Una Iglesia dividida por la política: Síntesis Sinodal de EE.UU.

4:00 p.m. | 5 oct 22 (CNS/RNS).- Los católicos de EE.UU. aún se sienten heridos por la crisis de los abusos del clero y buscan una Iglesia más acogedora en la que se priorice su “realidad vivida” antes que las normas, según la síntesis del proceso sinodal de 10 meses en las diócesis. La Iglesia de Estados Unidos, relevante por su población de fieles (cuarta en el mundo) y una creciente polarización que evoca un fenómeno mundial, también transmitió su preocupación por la profunda división entre los católicos y por la falta de unidad entre los obispos, hablaron de su deseo de “acompañar con autenticidad” a las personas LGBTQ y a sus familias, y expresaron su esperanza de que los dones de los laicos se utilicen más en un espíritu de colaboración en toda la Iglesia.

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Publicado por el episcopado de Estados Unidos (USCCB), el informe titulado “Síntesis Nacional del Pueblo de Dios en los EE.UU. de América para la Fase Diocesana del Sínodo 2021-2023” resume las preocupaciones, esperanzas, dolores y deseos expresados por unos 700.000 participantes que se unieron a más de 30 mil sesiones de escucha y otros eventos durante la fase diocesana en el camino hacia el Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad en octubre de 2023. Hay aproximadamente 66,8 millones de católicos en el país, según el informe, lo que significa que al menos el 1% de los católicos participaron en las sesiones de escucha.

“La escucha es un movimiento de apertura hacia un discernimiento reflexivo a nivel local, regional y nacional sobre cuáles son nuestras preocupaciones más profundas, nuestras esperanzas más arraigadas en este momento”, dijo a Catholic News Service el obispo Daniel E. Flores, de Brownsville (Texas), que supervisa la participación de Estados Unidos en el proceso sinodal. Monseñor Flores, que preside el Comité de Doctrina de la USCCB, dijo que el proceso que se ha desarrollado desde octubre -y que ha culminado con el informe de síntesis de 16 páginas enviado al Vaticano- ha permitido que la gente se escuche respetuosamente y desarrolle una nueva comprensión de lo que puede ser la vida en la Iglesia.

El informe es la síntesis de 290 documentos recibidos por la USCCB de varios contribuyentes. El documento señala que los documentos “representan más de 22.000 informes de parroquias individuales y otros grupos” que surgieron de más de 30.000 oportunidades de unirse al proceso sinodal. Además, esta síntesis nacional se basa en las 14 síntesis intermedias presentadas por los equipos de cada una de las regiones geográficas de la Iglesia estadounidense. Las 178 diócesis y arquidiócesis latinas presentaron síntesis que se incorporaron a los informes regionales. Para el proceso, la USCCB creó una decimosexta “región” para los numerosos ministerios nacionales católicos, universidades, asociaciones y organizaciones que trabajan en todo el país. Estas organizaciones presentaron 112 informes resumidos.

En una carta de presentación del informe, el obispo Flores describió el documento como “un intento de sintetizar y contextualizar las alegrías, esperanzas y heridas comunes convocadas con la ayuda del Espíritu Santo en el desarrollo del sínodo… se ha buscado transmitir las prioridades de las diócesis y regiones de nuestro país”. La síntesis se divide en cuatro temas: “Heridas persistentes”, “Fomentar la comunión y la participación”, “Formación permanente para la misión” y “Discernimiento participativo”. Cada sección resume las observaciones comunes planteadas en las sesiones de escucha, y también incluye citas directas de las participaciones y deseos comunes de los reportes regionales planteados en las sesiones de escucha locales.

El texto recoge varias “heridas persistentes” expresadas durante las sesiones. Además de los efectos todavía en desarrollo de la crisis de los abusos sexuales, la pandemia del COVID-19 sigue haciendo mella en el sentido de comunidad que la gente sentía antes de que el virus se extendiera por todo el mundo en 2020. “La pandemia en sí ha llevado a debilitar nuestras comunidades en algunos aspectos, acelerando una tendencia a la desconexión e intensificando el aislamiento y la soledad de muchos, jóvenes y ancianos en particular. Un gran número de fieles aún no ha regresado al culto”, dice el informe, citando la presentación de la Región 12 de los estados del noroeste.

La división y la polarización en la Iglesia fue una preocupación expresada en varios informes regionales. El informe de la Región 9, que abarca cuatro estados del Medio Oeste, señaló que la división sobre la celebración de la Eucaristía es desconcertante, especialmente cuando se trata de la misa anterior al Vaticano II. “Se lamentó el acceso limitado al misal de 1962; muchos sintieron que la diferencia sobre cómo celebrar la liturgia a veces llega al nivel de la hostilidad. Las personas en cada lado de la cuestión afirmaron sentirse juzgadas por los que difieren de ellos”, dice el informe de síntesis nacional citando la presentación de la Región 9.

