Sínodo, segunda semana: Por una Iglesia que acoge a todos

4:00 p.m. | 14 oct 23 (NCR/ED).- Terminada la segunda semana en que se reúne la Asamblea sinodal, los 460 miembros entre obispos y laicos han continuado el diálogo organizado en los 35 círculos menores (en este caso, mesas redondas). Siguiendo la guía del documento de trabajo, se han enfocado en el tema central de la “comunión” y han considerado las diferentes cuestiones planteadas sobre una mejor acogida en la Iglesia de todos los fieles católicos. En estos días también se eligió la comisión que redactará la síntesis final y otra encargada de comunicar los avances a los periodistas.

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Al presentar una introducción para los trabajos de la segunda semana en la Asamblea del sínodo, el cardenal Jean-Claude Hollerich, uno de los principales coordinadores del Sínodo de 2023, recordó el reciente mantra del Papa de que la Iglesia católica debe estar abierta a “todos, todos, todos”. Luego añadió que si “Jesús extendió esta comunión a todos los pecadores ¿Estamos dispuestos a hacer lo mismo? ¿Estamos dispuestos a hacerlo con grupos que podrían irritarnos porque su forma de ser podría parecer una amenaza a nuestra identidad?”.

Hollerich, jesuita, dijo a los delegados que había sido advertido de que las tensiones dentro del aula sinodal comenzarán a aumentar en adelante, a medida que la Asamblea considere temas más polémicos. Hacia el final de la semana, ya se habían dado los primeros diálogos que debaten temas como la posible ordenación de mujeres como diáconos. “No debemos tener miedo a las tensiones”, dijo. “Las tensiones forman parte del proceso, siempre que nos consideremos hermanas y hermanos, caminando juntos”.

Recordamos que los trabajos en la Asamblea se organizan en base a los grandes tema presentados por el documento de trabajo, que se presentan uno por uno (por etapas) en una Congregación General con la participación conjunta de todos los miembros. Tras la presentación de cada tema general, se da paso a varios días de discusión en los círculos menores, que es el diálogo en 35 mesas redondas, cada una presentando su propia síntesis y contribución.

También al inicio del debate del segundo tema, el teólogo británico y ex líder de la Orden Dominicana mundial, Timothy Radcliffe, ofreció una reflexión bíblica. Animó a los miembros del sínodo a evitar las generalizaciones de unos sobre otros y a escuchar de verdad lo que cada delegado tiene que decir. “El amor es personal, el odio es abstracto”, dijo Radcliffe, que previamente dirigió a los delegados en un retiro de tres días fuera de Roma antes del inicio oficial del sínodo el 4 de octubre. También recordó que en la primera semana el tema que surgió con más frecuencia fue el de la formación, que lo relacionó con los diálogos siguientes: “¿Cómo podemos formarnos todos para una comunión que se desborde en misión?”.

Luego reconoció que “muchas personas se sienten excluidas o marginadas en nuestra Iglesia porque les hemos puesto etiquetas abstractas: ¡divorciados y vueltos a casar, homosexuales, polígamos, refugiados, africanos, jesuitas! (…) si realmente conoces a alguien, puedes enfadarte, pero el odio no puede sostenerse en un encuentro verdaderamente personal. Si vislumbras su humanidad, verás al que los crea y los sostiene en el ser”.

Radcliffe continuó reflexionando sobre el relato evangélico de la mujer junto al pozo, en el que Jesús transgrede los tabúes sociales y entabla voluntariamente un diálogo con una mujer que, según se describe, se había divorciado previamente varias veces, por lo que había sido rechazada de su comunidad. “Nuestros pecados, nuestros fracasos, suelen ser intentos equivocados de encontrar lo que más deseamos. Pero el Señor nos espera pacientemente junto a nuestros pozos, invitándonos a tener más sed”. Tras el radical encuentro con Cristo, dijo el teólogo, la mujer se convirtió en “la primera predicadora del Evangelio”.

La teóloga Anna Rowlands, catedrática del Departamento de Teología y Religión, de la Universidad de Durham (RU), hizo a continuación una reflexión teológica. Dijo que el concepto de comunión ofrece la oportunidad de reflexionar “con humildad con quienes son vulnerables, sufren o son débiles y sobre las vulnerabilidades y debilidades de la Iglesia”. Explicó que “la comunión es la fuerza misma de esta sala (…) en un mundo moderno que tiende tanto a la homogeneidad como a la fractura, la comunión es un lenguaje de belleza, una armonía de unidad y pluralidad”.

A continuación, Rowlands relató las palabras de un superviviente de abusos del clero con el que se había reunido recientemente y que tenía un mensaje especial para el sínodo: “Dijo: Sean valientes sobre la necesidad de sanación. Este es un viaje pascual que debemos recorrer juntos. Y díganles que la Eucaristía salva vidas”, contó Rowlands. “No todos los supervivientes de abusos se sienten así, pero comparto esto porque tiene el carácter de una profecía de comunión; llama al arrepentimiento y proclama la verdad central de nuestra fe”.

