Todos a rendir cuentas, exige documento guía para la Asamblea final del Sínodo

1:00 p.m. | 13 jul 24 (NCR/RVN).- Transparencia, rendición de cuentas y evaluación. Son tres de las numerosas claves que se pueden destacar del documento de trabajo para la sesión final de la Asamblea del Sínodo sobre la sinodalidad, que se celebrará en octubre. ¿Y los temas polémicos? Se han derivado a los grupos de estudio y otras iniciativas, para que la Asamblea se centre solo en el desafio de la sinodalidad para la toma de decisiones en la Iglesia. El objetivo es establecer un camino que escuche todas las voces y diversidad de culturas, donde llega el Evangelio.

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La Santa Sede anunció la publicación del Instrumentum laboris (IL) para la segunda sesión de la Asamblea del Sínodo sobre la sinodalidad, y según las reseñas en medios, este difiere significativamente del documento de trabajo del año pasado. En lugar de plantear una serie de cuestiones que con toda seguridad generarán controversia, se centra en el desafío que la sinodalidad plantea a la manera en que la Iglesia se ocupa de tomar decisiones, de escuchar una variedad de voces, y de reconocer y abordar la diversidad de culturas en las que el Evangelio está llamado a echar raíces.

El objetivo no será corregir aquel problema o resolver aquella polémica. El objetivo es conseguir que toda la Iglesia se centre en su misión de proclamar el Evangelio en el mundo de hoy. Lo más llamativo del texto es la esperanza que lo impregna. Se inicia con un intenso y evocador pasaje del profeta Isaías, 25:6-8:

Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte,
un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera;
manjares exquisitos, vinos refinados.
Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos,
el lienzo extendido sobre todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre.
Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros,
y alejará del país el oprobio de su pueblo
—lo ha dicho el Señor—.

La calidad sacramental de esa visión es tan notable como su carácter esperanzador. Pero lo más evidente es que es Dios quien actúa. Él nos alimenta mejor de lo que podemos alimentarnos nosotros mismos. Él enjuga lo que nosotros no podemos enjugar: nuestras lágrimas, nuestras desgracias, incluso nuestra muerte. ¿Cuántas veces los católicos fallamos en comunicar la alegría de la que habla Isaías y que Cristo, a través de la Comunión en su cuerpo y sangre, hace presente? O, lo que es más problemático para el proyecto sinodal, ¿cuántas veces ignoramos que es la llamada de Dios, sus acciones en el mundo, sus objetivos, lo que estamos llamados a abrazar y proclamar, en lugar de nuestra propia versión de lo que significa ser discípulo de Jesucristo?

Es preciso señalar una cita de la síntesis sinodal de EE.UU. (incorporada también en el IL) que señala las posibilidades del proceso sinodal, así como sus límites: “La gratitud por el camino sinodal es profunda (…) Conscientes de la noción del Papa de una cultura del encuentro, siguen existiendo tensiones que requerirán una reflexión y un diálogo continuos. Estas tensiones no tienen por qué perturbar la comunión de caridad en la Iglesia”.

¿Sinceramente, todos nosotros (¿algunos de nosotros?) estamos convencidos que “estas tensiones no tienen por qué perturbar la comunión de caridad en la Iglesia”? Es mucho más fácil tener razón que ser caritativo. Sin embargo, en diócesis tras diócesis, se percibe que la gente está comprometida en este proceso sinodal y que está agradecida por ello, aunque no se resuelvan necesariamente las tensiones. En otras diócesis en las que no se ha puesto en marcha el proceso sinodal, el sentimiento de alienación -entre el obispo y el pueblo, entre los católicos más conservadores y los más liberales, entre los católicos de más edad y los más jóvenes- sigue sin abordarse y enconándose.

