[Visto: 630 veces]
La crisis, es el estado con el que se convive luego de ocurrido el desastre. La crisis no es el desastre, confundirlo lleva a errores como los cometidos en la gestión a la presente crisis, derivado de la presencia de la pandemia actual.
Imagínese un pais imaginario, donde se tenga una institucionalidad del gobierno madura y desarrollada (control total de las fronteras, respeto por las leyes, bajo nivel de corrupción,..). Quizás otro donde sus pobladores están totalmente inmersos en los servicios que proveen las nuevas tecnologías de manejo de información y comunicaciones (infraestructura de redes 4G o más, familiaridad del uso de los smartphones y sus aplicaciones,explotación del big data, etc), o quizás otro que ha invertido en educación de manera importante lo cual le permite tener una gran cantidad de científicos, laboratorios,…o finalmente uno que tiene un sector privado responsable, educado y ético. Esos países si existen y ellos son los que mejor han gestionado la crisis. En en el orden de lo mencionado son Nueva Zelanda, Corea del Sur, Reino Unido y China, y los países Nórdicos (Dinamarca, Noruega,…), ver datos por países AQUÍ. Las capacidades mencionadas superlativas frente al resto de países que fracasaron en su intento, les han permitido, primero cuarentenas efectivas, desplegar planes de contención al impacto económico y social efectivos, ubicar, monitorear y realizar una trazabilidad de la propagación, y por supuesto recibir el apoyo de una clase política y empresarial pro activa, ética y respetable, no vergonzante como la que tenemos.
Si se percatan en ninguno de los casos se cuestiona la presencia del evento, a todos ha tocado por igual tener infectados, generado por gente que por labores o placer llevaron desde alguna zona del planeta a sus países la enfermedad. El problema no es la pandemia, no es la epidemia, no es el terremoto, no es la helada, no es el huaico,… por ejemplo, respecto a estos últimos, en un articulo que se publico en el Comercio el 2017 escribí; “…El huaico llega a perturbar sus vidas “normales”; esa “normalidad” que no es otra que habitar en viviendas construidas de manera informal, con familias en condiciones socio económicas deficitarias, con autoridades locales sin sistemas de gestión de desastres operativos …”. El artículo completo disponible AQUÍ. Esa “normalidad”, configura el estado de crisis latente con el cual hemos convivido. seguimos conviviendo y seguiremos conviviendo, si no se hacen cambios radicales y graduales, para una mejor sociedad, de otro modo el camino, la hoja de ruta que hemos trazado desde la crisis latente a la crisis real, serán una constante por convivir, con el próximo evento disruptor que lo va visibilizar.
¿Cómo salir de ese camino o transito inexorable?, pues como se hace en todos los casos cuando la ruta no es la adecuada, cambiando la ruta. Vuelvo a registrar las cuatro propuestas que plantee en su momento en el artículo arriba comentado, actualizándolos al contexto actual:
Primero, es posible proponer soluciones para los escenarios de desastres recurrentes y extraordinarios, expresados por la cantidad de eventos, número de damnificados, probabilidad de ocurrencia, magnitud y propagación del evento. En el Grupo para Manejo de Crisis y Desastres, CID-PUCP (actividades AQUÍ) se han hecho medio centenar de publicaciones de iniciativas de investigación desde el 2011 (tesis de pregrado, postgrado, proyectos de investigación,…listado disponible aquí: CID 2020), hechos con el único apoyo y esfuerzo de los autores, sin haber recibido un solo sol de apoyo privado ni estatal, muchos de ellos publicados en revistas indizadas en Scopus o WOS, y presentadas en conferencias internacionales.
Segundo, se puede mejorar el desempeño de los sistemas de la red logística humanitaria, desarrollando nuevas capacidades como la interoperabilidad (capacidad de pilotear distintos sistemas, con un objetivo y al más bajo costo) o la resiliencia (capacidad de un sistema para recuperarse frente a un evento perturbador). Si se profesionalizan los trabajadores, profesionales, estudiantes que yo y otros especialistas de la gestión de riesgos venimos presentando hace años en nuestras instituciones.
Tercero, es factible mejorar la respuesta frente a desastres, trabajando en dos líneas de acción: una de participación activa y responsabilidad de la ciudadanía (incrementando su resiliencia) y otra de responsabilidad de las autoridades, reduciendo la vulnerabilidad de la comuna, atendiendo ambos el desarrollo de los factores de riesgo ya mencionados. Las redes sociales “reales” que actúan en nuestra sociedad deben ser integradas.
Por último, existen tecnologías y ciencia disponible para mejorar el desempeño de la gestión de desastres que deben incorporarse en instituciones, sistemas, procesos y funciones de los responsables que la ley vigente de prevención de desastres peruano establece. Y debe privilegiarse la creación local. Existe científicos peruanos inteligentes, creativos y responsables.