Antes de entrar en los debates en los círculos menores hasta el 12 de octubre, los delegados sinodales también escucharon el 9 de octubre testimonios de primera mano de una laica brasileña, un sacerdote malayo y una laica de Hong Kong sobre su participación en el proceso sinodal a nivel local. Los delegados también escucharon a un arzobispo metropolitano ortodoxo oriental, que habló sobre la experiencia de la sinodalidad en su tradición.

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VIDEO. El silencio sin precedentes que impera en el sínodo

Los católicos LGBTQ, motivo de un emocional debate

La verdadera belleza de la Iglesia católica “se hace evidente cuando sus puertas están abiertas y acogen a la gente. Esperamos que el Sínodo nos ayude a abrirlas aún más”. Así describió el cardenal estadounidense Joseph William Tobin, arzobispo de Newark, el tema del segundo módulo del Instrumentum laboris “Una comunión que irradia. ¿Cómo ser más plenamente signo e instrumento de unión con Dios y de unidad del género humano?”. En los Círculos, los padres y madres sinodales debatieron sobre el medio ambiente, la multiculturalidad y el camino con los marginados y los migrantes.

Sobre la dinámica en los círculos menores, Tobin comentó que era una situación ideal para él estar en un grupo diverso y tener la posibilidad de escuchar a los demás. Como sacerdote durante 45 años ha vivido “en culturas que no eran la mía, al menos en la que me crié”. Describió éste como “el Sínodo más diverso del que he formado parte”.

Tobin agregó que en un mundo “caracterizado por el nacionalismo excluyente, por la xenofobia”, en el que “hay líderes empeñados en construir fronteras”, la opción de la Iglesia es la “de la fraternidad, de la sinodalidad, la opción que nos permite entender que todos somos hermanos y hermanas. En una Iglesia en la que nos vemos como hermanos y hermanas hay sitio para todos”.

VIDEO. Una Actualización sobre el Sínodo del cardenal Tobin

 

Estos últimos días también han dejado diálogos entre obispos y delegados laicos sobre si los ministerios de la Iglesia podrían ampliarse para incluir a las personas LGBTQ. En entrevistas con múltiples delegados de tres continentes diferentes, National Catholic Reporter confirmó que durante las discusiones del Sínodo de Obispos del 9 al 12 de octubre sobre el tema de la “comunión”, comenzaron a surgir tensiones sobre cómo la Iglesia podría extender su bienvenida a los católicos LGBTQ y si el uso del acrónimo “LGBTQ” era incluso apropiado.

Durante al menos cinco años, los documentos del Vaticano han utilizado regularmente “LGBT” como acrónimo común para referirse a la comunidad gay. Poco después de su elección en 2013, Francisco se convirtió en el primer pontífice en utilizar regularmente la palabra “gay” para describir a las personas homosexuales, en lugar de hablar de personas que experimentan “atracción por el mismo sexo”, el término utilizado por el Catecismo de la Iglesia Católica.

Según las entrevistas, concedidas bajo condición de anonimato debido a las normas del sínodo sobre la confidencialidad de los debates de la asamblea, los discursos sobre los católicos LGBTQ fueron pronunciados por delegados de diversas zonas, como Europa del Este, África y Australia. En mayor o menor medida, las intervenciones expresaron escepticismo hacia los esfuerzos por integrar mejor a los católicos LGBTQ en los ministerios de la Iglesia. Estas intervenciones fueron contrarrestadas por varios testimonios personales en los que se instaba a la Iglesia a reexaminar urgentemente su acercamiento a las personas LGBTQ, y que fueron recibidos con un aplauso abierto por parte de los delegados sinodales.

Durante una rueda de prensa celebrada el 11 de octubre, el prefecto del Dicasterio vaticano para la Comunicación, Paolo Ruffini, reconoció algunas de estas tensiones, pero afirmó: “Más o menos todos los que intervinieron sobre estos temas dijeron que hay que rechazar toda forma de homofobia“. Aunque las sesiones del sínodo se están celebrando en general en privado, el Vaticano está ofreciendo una retransmisión en directo al comienzo de cada fase de los debates.

VIDEO. Transmisión de Asamblea – Presentación del Módulo B1 (9 de octubre)

 

El sínodo pasó a la siguiente fase de sus debates el 13 de octubre, y los delegados se centran ahora en el tema de la “misión”. Se espera que el papel de la mujer en el ministerio, incluida la posibilidad de la ordenación de mujeres al diaconado, forme parte de esos debates. Al inaugurar la nueva fase, el cardenal luxemburgués Jean-Claude Hollerich, uno de los principales coordinadores del sínodo de 2023, declaró: “Nunca he leído en ninguna parte que el bautismo de las mujeres sea inferior al de los hombres”.

