Seis mujeres que marcaron el paso en la Iglesia

7:00 p.m. | 16 mar 22 (AO/DA).- Un reciente congreso internacional, sobre doctoras de la Iglesia en diálogo con el mundo de hoy, propuso visibilizar a las mujeres que revolucionaron la Iglesia. Con ponencias sobre Teresa de Ávila, Catalina de Siena, Teresa de Lisieux, Hildegarda de Bingen (Doctoras de la Iglesia), Teresa Benedicta de la Cruz y Brígida de Suecia, se iluminaron rasgos o pasajes de sus vidas para señalar cómo pueden inspirar la pastoral católica frente a los desafíos contemporáneos. Fueron dos días con participación presencial y virtual (desde 27 países) e incluso el papa Francisco saludó el evento, resaltó la enseñanza de las seis santas, y recordó que son paradigma de la “santidad ordinaria, un camino asequible para todos”.

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“Basta ser mujer para caérseme las alas”. Lo escribió hace más de 500 años Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, más conocida como santa Teresa de Jesús, escritora, monja, mística y doctora de la Iglesia católica, además de una de sus grandes reformadoras. Una renovación que ejerció desde el amor, sin reproches o venganzas, y que comenzó por ella misma. “Nos lo cuenta en uno de sus escritos, que iba de pasatiempo en pasatiempo y de vanidad en vanidad, en un tiempo muy convulso para la Iglesia y para el mundo”, explica María del Rosario Sáez Yuguero, rectora de la Universidad Católica de Ávila (UCAV). una de las instituciones que organizó el evento.

La santa española compartió cartel en el congreso internacional Doctoras de la Iglesia y patronas de Europa en diálogo con el mundo de hoy con otras cinco mujeres que, con una pizca de rebeldía, marcaron el paso en la Iglesia. El objetivo del encuentro fue conmemorar el reciente 50 aniversario del doctorado de Teresa de Jesús, además de los 400 años de su canonización (12 de marzo de 1622), el 25 aniversario del doctorado de Teresa de Lisieux, y el décimo de Hildegarda de Bingen. A estas mujeres, doctoras de la Iglesia, se añaden las patronas de Europa proclamadas por san Juan Pablo II en 1999, Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y Brígida de Suecia, junto con Catalina de Siena.

Saéz Yuguero destacó que “presentando la actualidad de su obra se ha querido poner en evidencia aquellos elementos que pueden inspirar la pastoral de la Iglesia en el presente y en el futuro”, y recalcó que “estas mujeres renovaron la vida religiosa, son maestra de oración y guías espirituales. Algunas fueron fundadoras y reformadoras, grandes escritoras. Comenzaron su reforma por la propia conversión personal. Todas ellas tuvieron una intensa vida mística y de unión con Dios y a la vez un gran compromiso con la sociedad de su tiempo, que se pone de manifiesto en sus obras y en sus relaciones humanas”.

Son seis mujeres cultas y libres que no tuvieron miedo de escuchar su verdadera vocación y llevarla hasta sus últimas consecuencias. “El congreso buscó acercarlas a la actualidad porque tienen mucho que decir al mundo de hoy”, asegura Marta Rodríguez, de la Cátedra de Estudios sobre la Mujer del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y miembro del comité organizador de este congreso, el primero que aborda esta temática de una manera explícita en un encuentro académico. “Son mujeres antídoto”, incide.

Santa Teresa de Jesús vivió “con mucha libertad” y “con una independencia abrumadora”, sobre todo fruto de una intensa vida interior, recuerda Sáez Yuguero. “Trató con todo tipo de personas; desde el rey Felipe II a los obreros que construían sus monasterios, viajó por toda España”. La monja carmelita también fue una de las grandes escritoras del Siglo de Oro de la lengua castellana, aunque nunca se atrevió a publicar nada en vida. Fue tan rebelde que hasta se topó con la Inquisición. Fundó 17 conventos y sus versos aún encandilan a muchísimos jóvenes poetas. “Dejó un legado espiritual impresionante” y sus escritos son hoy una lección magistral “sobre cómo buscar a Dios en libertad”.

Por su parte, en pleno siglo XII, Hildegarda de Bingen se rebeló al corsé que imponía el analfabetismo. Quería que sus monjas fueran listas y valientes: “Se preocupó de su formación, pero entendida como un todo universal. Tenía conocimientos de botánica, medicina, música. Esto fue un verdadero despertar para la vida consagrada que se retomó después, durante el Concilio Vaticano II”, reseña Sáez Yuguero. Nunca se dejó intimidar por los reproches, pero tampoco se desvió con las alabanzas. Ruberval Monteiro da Silva, monje benedictino y profesor del Pontificio Ateneo Sant’Anselmo, profundizó sobre la figura de Hildegarda de Bingen, que “veía el mundo unificado y unificador, un enfoque que se ha perdido a lo largo de los siglos”. Una voz singular, era capaz de explicar de forma sencilla lo que los sabios contemporáneos no podían ni siquiera entender. Con sus visiones, nos mostró cómo sentir el aroma de Dios que se irradia sobre toda la creación.

