Sínodo: ¿Qué dejó la Fase Continental que terminó en Europa?

4:00 p.m. | 22 feb 23 (NCR/AYO).- En febrero, la etapa continental del Sínodo sobre la Sinodalidad hizo escala en Praga, reuniendo decenas de delegados que representaban a 39 conferencias episcopales de 45 países europeos, y a algo más de 300 delegados que participaron online. Las tensiones han sido evidentes, pero los participantes se han mostrado más que satisfechos por el diálogo establecido y hay expectativa por avanzar así en el futuro. Ha sido una ocasión que para muchos participantes se ha sentido como única. En lo que respecta a América Latina, ya se han iniciado las reuniones, pero estas se prolongarán hasta la primera mitad de marzo.

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La etapa continental europea, que reunió de manera presencial 156 delegados más los presidentes de los 39 episcopados de Europa, ha sido fructífera, esperanzadora, pero también tensa. Durante las reuniones, del 5 al 12 de febrero, hubo disparidad de opiniones, y por qué no decirlo, también se derramaron lágrimas. No solo las lágrimas de afecto cuando recibieron a la delegación ucraniana —en la que participó, por cierto, una joven de 22 años, algo que brilló por su ausencia en la mayoría de las delegaciones que habían enviado miembros de forma presencial—. Sino llanto por algún que otro desencuentro.

“Creo que lo que sucede es que hay miedo”, asegura Matthias Kopp, portavoz del episcopado alemán, en conversación con la revista Alfa y Omega. La delegación germana fue una de las abanderadas de los cambios radicales, que ya vienen avanzando en su camino sinodal, y estuvo arropada por otras iglesias del norte de Europa. “Escándalos como el de los abusos sexuales han hecho perder la credibilidad a la Iglesia” y su objetivo es recuperarla. Tienen claro que esta asamblea fue una riqueza, y que es necesario “construir puentes para entender las diversas sensibilidades” —deseo que ha empezado a realizarse en Praga—, pero que Alemania no cambiará ni un ápice su proceso después de estos días.

“Mucha gente venía con la expectativa de que el Sínodo era como un Parlamento; que se vota y se soluciona todo. Y no. El Papa nos ha pedido que hagamos un proceso sinodal, es decir, que nos escuchemos“, asegura el cardenal Omella, presidente de los obispos españoles. Una vez se consiga este objetivo [se habló de propuestas concretas, como activar los consejos pastorales de las parroquias, algo que todavía no es una realidad en muchas de nuestro país; en otras sí lo hay y en algunas son los cuatro amigos del cura], “ya se podrán estudiar temas más específicos”.

Luis Marín, el agustino español en la Subsecretaría del Sínodo, concluye que el balance es positivo. “Nos hemos encontrado; en nuestra Iglesia, con frecuencia, vivimos aislados”, pero este intercambio ha generado un primer paso para ser “una familia”. A distintas velocidades, eso sí. Ya lo constata el primer documento, sujeto a enmiendas. Quieren repetirlo cada poco tiempo. La Iglesia en Europa nunca se había sentado así a hablar.

 

¿Cómo se desarrolló el encuentro? ¿Qué dice el documento final?

Del 5 al 9 de febrero se escucharon 39 informes nacionales y centenares de intervenciones breves, que ofrecieron una visión muy precisa de los retos de las Iglesias del continente. El documento final aún no se ha publicado, pero ya ha sido aceptado por la asamblea. Redactado durante las jornadas de trabajo, y no preparado de antemano, el documento pretendía ser una instantánea lo más fiel posible de las intervenciones. Se leyó a la asamblea, que hizo sus observaciones, y la razón por la que aún no se ha publicado es que hay que incorporar algunas observaciones y también editar el texto, hacerlo más homogéneo; un trabajo que tocará el estilo lingüístico, pero no el contenido.

De este documento, sin embargo, se dieron a conocer las consideraciones finales, que contenían algunos de los compromisos de los delegados europeos para crear una llamada “Iglesia más sinodal”. El documento de trabajo de la etapa continental exigía, en su punto 108, que los obispos se reunieran después de la asamblea sinodal, y así ocurrió del 9 al 12 de febrero. Al final de esta reunión sólo para obispos, se publicaron las “consideraciones finales” de los obispos.