“¿Cómo podemos garantizar que las mujeres se sientan parte integral de esta Iglesia misionera?”. preguntó Hollerich. “Todos los bautizados están llamados y tienen derecho a participar en la misión de la Iglesia; todos tienen una contribución insustituible que hacer”, dijo el cardenal jesuita. Dirigió la mayor parte de sus observaciones de esa mañana a los hombres, reconociendo que los obispos y sacerdotes se enfrentan a un reto y una “parcialidad” particulares a la hora de considerar cómo podrían ampliarse los ministerios y estructuras de la Iglesia para incluir mejor a las mujeres.

“¿Percibimos nosotros, los hombres, la diversidad y la riqueza de los carismas que el Espíritu Santo ha dado a las mujeres? ¿O el modo en que actuamos depende a menudo de nuestra educación pasada, de nuestra crianza y experiencia familiar, o de los prejuicios y estereotipos de nuestra cultura?”, preguntó. “¿Nos sentimos enriquecidos o amenazados cuando compartimos nuestra misión común y cuando las mujeres son corresponsables en la misión de la Iglesia, sobre la base de la gracia de nuestro bautismo común?”, continuó.

El cardenal se dirigió directamente a sus colegas obispos, advirtiéndoles de que, a veces, los miembros del episcopado corren el riesgo de convertirse en una cámara de eco autorreferencial. “Debemos ser muy conscientes del grado y la intensidad de nuestra implicación. Y cuando estamos tan implicados en una determinada cuestión o realidad, necesitamos aún más el coraje de dar un paso atrás para escuchar de manera sincera a los demás, dar cabida en nuestro interior a su palabra y preguntarnos qué nos está sugiriendo el Espíritu a través de ellos”, afirmó.

Las declaraciones de Hollerich se produjeron tras una semana de debates en los círculos menores, seguidos de una discusión libre entre los más de 450 miembros del sínodo y expertos en teología. También intervinieron en la sesión pública del 13 de octubre la benedictina Maria Ignazia Angelini y el teólogo argentino Carlos Galli. En una reflexión bíblica sobre el tema de la misión, Angelini habló de las mujeres que fueron las primeras en la tumba vacía de Cristo tras la resurrección, describiéndolo como un “comienzo… sin hombres”.

“Las mujeres son elementos dinámicos de la misión, como una presencia que en pasajes críticos, perturbadores, inquietantes, siente el movimiento de la vida, teje relaciones nuevas, improbables, trae y disuelve pacientemente los conflictos”, dijo Angelini. “No es una cuestión de derechos, sino de dones recibidos”.

Galli, que anteriormente fue miembro de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano, dijo que “los bautizados, tanto hombres como mujeres, están llamados a compartir dones y tareas en cada iglesia local”. Los debates sobre el tema actual de la “misión” tendrán lugar hasta el 18 de octubre.

Durante las conversaciones confidenciales en círculos menores, se espera que los delegados sinodales se planteen las siguientes preguntas:

-¿Cómo podemos caminar juntos hacia una conciencia compartida del significado y el contenido de la misión?
-¿Qué debe hacerse para que una iglesia sinodal sea también una iglesia misionera “totalmente ministerial”?
-¿Cómo puede la Iglesia de nuestro tiempo cumplir mejor su misión mediante un mayor reconocimiento y promoción de la dignidad bautismal de la mujer?
-¿Cómo podemos valorar adecuadamente el ministerio ordenado en su relación con los ministerios bautismales en una perspectiva misionera?
-¿Cómo podemos renovar y promover el ministerio del obispo desde una perspectiva sinodal misionera?

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VIDEO. Transmisión de Asamblea – Presentación del Módulo B2 (13 de octubre)

¿Qué son los círculos menores? ¿Cómo son los trabajos en el Sínodo?

Los trabajos de la asamblea se dividen en cinco módulos, clasificados como A, B1, B2, B3 y C. Cada uno de los cuatro primeros tiene como tema una de las secciones del Instrumentum laboris, el documento de trabajo que se redactó sobre la base de los encuentros locales y continentales de la primera parte del Sínodo (2021-2023). Para cada módulo se dan sesiones de los llamados círculos menores, que se alternan con las congregaciones generales, que tratan los temas propuestos en los módulos. Es aquí donde toma forma el informe general, sobre el que la asamblea deberá pronunciarse al final de los trabajos, cuya clausura será el próximo 29 de octubre.

El papel de los círculos menores es, por tanto, crucial. Los círculos son agrupaciones formadas por los miembros de la asamblea sinodal, constituidas sobre una base temática y lingüística (teniendo en cuenta la preferencia expresada por los participantes entre italiano, inglés, francés, portugués y español). Su composición también tiene en cuenta la diversidad de procedencia geográfica y son diferentes para cada uno de los cinco módulos. En el aula Pablo VI del Vaticano se instalaron 35 mesas, cada una correspondiente a un círculo menor.

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Información adicional
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Fuentes

National Catholic Reporter (2) / El Debate / Videos: Vatican News – Diócesis de Newark – Rome Reports – Canal Once / Foto: Remo Casilli – Reuters

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