Secretos revelados: Habla el guardián del Archivo Vaticano

9:00 p.m. | 16 abr 24 (AO/AL).- El antiguo prefecto de lo que ahora se llama Archivo Apostólico Vaticano, el arzobispo Sergio Pagano, ha revelado los secretos que ha conocido en los 45 años que ha trabajado en uno de los depósitos de documentos más inusuales e importantes en el planeta. Antes de su retiro, Pagano ofreció una larga entrevista al periodista Massimo Franco, del periódico italiano Il Corriere della Sera. El libro Secretum es la recopilación de ese diálogo que expone acontecimientos que de algún modo han impactado en la historia del Vaticano y del mundo.

——————————————————————————————–

Pocas personas conocen en profundidad los 86 kilómetros de estanterías ubicadas bajo tierra en el sótano del Vaticano, en un búnker de hormigón armado de dos pisos, a prueba de fuego y bombas, que alberga el 80% de los documentos archivados en los últimos doce siglos de la vida de la Iglesia. Después de más de cuatro décadas recorriendo diariamente esos pasillos laberínticos, el prefecto del antiguo Archivo Secreto Vaticano, Sergio Pagano, cuenta muchos de esos entresijos en una entrevista con el periodista Massimo Franco que ha sido plasmada en el libro Secretum.

La publicación revela detalles de algunos de los asuntos que han dado mucho de qué hablar a lo largo de la historia: desde la carta que envió Inglaterra al papa Clemente VII para que anulase la boda de Enrique VIII con Catalina de Aragón, y así este podría casarse de nuevo con Ana Bolena, hasta el cónclave de 1922, que fue financiado por Estados Unidos ya que, cuando abrieron la caja fuerte tras la muerte del papa Benedicto XV —que no era muy responsable en materia financiera—, estaba vacía.

Eso sí, Pagano desmiente las teorías conspirativas y leyendas negras que se han creado en el imaginario popular, como que tienen el oro de los nazis, que esconden cabezas de marcianos e, incluso, reliquias de la Pasión de Cristo: “Sé que hay una historia increíble sobre esa inscripción en la cruz de Jesús, en la que aparecen las siglas INRI. No creo que alguien la despegara en ese preciso momento para esconderla y después entregarla. Es todo, aquí sí, de marcianos. Pero me impresiona que la gente me haya pedido ver una copia o la inscripción, dando por hecho que está aquí. Nada es cierto. No hay clavos ni reliquias. Estos, si los hay, se encuentran en las basílicas”, cuenta Pagano.

Más en serio, el archivero asegura que no hay “ni una sola línea” sobre lo ocurrido a Emanuela Orlandi, la hija de un empleado del Vaticano que desapareció misteriosamente en 1983. ¿De dónde vienen todas estas leyendas? El archivero señala con el dedo las numerosas novelas publicadas a lo largo de los siglos y ambientadas en los archivos vaticanos. Estas obras, que juegan al despiste con la verdad histórica -como El vicario, de Hochhuth, o El código Da Vinci, de Dan Brown- han tenido un gran éxito y han desinformado a generaciones de lectores, afirma.

Precisamente, para evitar ese halo de misterio arraigado históricamente al Vaticano, el papa Francisco decidió cambiarle el nombre a este archivo en 2019, sustituyendo el adjetivo “secreto” por “apostólico”, para intentar quitarle cualquier tipo de connotación negativa ligada al secretismo y evitar cualquier confusión sobre su misión, que es preservar y difundir el pasado de los papas, no ocultarlo.


El interés de Napoleón

El contenido de algunos de los escritos clasificados ha generado un gran interés década tras década, llegando incluso a tiempos de Napoleón Bonaparte, quien “estaba interesado en los manuscritos y en las preciosas obras de arte que se conservaban en los archivos”. Pero hubo uno en concreto que, como explica el prefecto, quería conseguir el emperador francés: “Cuando anexó los Estados Pontificios el Papa lo excomulgó automáticamente y ese era el papel que buscaba. Quería saber exactamente qué contenía esa bula”.

Los franceses confiscaron gran parte de los documentos del archivo de la época, incluidos muchos juicios de la Inquisición, que fueron “quemados, destruidos o vendidos como papel usado. Al menos 2.000 están desaparecidos”. Muchos se los llevaron a París y nunca volvieron, aunque la gran mayoría sí que regresaron a Roma. Entre estos últimos estaba el juicio de Galileo Galilei, uno de los más buscados al principio hasta que, “cuando vieron que no había denuncias de torturas contra él, el interés decayó”.


Proceso a Galilei

Sergio Pagano conoce muy bien la historia de Galileo, ya que la investigó durante cuatro años, de 1980 a 1984, cuando Juan Pablo II instituyó una comisión para esclarecer qué había ocurrido durante el juicio contra el científico. Un caso que se retomó 400 años más tarde y que, según el prefecto, se debió a que “siempre fue una espina clavada en el costado de la Iglesia”.