El documento final de la Asamblea se presentó como “Observaciones finales”. En el texto se formulan hasta ocho “prioridades” que la Iglesia europea lanza a la Asamblea Sinodal que se celebrará en Roma entre 2023 y 2024. Entre estas urgencias que se recogen, la más expresiva es la que se llama a “tomar decisiones concretas y valientes sobre el papel de la mujer dentro de la Iglesia y sobre su mayor participación a todos los niveles, también en la toma de decisiones”. Junto a ella, también se suman otras reivindicaciones como una renovación “en torno a la liturgia” que lleve a comprender “sinodalmente la eucaristía como fuente de comunión”.


El grito de los pobres y de la tierra

También destaca el hecho de que “el Espíritu nos pide que escuchemos el grito de los pobres y de la tierra en Europa, y en particular el grito desesperado de las víctimas de la guerra que reclaman una paz justa”. Estas son las cuestiones más concretas que se abordan en este paquete de sugerencias que arrancan con la necesidad de “profundizar la práctica, la teología y la hermenéutica de la sinodalidad” y de abrir una “reflexión sobre los carismas y ministerios (ordenados y no ordenados)”. A la vez, se propone “renovar un sentido vivo de misión” a través de “un lenguaje capaz de articular tradición y aggiornamento”.

Con estas líneas generales, en las “observaciones finales” no se hace referencia alguna a dos de los temas más espinosos, presentes en parte de las síntesis nacionales que se enviaron a Praga y que se han puesto sobre la mesa en estos días de diálogo: homosexuales y divorciados. De forma más metafórica sí se habla del “acompañamiento a los heridos” y “el aprendizaje con las personas marginadas”.

Sin embargo, sí hay una mención directa al “dolor de las heridas que marcan nuestra historia reciente, comenzando por las que la Iglesia ha infligido a través de los abusos perpetrados por personas que estaban ejerciendo un ministerio u oficio eclesial”. El hecho de orillar estos temas podría derivarse del intento de orillar cualquier cuestión que pudiera generar una fricción notable entre los participantes. El propio documento publicado reconoce “las tensiones e interrogantes que enfrentan las Iglesias europeas” y adelanta que habrá un texto “más articulado que será enviado a la Secretaría General del Sínodo como contribución a los próximos pasos del proceso sinodal”.


Rico y apasionante

“Nuestro trabajo ha sido rico y apasionante, aunque no exento de problemas y dificultades”, se explicita en un primer momento, aunque se apostilla que “la diversidad también es nuestra riqueza”. Es más, se insiste en que “a lo largo de los días de Asamblea pasamos por una experiencia espiritual de que es posible encontrarse, escucharse y dialogar a partir de nuestras diferencias y más allá de los muchos obstáculos, muros y barreras que nuestra historia pone en nuestro camino”.

Y es que, ese “negacionismo” latente presente en algunas delegaciones, habría llevado a hacer hincapié en una premisa anterior a cualquier asunto polémico, que es el hecho de ahondar en la propia conciencia de sinodalidad. O como se expone en el texto: “invitar a todas las mujeres y hombres a entrar en la dinámica de comunión, participación y misión”.

“Construir nuestra Iglesia europea significa, pues, renovar nuestro compromiso de realizar esta misión, también en nuestro continente, en una cultura marcada por las múltiples diversidades que conocemos”, se remata en el documento, en el que se deja caer como posibilidad el hecho de que el encuentro de Praga “no se quede en una experiencia aislada, sino que se convierta en una cita periódica, basada en la adopción general del método sinodal que impregne todas nuestras estructuras y procedimientos a todos los niveles”. Y todo, con una coordenada: “La unidad en la diversidad, escapando a la tentación de la uniformidad”.


El documento de los obispos

El documento final de los obispos también debe leerse con matices. Los obispos han meditado sobre los resultados de la asamblea. Sus consideraciones finales “acompañan” a la asamblea, pero no sustituyen ni comentan el texto. Hay, en estas consideraciones, un compromiso de “apoyar las indicaciones del Santo Padre, sucesor de Pedro, para una Iglesia sinodal alimentada por la experiencia de la comunión, la participación y la misión en Cristo”. Pero también es un texto que vuelve a poner en el centro el papel de los obispos, llamados a guiar al pueblo de Dios.

Uno de los temores subyacentes era precisamente que el proceso sinodal diluyera el papel de los obispos. Por esta razón, antes de la etapa continental, los cardenales Mario Grech y Jean-Claude Hollerich, secretario general del sínodo y relator del sínodo respectivamente, enviaron una carta reafirmando la importancia del papel de los obispos. Como era de esperar, la carta se imprimió en varios idiomas y se dejó a disposición de los delegados en Praga.


