Francisco: Universidades católicas deben educar en mente, corazón y acción

9:00 p.m. | 21 nov 19 (VAT/VN).- El papa Francisco ha recibido en audiencia a los participantes en el congreso de la Federación Internacional de las Universidades Católicas (FIUC), que se celebra en Roma con el tema “Nuevas fronteras para los líderes universitarios. El futuro de la salud y el ecosistema de la Universidad”.

Durante su discurso, ha hecho alusión al “desafío sin precedentes” a los que se enfrentan las Universidades actuales ante “el desarrollo de las ciencias, de la evolución de las nuevas tecnologías y de las exigencias de la sociedad”, que exigen a las instituciones académicas “dar respuestas adecuadas y actualizadas”.


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Perseguir con “constancia y profesionalidad” soluciones que conduzcan a un “progreso civil y cultural para las personas y para la humanidad” marcado por la “solidaridad”. Es el mandato del Santo Padre a los participantes en el congreso de la Federación Internacional de las Universidades Católicas (FIUC).

Al recibirlos en el Vaticano, el Pontífice recordó los “desafíos sin precedentes” para las Universidades que hoy provienen “del desarrollo de las ciencias, de la evolución de las nuevas tecnologías y de las exigencias de la sociedad, que soliciten a las instituciones académicas a dar respuestas adecuadas y actualizadas”.

“La fuerte presión, advertida en los diversos ámbitos de la vida socioeconómica, política y cultural, interpela, por lo tanto, la vocación misma de la Universidad, en especial la tarea de los profesores de enseñar, investigar y preparar a las generaciones jóvenes para que lleguen a ser no sólo profesionales cualificados en las distintas disciplinas, sino también protagonistas del bien común, líderes creativos y responsables de la vida social y civil con una visión correcta del hombre y del mundo. En este sentido, las Universidades de hoy deben preguntarse acerca de la contribución que pueden y deben dar para la salud integral del hombre y para una ecología solidaria”.

Francisco observó que las Universidades Católicas deberían advertir “aún más agudamente” estas exigencias, estudiando “problemáticas antiguas y nuevas” en su especificidad e inmediatez, “pero siempre desde una perspectiva personal y global”.

“La interdisciplinariedad, la cooperación internacional y el intercambio de recursos son elementos importantes para que la universalidad se traduzca en proyectos solidarios y fructíferos en favor del hombre, de todos los hombres y también del contexto en el que ellos crecen y viven”.

Los tres lenguajes

El Papa observó además que el desarrollo de las tecno-ciencias está destinado a influir “de manera creciente” en la salud física y psicológica de las personas: toda enseñanza – subrayó – implica también un cuestionamiento acerca de los “por qué”, con una reflexión “sobre los fundamentos y sobre los fines de cada disciplina”.

“Una educación reducida a la mera educación técnica o a la mera información se convierte en una alienación de la educación; creer que se puede transmitir un conocimiento que se abstrae de su dimensión ética sería como renunciar a educar. Es necesario superar el legado de la Ilustración. Educar, en general, pero sobre todo en las Universidades, no es sólo llenar la cabeza de conceptos. Se necesitan tres lenguajes. Es necesario que entren en juego tres lenguajes: el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos, de manera que se piense en armonía con lo que se siente y se hace; se sienta en armonía con lo que se piensa y se hace y se haga en armonía con lo que se siente y se piensa. Una armonía general, no separada de la totalidad”.

Francisco subrayó también una idea de educación concebida como “un proceso teleológico”, orientado hacia un fin y, por lo tanto, hacia una visión precisa del hombre, a la que añade asimismo un “carácter típicamente epistemológico” que concierne universalmente a toda la gama del saber: humanista, natural, científica y tecnológica.

“El vínculo entre conocimiento y finalidad alude al tema de la intencionalidad y al papel del sujeto en todo proceso cognitivo. Y así llegamos a una nueva episteme; es un reto: hacer una nueva episteme. La epistemología tradicional había subrayado este papel considerando el carácter impersonal de todo conocimiento como una condición de objetividad, requisito esencial de la universalidad y de la comunicabilidad del saber. Hoy, sin embargo, numerosos autores señalan que no hay experiencias totalmente impersonales: la forma mentis, las convicciones normativas, las categorías, la creatividad, las experiencias existenciales del sujeto representan una ‘dimensión tácita’ del conocimiento pero siempre presente, un factor indispensable para la aceptación del progreso científico. No podemos pensar en una nueva episteme de laboratorio, no va, pero de la vida sí”.

El Pontífice añadió que de modo especial la FIUC está llamada a asumirse el “imperativo moral” de trabajar para “realizar una comunidad académica internacional más unida”, afrontando “con más convicción” sus propias raíces en ese contexto cristiano “del que las universidades tuvieron su origen” y consolidando la red entre las Universidades de antiguo nacimiento y las más jóvenes.

“El ecosistema de las Universidades se construye si cada universitario cultiva una sensibilidad particular, esa que le ha sido dada por su atención por el hombre, por todo el hombre, por el contexto en el que vive y crece y por todo lo que contribuye a su promoción”.

La comunidad universitaria

Aludiendo al tema del congreso, la formación de los líderes de las Universidades, Francisco subrayó la importancia de “invertir el tiempo académico” con el fin de desarrollar “no sólo la mente, sino también el corazón” y “la conciencia y las habilidades prácticas del estudiante”.

“El conocimiento científico y teórico debe ser amasado con la sensibilidad del estudioso e investigador para que los frutos del estudio no sean adquiridos en un sentido autorreferencial, sólo para afirmar la propia posición profesional, sino que sean proyectados en un sentido relacional y social. En última instancia, así como todo científico y todo hombre de cultura tiene la obligación de servir más, porque sabe más, así también la comunidad universitaria, especialmente si es de inspiración cristiana, y el ecosistema de las instituciones académicas deben responder en su conjunto a la misma obligación”.

De aquí su mención al recién canonizado Cardenal John Henry Newman, Patrono de la FIUC, porque la Iglesia – precisó en “The Idea of a University” – “no tiene miedo del conocimiento”: ella “purifica todo”, “no sofoca ningún elemento de nuestra naturaleza, sino que cultiva todo”.

Fuentes:

Vatican News / Revista Vida Nueva

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