Sean cuales sean los resultados del proceso sinodal, es un hecho que se abre un camino para una “comunión de caridad” en una cultura que se caracteriza por una hostilidad gratuita y una intensa polarización. En la sección titulada “La Iglesia, Pueblo de Dios, sacramento de unidad”, encontramos un pasaje que es una especie de correctivo tanto a la nostalgia, que ve la tradición como algo que ya no está vivo ni en desarrollo, como al hábito de pensamiento particularmente anti-católico, que confunde el concepto teológico de “pueblo de Dios” con una categoría sociológica. El IL afirma:

“El Pueblo de Dios es el sujeto comunitario que atraviesa las etapas de la historia de la salvación, en su camino hacia la plenitud. El Pueblo de Dios no es la suma de los bautizados, sino el ‘nosotros’ de la Iglesia, sujeto comunitario e histórico de la sinodalidad y de la misión, para que todos puedan recibir la salvación preparada por Dios. Integrados en este Pueblo mediante la fe y el bautismo, nos acompañan la Virgen María, ‘signo de esperanza cierta y de consuelo (para el peregrinante Pueblo de Dios) hasta que llegue el día del Señor (cf. 2 P 3,10)’ (LG 68), los apóstoles, los que han dado la vida por testimoniar su fe, los santos reconocidos y los santos que nos han precedido” (n. 3).

Dos temas que se presentan cada vez más como esenciales para que la Iglesia encuentre un camino a seguir son la necesidad de recuperar y proclamar mejor nuestra teología de la gracia y la gratitud, y la conciencia de que la visión más importante del Concilio Vaticano II sobre la doctrina social de la Iglesia está en Lumen gentium, que afirma: “la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano”.

El párrafo 20 del Instrumentum laboris une poderosamente estas dos intuiciones: “En una época caracterizada por desigualdades cada vez mayores, por la creciente desilusión con los modelos tradicionales de gobierno, por el desencanto con respecto al funcionamiento de la democracia y el predominio del modelo de mercado en las relaciones interhumanas y por la tentación de resolver los conflictos recurriendo a la fuerza en lugar del diálogo, la sinodalidad puede ser de inspiración para el futuro de nuestras sociedades. Su atractivo radica en el hecho de que no se trata de una estrategia de gestión, sino de una práctica que hay que vivir y celebrar con gratitud” (n. 20). Hay que leer y meditar esas frases muchas veces.

La sección sobre la rendición de cuentas es de vital importancia. “Si bien la práctica de la rendición de cuentas a los superiores se ha conservado a lo largo de los siglos, debe recuperarse la dimensión de la rendición de cuentas de la autoridad ante la comunidad. La transparencia debe ser una característica del ejercicio de la autoridad en la Iglesia” (n. 77). Los tiempos en que “el sacerdote sabe más” deben dar paso a “el sacerdote sabe más cuando conoce lo que piensa y siente la comunidad a la que sirve”.

Una frase alude a algunas de las tensiones que surgieron en la primera sesión de la Asamblea del Sínodo, el pasado octubre, y que uno teme que resulten problemáticas. “Adoptar un estilo sinodal significa que las Iglesias no deben avanzar necesariamente al mismo ritmo, a la hora de afrontar cualquier cuestión” (n. 95), afirma el documento. “Al contrario, las diferencias de ritmo pueden valorarse como expresión de una diversidad legítima y como oportunidad para un intercambio de dones y un enriquecimiento recíproco” (n. 95), agrega. La expresión “al mismo ritmo” presupone que todo el mundo avanza en la misma dirección. En una cuestión como la atención a los católicos LGBTQ, a veces se da por sentado en Occidente que las iglesias del Sur Global se pondrán al día, pero no es así como lo ven muchos católicos del Sur Global.

La sección que trata del ministerio petrino tiene cuidado de preservar las prerrogativas del obispo de Roma vinculando su ministerio a la propia sinodalidad. Pide una “saludable descentralización” (n. 102), pero deja claro que es el Papa quien decide lo que es sólido y lo que no lo es. En una época plagada de fuerzas centrífugas, debemos tener cuidado de preservar la autoridad del Papa, encargado de mantener y hacer avanzar la comunión de caridad, que es la única que corresponde a la oración de Jesús de que “todos sean uno”.


Sobre las expectativas para el proceso sinodal

Hace dieciocho meses, comenté la necesidad de controlar las expectativas respecto al proceso sinodal. Antes de eso, en febrero de 2022, señalé: “Los estadounidenses planificamos y actuamos, y concebimos grandes proyectos con objetivos definidos”, y aconsejé: “Hay un momento y un lugar para el activismo religiosamente motivado, sin duda, pero el sínodo no es ese momento ni ese lugar. El sínodo requiere que los estadounidenses dejemos a un lado nuestra sensibilidad activista, orientada a objetivos y centrada en proyectos”.

