracasando, para gran decepción de Spinelli.
El «Club del Cocodrilo»
Durante la década de 1960, Spinelli trabajó como investigador y asesor del Gobierno, creó el Instituto de Asuntos Internacionales en Roma y fue miembro de la Comisión Europea entre 1970 y 1976. En 1979 fue elegido diputado al Parlamento Europeo. Como diputado al Parlamento Europeo, volvió a aprovechar la oportunidad de defender su visión federalista de Europa. En 1980, en colaboración con otros eurodiputados de ideas federalistas, fundó el «Club del Cocodrilo», así llamado por el restaurante de Estrasburgo que frecuentaban. El «Club del Cocodrilo» propugnaba un nuevo tratado europeo; de hecho, sus miembros presentaron una moción para que el Parlamento crease una comisión especial encargada de la redacción de un nuevo tratado sobre la Unión Europea, que sería prácticamente una constitución de Europa, excepto por el nombre.
El Plan Spinelli
El 14 de febrero de 1984, el Parlamento Europeo aprobó por aplastante mayoría el «Proyecto de Tratado por el que se establece la Unión Europea», el denominado «Plan Spinelli». Aunque finalmente los Parlamentos nacionales no apoyaron el tratado, el documento sirvió de base para el Acta Única Europea de 1986, que abrió las fronteras nacionales para el mercado común, y para el Tratado de Maastricht de 1992 por el que se creó la Unión Europea. El entusiasmo de Spinelli convenció al Presidente francés Mitterrand de que acabase con la hostilidad francesa hacia cualquier cosa que no fuese un enfoque intergubernamental de Europa. Esto dio a varios Gobiernos europeos el impulso que necesitaban para avanzar aún más con el proceso de integración europea
Aunque no todas sus ambiciosas ideas llegaron a realizarse, Altiero Spinelli luchó incansablemente por su objetivo de conseguir un gobierno supranacional europeo que evitase nuevas guerras y de congregar a los países del continente en una Europa unida. Sus ideas inspiraron numerosos cambios en la Unión Europea, en particular el considerable aumento de las competencias del Parlamento Europeo. En la actualidad, el Movimiento federalista sigue reuniéndose periódicamente en la minúscula isla de Ventotene. Altiero Spinelli falleció en 1986; el edificio principal del Parlamento Europeo en Bruselas lleva su nombre.
En: https://europa.eu/european-union/sites/europaeu/files/docs
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