Otras preocupaciones fueron expresadas por personas que se sienten marginadas. Según el informe, las personas marginadas se dividen en dos grandes grupos. Uno está formado por quienes son vulnerables por su falta de poder social o económico, entre los que se encuentran los discapacitados, los que padecen enfermedades mentales, los inmigrantes, las minorías étnicas, las personas indocumentadas en Estados Unidos, los no nacidos y sus madres, y quienes viven en la pobreza, no tienen hogar, están encarcelados o viven con una adicción.

El segundo grupo incluye a las mujeres, “cuyas voces son frecuentemente marginadas en los procesos de toma de decisiones de la Iglesia”, dice el informe. Otros en el grupo incluyen a aquellos que son marginados “porque las circunstancias en sus propias vidas son experimentadas como impedimentos para la plena participación en la vida de la Iglesia”, incluyendo a los miembros de la comunidad LGBTQ+ y a las personas divorciadas y que se han vuelto a casar, así como a los casados civilmente.

Bajo el tema “Fomentar la comunión y la participación”, se abordó la vida sacramental de la Iglesia y el espíritu de acogida dentro de la misma. El informe concluyó que las heridas expresadas por los participantes en las sesiones de escucha podrían solucionarse si la Iglesia fuera más acogedora. Citando el informe de la Región 13 de los estados del suroeste, el informe de síntesis decía que los participantes estaban preocupados por los “obstáculos para la comunidad dentro de sus parroquias, en parte debido al clima político divisivo y la polarización resultante dentro del país”. También identificaron la centralidad de la Eucaristía como “fuente de esperanza para una mayor unidad”.

Además, surgió la preocupación por el racismo dentro de la Iglesia y la falta de acogida a las diversas comunidades culturales y étnicas. Los ancianos, según el informe, se sintieron especialmente perjudicados por la salida de los jóvenes de la vida de la Iglesia. “Los propios jóvenes expresaron su sentimiento de exclusión y su deseo de participar más plenamente como miembros de la comunidad parroquial”, decía el informe de síntesis.

La síntesis dice que una esperanza común que surgió en todo el país fue el “deseo de una constante formación espiritual, pastoral y catequética”. Los debates en las sesiones “dejaron clara la importancia de la evangelización mientras seguimos viviendo la misión de la Iglesia, que requiere una formación más sólida”. Las medidas incluirían el acompañamiento de las familias en su formación, ya que la gente anhela un encuentro más cercano con Jesús.

También emergieron sugerencias sobre la necesidad de “caminar juntos” en la formación del clero. El informe intermedio de la Región 5, procedente de los estados del Sur, sugirió que dicha formación era necesaria para comprender mejor las necesidades humanas y pastorales, la sensibilidad cultural, un mayor énfasis en la justicia social, cómo incluir a los laicos en la toma de decisiones y “aprender a hablar con empatía, creatividad y compasión”. Los laicos, según el informe de síntesis, también expresaron su esperanza de que una auténtica apreciación de sus dones y talentos se convierta en una “relación de colaboración” con los pastores.

El tema final, “Discernimiento participativo”, concluía que la fase diocesana del proceso sinodal era el primer paso de una Iglesia arraigada en la sinodalidad, en el caminar juntos. El documento señala que el proceso permitió a miles de personas volver a comprometerse “en la sencilla práctica de reunirse, rezar juntos y escucharse unos a otros”. Invita a la gente a comprometerse a “una escucha atenta, un encuentro respetuoso y un discernimiento en oración”.

El informe transmitió al Vaticano el “escepticismo y la sospecha” que se cernían sobre los debates sinodales cuando el proceso se puso en marcha. Pero una vez que los fieles abrazaron el espíritu de escucha de las discusiones, los obispos dijeron que las reuniones fueron acogidas como una “semilla de renovación” para reparar las fracturas de la comunidad. “Las consultas sinodales en torno a las heridas persistentes causadas por el escándalo de los abusos sexuales por parte del clero, la pandemia, la polarización y la marginación han puesto de manifiesto un profundo deseo de sanación y un fuerte deseo de comunión, comunidad y sentido de pertenencia y unidad”, escribieron los obispos.

De cara al futuro, el informe pide que se mantenga el compromiso con las comunidades que no participaron ampliamente en las sesiones de escucha, en particular los pueblos indígenas, las comunidades étnicas y los inmigrantes. “El compromiso y el discernimiento con nuestros hermanos y hermanas que experimentan las heridas de la marginación, así como con aquellos cuya voz no estuvo suficientemente representada en el proceso sinodal, serán esenciales para el desarrollo del viaje sinodal en nuestras diócesis y en nuestro país”, concluye el informe.

ENLACE. Descargar síntesis completa (PDF – 16 páginas en español)

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Fuentes

Catholic News Service / Religion News Service / Foto: Catholic Diocese of Cleveland

Puntuación: 5 / Votos: 2

Buena Voz

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