Entre los ponentes estaba Emanuela Chiang, del VIS (Voluntariado Internacional para el Desarrollo), que trabaja en proyectos de cooperación al desarrollo en Oriente Medio y colabora con el Movimiento Laudato Si. También ella se inspiró en el misticismo y la sensibilidad poco común de Hildegarda, “una mujer del siglo XV que supo imponerse como mujer, monja y erudita y en la que todo está conectado”. Se subrayó el paralelismo entre la santa y Francisco de Asís, “en armonía respecto a la relación con la creación, como nos invita el Papa en la Laudato si. Ella nunca dejó de mirar la naturaleza en su totalidad”. Escribió sobre medicina, botánica y cosmología. Nos enseña -se dijo- la conexión con nosotros mismos, con la creación y con Dios. “Profunda conocedora del ser humano, sus reflexiones sobre el conocimiento del mundo, de uno mismo y de Dios como unicum representan su actualidad”.

Otro ejemplo que ilumina el camino de las mujeres en la Iglesia es santa Catalina de Siena, que devolvió al papado la sede romana y el prestigio perdidos tras los controvertidos años de Aviñón. “Habló al Papa de tú a tú y le exhortó a que volviera a Roma”. “Fue una profeta de su tiempo”, incide por su parte Anita Cadavid, directora del Instituto de Estudios Superiores sobre la Mujer del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, quien destaca la firmeza de esta mujer que, a la vez, mostró el camino para luchar contra el clericalismo. Más que feministas, fueron “grandísimas mujeres que desarrollaron sus cualidades” en tiempos recios en los que la mujer “no contaba nada y no sabía ni leer ni escribir”.

Las protagonistas de este simposio evidencian que el empoderamiento femenino en la Iglesia católica no es un asunto solo actual. “En esta época tan polarizada, su mensaje de creatividad y comunión puede aportar mucha luz a una Europa en búsqueda de sentido”, refiere Anita Cadavid. Todas ellas fueron místicas y contemplativas, pero con los pies enraizados al suelo. “Eran mujeres muy consecuentes con la realidad que les tocó vivir, que no se apartaron ni un ápice de los problemas de su tiempo”, recalca. Este congreso “no es una cuestión de ideología”, sino, ante todo, “de espiritualidad”, y traerá aire fresco para el camino sinodal que ha iniciado el papa Francisco. Además, tiene un noble fin. Lo que se recaude de las cuotas de inscripción y los donativos será destinado a tres proyectos de formación y alfabetización en el Líbano.

 

Francisco: La santidad ordinaria, un camino asequible a todos

“Recorrieron su camino de fe movidas, no por ideologías mutables, sino por una adhesión inquebrantable a la ‘humanidad de Cristo’ que permeaba en sus acciones”. Con estos términos el papa Francisco describió el coraje, la pasión y la santidad de las Doctoras de la Iglesia y Patronas de Europa en sus respectivos contextos históricos. Lo hizo en un mensaje dirigido a los asistentes al Congreso Internacional Interuniversitario sobre este asunto que organizó la Pontificia Universidad Urbaniana, del 7 al 8 de marzo, en modalidad presencial y telemática. El evento fue realizado en cooperación con distintas instituciones, como el Instituto de Estudios Superiores sobre la Mujer del Pontificio Ateneo Regina Apostolorum, la Universidad Católica de Ávila, entre otras.

También estas mujeres “se sintieron incapaces y limitadas en algún momento, ‘mujercillas flacas’, como diría Santa Teresa de Jesús, ante una empresa que les superaba”, según el Santo Padre, quien se preguntó “¿De dónde sacaron la fuerza para llevarla a cabo, sino del amor a Dios que llenaba sus corazones?”. Como Teresa de Lisieux, pudieron realizar en plenitud su vocación, su ‘caminito’, su proyecto de vida. “Un camino asequible a todos, la santidad ordinaria”, sostuvo Francisco. Para el Papa, la sensibilidad actual del mundo reclama “que se devuelva a la mujer la dignidad y el valor intrínseco con que ha sido dotada por el Creador”.

ENLACE. Mensaje completo del papa Francisco

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Fuentes

Revista Alfa y Omega / Diario de Ávila / Vatican News / Videos: Vatican Media / Foto: Vida Nueva

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