¿Qué revela la huelga nacional de docentes? En principio, lo más notario: que existen diversos sindicatos, y no solo el Sutep (Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú), concentrados en las distintas regiones del país con exigencias inmediatas, allá y aquí en Lima. ¿Cuáles? No esperar hasta el 2018 el aumento de sueldo, lo que refleja la falta de confianza hacia las negociaciones que proceden del Gobierno; es decir, una muestra más de que los gobiernos prometen, pero mecen, y, además, postergar la evaluación de maestros, porque no han recibido en general las capacitaciones más idóneas. Recordemos que dicha evaluación está relacionada con la promoción de escalas de pagos. Según la Ley de Reforma Magisterial, los profesores ya no recibirían como sueldo mínimo o sueldo base S/ 1.554, sino S/ 1.780, ojo, por 30 horas que trabajarán a la semana. ¿Se puede sobrevivir con este sueldo? ¿O, en otras palabras, cómo se ha podido sobrevivir con un sueldo tan bajo cuando son los docentes quienes forman a los distintos profesionales: médicos, abogados, administradores, ingenieros, quienes ganan un salario mayor, y hasta extraordinariamente mayor? ¿Por qué los empresarios más adinerados y el sector privado en general no realizan aportes voluntarios que colaboren con la promoción de una mejor docencia y unos sueldos que garanticen estabilidad laboral, calidad de vida, desarrollo profesional? ¿Se ha pensado en algún impuesto particular que se destine exclusivamente para el  desarrollo del sector educativo? El Presidente ha prometido elevar su piso salarial hasta S/ 2.000. ¿Esta base acaso no desmotiva a los mismos docentes quienes reconocen que otros sectores perciben y percibirán un mejor ingreso salarial? ¿Con un sueldo bajo no se erosiona la vocación por la profesión? ¿Los sueldos bajos de la policía, por ejemplo, no lleva a pensar que esta institución es cada vez menos atractiva para ser ejercida? Preguntas y más preguntas nos plantea esta huelga.

Una segunda mirada, de reflexión política, es la falta de interés de los partidos políticos para recoger como tema de agenda la deuda con los docentes y la deuda con la educación en general. Si bien es cierto, que la escala magisterial se planteó hace unos pocos años, ningún partido político, sobre todo los tradicionales como el APRA, PPC y lo que puede llamarse fujimorismo, ha canalizado un proyecto educativo, con un tinte peruano, que potencie el desarrollo cognitivo, social, moral, artístico, científico, tecnológico, de los estudiantes. Ni ha sucedido en el sector privado, que muchas veces es visto como el espacio que brinda la mejor educación. En el sector privado, también, aunque parezca extraño, los sueldos de los maestros también son bajos, porque el ingreso institucional es alto como para incrementar el pago de los docentes, y muchas veces, incluso, no retribuye utilidades. Y esto no solo ello ocurre en el ámbito de la educación primaria y secundaria, sino también en el de la educación universitaria. ¿La educación acaso no es de interés público? ¿Acaso no contribuye con el bien común? ¿La omisión política no genera mayor frustración y con ello la aparición de grupos peligrosos para la sociedad, generalmente con apologías hacia el terrorismo? Inclusive, la falta de interés en la educación también se percibe en la escasez de liderazgo político de las autoridades que detentan supuestamente la cualidad de líder. Mientras los maestros, catalogados en dicotomías como capacitados y no capacitados, buenos y malos, locales y regionales, socialistas y no socialistas, se encuentran en las calles en plena huelga, autoridades con capacidad para viabilizar los reclamos están desaparecidos u ocultados, o incluso, paseando. El congresista más votado en las últimas elecciones ha estado por ejemplo en la laguna de Las Huaringas, en la provincia de Huancabamba, Piura, recibiendo un baño como lo hizo su padre, para recibir, según él, “mucha energía”. ¿Energía para qué? Y, al respecto, ¿los congresistas deberían percibir un sueldo más alto que un docente? ¿Y si es así, sobre la base de qué se puede justificar su pago? ¿Ellos podrían sobrevivir con los S/ 1.780 por 30 horas mensuales de trabajo? Además, advirtamos que este asunto no solo es de la ministra, como lo formula el presidente, con el fin de evitar mayores responsabilidades: “Yo no soy el negociador, para eso está la ministra (…) la ministra es la que conversa, yo recibo a la gente y los escucho” (por cierto, me recuerda algo a Pilatos), cuando el asunto se ha desbordado. ¿La educación solo es pensada y proyectada por un ministerio y por la persona que ocupa ese cargo? ¿Se cree, como anteriormente ha sucedido, que basta con cambiar a la ministra para resolver el problema de la educación: sueldos, calidad, infraestructura, proyección social, e investigación? ¿Su citación ante el Congreso colabora en la lucha por el desafío de una buena educación o más bien es una evidencia para convertirse en la comidilla de las facciones políticas que tampoco resolverán nada? ¿El problema de la educación se reduce solo al tema de la capacitación docente como se viene sosteniendo? ¿La capacitación docente resolverá la encrucijada educativa? ¿Únicamente se debe seguir responsabilizando al colectivo docente del problema educativo? ¿No hay otros actores y relaciones en el sistema educativo y político que determinan los efectos de la presente educación? ¿Los gobiernos, y hay que resaltar que hace poco hubo una bonanza económica en nuestro país, no tienen alguna responsabilidad en las causas estructurales de la actual situación? ¿Esta huelga solo debe ser de los docentes de educación básica? ¿Y solo de los maestros de educación pública? ¿Qué hay con las universidades que han establecido pagar a los docentes con grados académicos con magísteres o doctorados a partir de enseñar cuatro semestres consecutivos y no desde que han obtenido el grado validado por Sunedu o pagar solo a aquellos que hayan enseñado dos semestres consecutivos de 21 horas de dictado cuando a sus docentes se les otorga el dictado de menos de veinte horas? ¿La educación realmente es de interés nacional? Si la educación mejora, ¿seguirán siendo útiles las academias de preparación para ingresar a la universidad o a la escuela de policía? Como señalé antes, preguntas y más preguntas nos deja esta huelga.

 

 

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