En 1616, años antes del proceso, el cardenal Bellarmino convocó a Galileo a su palacio, “seguramente por orden de Pablo V”. Le dijo que no debía defender ni enseñar, ni hablar sobre la teoría de Copérnico, que abogaba por el sistema heliocéntrico, en paralelo a lo que decía la Iglesia sobre el geocentrismo. En 1633 fue juzgado por desobedecer este precepto, pero no por herejía: “Galileo no fue condenado como hereje, sino como ‘vehemente sospechoso de herejía’, es decir, de haber sostenido una teoría contraria a las Sagradas Escrituras”. Por ello, el astrónomo italiano, con entonces 70 años, tuvo que retractarse arrodillado, con una vela encendida en la mano izquierda y tocando con la derecha el Evangelio: “Fue una enorme humillación. No podemos negar esto”.

En el tiempo en el que el prefecto estudió el caso de Galileo Galilei, un cardenal anciano lo invitó a su casa y, durante la conversación, le dijo: “Si encuentra algo entre los papeles que pueda causar daño a la Iglesia, destrúyalo”. Pagano explica que fue algo “excepcional” y que todos los prelados que ha conocido a lo largo de sus más de 40 años dentro del archivo del Vaticano, incluido el entonces Ratzinger, han estado, como él, “en puestos de pura investigación histórica. Sin censura y sin miedo”.


El silencio de Pío XII

Más recientemente, los estudiosos han acudido en masa al archivo para leer los documentos del pontificado del papa Pío XII, el Papa en tiempos de guerra que ha sido criticado por no haber hablado lo suficiente sobre el Holocausto. El papa Francisco ordenó que los documentos de su pontificado se abrieran antes de lo previsto, en 2020, para que los estudiosos finalmente pudieran tener una imagen completa del papado.

Monseñor Sergio Pagano no eludió las preguntas sobre Pío XII y la leyenda negra alrededor de su pontificado (1939-1958) y los judíos. “Mi investigación aborda el silencio de Pío XII. A medida que avanza la pesquisa, surgen más documentos, incluso de la comunidad católica alemana, que denunciaban los campos de exterminio”, contó Monseñor Pagano durante la presentación del libro. “Sin embargo, al mismo tiempo se exhortaba al Papa a no hablar, ya que la vida de muchas personas estaba en juego en Europa. Se temía que Hitler exterminaría a todos los católicos. Es tristemente cierto que hubo el exterminio de los judíos. Admiro cada vez más a este Papa por llevar consigo, hasta la tumba, el peso de la autoconsciencia del silencio, manifestado en tres ocasiones diferentes con varios diplomáticos”.

Durante la guerra, Pío XII interrogó a diplomáticos de la época sobre lo que se decía sobre su silencio, entre ellos a Angelo Roncalli (futuro Juan XXIII). Cartas de católicos de Francia, Italia o Alemania pedían al Pío XII una condena abierta a Mussolini, el comunismo y el nazismo. “Pedían imitar la valentía de Jesús y hablar claro”, contó el obispo Pagano.

VIDEO. Habla el guardián de los secretos del Vaticano

 

La caridad silenciosa de papa Pacelli

El experto archivista del Vaticano opinó que Pío XII demostró un compromiso encubierto con obras de caridad, incluso manejando cinco cuentas bancarias, incluyendo una a nombre de Pacelli y otra a nombre de Raffaello, específicamente dedicada a ayudar a los judíos. “Durante audiencias con Montini, confirmó haber llevado a cabo gestos significativos de caridad, contribuyendo a salvar numerosas vidas judías y de refugiados. Después de la guerra, a pesar de la presencia de algunos fascistas disfrazados de religiosos en conventos, optó por el silencio, probablemente debido a un profundo sentido de la autoconciencia, similar al experimentado como nuncio en Alemania, en relación a la locura de Hitler”.

En efecto, antes de convertirse en el papa Pío XII, el cardenal Pacelli fue nuncio en Alemania, por lo que luego se le acusó de germanófilo. Monseñor Pagano afirmó que Pío XII “llevó ese peso a la tumba. Era consciente de su silencio e hizo todo lo posible con una diplomacia de caridad. ¿Es condenable? Eso es subjetivo. En mi opinión, en esas circunstancias, hizo lo mejor que pudo para salvar lo que se podía salvar. Tal vez, después de la guerra, podría haberse expresado de manera más explícita, pero ese período fue un crisol de desafíos, especialmente desde 1945 hasta 1947, en relación a la situación en Palestina”.