Este nuevo documento de trabajo refleja esas consideraciones. Las agendas específicas frustrarían el proceso sinodal porque es casi imposible escuchar al Espíritu Santo si insistimos en tratar de alcanzar nuestros objetivos particulares. Puede que la atención prestada a los procesos y enfoques eclesiológicos no han brillado en los titulares durante el proceso de varios años, pero eran y son el resultado previsible del sínodo. Eso sí que es emocionante, aunque no sea revolucionario

En un mundo caracterizado por una intensa polarización, la Iglesia está llamada a ayudarnos a todos a reducir las tensiones. La labor de construir una “comunión de la caridad” es más un trabajo de rutina que de ostentación, pero es la labor a la que la Iglesia está llamada.

LEER. Instrumentum laboris (2024) para la II sesión de la Asamblea del Sínodo de los Obispos

La omisión del diaconado femenino, LGBTQ+ y sacerdotes casados

El Instrumentum laboris (IL) en varios medios ha destacado más por lo que no desarrolló que lo que sí incluyó. Al término de la sesión del año pasado, un documento de síntesis que resumía el debate de un mes de duración también fue percibido como desalentador para quienes esperaban que el Sínodo urgiera a actuar en cuestiones como los sacerdotes casados, la ordenación de mujeres y la acogida de personas LGBTQ+, que fueron algunos de los temas de debate más emotivos y controvertidos.

Los descontentos con la síntesis del 2023 probablemente tampoco estarán satisfechos con el IL para la reunión de este año, que no menciona el celibato sacerdotal ni el sacerdocio conyugal, y que tampoco hace referencia a la comunidad LGBTQ+. El documento no incluye ninguna mención a “homosexual”, “orientación” o “gay”, pero reconoce un clamor general de todos los continentes respecto “a las personas que, por diferentes razones, están o se sienten excluidas o al margen de la comunidad eclesial, o luchan por encontrar en ella el pleno reconocimiento de su dignidad y de sus dones” (n. 33).

“Esta falta de acogida les aleja, dificulta su camino de fe y de encuentro con el Señor y priva a la Iglesia de su contribución a la misión” (n. 33), dice el documento. En cuanto a las mujeres, al igual que la síntesis del 2023, el IL reconoce un deseo generalizado de ver a las mujeres en funciones de liderazgo y gobierno con más frecuencia, y de fomentar una mayor inclusión femenina, pero sin ofrecer ninguna concreción en cuanto a la ordenación sacerdotal o el diaconado femenino.

El documento sí reporta un pedido global de las conferencias episcopales a reconocer lo que las mujeres ya hacen, y a desarrollar aún más estos roles, a la vez que solicita “se exploren otras formas ministeriales y pastorales, para expresar mejor los carismas que el Espíritu derrama sobre las mujeres en respuesta a las necesidades pastorales de nuestro tiempo” (n. 15). Las conferencias episcopales, según el texto, sugieren una participación más amplia de las mujeres “en los procesos de discernimiento eclesial y en todas las etapas de los procesos de toma de decisiones” (n. 16), así como un acceso más amplio “a cargos de responsabilidad en las diócesis y en las instituciones eclesiásticas, de conformidad con las disposiciones ya existentes” (n. 16).

También se pidió un “mayor reconocimiento y un firme apoyo a la vida y a los carismas de las mujeres consagradas y a su empleo en puestos de responsabilidad” (n. 16), y el acceso de las mujeres “a cargos de responsabilidad en seminarios, institutos y facultades de teología” (n. 16), así como un mayor número de juezas en todos los procesos canónicos.

Sobre el diaconado femenino, el documento señalaba que algunas conferencias episcopales pedían el acceso al mismo, mientras que otras se manifestaban en contra, limitándose a decir que “Sobre esta cuestión, que no será objeto de los trabajos de la segunda sesión, es bueno que continúe la reflexión teológica, con los tiempos y modalidades adecuados” (n. 17).