Más voces de los participantes

“Aquí ha sucedido algo especial”, dijo el arzobispo Eamon Martin, presidente del episcopado irlandés, en la clausura de la asamblea. El líder de la Iglesia irlandesa dijo en una declaración grabada en vídeo que hubo “una gran diversidad, una gran variedad de opiniones” y “una fuerte aceptación de que el cuerpo de Cristo está herido y necesita ser sanado de muchas maneras”.

El cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, dijo a la asamblea de Praga que la reunión del 4 al 29 de octubre de 2023 en Roma no descartará las enseñanzas católicas ni rechazará a quienes cuestionan esas enseñanzas. Afirmó que viajar con esas tensiones contrapuestas a través de la metodología de las “conversaciones espirituales” permitía a los participantes expresar sus preocupaciones, escuchar las preocupaciones de los demás y discernir juntos cómo la Iglesia está llamada a responder de una manera más pastoralmente sensible.

La delegación irlandesa elogió esa metodología, afirmando que “permite a la iglesia modelar la unidad en la diversidad, nombrar y explorar nuestras tensiones, identificando tensiones creativas que, iluminadas por la luz de la fe, pueden mejorar y enriquecer la misión de la iglesia”. Sin embargo, un delegado polaco, Aleksander Bańka, dijo a la asamblea que el sínodo de Roma debería tener cuidado de no “sucumbir a la tentación de construir otra iglesia, y más bien buscar respuestas a la pregunta de cómo materializar la espiritualidad de la sinodalidad dentro de la única iglesia de Cristo, con su estructura jerárquica”.

Hablando en una entrevista por podcast tras la presentación de la delegación de Inglaterra y Gales el 6 de febrero, el P. Jan Nowotnik, director de misiones de esa conferencia episcopal, dijo que la principal tarea en Praga era examinar los informes sinodales de los distintos países europeos. “Prácticamente todos los países hablan del papel de la mujer, de las personas LGBTQ+ y también del papel de la formación en la misión”, dijo Nowotnik. “Yo diría que esos han resonado más, y junto a eso, para ser justos, el papel de los jóvenes”. Reconoció que no hubo “pleno acuerdo” sobre algunos de esos temas. “Sé que se han dicho algunas palabras dolorosas y que ha habido ansiedad; a veces se puede sentir esa tensión en la sala”, dijo el sacerdote.

Ursula Halligan, una respetada periodista irlandesa que formaba parte de la delegación irlandesa, dijo a NCR: “Los viejos hábitos resisten”. Halligan, que también es coordinadora conjunta del grupo reformista laico We Are Church Ireland, afirmó que “la Iglesia jerárquica sigue siendo un lugar profundamente hostil para las mujeres y las personas LGBTQI”. “Muchas de las presentaciones no dieron prioridad al papel de la mujer y ocho delegaciones no contaban con ninguna mujer en sus equipos presenciales”, afirmó. También destacó cómo algunas de las presentaciones causaron dolor a los delegados LGBTQI, incluida la propia Halligan. “Me sentí deshumanizada por ellas”, dijo Halligan, aunque reconoció que otras presentaciones fueron más solidarias.

¿Cómo va la fase continental en América Latina?

Desde este 13 de febrero y hasta el 10 de marzo de 2023, la Iglesia de América Latina y el Caribe viene desarrollando la fase continental del Sínodo de la sinodalidad con cuatro asambleas regionales, bajo el apoyo del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam). La primera parada se dio en San Salvador (El Salvador) del 13 al 17 de febrero, y reunió unos 91 participantes entre obispos, sacerdotes, diáconos, laicos, religiosos, religiosas, jóvenes y representantes de las periferias de los países de Centroamérica y México.

 

Luego, en Santo Domingo (República Dominicana) se viene desarrollando la asamblea para la región del Caribe, del 20 al 24 de febrero. Y las que faltan son, primero en Quito (Ecuador), para la región bolivariana o andina, que agrupa a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, del 27 de febrero al 3 de marzo de 2023. Finalmente, la sede será Brasilia (Brasil) para la región Cono Sur, que comprende Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile, del 6 al 10 de marzo de 2023.

Información adicional sobre la Asamblea en Europa
Avance de la fase continental en otras regiones
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Fuentes

Revista Vida Nueva / National Catholic Reporter / Revista Alfa y Omega / Omnes / Videos: Episcopado España – EWTN – CELAM / Foto: HOAC.es

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