El superlativo es el grado de mayor intensidad denotado que experimenta, principalmente, una de las categorías de la lengua castellana: el adjetivo; aunque, también, se registran algunos casos de adverbios. Por lo que este fenómeno no es atribuible exclusivamente a una sola categoría de la gramática.

En castellano, el superlativo se construye por medio de recursos gramaticales: uno de índole flexiva (cuando se añade el afijo que indica el accidente gramatical) y otro de índole combinatoria (cuando se añade una palabra que aporte el significado de grado sumo). En castellano, por tanto, este grado presenta dos variantes gramaticales con el que se forma o constituye.

En términos de flexión, el superlativo se construye con el sufijo -(í)sim. Así se tienen adjetivos superlativos como bajísimo (bajo + -ísim + -o), rápido (rápid + -ísim + -o), gordo (gord + -ísim + -o), duro (dur + -ísim + -o) o adverbios superlativos como cerquísima (cerc + -ísim + -a). Pero también pueden construirse con el sufijo -érrim. Por ello, tenemos casos como celebérrimo y paupérrimo. Las formas que se conforman con el afijo -(í)sim son casos de superlativos regulares, mientras que los llevan el sufijo –érrim son irregulares. Por ello, abundan las producciones de superlativos con -(í)sim, considerados los prototípicos.

En términos combinatorios, el superlativo se construye al añadirse el adverbio “muy”, o cualquier otro como “verdaderamente”, “horriblemente” o “extraordinariamente”, es decir con adverbios formados con –mente. Así, tenemos superlativos como muy alto (muy + alto), muy bueno (muy + bueno), muy gentil (muy + gentil), muy despreciable (muy + despreciable), muy anticuado (muy + anticuado).

Estas formas son generadas por los mismos hablantes de la lengua y son socialmente aceptadas. El hablante sabe cuál es la forma correcta de formación de un superlativo y a la vez reconoce si tal forma es aceptable o no por la comunidad lingüística. No obstante, pueden crearse formas de superlativo que constituya la norma de un individuo, una clase social o un lugar. De esta manera, se puede obtener registros de variedades dialectales específicas o locales.

Frente a toda esta caracterización, ¿cuál es superlativo del adjetivo “bonito”? Por un lado, si seguimos la regla de añadir el aflijo flexivo sería “bonitísimo” (bonit + -ísim + -o). Lógicamente, esta formación es correcta, pues resulta de la aplicación de una regla del sistema del castellano: añada el sufijo -ísim al adjetivo que va a expresar grado sumo. Por otro lado, también es posible la construcción por medio de la combinatoria con el adverbio “muy” y tener el superlativo “muy bonito”, lo que también es correcto. La regla se lee de la siguiente manera: añada un adverbio como “muy” a un adjetivo que experimenta el grado de mayor intensidad. Ambas formas, “bonitísimo” y “muy bonito”, por tanto, son gramaticalmente correctas.

Sin embargo, la forma “bonitísimo” no es aceptada por muchos hablantes de la lengua en general. Por ello, esta construcción les resulta extraña. Son pocos los registros de esta variante, que parece responder al uso individual, social o local de un grupo. En otras palabras no es una construcción extendida y, en consecuencia, tan aceptable. En este sentido, consideramos que el superlativo de “bonito” es “muy bonito”.

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¿Cómo citar esta fuente?
LOVÓN CUEVA, Marco (2012). “El superlativo de ‘bonito’”. Lingüística, lenguaje y comunicación. Lima: PUCP, 8 febrero. http://bit.ly/zC8Qfp
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