El Papa ha estado estudiando formas de incluir a las mujeres apoyado en su máximo órgano consultivo, el Consejo de Cardenales que le asesora sobre el gobierno y la reforma de la Iglesia. Desde el pasado diciembre, ese equipo ha escuchado varias presentaciones de mujeres sobre cómo incluir mejor al sexo femenino en la vida y el liderazgo de la Iglesia, incluidas propuestas para el diaconado. Sin embargo, Francisco dijo antes este año, cuando se le preguntó en una entrevista con la CBS que si alguna vez las mujeres serían ordenadas sacerdotes o diáconos, que eso no sucedería.

El documento de trabajo del Sínodo señaló que algunas cuestiones teológicas y canónicas relativas a formas específicas de ministerio eclesial para las mujeres, así como su participación en la vida y el liderazgo de la Iglesia, “ha sido encomendada al Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF), en diálogo con la Secretaría General del Sínodo” (n. 30), y están siendo discutidas.

LEER. Síntesis del IL 2024 ofrecido por la Secretaría General del Sínodo

Una Iglesia acogedora y transparente

El documento de trabajo lo deja muy claro: “una Iglesia sinodal necesita una cultura y una práctica de la transparencia y la rendición de cuentas, indispensables para promover la confianza mutua necesaria para caminar juntos y ejercer la corresponsabilidad en la misión común” (n. 73). Por eso, “en la Iglesia, el ejercicio de la rendición de cuentas no responde en primer lugar a exigencias de carácter social y organizativo. Su fundamento se encuentra más bien en la naturaleza de la Iglesia como misterio de comunión” (n. 73).

Según se explica, “la exigencia de transparencia y rendición de cuentas en la Iglesia y por parte de la Iglesia se ha impuesto a raíz de la pérdida de credibilidad debida a los escándalos financieros y, sobre todo, a los abusos sexuales y de otro tipo a menores y personas vulnerables” (n. 75). Y añaden: “La falta de transparencia y de rendición de cuentas alimenta el clericalismo, que se basa en el supuesto implícito de que los ministros ordenados no tienen que rendir cuentas a nadie por el ejercicio de la autoridad que se les ha conferido” (n. 75).

El Instrumentum laboris señala que “si la Iglesia sinodal quiere ser acogedora, la rendición de cuentas y la transparencia deben estar en el centro de su acción a todos los niveles y no solo a nivel de autoridad. Sin embargo, quienes ocupan puestos de autoridad tienen una mayor responsabilidad a este respecto” (n. 76). Además, el texto añade que “la transparencia y la rendición de cuentas no se limitan al ámbito de los abusos sexuales y financieros. También deben referirse a los planes pastorales, a los métodos de evangelización y a las modalidades con que la Iglesia respeta la dignidad de la persona humana, por ejemplo, en lo que respecta a las condiciones de trabajo en sus instituciones” (n. 76).

Según el documento, “si bien la práctica de la rendición de cuentas a los superiores se ha conservado a lo largo de los siglos, debe recuperarse la dimensión de la rendición de cuentas de la autoridad ante la comunidad. La transparencia debe ser una característica del ejercicio de la autoridad en la Iglesia” (n. 77). Como pone de manifiesto el documento, “hoy en día parecen necesarias estructuras y formas de evaluar periódicamente el modo en que se ejercen las responsabilidades ministeriales de todo tipo. La evaluación, entendida en un sentido no moralista, permite a los ministros realizar los ajustes oportunos y favorece su crecimiento y su capacidad de prestar un mejor servicio” (n. 77).

La Secretaría General del Sínodo concluye este bloque sobre rendición de cuentas, transparencia y evaluación invitando a garantizar los siguientes aspectos:

  • Un funcionamiento eficaz de los Consejos de Asuntos Económicos.
  • La participación efectiva del Pueblo de Dios, en particular de los miembros más competentes, en la planificación pastoral y económica.
  • La elaboración y publicación (accesibilidad efectiva) de un balance financiero anual, en la medida de lo posible certificado por auditores externos, que haga transparente la gestión de los bienes y de los recursos financieros de la Iglesia y de sus instituciones.
  • Un informe anual sobre el rendimiento y desarrollo de la misión, que incluya una ilustración de las iniciativas emprendidas en materia de safeguarding (protección de menores y personas vulnerables) y la promoción del acceso de las mujeres a puestos de autoridad y su participación en los procesos de toma de decisiones.
  • Procedimientos de evaluación periódica del rendimiento y desarrollo de todos los ministerios y cargos de la Iglesia. Una vez más, se trata de un punto de gran importancia y urgencia para la credibilidad del proceso sinodal y su puesta en práctica.