Efecto, comparó las controversias que se levantan cada vez que un Papa habla sobre el conflicto Palestino-Israelí con el periodo de la segunda guerra mundial. “Hoy en día, podemos observar las consecuencias. Además, bastaría que el papa Francisco pronunciara algunas palabras para desencadenar un alboroto de ambas partes. La cuestión de Palestina, sobre la cual la Santa Sede había invertido recursos considerables para defender los lugares santos, se entrelazó con el nacimiento del Estado de Israel en 1948. También en este contexto, Pío XII mantuvo un equilibrio en sus palabras hasta el final, evitando hacer declaraciones que pudieran causar daño o sufrimiento. Fue un Papa atormentado y, en cierto sentido, complejo en su forma de razonar, pero extremadamente honesto y, en mi opinión, un gran hombre”.


Un Vaticano en quiebra

Aparte de las conocidas historias de intrigas vaticanas, el libro también revela algunas novedades, incluidos los orígenes de la importante relación financiera entre la Iglesia estadounidense y el Vaticano que continúa hoy y se remonta al cónclave de 1922. Pagano dijo que después de la muerte del papa Benedicto XV, el camarlengo (el cardenal a cargo del tesoro y las cuentas papales) fue a su caja fuerte y descubrió que estaba “literalmente vacía”. No había ni un papel, ni un billete, ni una moneda”. Resulta que Benedicto no era muy responsable fiscalmente y dejó a la Santa Sede en números rojos cuando murió el 22 de enero de ese año.

Las arcas papales siempre se utilizaron para financiar el cónclave para elegir un nuevo pontífice, lo que significa que la Santa Sede estaba en una crisis de liquidez en un momento en que Europa todavía se tambaleaba financieramente por la Primera Guerra Mundial. El libro reproduce, por primera vez, los telegramas cifrados en los que el secretario de Estado del Vaticano pedía a su embajador en Washington que transfiriera urgentemente “lo que tienes en la caja fuerte” para que se pudiera realizar la votación. Según los telegramas, la embajada del Vaticano envió lo que las iglesias estadounidenses habían recaudado de los fieles estadounidenses, hasta en centavos: 210.400,09 dólares, lo que permitió la votación que finalmente eligió al papa Pío XI.


¿Un archivo no tan secreto?

Fundados en el siglo XII, los archivos vaticanos se hicieron accesibles a unos pocos privilegiados en el siglo XVI. Sin embargo, no se abrieron oficialmente hasta 1881, bajo el pontificado de León XIII. Según el archivero, León XIII actuó bajo presión en aquella época. El joven Estado italiano acababa de crear un archivo estatal en Roma, pero la colección existente era demasiado exigua. Italia, junto con la Alemania de Bismarck, había presionado para acceder a los archivos papales.

El dilema para León XIII era sencillo: “O se abrían al exterior los archivos vaticanos, o se integraban en los archivos estatales de Roma”. Desde entonces, cualquier académico que lo solicite puede acceder a los archivos papales. Durante mucho tiempo, la palabra “secreto” se ha utilizado en su sentido original, que significa “privado”.


Los “verdaderos” archivos secretos

En el “búnker”, el arzobispo Pagano confiesa que hay una pequeña colección de documentos que nadie puede consultar y que se mantienen cuidadosamente en secreto. Se trata ante todo de todos los documentos relativos a los cónclaves, en particular los resultados de las votaciones anteriores -las papeletas han sido quemadas, pero quedan los “resúmenes” de los votos-. Tampoco se pueden consultar ciertos documentos privados del Papa y de los cardenales, los informes de los procesos episcopales y las decisiones relativas al personal de la Santa Sede. Por último, el secreto protege todos los asuntos matrimoniales y ciertos documentos que la Secretaría de Estado no desea revelar.


Más luces que sombras

Monseñor Sergio Pagano reconoce que la historia del Vaticano es convulsa, pero señala que ha visto más luces que sombras en sus archivos. “Ahora se quiere hacer creer que la Iglesia está hecha de pedófilos, de gente desequilibrada, ilusa, pero no es para nada cierto. Es el ruido del árbol que cae que oculta el buen crecimiento de un bosque silencioso”. De hecho, también insiste en que a la hora de interpretar la historia es muy importante no perder de vista el contexto en el que tuvieron lugar los hechos.

VIDEO. Los secretos del Vaticano. Entrevista a Mons. Pagano en La Torre di Babele


VIDEO. El Vaticano abre los archivos secretos de Pío XII

Información adicional
Publicaciones relacionadas en Buena Voz Católica
Fuentes

Revista Alfa y Omega / Aleteia / El Debate / Videos: Rome Reports – La7 Attualità – DW Español / Foto: Archivo Apostólico Vaticano

Puntuación: 0 / Votos: 0

Buena Voz

Buena Voz es un Servicio de Información y Documentación religiosa y de la Iglesia que llega a personas interesadas de nuestra comunidad universitaria. Este servicio ayuda a afianzar nuestra identidad como católicos, y es un punto de partida para conversar sobre los temas tratados en las informaciones o documentos enviados. No se trata de un vocero oficial, ni un organismo formal, sino la iniciativa libre y espontánea de un grupo de interesados.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *