Carta al pueblo de Dios, testimonio del Sínodo

11:00 a.m. | 26 oct 23 (RNS/VN).- “Para progresar en su discernimiento, la Iglesia necesita absolutamente escuchar a todos”, nos anuncia la “Carta al pueblo de Dios”, difundida desde el Sínodo a pocos días de culminar la “fase 2023” de la Asamblea. El mensaje transmite las claves más importantes vividas durante estas cuatro semanas de trabajo, suscrito por el Papa y los padres y madres sinodales. Junto a la carta, compartimos comentarios que revisan la manera en que se ha trabajado en la Asamblea -enfocada precisamente en la sinodalidad- y por qué uno de los objetivos de este proceso es la importancia de poder adaptarlo en las iglesias locales.

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La Santa Sede publicó la Carta al Pueblo de Dios de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Se trata de un texto de consenso que no adelanta conclusiones sobre la síntesis final de esta I Asamblea del Sínodo sobre la sinodalidad, cuyo borrador ya está listo y será distribuido el sábado después de que sea votado; sino más bien propone dar testimonio de los trabajos realizados en Roma del 4 al 28 de octubre. Eso sí, en la misiva se afirma que hay “cuestiones abiertas”.

En la segunda parte del escrito, tras explicar los pasos dados, recuerdan que la sinodalidad “no es una ideología, sino una experiencia arraigada en la Tradición Apostólica”. Así, reconocen que de cara a la segunda parte de la Asamblea programada para el 2024, “los desafíos son múltiples y las preguntas numerosas: la relación de síntesis de la primera sesión aclarará los puntos de acuerdo alcanzados, evidenciará las cuestiones abiertas e indicará cómo continuar el trabajo”.

En el texto aprobado por los padres y madres sinodales se recoge que “para progresar en su discernimiento, la Iglesia necesita absolutamente escuchar a todos, comenzando por los más pobres. Se trata de escuchar a aquellos que no tienen derecho a la palabra en la sociedad o que se sienten excluidos, también de la Iglesia”. Y, en este sentido, apuntan en varias direcciones: “Escuchar a las personas víctimas del racismo en todas sus formas, en particular en algunas regiones de los pueblos indígenas cuyas culturas han sido humilladas. Sobre todo, la Iglesia de nuestro tiempo tiene el deber de escuchar, con espíritu de conversión, a aquellos que han sido víctimas de abusos cometidos por miembros del cuerpo eclesial, y de comprometerse concretamente y estructuralmente para que eso no vuelva a suceder”.

Además, “la Iglesia necesita también escuchar a los laicos, a las mujeres y a los hombres. La Iglesia necesita escuchar a las familias. Necesita acoger las voces de aquellos que desean ser involucrados en ministerios laicales o en organismos participativos de discernimiento y de decisión”, señalan, para completar: “La Iglesia necesita particularmente, para progresar en el discernimiento sinodal, recoger todavía más las palabras y la experiencia de los ministros ordenados. Debe también dejarse interpelar por la voz profética de la vida consagrada. Y debe también estar atenta a aquellos que no comparten su fe, pero que buscan la verdad”.


Una experiencia enriquecedora

Por otro lado, al comienzo del documento, los padres y madres sinodales dan gracias a Dios por “la hermosa y rica experiencia que acabamos de vivir”. “Hemos sido sostenidos por vuestras oraciones, llevando con nosotros vuestras expectativas, vuestras preguntas y también vuestros miedos”, señalan. Recordando el caminar hasta hoy, detallan que hace ya dos años que el papa Francisco dio inicio al “largo proceso de escucha y discernimiento, abierto a todo el Pueblo de Dios, sin excluir a nadie para ‘caminar juntos’, bajo la guía del Espíritu Santo, discípulos misioneros siguiendo a Jesucristo”.

Según se expresa, “por muchos motivos, ha sido una experiencia sin precedentes. Por primera vez, por invitación del papa Francisco, hombres y mujeres han sido invitados, en virtud de su bautismo, a sentarse en la misma mesa para formar parte no solo de las discusiones, sino también de las votaciones” de esta Asamblea del Sínodo de los Obispos. “Hemos compartido con humildad las riquezas y las pobrezas de nuestras comunidades en todos los continentes, tratando de discernir lo que el Espíritu Santo quiere decir a la Iglesia hoy. Así hemos experimentado también la importancia de favorecer intercambios recíprocos entre la tradición latina y las tradiciones del Oriente cristiano”, agregan.


El dolor de la guerra

Como recoge el documento, “nuestra Asamblea se ha llevado a cabo en el contexto de un mundo en crisis, cuyas heridas y escandalosas desigualdades han resonado dolorosamente en nuestros corazones y han dado a nuestros trabajos una gravedad peculiar, más aún cuando algunos de nosotros venimos de países en los que la guerra se intensifica”. “Hemos rezado por las víctimas de la violencia homicida, sin olvidar a todos a los que la miseria y la corrupción les han arrojado a los peligrosos caminos de la emigración”, continúan.

Haciendo referencia a este mes de trabajo, han destacado también que, “firmemente unidos en la esperanza que nos da Su Resurrección, Le hemos encomendado nuestra Casa común, donde resuenan, cada vez con mayor urgencia, el clamor de la tierra y el clamor de los pobres”. Por último, de cara a la II Asamblea, la ponen en manos de la Virgen María,” primera en el camino”, que “nos acompaña en nuestro peregrinaje”. “En las alegrías y en los dolores Ella nos muestra a su Hijo y nos invita a la confianza”, concluyen.

LEER. Carta al Pueblo de Dios (completa)

VIDEO. Los miembros del Sínodo envían una carta inédita a los cristianos

El Papa quiere el sínodo en cada parroquia

Es difícil para quienes están orientados a los resultados entender que, para el papa Francisco, el proceso sinodal es más importante que cualquier decisión, informe o documento que salga de él. Estamos ansiosos por saber qué decidirá el sínodo sobre cuestiones específicas como la bendición de parejas homosexuales, la ordenación de mujeres como diáconos o sacerdotes y la autorización de sacerdotes casados. Spoiler alert: El sínodo no decidirá sobre estos temas este mes; pedirá más oración, conversación e investigación sobre temas controvertidos en preparación para la segunda sesión del sínodo en octubre de 2024.

Más que centrarse en temas controvertidos, Francisco quiere superar la polarización de la Iglesia para que pueda ser un verdadero testimonio e instrumento de comunión con Dios y con la humanidad. Quiere que el pueblo de Dios cumpla con su responsabilidad de anunciar al mundo la Buena Nueva del Evangelio, el amor y la misericordia de Dios hacia toda la humanidad y, de hecho, hacia toda la creación. Quiere que toda la Iglesia sea sinodal.

El sínodo no es una conferencia académica sobre la teología de la sinodalidad; es una experiencia de sinodalidad. Es como la diferencia entre una conferencia para hablar de la oración y un retiro para rezar. Es la diferencia entre hablar de amor y estar enamorado. En consecuencia, ningún documento transmitirá el resultado del sínodo. No bastará con leer cualquier documento que salga del sínodo; los católicos deben vivir el sínodo, deben hacer sínodo. El mejor lugar para hacerlo es su parroquia.

Cada parroquia puede tener su propia experiencia sinodal adaptando el proceso sinodal tal como se describe en la “Metodología para los grupos de trabajo” (ver infografía), publicada por el secretario general del sínodo. El proceso comienza con la oración. En Roma, los miembros del sínodo comenzaron con un servicio ecuménico de oración seguido de un retiro de tres días y una misa de apertura. Aunque un retiro de tres días es poco práctico para la mayoría de las parroquias estadounidenses, éstas podrían beneficiarse de las charlas impartidas por Timothy Radcliff durante el retiro. En cualquier caso, rezar juntos es esencial para el proceso.

Al igual que los miembros del sínodo, los feligreses deberían dividirse en grupos de 10 miembros sentados en mesas redondas. Además, en el sínodo, había un facilitador experimentado para guiar a los miembros de cada grupo en el proceso. El trabajo del facilitador no consiste en imponer sus puntos de vista al grupo, sino en ser un moderador imparcial que fomenta la escucha respetuosa y se asegura de que todos puedan participar. Cada grupo elige también a un secretario que redacta un informe de los debates del grupo.

El trabajo concreto de los pequeños grupos consiste en “conversar en el Espíritu” sobre la cuestión que quieren discernir. La cuestión puede ser una decisión que afronte la parroquia o cualquiera de los temas (Comunión, Misión, Participación) esbozados en el documento de trabajo del sínodo o Instrumentum Laboris. Quizá lo más fructífero sería reflexionar sobre las cuestiones que surjan de la primera sesión del sínodo, que termina esta semana.

En el sínodo, la cuestión a considerar se expuso a los grupos en una charla antes de que comenzaran sus conversaciones en el Espíritu. Algo parecido podría hacerse para un discernimiento parroquial. Antes de reunirse en pequeños grupos, se pide a cada participante que prepare en oración su propia contribución a la cuestión “encomendándose al Padre, conversando en oración con el Señor Jesús y escuchando al Espíritu Santo”.

LEER. Testimonio del card. Pedro Barreto sobre los trabajos en la Asamblea

VIDEO. Voces desde el Sínodo: Primeros ecos de la Carta al Pueblo de Dios

Cuando el grupo se reúne, alrededor de la mesa, cada uno dispone de cuatro minutos para hablar desde su propia experiencia y oración. Se trata más de compartir experiencias que de articular argumentos. El hermano jesuita Ian Cribb, que ha dirigido muchos discernimientos comunitarios, sugiere que cada participante empiece diciendo: “En mi oración, yo…”. El grupo escucha atentamente a cada participante, pero no responde inmediatamente. A continuación, el grupo se detiene durante unos minutos para orar y reflexionar en silencio. Esta reflexión no va seguida de debate. Tampoco es el momento de añadir lo que no se ha podido decir la primera vez. Más bien, “a partir de lo que han dicho los demás, cada uno comparte lo que más le ha resonado o lo que más resistencia ha suscitado en él, dejándose guiar por el Espíritu Santo: Al escuchar, ¿me ardía el corazón por dentro?”.

El hermano Cribb sugiere que, al dar una segunda vuelta entre los participantes de cada mesa, la breve intervención de cada uno comience con: “He oído en el grupo…” o “Me he sentido conmovido por…”. A esto le sigue otro periodo de oración y reflexión en silencio. A continuación, el grupo entabla un “diálogo abierto sobre la base de lo que ha surgido anteriormente para discernir y recoger el fruto de la conversación en el Espíritu”. En este punto, los participantes pueden decir lo que quieran. El propósito no es forzar el acuerdo sino “reconocer intuiciones y convergencias; identificar discordancias, obstáculos y nuevas preguntas; permitir que emerjan voces proféticas”.

Si participan varios grupos, cada uno informa de su trabajo a los demás en una sesión plenaria. Todos deben sentirse representados en el informe de su grupo. Tras escuchar todos los informes, los grupos se reúnen de nuevo para reflexionar sobre lo que han escuchado. A continuación, destilan los frutos de la sesión plenaria y formulan un informe final, que incluye propuestas para los próximos pasos.

Un proceso así dista mucho de una reunión parroquial presidida por el párroco, que anuncia y defiende sus decisiones preestablecidas. También es diferente de una reunión en la que la gente discute en voz alta sobre lo que ocurre en la parroquia o debate otros temas eclesiales. Tales reuniones a menudo conducen a una mayor polarización, no a una menor. El papa Francisco ofrece un camino mejor. ¿Estamos dispuestos a probarlo?

LEER. Metodología de la primera sesión de la Asamblea Sinodal (infografía)

VIDEO. Entrevista al P. Juan Bytton sobre los trabajos en la Asamblea

Información adicional
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Fuentes

Religion News Service / Revista Vida Nueva / Videos: Rome Reports – CELAM – EWTN / Foto: @16synodassembly

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