LEER. Qué es el Sínodo de la Sinodalidad y cómo se está desarrollando

Teólogos que participaron en la elaboración del IL
¿Cómo se ha trabajado este Instrumentum laboris para la Asamblea del 2024?

El Instrumentum laboris (IL) se elaboró a partir de los informes que resumieron la reflexión y el debate sobre el documento de síntesis publicado al final de la sesión de octubre del año pasado, que fue difundido y enviado a las conferencias episcopales para que aportaran sus contribuciones. Según una nota informativa de la Santa Sede, hasta el 30 de junio la oficina sinodal vaticana había recibido 108 informes sobre la síntesis procedentes de las conferencias episcopales, así como de diversas instituciones religiosas y de más de 200 entidades internacionales, entre ellas universidades, facultades, asociaciones de fieles y comunidades o personas individuales.

Este nuevo IL fue redactado por un grupo de teólogos entre los que se encontraban obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de todo el mundo, y los miembros del Consejo Ordinario del sínodo realizaron los últimos ajustes antes de presentarlo formalmente al Papa. Entre los miembros del Consejo Ordinario del sínodo figuran el cardenal luxemburgués Jean-Claude Hollerich; el secretario general del Sínodo de los Obispos, el cardenal maltés Mario Grech; el subsecretario del Sínodo de los Obispos, el obispo español Luis Marín de San Martín, y la religiosa francesa Nathalie Becquart, que también es subsecretaria de la oficina sinodal.

Una versión inicial del documento de trabajo fue enviada a unas 70 personas representantes de diversos rangos eclesiales -incluidos sacerdotes, personas consagradas, laicos, teólogos y agentes de pastoral- que, según el Vaticano, representaban diferentes “sensibilidades eclesiales” y “escuelas teológicas”. Tras algunas modificaciones, el texto fue devuelto al Consejo Ordinario, que realizó nuevos ajustes antes de enviarlo al Papa para su aprobación.

El Instrumentum laboris se divide en cinco secciones, que se inicia con una introducción a la que sigue una sección dedicada a los fundamentos para entender la sinodalidad. Siguen tres partes “estrechamente entrelazadas” que se centran en la “vida sinodal misionera” de la Iglesia desde tres perspectivas diferentes, la primera de las cuales es la perspectiva de las relaciones: con Dios, con los demás y entre las iglesias.

La cuarta sección se centra en los caminos que apoyan y alimentan concretamente la dinámica de las relaciones exploradas en la sección anterior, y la quinta está dedicada a los lugares concretos en los que se forman y pueden formarse estas relaciones, así como a las diferencias y la naturaleza interconectada de estas relaciones, como arraigadas en la fe.

El documento también ofrece lo que la nota informativa denomina “subsidios teológicos”, dando referencias canónicas y teológicas para los diversos temas presentados en el IL. Estas referencias, dice la nota, pretenden ayudar a los participantes en el sínodo a entender la raíz de lo que hay en el documento de trabajo y señala referencias de las Escrituras, la tradición de la Iglesia, el Concilio Vaticano II y los documentos magisteriales del papa Francisco. Se espera que la sesión final del sínodo de este mes de octubre produzca un documento final que se presentará al Papa para su reflexión y una posible exhortación apostólica, como ha sucedido en el pasado.

El IL puede encontrarse en varios idiomas en el sitio web oficial de la Secretaría General del Sinodo, que contiene una sección específica para los trabajos de la Segunda Sesión de la XVI Asamblea. Además del IL, esta sección contiene Preguntas Frecuentes (FAQ), Infografías y otros documentos útiles no sólo para la preparación de los miembros de la asamblea, sino también para cualquier otra persona o grupo que desee profundizar en el conocimiento de la Iglesia sinodal.

LEER. F.A.Q. – 10 preguntas y respuestas sobre el Instrumentum laboris 2024

VIDEO. Conferencia de prensa. Presentación Instrumentum laboris

Información adicional
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Fuentes

National Catholic Reporter / Crux Now / Revista Vida Nueva / Video: Vatican Media / Fotos: Lola Gomez (CNS) – Secretaría del Sínodo

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